viernes, 20 de julio de 2012

MAR ROJO.


(Heb. Yâm-Sûph; Sept. 'e 'eruthrà thálassa; escritos griegos del Antiguo y Nuevo Testamentos 'e 'eruthrà thálasse; Vulg.Mare rubrum).
El nombre de Mar Rojo (o Erythræan) fue utilizado por los historiadores y geógrafos clásicos para designar a las aguas del Océano Índico y del Golfo Pérsico. En la geografía moderna, se aplica al brazo noroeste del Océano Índico que se extiende por unos 2300 km., limitado al oriente por Arabia y al poniente por África. Entendido de esta última forma, el Mar Rojo abarca desde el Estrecho de Bab el-Mandeb, latitud 12� 40' N, hasta lo que hoy es la parte superior del Golfo de Suez, latitud 30� N. En su parte más ancha mide 330 km. y su profundidad mayor alcanza los 2000 metros. En Ras Mohammed, latitud 27� 45', el Mar Rojo es dividido por la Península del Sinaí en dos golfos: el de Suez (antiguamente Heroopoliticus sinus) al oeste, con 209 km. de longitud y 29 km. de ancho promedio, y el de Aqaba (antiguamente Ælaniticus sinus) al oriente, más angosto y de sólo 145 km. de largo. El Mar Rojo no recibe la descarga de ningún río importate y esto se refleja en la elevada temperatura de sus aguas. Desde la antigüedad tuvo una actividad comercial considerable y ésta se ha incrementado enormemente desde la apertura del Canal de Suez, en 1869.
En cuanto a su nombre, la procedencia del hebreo Yâm-Sûph es incierta. El significado de Sûph es probablemente "cañas" y el título Yâm-Sûph (Mar de las Cañas) parece haber sido originalmente asignado a la parte superior del Golfo de Suez, la cuál era posiblemente poco profunda, pantanosa y abundante en cañas. Todavía más dudosa resulta la derivación del nombre grecorromano Mar Eritreo (o Rojo). Ésta ha sido explicada de diversas formas: por los corales rojos que contiene; por el color de las montañas edomitas y árabes que bordean sus costas; por el resplandor del cielo reflejado en sus aguas; por la palabra edom (rojo), que los griegos pueden haber reproducido literalmente; por el nombre del rey Eritras, quien reinó en el país adyacente.
En las Sagradas Escrituras, las referencias al Mar Rojo están directamente ligadas a sus golfos septentrionales. Las que conciernen al Golfo de Aqaba, al noroeste, son comparativamente pocas y carentes de importancia. En Ex 23,31, ese golfo es señalado simplemente como el límite sureste de la Tierra Santa; en 3 Re 9,26 y 2 Par 8,17 (en algunas ediciones de La Biblia, 3 Re = 1 Re y 2 Par = 2 Cro) se le menciona con relación al comercio marítimo de Salomón y en 3 Re 22,48 en referencia a la fallida incursión de Josafat en la misma dirección; finalmente en Jer 49,21 es mencionado en un oráculo sobre la ruina total de Edom. Por el contrario, las referencias al Golfo de Suez, al noreste, son numerosas e importantes debido al paso milagroso de ese brazo del Mar Rojo descrito en Ex 14, celebrado en el Cántico de Moisés (Ex 15) y repetidamente referido en otras partes de las Escrituras, aún a pesar de las recientes teorías formuladas para descalificar a la tradicional identificación del Golfo de Suez con el Mar Rojo atravesado por Israel en tiempos del Éxodo. Brugsch y otros han argumentado que el agua que fue desecada para permitir el paso al pueblo de Israel correspondió a la parte norte de la Ciénaga Sirbonis en la costa del Mar Mediterráneo, entre Egipto y el extremo suroeste de Canaán, aunque esta teoría es insostenible porque no sólo va contra lo que declara la narración bíblica, sino contra los descubrimientos recientes que han establecido la ubicación de Gosen, lugar desde donde los israelitas partieron hacia Palestina. En otra versión, Beke y otros han propuesto que fue el brazo oriental del Mar Rojo, esto es, el Golfo de Aqaba y no el Golfo de Suez, el que cruzaron los hebreos. Sólo que esta idea tampoco es consistente con la interpretación más natural de los datos bíblicos relativos al Éxodo. Por lo tanto, no se debe abandonar la tradicional identificación del Golfo de Suez con el Mar Rojo cruzado por Israel.
Sigue siendo cierto, sin embargo, que los especialistas que con mayor facilidad admiten esta identificación dividen sus opiniones en lo referente al punto del cruce. Su desacuerdo se debe principalmente a la dificultad para conocer la extensión exacta que tenía este brazo occidental del Mar Rojo en los tiempos del Éxodo. Basados en la suposición de que en ese tiempo el Golfo de Suez se extendía más al norte, a través del Gran Lago Amargo hasta el Lago Timsah, muchos escritores sostienen que el cruce se efectuó en alguna parte de la zona pantanosa que une a estos dos lagos. Para establecer esta hipótesis, los estudiosos exponen variados argumentos (históricos, geográficos, geológicos) que sin embargo, al ser examinados con detalle, no bastan para confirmarla. En realidad cada intento por demostrar que en tiempos de Moisés el Golfo de Suez se extendía hasta el Lago Timsah o, cuando menos, hasta el Gran Lago Amargo parece ser inconciliable con el hecho de que las inscripciones egipcias de la XII Dinastía se refieren a éste último como un "lago" no potable, de donde se deduce que varios siglos antes del Éxodo el Gran Lago Amargo tampoco formaba parte del "golfo" arábigo. Aparentemente entonces, están en lo correcto tanto los eruditos que piensan que el actual límite norte del Golfo de Suez difiere poco o nada del de los tiempos de Moisés, como los que sostienen que Israel cruzó "el mar" en las cercanías de la actual Suez. Este sitio está, en efecto, a una considerable distancia del lugar en donde le fue ordenado a Moisés detener su marcha hacia el oriente y "volver y acampar" (Ex 14,2); pero esta misma distancia era necesaria para dar tiempo de llevar al faraón la información de que los israelitas habían huído y de preparar a su ejército para alcanzarlos en una posición desde la que, humanamente hablando, no hubieran podido escapar (Ex 15,5 ss).
Es con toda razón, que el paso del Mar Rojo ha sido considerado por los hebreos como el acontecimiento más importante en su historia nacional y también como uno de los más maravillosos milagros del Todopoderoso a favor de Su Pueblo Escogido. Los esfuerzos por explicar más allá del carácter milagroso del evento han fracasado rotundamente porque ninguno de los documentos considerados por los estudiosos como incorporados en las Sagradas Escrituras y como descriptivos de este hecho histórico, lo tratan como el mero resultado de fuerzas naturales. En 1 Co 10,2, se hace referencia al paso del Mar Rojo como una prefigura del bautismo cristiano.
ROBINSON, Biblidcal Researches in Palestine, Mt. Sinai and Arabia Petræa (Boston, 1841). BRUGSCH, L'exode et les monuments égyptiens (Leipzig, 1875); BEKE, Discoveries of Sinai in Arabia and of Midian (London, 1878); DE SAINT-MARTIN, Dict. de géog. univ. (Paris, 1875-79), V, 245; BARTLETT, From Egypt to Palestine (New York, 1879); RECLUS, L'Asie antérieure (Paris, 1884); NAVILLE, The Store-City of Pithom and the Route of the Exodus (London, 1888); VIGOUROUX, La Bible et les découvertes modernes (Paris, 1896); LESÊTRE, Le passage de la mer Rouge in Revue d'apologétique pratique (Paris, 1907); MCNEILE, The Book of the Exodus (New York, 1908); TOFFTEEN, The Historic Exodus (Chicago, 1909).
FRANCIS E. GIGOT
Transcrito por WGKofron
Un agradecimiento especial a la Iglesia de Santa María, Akron, Ohio
Traducido por Eladio Megchún

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