La sal era el
símbolo de la permanencia de la Alianza. La sal se usaba
siempre en los contratos, incluso hasta el Medievo
europeo y, por eso, se llamaban "contratos de
sal". Como la sal conserva, impide la putrefacción,
es símbolo de eso, cuando se hacía un pacto entre dos
se regalaban mutuamente un saco de sal para significar
"este pacto es incorruptible". Era la señal de
la fidelidad. Y esto aparece ya en el Antiguo Testamento.
En todo sacrificio que se hacía en el Templo había que
echar un puñado de sal, ya que eso justificaba que ese
sacrificio era según la Alianza, es decir, que
perpetuaba la Alianza. La sal era la garantía de la
perpetuidad de la Alianza. Aún más, hay dos textos en
los que Dios mismo dice: "He hecho con Aarón un
pacto de sal", y "Yo he hecho con David un
pacto de sal". Esto quería decir que Dios había
hecho con Aarón y David un pacto que duraría para
siempre, que sería incorruptible. De manera que la sal
era el signo de la perpetuidad, la garantía de la
continuidad de la Alianza.
Vuestra conduzca
será la garantía...
Y ahora dice:
"Vosotros sois la sal de la tierra". Es decir,
depende de vosotros el que esta nueva Alianza con los
hombres siga existiendo. Vuestra conducta será la
garantía de que existe esta nueva oportunidad que da
Dios a los hombres, esta nueva efusión de su amor a
través de Jesús, que ha expuesto en el programa de las
Bienaventuranzas, la posibilidad de la creación de esa
sociedad nueva que es su Alianza. "Si la sal se pone
sosa ¿con qué salará?". Si la sal pierde el
sabor. La frase que usa aquí Mateo es "se pone
tonta" o " se vuelve necia", y lo hace a
propósito porque es que, al final de este Sermón de la
Montaña, viene la parábola de las dos casas: "El
hombre prudente, el hombre sensato, es el que edificó su
casa sobre roca, y vino la inundación y su casa
resistió. Este es el que escucha mi palabra y la pone
por obra. El necio edificó su casa sobre arena, vino la
inundación y su casa se derrumbó. Este es el que
escucha mi palabra y no la pone por obra". De manera
que la sal necia es la comunidad que escucha el mensaje
de Jesús, pero no lo practica. Y, entonces, ¿con qué
se le dará sabor a esa sal ya? Si están encandilados
con el mensaje y en la práctica lo están traicionando
¿quién le va a hablar ya del mensaje a esa comunidad,
si se lo sabe de memoria? "Ya no sirve más que para
tirarla a la calle y que la pise la gente". Es la
cosa más despreciable del mundo.
La sal que no
sala...
La sal que no
sala ya no sirve para nada. La comunidad cristiana que,
de alguna manera, ya no vive ese mensaje, es digna de
desprecio de la humanidad entera. Esto parece cruel, pero
tengamos en cuenta que esto no es una ley, sino un
proceso, una maduración, que esto es un amor que se va
poniendo en práctica. Aquí no estamos hablando de que
el Señor obliga a hacer esto, él no obliga a hacer
nada, él no ha dicho "Yo mando" en ninguna
ocasión.
Es que ese Espíritu que recibimos vaya madurando, que vaya llenando nuestro ser y, a medida que ese amor nos llene, sentiremos el deseo de ponerlo en práctica.
Es que ese Espíritu que recibimos vaya madurando, que vaya llenando nuestro ser y, a medida que ese amor nos llene, sentiremos el deseo de ponerlo en práctica.
Esto está en
relación con esas tres bienaventuranzas que hablan de la
liberación: "Dichosos los que sufren, porque ésos
van a recibir el consuelo". "Dichosos los
sometidos, porque ésos van a heredar la tierra".
"Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ésos van a ser saciados".
Esto es una
promesa de liberación, porque va en futuro, y entonces
es: si las comunidades cristianas existen en esa opción,
esa es la garantía de que esta obra de liberación va a
ir existiendo en el mundo.
Nuestra
responsabilidad...
Vemos la enorme
responsabilidad de los cristianos. Una responsabilidad
total. Pero, sin embargo, la realidad es que nunca nos
habían dicho esto. El cristianismo que hemos aprendido
nunca nos ha enseñado que hay que vivir así, que se
trata de formar comunidades que sean el principio de una
sociedad diferente. Por tanto, no es cosa de tener
remordimientos. Pero ahora que empezamos a saberlo, vamos
a ver si empezamos a practicarlo.
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