sábado, 2 de junio de 2012

ELÁ.

Nombre llevado al menos por seis personajes. Uno de ellos, citado entre los "jefes de Edom (Gn 36,41; 1Cró 1,52)", ha podido transmitírselo a la localidad de Elat. Otro Elá se presenta como hijo de Caleb y padre de un tal Quenaz (1Cró 4,15). En tiempo de los reyes se encuentra un Elá, padre de Semeí que es uno de los doce gobernadores de Salomón (1R 4,18), y otro, padre del rey Oseas, último soberano del reino del Norte (2R 15,30; 17,1; 18,1 y 9). Después del Exilio aparece otro entre los benjaminitas repatriados en Jerusalén: es "hijo de Uzí (1Cró 9,8)".

Uno solo, el cuarto rey de Israel después del cisma, hijo y sucesor de Baasá, es objeto de una mención bastante sustanciosa (1R 16,8-14), aunque breve, lo mismo que lo es su reino, de menos de dos años (886-885). Este Elá subió al trono en Tirsá, residencia de los reyes del Norte, cuando Asá ocupaba desde hacía veintiséis años en Jerusalén el trono de Judá. Mientras su ejército estaba asediando a los filisteos de Guibetón (cf. 1R 16,15), él se entregaba a la bebida en casa de Arsá, su mayordomo de Palacio. Allí, Zimrí, uno de sus generales, lo asesinó, matando luego a todos los miembros de la familia real que podían sucederle, y se apoderó del trono. Con esta matanza desapareció "la casa de Baasá", condenada por un oráculo del profeta Yehú (1R 16,1-4).

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