miércoles, 10 de abril de 2013

LA RELIGIÓN DEL IMPERIO.

El sistema religioso imperial unía elementos romanos y de otras culturas. Por una parte, eran características entre las atribuciones del emperador la de supremo magistrado y supremo sacerdote. Entre las influencias de otras civilizaciones, como la egipcia, destaca la idea del soberano como un ser de estatus superior.
De este modo se consolidaba su posición en un imperio extensísimo y variado que abarcaba desde Britania a Mesopotamia y desde el África septentrional al centro de Europa y que requería una centralización extrema para que pudiese mantenerse unido.
A pesar de ello el culto imperial podía no resultar un mecanismo suficientemente eficaz de control, pues se limitaba al ámbito de lo público. Una religión tan variada como la romana, hecha a la medida de tantas mentalidades, facilitaba que el campo de la religión privada no fuera único.
Posteriormente, el cristianismo traería una mayor homogeneidad, ya que en él la religión pública y la privada apenas se distinguían. El cristianismo apareció como el instrumento definitivo para la disolución de la diversidad de la religión romana.
El imperio romano ofreció estabilidad, paz y seguridad durante siglos a una extensa zona del mundo. Las rutas comerciales se multiplicaron y hubo una prosperidad general que llevó a muchos a pensar que vivían en una edad de oro y que el imperio de Roma duraría eternamente bajo sus gobernantes divinos.

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