El término griego basileia significa:
1) realeza, dignidad real (Lc 19,12.15; 22,29; Jn 18,36); 2) reinado,
gobierno; 3) reino, súbditos y territorio; 4) casa real, linaje real (Ap
1,6.9; 5,10).
I. Como en la tradición judía, basileia suele
tener en el NT sentido dinámico, «reinado» o «gobierno» de Dios: que
Dios va a reinar es la buena noticia (Mt 3,2; 4,17.23; 9,35; 10,7;
24,14; Mc 1,Í4s; Lc 8,1; 19,11) Y el mensaje (Mt 13,19). Dios va a
realizar el ideal de rey justo, anhelado en el AT, defendiendo y
protegiendo a los débiles, oprimidos, desvalidos y pobres contra el
explotador (Sal 72,4.12-15; cf. Is 29,20).
El manifiesto del reinado de Dios son las bienaventuranzas (Mt 5,3- 10.12; Lc 6,20-26), Y su programa aparece en los textos proféticos con los que Jesús explica su actividad (Mt 11,5s; Le 4,16-21).
El manifiesto del reinado de Dios son las bienaventuranzas (Mt 5,3- 10.12; Lc 6,20-26), Y su programa aparece en los textos proféticos con los que Jesús explica su actividad (Mt 11,5s; Le 4,16-21).
«El reino de Dios» es una denominación teológica de la sociedad alternativa que Jesús propone a la humanidad.
II.
Ante la dominación extranjera, Israel puso su esperanza en una
instauración gloriosa del Reino por medio del Mesías, que humillaría a
los paganos; Elías había de preparar su llegada (d. Mt 11,14; 17,10). El
reinado de Dios había de inaugurarse con una especie de golpe de Estado
que pondría fin a los reinos precedentes (Dn 2,44)
Jesús corrige esta concepción: distingue claramente las dos etapas del reinado de Dios, la histórica y la final.
Jesús corrige esta concepción: distingue claramente las dos etapas del reinado de Dios, la histórica y la final.
a) Etapa histórica. El
reino de Dios es la sociedad alternativa que responde al proyecto de
Dios sobre el hombre. La entrada en ella se describe como presente y
sucesiva (Mt 23,13); el reino de Dios se compara a una cosecha que va
madurando (Mt 13,24-29.36-38), a un árbol que crece, a una masa que
fermenta, a una red que va recogiendo peces buenos y malos hasta
llenarse (Mt 13,31-33.47s). El reino de Dios se acepta (Mc
10,15); es el tiempo para negociar con el capital recibido (Lc 19,13;
cf. Mt 25,15-17) Y durante el cual se puede pecar (Mt 18,21.28s). Israel
era destinatario del Reino (Mt 8,12), pero por su infidelidad deja de
serio; se formará otro pueblo (Mt 21,43 par.). La culpa es de los jefes,
cuya religiosidad oficial encubre la infidelidad a Dios (Mt 21,
32.35-39).
b} Etapa final. La
vida definitiva que comunica el Espíritu hace que la comunidad de Jesús
(Mc 10,29) y los hombres que han practicado el amor al prójimo (Mt
19,16-19; 25,34) constituyan la etapa definitiva del' Reino, la
humanidad en su estado final. La incorporación sucesiva a ella de los
seguidores de Jesús que van dando la vida en la misión queda descrita en
Mc 13,26-27 par. La expresión «cerrar la puerta» en Le 13,25 se refiere
al fin de la oportunidad de Israel como pueblo, aunque queda abierta
para los individuos; las de Mt 13,30.39-43 (siega), 13,48-50 (separación
de los peces), 25,10s (cerrar la puerta), 25,19 (rendimiento de
cuentas, cf. Lc 19,11-27), son imágenes que proponen la suerte final
para estimular a la responsabilidad (cf. 22,11-13). En Mt, la fase final
del Reino se llama «el reinado del Padre» (13,43; 26,29; cf. 1 Cor
15,24).
III.
Para Jesús, la etapa histórica del reino de Dios no incluía la
restauración del reino de Israel (Mc 12,35-37 par.; cf. Hch 1,6) ni la
humillación de los paganos (cf. Is 34,8; 35,4c; 61,2b y Lc 4,16-21; Mt 11,5s). Tampoco
se haría por un golpe de fuerza divino; Dios no coacciona, espera la
opción personal del hombre (Mc .10,15; Lc 17,20s); habrá muchos fracasos
(Mt 13,4-8.18-23 par.), pero la humanidad está preparada (Me 4,26-29) y
el éxito es seguro (Mt 13,31-33 par.).
El
reino de Dios no es puramente interior, sino un hecho social con
exigencias muy definidas (cf. 1); no consiste en profesar unas ideas,
sino en realizar un nuevo modo de vida (Mt 7,21.24.26; 13,20s). Jesús
forma un grupo que debe reflejar las características del Reino (Mc
1,16-21a; 2,14-17 par.), para que garantice la permanencia de la
alternativa y presente de hecho la meta que él propone (Mt 5,13-16).
El
lugar donde Dios reina se identifica así con la comunidad de Jesús;
«entrar en el reino de Dios» y hacerse seguidor de Jesús llegan a ser
equivalentes (cf. Lc 18,22-24 y 14,33; Mt 18,4 Y 20,26).
El
mensaje de Jesús, que proclama las exigencias del Reino, produce una
profunda división (Lc 12,51; Mt 10,34 par.). La sociedad detestará a los
que lo practican (<<la cruz»: Mt 10,38; 16,24 par.). Mientras el
reino de Dios era lejano anuncio profético, todos decían desearlo, pero
al hacerse realidad se desata la violencia contra él (Mt 11,12-14; Lc
16,16).
Ya
la etapa histórica del Reino asegura la felicidad (Mc 10,29s par.; cf.
Mt 13,44-46). La vida en el Reino definitivo se representa como un
banquete (Mt 8,11; Lc 13,28s; cf. Mt 6,11; 26,29 par.; Lc 16,23) o como
su equivalente, una fiesta (Mt 25,21.23).
IV. «El secreto del reino de Dios» (Mc 4,11; Mt 13,11 y Lc 8,10: «los secretos-) se refiere en primer lugar a su universalidad (Mc 1,39- 45; 2,1-13.14) opuesta al exclusivismo judío; ésta implica la igualdad de todos los hombres ante el Reino y el fin del ideal judío de gloria nacional y dominio sobre las naciones; se crea la comunidad universal (2,15- 17); paralelamente, cesan las instituciones de Israel, ineptas para la nueva realidad (Mc 2,18-22 par.); cesa incluso la Ley (2,23-28). El valor supremo es el hombre, y para promover su bien hay que estar dispuesto a arriesgar la vida (3,1-7a).
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