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Quinto General de la Compañía de Jesús, nació en octubre de 1543 y
falleció el 31 de enero de 1615. Era el hijo del príncipe Giovanni
Antonio Acquaviva, duque de Atri, en los Abruzos, y a los veinticinco
años, cuando estaba bien situado en la corte papal, renunció a las
brillantes perspectivas terrenales que tenía por delante, para entrar en
la Compañía. Después de ser Provincial en Nápoles y Roma, fue elegido
General de la Compañía el 19 de febrero de 1581. Fue el más joven en
ocupar ese puesto. Su elección coincidió con la primera acusación de
ambición hecha contra un gran oficial de la Orden. Manareus había sido
nombrado vicario por el padre Mercuriano, y fue acusado de aspirar al
cargo máximo de General. Su ardiente defensor fue Acquaviva, pero para
disipar la más mínima sospecha, Manareus renunció a su derecho a ser
elegido. Acquaviva fue elegido por una amplia mayoría. Su desempeño
posterior justificó lo sabia que había sido la elección, la cual fue muy
objetada en ese momento por el mismo Papa. Durante su generalato, la
persecución en Inglaterra, tan aciaga que él pidió en una oportunidad ir
como misionero, era rabiosa; los problemas con los hugonotes en Francia
estaban en su punto más álgido; la cristiandad estaba siendo aplastada
en Japón; la Compañía era expulsada de Venecia y se veía perseguida por
todas partes; se esperaba un cisma inminente dentro de la Compañía, al
mismo tiempo que el Papa, la Inquisición y Felipe II eran hostiles a
ella. Acquaviva fue denunciado al Papa, incluso por hombres como Toleto
(q. v.), pero tal fue su prudencia, su habilidad, su valentía y su
éxito, que él es considerado el administrador más grande que la Compañía
ha tenido, después de san Ignacio. Incluso aquéllos que recelaban de él
reconocieron su mérito, cuando para satisfacerlos, la V y VI
Congregaciones ordenaron que se hiciera una investigación de su método
de gobierno. La dificultad más grande que tuvo que enfrentar fue el
cisma organizado en España por Vásquez (q. v.). Allí, El rey y el Papa
habían sido ganados por los disidentes. Exigencias públicas de
cuasi-independencia para España habían sido hechas en las Congregaciones
de la Compañía. No se permitía a ningún jesuita dejar España sin
permiso del rey. La visita episcopal a las casas había sido pedida y
otorgada. Pero finalmente, a través de la mediación del jesuita inglés
Robert Parsons (q.v.), quien era tenido en gran estima por Felipe, el
rey fue convencido de lo impolítico de las medidas, mientras Acquaviva
convencía al Papa que el cisma sería desastroso para la Iglesia. Privada
del respaldo real y papal, la rebelión colapsó. Simultáneamente, la
Inquisición estaba haciendo todo lo que podía para destruir a la
Compañía. Escuchó acusaciones difamatorias, arrojó a la cárcel al
Provincial de Castilla, exigió la entrega de las Constituciones para
examinarlas, hasta que Acquaviva triunfó al inducir al Papa a llevar el
caso a su propio tribunal y revocar los poderes que habían sido dados a
la Inquisición, o lo que esta pedía. Finalmente, el papa Sixto V, quien
siempre había sido hostil a la Compañía, decidió encarar una
modificación completa de ella. El emperador Fernando le pidió que no
actuara, el Colegio de Cardenales resistió, pero el Papa mantuvo su
decisión. La bula fue preparada, y el mismo Acquaviva fue obligado a
enviar un pedido personal para que incluso se cambiara el nombre de la
Compañía, pero en ese momento la muerte del pontífice salvó la situación
–una coincidencia que dio origen a acusaciones contra la Compañía. Su
sucesor, Gregorio XIV, se apresuró para renovar todos los anteriores
privilegios de la Orden y confirmar sus aprobaciones previas.
Durante la administración de Acquaviva, tuvo lugar la prolongada
controversia sobre la Gracia, entre los dominicos y los jesuitas, y
continuó con algunas interrupciones durante casi nueve años, sin que
ninguna de las partes consiguiera alguna decisión de la Iglesia, razón
por la cual en definitiva los contendientes fueron intimados a terminar
la discusión. Fue Acquaviva quien ordenó que fuese redactado el esquema
de los estudios jesuitas, conocido como la «Ratio Studiorum» (q. v.), el
cual ha sido seguido hasta el día de hoy, con muy pocas modificaciones.
Seis de los más ilustrados y experimentados expertos fueron citados a
Roma, quienes trazaron todo el plan de estudios, comenzando con
teología, filosofía y sus ramas dependientes, hasta sumergirse en los
detalles más pequeños de la gramática. Una vez finalizada su redacción,
el texto fue enviado a las diferentes Provincias para que se hicieran
sugerencias, pero no fue impuesto hasta 1592, y luego con la condición
que la Compañía determinaría qué instrucciones había que confeccionar,
lo cual fue hecho en la Congregación General de 1593.
El período de su generalato fue el más notable en la historia de
la Compañía por los hombres que produjo y la obra que llevó a cabo. Los
nombres de Suárez, Toleto, Belarmino, Maldontus, Clavio, Lessius,
Ripalda, Ricci, Parsons, Southwell, Campion, Luis Gonzaga, y una
multitud de otros miembros se identifican con ese período. Misiones
reales y pontificias a Francia, Rusia, Polonia, Constantinopla y Japón
fueron confiadas a hombres como Possevin, Belarmino y Vallignani. Las
casas se multiplicaron por todo el mundo con asombrosa rapidez. Los
colegios educaron a algunos de los más brillantes hombres de Estado,
príncipes y guerreros de Europa. Fueron organizadas las Reducciones del
Paraguay; dio comienzo la labor heroica de las misiones de Canadá;
Sudamérica comenzó a ser atravesada en todas las direcciones; los
jesuitas habían conseguido ingresar en China, y llegaron a ser los
astrónomos oficiales del emperador; gran número de mártires estaban
sacrificando sus vidas en Inglaterra, América, India, Japón y en otros
lugares, y la gran lucha organizada por Canisio y Nadal para enfrentar a
la Reforma en Alemania había concluido exitosamente. El espíritu guía
de todos estos grandes logros, y además de otros más, fue Claudio
Acquaviva. Murió a la de edad de 71 años, el 31 de enero de 1615.
Jouvency dice que lo mucho que él vivió hizo más gloriosa a la Compañía;
y Cordarius habla de su elección como una inspiración. Además de la
«Ratio Studiorum», de la que Acquaviva es sustancialmente el autor, dado
que fue por su iniciativa y bajo su supervisión que el plan fue
concebido y ejecutado, tenemos también el «Directorium Exercitiorum
Spiritualium S.P.N. Ignatii», o «Guía para los Ejercicios Espirituales»
que también fue sugerida y revisada por él. Esta obra ha sido insertada
en el «Corpus Instituti S.J». Más directamente suyas son las «Industriae
ad Curandos Aninme Morbos». Como General, escribió muchas cartas
encíclicas, y es el autor de casi todas las «Ordinationes Generalium»,
las que fueron impresas en 1595, con la aprobación de la V Congregación
General, Muchos otros documentos y cartas, referidos principalmente a
asuntos de gobierno, todavía están vigentes.
Jouvency, Epitome Hist. Soc. Jesu, IV; Crétineau-Joly, Historie
de la Comp de Jesus III; Varones Ilustres, V, 79; Santoral de la
Compañía de Jesús, 31 de enero.
T.J. CAMPELL
Transcrito por Michael Donahue
Traducido por José Arturo Quarracino
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