lunes, 22 de septiembre de 2014

Colonna

. Una conocida familia que jugó un importante papel en Italia durante el Medievo y el Renacimiento y que aún florece en varias ramas en Roma y Nápoles. Se supone que originalmente son una rama de los condes de de Tusculum y el nombre deriva del castillo de Colonna situado en un ramal de Montes Albanos a pocos Kms. De Tusculum. El nombre aparece por primera vez en la historia auténtica con Pedro de Colonna, propietario de Colonna, Monte Porzio y Zagarolo y reclamando Palestrina de cuyos castillos se apoderó Pascual II hacia 1101 como castigo por sus depredaciones ilegales. Con la destrucción de Tusculum por los romanos en 1191, desaparece el nombre de los antiguos condes desaparece para siempre, mientras el de Colonna pasa a la primera fila preeminente. Su política fue antipapal desde el principio y gibelina no tanto por amor al emperador cuanto por mantener una actitud de cuasi-independencia del papa. Ejercieron jurisdicción plena sobre sus vasallos en materias civiles y criminales y con frecuencia contrajeron alianzas con potentados extranjeros sin consultar los deseos o intereses de su soberano. Mantuvieron una perpetua enemistad con los Güelfos vecinos en particular con la casa rival de los Orsini. Incurrieron tan frecuentemente en las censuras papales por su conducta rebelde que llegó a ser opinión general, errónea, de los romanos que uno de los propósitos de la Bula "In Cœna Domini" era la excomunión anual de los Colonna. Sin embargo, miembros de la familia fueron con frecuencia nombrados para altos oficios de la Iglesia y del Estado por papas amistosos. Rara vez estuvieron sin al menos un representante en el colegio cardenalicio y en una de las peores circunstancias en los anales de la Iglesia, la elección del cardenal Odo Colonna, Martin V, puso fin al el desastroso Cisma de occidente. Dos veces en el curso de su historia, esta poderosa casa fue amenazada con la aniquilación (ver BONIFACIO VIII, ALEJANDRO VI) pero en ambos casos la restauración de sus miembros fue tan rápida como su caída.
La larga línea de cardenales Colonna comenzó en 1192 cuando Juan el Viejo fue creado cardenal-presbítero de Sta. Prisca por Celestino III. Nombrado obispo de Sabina por Inocencio III y empleado en varias importantes legaciones en Alemania, España, Sicilia y Francia. El era el amigo poderoso de S. Francisco y fue un importante instrumento en la obtención de la aprobación papal de la Regla de S. Francisco. Se le recuerda en Amalfi por su munificencia en la dotación de un espacioso hospital. Murió en Roma en 1209. Tres años más tarde, el papa Inocencio elevó al cardenalato a un sobrino del cardenal conocido como Juan el Joven, cardenal –presbítero de S. Prassede. Fue enviado a Oriente como legado en 1217 y volvió a Roma en 1222, trayendo consigo la columna de la flagelación, que permanece en la capilla que le construyó en su iglesia titular. Construyó y dotó dos hospitales cerca del Laterano para alivio de los pobres y de los peregrinos. En 1240 tras un intento inútil de reconciliación con Gregorio IX y Federico II, el cardenal, como cabeza de su familia, junto con otros gibelinos de Roma, se pasaron al emperador y se rebelaron contra la Santa Sede. Murió en 1245. Mateo Paris (ad. an. 1244) le describe como “un velero lleno de orgullo e insolencia, que como era el más ilustre y poderoso de todos los cardenales era el más eficaz autor y promotor de discordias entre el emperador y el papa”.
Como castigo por su gibelinismo ningún vástago de su familia fue aceptado en el colegio cardenalicio hasta 1278, cuando el magnánimo papa Orsini, Nicolás III, hijo de Mateo Rosso, que había arrasado todas las fortalezas de los Colonna en Roma, como prueba de amnistía elevó a la dignidad de la púrpura a Giacomo Colonna con el título de cardenal –diácono de Sta. María en Via Lata. Diez años después Honorio IV creó a Pietro, sobrino de Giacomo, cardenal-diacono del titulo de S. Eustaquio. Estos son los dos cardenales cuyas amargas luchas contra Bonifacio VIII acabaron de forma tan desastrosa para el pontífice y para el prestigio dej papado medieval. Depuestos y degradados en 1297, fueron rehabilitados en sus dignidades y posesiones por Clemente V, en 1305. Ambos murieron en Avignon, Giacomo en 1318, Pietro en 1326. Estos irregulares cardenales continuaron con las profundas tradiciones religiosas de la familia fundando y dotando el hospital de S. Giacomo para los incurables y el convento franciscano de S. Silvestre In Capite, en el que depositaron los restos de la santa hermana de Giacomo,la monja Beata Margarita.
Su munificencia como mecenas está atestiguada por muchas obras maestras en las iglesias romanas, notablemente los mosaicos de la Turrita en S. María la Mayor definidos por Gregorovio como “La más fina obra de toda la pintura en mosaico de Roma”. El cardenal Egidio Colonna ( Egidio Romano) merece un artículo ( ver EGIDIO ROMANO (Colonna).
Un año después de la muerte de Pietro un hijo del noble senador Stefano, cuya inmediata familia permaneció fiel a la santa sede durante los agitados tiempos de Luis de Bavaria, fue elevado al cardenalato por Juan XXII con el título de Sant´Angelo, mientras que su familar Sciarra dirigía el partido cismático. Tuvo la estima universal, sobre todo de los hombres de letras. Escribió la “Vidas de los Romanos Pontífices de S. Pedro a Bonifacio VIII. A su muerte en 1348 su intimo amigo, Petrarca escribió el hermoso soneto "Rotta è l'alta Colonna".
Al comenzar el gran Cisma, Urbano creo dos cardenales Colonna, Agapito y Stefano, pero ambos murieron poco después. Siguió entonces Odo Colonna, más tarde papa Martín V quien en 1430 concedió la púrpura a su joven sobrino Prospero. Como éste tomó parte en la conspiración de su familia contra Eugenio IV se le privó de sus beneficios y fue exiliado de por vida, aunque fue rehabilitado por Nicolás V , murió en 1463, alabado por los humanistas como un mecenas de las artes y letras. En el acalorado cónclave de 1458 fue Prospero Colonna quien decidió la elección de Piccolomini con las famosas palabras “Yo también voto por el cardenal de Siena, y le hago papa”.
El sobrino de Prospero, Giovanni, fue el representante de su familia durante los pontificados de Sixto IV, Inocencio VIII, Alejandro VI, Pio III y Julio II. Fue creado por el papa Sixto cardenal-diácono de Sta. María in Aquiro con 24 años. Cuando los colonna comenzaron la enemistad con el papa fue enviado a Sant´Angelo y liberado un año después. No se puede sentir mucha simpatía por él por sus desgracias durante el reinado del papa Borgia, que no hubiera sido elegido sin su voto.
Cuando Alejandro VI comenzó su guerra de exterminio contra los barones romanos, Colonna, más afortunado que el cardenal Orsini, se escapó y no volvió a Roma hasta que el papa murió. Él mismo murió en 1508. Aunque Julio II restituyó sus posesiones y dignidades a los Colonna y por la Pax Romana de 1511 puso fin a las enemistades hereditarias de las casas rivales, su antigua posición de casi independencia ya nunca se volvió a conseguir.
Las dos cabezas seglares de la familia Prospero y Fabricio adquirieron mucha fama como generales en los ejércitos de la iglesia y de Carlos V. La hija de Fabricio, Victoria, era una mujer de grandes dotes. El sobrino de Prospero, Pompeo, elegido para representar a la familia en la Iglesia consintió a disgusto porque le gustaba más la espada que el breviario; recibió muchos beneficios acumulados, fue creado cardenal por León X en 1517 y vice-canciller de Clemente VII. Pero para agradecerlo se pasó al bando del emperador en su lucha con el papa. El 20 de septiembre de 1526 tomó parte en el asalto a Roma, la profanación de S. Pedro y del Vaticano, lo que cubre su memoria con infamia eterna. También se unió al condestable Bourbon en la captura de Roma en mayo de 1527, pero horrorizado por la barbarie del saqueo de su ciudad natal hizo lo posible para proteger a sus paisanos dentro de las murallas de la Chancillería. Tres años después, el indulgente Clemente le absolvió y le rehabilitó. Llegó a ser virrey de Nápoles y murió en 1532.
El buen nombre de la casa se recuperó gracias al siguiente cardenal Colonna, Marcantonio, cuidadosamente educado en la piedad y en conocimiento por el fraile franciscano Felice Peretti, que después fue Sixto V. Creado Cardenal-presbítero de los XII Apóstoles, en 1565, imitó a S. Carlos Borromeo en establecer seminarios y restaurar la disciplina. Fue bibliotecario de la Vaticana, promovió el saber y fue extremadamente caritativo con el pobre.
Antes de su muerte en 1597 su familiar Ascanio Colonna fue elevado a la púrpura por Sixto V en 1586. Aunque debía al cardenalato al favor de Felipe II, no permitió que su gratitud extinguiera su patriotismo. Por su defección de las líneas españolas en el momento crítico del Cónclave de 1592, se frustró la elección del candidato de Felipe II el Cardenal Sanseverina, y Clemente VIII fue elegido. En su conocida exclamación: “Veo que Dios no tendrá a Sanseverina, ni tampoco a Ascanio”, se nota ve el altivo espíritu de su familia. Murió en 1608 y dejó sus bienes al Laterano.
Otros cardenales de la casa de Colonna fueron Girolamo, creado por Urbano VIII en 1628, muerto en 1666; Carlo, creado por Clement XI en 1706, muerto en 1739; Prospero, creado por Clement XII en 1739, muerto en 1746; Girolamo, creado por Benedict XIV 1743, muerto 1763; Prospero, de la rama Sciarra creado simultáneamente con su familiar en 1743, murio siendo Prefecto de Propaganda en 1765; finalmente Marcantonio, creado por Clement XIII en 1759, muerto en 1803. Aunque todos fueron conspicuos en la piedad y en el saber baste con estas líneas.
El más ilustre príncipe laico de los Colonna fue Marcantonio, que mandó las galeras del papa en Lepanto el 7 de octubre de 1571 y que al volver a Roma se le premió con un memorable triunfo. Para asegurar la amistad entre las casa de Colonna y Orsini, Sixto V casó a los jefes con sus sobrinas y les ordenó a ellos y a sus descendiente que disfrutaran de la dignidad de Príncipe asistente al trono pontificio.

LITTA, Famiglie celebri italiane, s. v.; COPPI, Memorie Colonnesi (Rome, 1857), con tablas genealógicas, VON REUMONT, Beiträge zur ital. Gesch. (1857), V, 3-117, un excelente relato; las historias de la ciudad de Roma por VON REUMONT, GREGOROVIUS, GRISAR, etc.

JAMES F. LOUGHLIN.
Transcribed by WGKofron, In memoria de Fr. John Hilkert, Akron, Ohio. Fidelis servus et prudens, quem constituit Dominus super familiam suam.

Traducido por Pedro Royo

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