“Como cristianos estad siempre alegres. Os lo repito: Estad alegres. Que todo el mundo note lo comprensivos que sois. El Señor está cerca. No os agobiéis por nada” (Flp 4, 4-6) “Que la esperanza os tenga alegres. Sed enteros en las dificultades y asiduos en la oración” (Rm 12, 12)Estad siempre alegres.- La alegría, aunque las circunstancias digan lo contrario, es uno de los distintivos más importantes que tenemos los cristianos. No debe depender sólo de las circunstancias, porque si no estaríamos muy tristes. Hay que estar alegres en todo momento.
El Señor está cerca.- Nuestra alegría se basa en la cercanía de Dios, pero un Dios que es alegre, justo, total y absolutamente comprensivo, en definitiva, un Dios cercano al hombre, que se preocupa por entero por cada uno de nosotros, que sufre cuando hacemos sufrir a los demás, que busca lo mejor para sus hijos. Tenemos que esperar con alegría nuestra unión con El. Todo problema tiene solución, incluso la muerte para el cristiano, entonces ¿qué sentido tiene esos rostros tristes, esas conversaciones frías?
Nuestras alegrías
Abundan las alegrías superficiales, las alegrías que dependen de las circunstancias, de lo que tenemos, somos o/y hacemos. Creemos que las circunstancias son la llave de nuestra alegría. Surge una alegría falsificada. La verdadera alegría no se compra en nuestros mercados, ni se encuentra en nuestras salas de fiesta.Características de nuestra alegría
Libre: Transciende la propia realidad. No se siente apegada a nada ni a nadie. No nace del tener, porque descubre que las cosas no dan la felicidad plena. No necesita del triunfo, el halago o el dominio; más bien crece en el servicio, la entrega y el silencio. | |
Pacífica: Ama el diálogo; evita la agresividad; no pierde el control de sí misma, no pierde los estribos, evita el resentimiento. | |
Profunda: Va al interior de la persona. | |
Inagotable: Está centrada en el manantial del Espíritu Santo. | |
Humilde: Evita toda vanagloria; se considera muy poca cosa. No necesita manifestarse ruidosamente. | |
Solidaria: Siente como propio el dolor que le ocurre al prójimo. | |
Contagiosa y comunicativa: No se reserva nada para sí misma. La alegría llama a la alegría. Crece en la profundidad del encuentro y en lo íntimo de la amistad. | |
Nace de dentro. |
¿De dónde surge, cuál es la raíz de nuestra alegría?
De la certeza de la salvación en Cristo. | |
Del sentirse incondicionalmente amado en Cristo. | |
Del sentirse constantemente protegido: “No temas”. | |
Del saber que nunca estás solo. “Yo estoy contigo”. | |
Porque puede convertir los sufrimientos en materia de salvación y de dicha. | |
Porque comparte la alegría y los sufrimientos de los demás. | |
Porque vive en el amor, que es don de Dios y tiene relación directa con la alegría. | |
Y, sobre todo, porque lleva dentro la verdadera fuente de la alegría, que es inagotable y que todo lo transforma en caudal de más alegría. Es una participación del gozo eterno de Dios. |
Ideas-clave sobre la felicidad y la sonrisa
El hombre no está hecho para la felicidad; está hecho para amar y ahí encuentra la felicidad. | |
La sonrisa es la mejor expresión de la alegría. A primera vista parece que una sonrisa significa muy poca cosa o que es sólo la señal de un carácter juvenil o de un momento de buen humor, pero una sonrisa constante lo mismo en los ratos de alegría o tristeza que en la alegría o tristeza que en las horas de entusiasmo y de optimismo, cuando el pesimismo nos desalienta, en una palabra sonreír siempre, una sonrisa así no puede ser más que el fruto de una virtud madura y auténticamente cristiana. | |
La sonrisa ayuda a conservar la alegría interior y el buen humor exterior. Es un verdadero apostolado porque Dios se comunicará a todos a través de tu sonrisa: Los tristes, los desanimados, los enfermos, los pobres, todos aquellos que sufren alguna pena, al ver la luz de tu sonrisa, sentirán renacer en su corazón la alegría, el gozo y la paz. Sonríe a los que te critican, a quien te cae “gordo”, incluso a Dios cuando parezca que no te hace caso; no te enfades con El, sonríele: vive siempre contento/a con El. Sonríe a pesar de las dificultades, sonríe a todo y a todos, a los que te aman y a los que te miran con indiferencia o te hieren. Sonríe siempre y que tu sonrisa ingenua y sencilla sea el velo que oculta a los ojos de los demás las heridas de tu corazón. Sonríe siempre y en recompensa de tu sonrisa alcanzarás para ti la sonrisa de Dios, esa sonrisa suya que dura siempre. Sonríe a los rostros desolados, tímidos, tristes, enfermos, a los rostros frescos y juveniles, a los viejos y los arrugados. Una sonrisa puede llenar una nueva vida de esperanza, de ánimo en los corazones cansados, oprimidos, tentados, desesperados. Una sonrisa de un sacerdote o de una religiosa, puede suscitar una vocación: Una sonrisa, ¡qué fácil! “Quiero ser como este padrecito, como esa madrecita”. Una sonrisa puede ser principio de conversión a la fe. Puede preparar el camino para el regreso de un pecador a Dios. |
LA ALEGRÍA ESTA EN UNO MISMO.
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