Perfección del plan divino
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El Corán describe el nacimiento de una comunidad, pero un poco por todas partes asoman reacciones y reflejos defensivos ante un peligro; en el diálogo se comprueba frecuentemente la fuerza de este sentimiento común. La lucha contra el paganismo, las dificultades y la austeridad de vida de los primeros años, el orgullo de sentirse pueblo de Dios, todo eso cimentó la unión entre los musulmanes.
Dirigiéndose a Mahoma, se dice de Dios en un pasaje delCorán: "Él es Quien te ha fortalecido con su auxilio y con los creyentes, cuyos corazones Él ha reconciliado. Tú, aunque hubieras gastado todo cuanto hay en la Tierra, no habrías sido capaz de reconciliar sus corazones. Dios, en cambio, los ha reconciliado. Es poderoso, sabio". O también: "Recordad la gracia que Dios os dispensó cuando erais enemigos: reconcilió vuestros corazones y, por Su gracia, os transformasteis en hermanos". Y esta aleya que actualmente es quizás una de las más citadas en los sermones: "Sois la mejor comunidad humana que jamás se haya suscitado".
Esta comunidad representa, en la perspectiva musulmana, la cumbre de la historia de la humanidad, la perfecta realización del plan divino. Preparada con una serie de ensayos, todas las comunidades anteriores fracasaron y la lección de su fracaso permite apreciar mejor las cualidades del Islam como la comunidad del fin de los tiempos.
Partido de Dios
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Ahora bien, ¿cómo caracterizar a la comunidad musulmana tal como la define el Corán? ¿Es una confesión religiosa o un Estado político? En primer lugar, hay que señalar la ausencia de jerarquía en el orden religioso. El Profeta recibe directamente su misión de Dios y en la comunidad nadie goza de poderes religiosos que los otros no puedan tener. Existen jefes, pero tienen un poder político. El Islam no tiene ningún sacerdocio, todos los musulmanes son iguales ante Dios: "Os creamos de un varón y de una hembra e hicimos de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme". Esta aleya se opone a toda discriminación basada en la clase, la inteligencia o la raza. No admite más que una fuente de distinción: el grado de temor de Dios. Esto significa que forman capítulo aparte los musulmanes que tienen un auténtico temor a Dios. Todos los hombres son iguales, pero los musulmanes poseen una nobleza particular. Se presentan como el pueblo de los que, de verdad, temen a Dios.
El Islam será, pues, una comunidad de laicos, a los que el Corán asigna unos objetivos concretos: fraternidad, y propagación del ideal de la ley musulmana. En una ocasión llama a esta comunidad "pueblo de Dios" en oposición al pueblo de Satanás. En este plano de afiliaciones, el musulmán no se afilia sin reservas más que a otro musulmán, aunque no le esté prohibido mantener relaciones sociales con otros hombres, siempre que éstos no ataquen al Islam. En cualquier caso, tiene el deber de ser justo con ellos.
El prototipo de ciudadano musulmán
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En la persona de Mahoma aparece el tipo humano preconizado por el Islam y en él la comunidad busca la realización del ideal coránico: generoso, paciente y valeroso, perdona después de la victoria, pero sabe mostrarse duro durante el combate. Permite la poligamia hasta el número de cuatro esposas (su estado personal constituye un caso aparte y elCorán lo soluciona directamente), y todo amo tiene derecho a unirse con sus esclavas. El repudio es lícito en ciertas condiciones, aunque no se recomienda, sino que el Corán indica medidas para reconciliar a los esposos y, en todo caso, insiste en la justicia que debe observarse frente a determinados problemas de la relación.
Se alaba el perdón, en primer lugar, para restablecer la paz en el interior de la comunidad y, en general, sabiendo que este gesto podrá conmover el corazón del adversario y convertirle en amigo. Pero el que quiera hacer valer su derecho de talión puede hacerlo. Y en la guerra que se combata con firmeza.
Los compañeros de Mahoma eran "severos con los infieles y cariñosos entre sí". Eran para la paz, pero para la paz de los fuertes, después de la victoria. Y la guerra ocupa un lugar destacado en el Corán: guerra para regresar a La Meca, guerra para someter a los que en Arabia se habían negado a aceptar la ley musulmana, guerra contra los perseguidores de los musulmanes. Tienen éstos una misión que cumplir en el mundo y no temen a la muerte, piensan en la felicidad que el Corán les promete.
Al musulmán se le permiten los bienes terrenales, pero no debe gozar de ellos sino con mesura y sin excesos. Se censuran las renuncias del monacato y las tradiciones narran que a Mahoma le gustaban la oración, el perfume y las mujeres.
En el Corán se encontrará toda una legislación referente al estatuto personal, así como a la observancia religiosa. Varios textos tocan también las prohibiciones alimentarias, la guerra, los contratos y la usura, que se prohíbe de manera expresa. Se alude a la esclavitud como hecho social de la época, pero se cita la manumisión como algo recomendable y hasta se prescribe para reparar algunas infracciones de la ley.
La comunidad musulmana presenta, pues, un aspecto característico. Ha conocido, a través de la historia, diferentes formas. Al principio, imperio árabe unificado bajo el mando efectivo del califa; luego, yuxtaposición de Estados independientes unidos por la misma fe en el Corán y con un califa que gozaba sólo de un título honorífico; finalmente, desde que se suprimió el califato, un conjunto de Estados unidos por la misma fe, que aspiran a cierto acercamiento. La expresión más sencilla y más elocuente sería, tal vez, la de pueblo o partido de Dios. Tendríamos que añadir que esta comunidad encuentra en el Corán algunas directrices o normas de conducta, pero se deja a los creyentes gran parte de las iniciativas.
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