El GÉNESIS cita a un Elifaz ("Dios es la fuerza"), hijo de Esaú y de su esposa hitita Adá (Gn 36,4 y 10). En su descendencia inmediata figura Temán; ese nombre es el de un clan de Edom y el del territorio que ocupa (Gn 36,11 y 15).
Del Elifaz mejor personalizado que aparece en el libro de JOB, entre los tres amigos del santo varón que acuden a él para "condolerse y consolarle" en su desgracia, se dice precisamente que es "de Temán (Jb 2,11)". Sus tres discursos (Jb 4-5,15 y 22) revelan un sabio anciano, sensible a los presentimientos o a los sueños (cf. Jb 4,12-16), de rica experiencia (ej.: Jb 4,8; 5,3; 15,17), sin ilusión sobre la virtud de los hombres (Jb 4,17-19; 15,14-16) pero persuadido de su "utilidad" para quienes la practican (ej.: Jb 22,2 y 19-28), ligado a los modos de pensar tradicionales sobre la justicia divina que no castiga más que a los culpables (cf. Jb 4,7-9), y por lo demás muy bien educado, incluso cuando emplea términos duros para invitar a Job a considerar sus propias faltas (ej.: Jb 15,4-13; 22,5-13). Si es desventurado acepta la prueba, encontrará la serenidad y la salvación (Jb 5,17-27); la mano del Todopoderoso que golpea es también la que cura.
Con todo, Yahvé se dirige a Elifaz para reprochar a los tres oradores el no haber "hablado bien" de él (Jb 42,7), mientras que Job mismo termina por hacerlo.
Del Elifaz mejor personalizado que aparece en el libro de JOB, entre los tres amigos del santo varón que acuden a él para "condolerse y consolarle" en su desgracia, se dice precisamente que es "de Temán (Jb 2,11)". Sus tres discursos (Jb 4-5,15 y 22) revelan un sabio anciano, sensible a los presentimientos o a los sueños (cf. Jb 4,12-16), de rica experiencia (ej.: Jb 4,8; 5,3; 15,17), sin ilusión sobre la virtud de los hombres (Jb 4,17-19; 15,14-16) pero persuadido de su "utilidad" para quienes la practican (ej.: Jb 22,2 y 19-28), ligado a los modos de pensar tradicionales sobre la justicia divina que no castiga más que a los culpables (cf. Jb 4,7-9), y por lo demás muy bien educado, incluso cuando emplea términos duros para invitar a Job a considerar sus propias faltas (ej.: Jb 15,4-13; 22,5-13). Si es desventurado acepta la prueba, encontrará la serenidad y la salvación (Jb 5,17-27); la mano del Todopoderoso que golpea es también la que cura.
Con todo, Yahvé se dirige a Elifaz para reprochar a los tres oradores el no haber "hablado bien" de él (Jb 42,7), mientras que Job mismo termina por hacerlo.
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