martes, 11 de junio de 2013

JUICIO.

I. En Mc la idea de juicio no aparece más que en 12,40, referido a los letrados (cí. Mt 23,13; Le 20,47); indirectamente, en 8,28, donde Jesús previene a sus seguidores de que no cedan ante la presión social. Según Mt 7,2 par., es el hombre quien se da sentencia al darla contra otros (cf. Sant 2,13). La idea de juicio sirve para hacer comprender la responsabilidad de los actos (Mt 12,36); las ciudades judías tienen mayor responsabilidad que las paganas (Mt 11,22-24 par.); lo mismo, la generación de Jesús (Mt 12,41s par.). Hay un juicio ejercido por los Doce, el nuevo Israel, respecto al pueblo judío (Mt 19,28; Lc 22,30); significa la acusación permanente que hace el primero del segundo, al vivir su adhesión a Jesús. 

Recogiendo el lugar común del AT (Is 13-21; 23; 24,21-23; 26,20s; 30,27-33; Jr 25,15ss; Jl 4,2ss; Am 1,3-2,16; Sof 3,8), en Mt 25,31-46 se describe el juicio de las naciones, exponiendo la norma moral según la cual los paganos que no conocen al verdadero Dios obtendrán o no la salvación. Sin embargo, no se trata de un juicio único y final, sino ejercido a lo largo de la historia. Como para el judío la salvación dependía del cumplimiento de los preceptos éticos de la Ley y de la práctica del
amor al prójimo (Mt 19,16-19), así para el pagano la salvación depende de la conducta hacia los más necesitados. 


II. Las formulaciones del Evangelio de Juan son más radicales respecto al AT, eliminando por completo la idea de un Dios vengativo. El Padre no ha mandado a su Hijo al mundo/humanidad para juzgarlo/condenarlo, sino para salvado (3,17; cf. 12,47). Juicio se opone a salvación. De ahí que quien da su adhesión a Jesús no esté sujeto a juicio (3,18), no sea llamado a juicio (5,24). Es el hombre mismo quien se da su propia sentencia, si se niega a darle su adhesión, optando contra
la luz-vida y en favor de la tiniebla-muerte (3,18s). 


El Padre ha delegado en el Hijo toda potestad de dar sentencia (5,27), pero la sentencia del Hijo solamente ratifica la que el hombre mismo se ha dado. Disponiendo de la vida, como el Padre (5,26), la sentencia consiste en no comunicar vida al que, por su opción contra ella, la rechaza. 

El Padre delega en el Hijo esa potestad porque es hombre (5,27); por tanto, el hecho que decide el futuro de cada uno es su actitud ante Jesús en cuanto hombre, es decir, ante el hombre como tal. Este es el criterio de juicio, también para el pasado (5,28s). Jesús ha venido a abrir un proceso contra el orden presente (9,39), pues su presencia y actividad en favor del hombre provocan una opción
inevitable en favor o en contra. El resultado será doble: liberación de los oprimidos (9,39: «los que no ven, verán [la luz que es la vida]») y en conclusión definitiva de los dirigentes, que, proponiendo una Ideología  falsa, niegan la evidencia de los hechos (<<los que ven quedarán ciegos»). 


La muerte-exaltación de Jesús pronunciará la sentencia contra «el mundo/el orden presente»: «su jefe», personificación del círculo de poder judío y, más en general, de todo poder, será echado fuera (12,31s) del ámbito de la vida. 

III. Pedro habla de juicio a Cornelio (Hch 10,12) y Pablo a los atenienses (17,31). Otros pasajes: Rom 2,16; 14,10-12; 2 Tes 1,5. En Ap 14,7; 18,10 Y 19,2, el juicio significa la caída del imperio romano (Babilonia).

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