viernes, 30 de mayo de 2014

Casa del rey.

           Más frecuentemente que el conjunto de huéspedes familiares, oficiales, funcionarios y servidores de todos los rangos ligados por algún título a la persona del rey (1), es el propio palacio real el que designa generalmente este término en la Escritura. Puede tratarse de uno u otro de los palacios de Jerusalén, de los cuales el primero fue construido por David (2), el segundo edificado por Salomón (3) y habitado después por sus sucesores (4), que sin duda lo repararon durante tres siglos y medio y que seguramente lo agrandaron (5) hasta el desastre del 587 a.C.; entonces fue incendiado por las tropas de Nabucodonosor (6). Ya se trate del palacio de Tirsá (7) o del de Samaría (8) que fueron las residencias principales de los reyes del Israel del Norte.

           Aparte de los materiales con los que fue construido, piedras talladas y cedros del Líbano (9), no se sabe casi nada del palacio de David; todo lo más se le supone al abrigo de las murallas de la antigua fortaleza jebusea, convertida precisamente en la "Ciudad de David", pero en la que no ha dejado ninguna huella identificable. Ninguna subsiste tampoco del palacio de Salomón. Se le adivina al nivel de la actual mezquita El-Aqsa: tocando el recinto del Templo (10), sobre el monte Moria unido a la "Ciudad de David" por el Milo (11). El libro de los Reyes propone de él una descripción épica (12).

          Además de la prestigiosa sala que servía al mismo tiempo para funciones nobles que de arsenal de armas preciosas, llamada la "casa del Bosque del Líbano (13)", abierta sobre un gran vestíbulo de columnas (14), se encontraba allí, más allá de un patio de honor suntuoso (15), la sala del trono, con sus paredes vestidas de cedro (16), con su monumental trono real de marfil revestido de oro, sobre un pedestal de seis grados, coronado con relieves representando cabezas de toro, flanqueado además por dos leones esculpidos a la altura de los brazos y otros doce repartidos por los escalones (17); a este conjunto se añadía la mansión del rey, que daba sobre otro patio, probablemente accesible por el vestíbulo de columnas (18), y la residencia destinada a la princesa egipcia que había desposado Salomón (19). Todo, con dependencias sin duda que el texto bíblico no menciona, habría sido terminado en trece años (20).

           En cuanto a los palacios de los reyes cismáticos del Norte, no se conoce aún del de Tirsá (21) más que la parte que le corresponde quizás en la reputación de belleza que parece haber gozado la ciudad en la que se encontraba (22). En cambio, la ciudad alta de Samaria ha proporcionado a los arqueólogos vestigios bien característicos. Aunque los problemas de datación no estén todos resueltos, se puede tener por segula la atribución al rey Omrí (23) del palacio primitivo, cuyos cimientos se han descubierto en el ángulo suroeste del primer recinto, datado en la misma época (hacia el año 880 a.C); de manera menos precisa es a Ajab (874-853), a sus hijos después y a sus sucesores de la dinastía de Jehú (841-743), y más particularmente al muy próspero Jeroboán II, a quienes se atribuyen importantes reformas, el arreglo de diversas dependencia y la extensión de los edificios principales, que terminaron por desbordar hacia el oeste un segundo recinto acasamatado, verosímilmente ya construido bajo Ajab. Y es en Ajab de nuevo, en razón de la alusión hecha por los REYES a su "casa de marfil (24)", en quien han pensado los investigadores al descubrir en el recinto real un cierto número de plaquetas de marfil ricamente esculpidas, con huellas de dorados en láminas y de incrustaciones de piedras finas, entre los restos calcinados de artesonados y muebles, bajo la capa de cenizas del incendio que borró de la historia la Samaria de los reyes de Israel (25).

1. Así por ejemplo en 2S 15,35, cf. 12,17 ó en 1R 4,7, etc. Se habla de la misma manera de la "Casa del faraón" por ejemplo también: 1S 2,27 / 2 2S 11,2 y 8, cf. 5,11 y 7,1; 1 Cro 14,1. cf. 17,1 / 3 1R 9,10 y 10,12; cf. 1R 3,1; 7,1-12; 10,4 / 4 2R 11,20; 12,19 ó 18 según vers.; 16,8; 24,13; cf. 2R 11,6; 20,13.15.17; 21,23; etc. / 5 El profeta les afea haber puesto "su trono" demasiado cerca del trono del Sagrado Templo: cf. Ez 43,8 / 6 2R 25,9  / 7 1R 16,18  / 8 2R 15,25; cf. 1 R 9,15 / 11 cf. 1R 11,27 / 12 1R 7,2-12 / 13 1R 7,2-5 y 10,16-17.21 / 14 1R 7,6 / 15 1R 7,12 / 16 1R 7,7 / 17 1R 10,18-20 / 18 1 R 7,8a / 19 1R 7,8b, cf. 3,1 / 20 1R 7,1 / 21 cf. 1R 14,17; 15,21 y 33; 16,6 y 8-9.15.23 / 22 Cr 6,4 ó 3 según vers. / 23 cf. 1 R 16,24 / 24 1R 22,39; cf. quizás Am 3,15 y 6,4; Sal 45- Vulg. 44,9 / 25 cf. 2 R 17,6 y 18,10.

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