I. El templo (gr. to hierón) incluía el entero recinto en que estaba incluido el santuario (gr. ha naós) o capilla donde se localizaba la presencia de Dios. El recinto comprendía tres atrios (gr. aula¡) o
patios sucesivos; en el más exterior, al que tenían acceso los paganos,
se instalaba el mercado de ganado y el cambio de moneda (Mc 11,15s par.; Jn 2,14-16).
Los judíos iban en peregrinación al templo en las tres grandes fiestas del año (Pascua, Pentecostés, Chozas). En
el templo se reunía el Gran Consejo (Sanedrín) o gobierno de Israel,
presidido por el sumo sacerdote (Jn 11,47.49). En los pórticos se
encontraban las escuelas de la Ley, que atraían judíos del mundo entero.
En los sinópticos, el templo (gr. to hierón) aparece
como lugar de la actividad de Jesús en su visita a Jerusalén (Mc
11,11ss par.). En él enseña y denuncia el tráfico mercantil, que hace
del templo «una cueva de bandidos» (Mc 15,17 par.). Tiene
enfrentamientos con los miembros del sanedrín, sumos sacerdotes,
senadores y letrados (Mc 11,20-12,17 par.), y luego con el grupo saduceo
(12,18-27 par.) y con los letrados (12,28-40 par.). Predice la
destrucción del templo (Mc 13,2 par.).
En la acusación a Jesús ante el tribunal judío, se le acusa de querer destruir el santuario (gr. naós) y levantar otro en tres días (Mc 14,58).
En Lc, tres períodos de la vida de Jesús terminan en el templo (2,41-52, infancia; 4,9-13, tentaciones; 19,45-20-38, vida pública).
II.
El tema del templo está presente a lo largo del Evangelio de Juan. En
él Jesús se presenta como Mesías (2,13ss) y denuncia que el lugar
destinado a ser «la casa de su Padre» ha sido convertido en una «casa de
negocios», donde el dinero ha suplantado a Dios. El culto que en él se
celebra es una explotación del pueblo (2,14-16). El antiguo santuario
será sustituido por Jesús-hombre (2,19-21). Al darle muerte, las
autoridades del templo condenarán su propio templo a la ruina (2,19; cf.
11,48).
El
gran episodio del templo se encuentra en los caps. 7-8, con ocasión de
la fiesta de las Chozas. Por primera vez enseña Jesús en el templo
(7,14.28; 8,20), oponiendo su enseñanza a la de las escuelas
oficiales. En medio de la fiesta declara ser él el nuevo templo, del que
brotarán los torrentes de agua viva (7,37s; cf. Ez 47,1-12). La última
mención del templo aparece con ocasión de la fiesta de la Dedicación (10,22-39).
En
17,22 afirma Jesús que ha comunicado a los suyos la gloria que el Padre
le había dado: constituye a su comunidad en nuevo santuario.
A los antiguos cultos rituales sucede el culto «con Espíritu y lealtad», el único que el Padre acepta y busca (4,23s). Siendo Dios Espíritu (4,24), es decir, fuerza de amor que impulsa a la actividad, el culto que desea es que el hombre, vivificado por el Espíritu, secunde su impulso con la actividad del amor. Dar culto al Padre consiste, por tanto, en hacerse semejante a él por la práctica del amor leal, que comunica.
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