lunes, 9 de septiembre de 2013

Alimento.


El hombre tiene la obligación de conservar su vida. Para eso ha de alimentarse. Dios crea al hombre, lo constituye señor de la creación y le impone el deber de cultivar la tierra y arrancar de ella su sustento (Gen 1,299ss). Los animales y las plantas serán su alimento cotidiano. El hombre debe evitar en la comida el exceso y la glotonería, pues eso es un peligro para su vida (Prov 23,20ss; Eclo 31,12-31; 37,27-31). Y debe recordar en todo instante que cualquier alimento es un don de Dios (Ecl 2,24). Pero por encima del alimento material, los israelitas debían comprender que hay otro alimento superior, que Dios mismo les alimenta con su palabra. El maná, caído del cielo, era un alimento directamente proporcionado por Dios (Ex 16,4-15); alimentaba el cuerpo, pero sobre todo sostenía la fe, para que el pueblo aprendiera a esperar su subsistencia y su persistencia de la palabra "que sale de la boca de Dios" (Dt 8,3). Y aunque en el A. T. había alimentos impuros, que no podían comerse, pues "a un pueblo santo, alimento santo" (Dt 14,21), en el N. T. esas prohibiciones, ordenadas incluso por motivos de salud, ya no existen. Los hijos de Dios pueden comer de todo, con la condición de que siempre se acuerden de que todo pertenece a Jesucristo, como Jesús pertenece a Dios. Jesús tenía por alimento hacer siempre la voluntad de su Padre (Jn 4,34); se privó de alimento durante cuarenta días y cuarenta noches (Mt 4,1-4), pero eso no significaba desprecio a la comida, pues él come como sus discípulos (Jn 4,31), asiste a los banquetes cuando le invitan (Mt 11,19), aunque esto le ocasionará las críticas de los fariseos, que le echaban en cara que comía con los pecadores públicos (Mc 2,16), que comía y bebía con los borrachos (Mt 24,49), incluso que él mismo era un borracho (Lc 7,34); multiplica los panes para que nadie pase hambre (Mt 15,32), dice a sus discípulos que coman lo que les den (Lc 18,10). Pero dice también que el hombre no debe estar excesivamente preocupado por lo que va a comer (Mt 6,25); que debe tener confianza en Dios, pues si Dios alimenta a las aves del cielo, mucho más lo hará con él (Mt 6,26). El hombre debe preocuparse ante todo de buscar el reino de Dios (Mt 6,35), no el alimento perecedero (Jn 6,27). Más importante es "el pan del cielo que baja del cielo y da la vida al mundo" (Jn 6,32), que es El mismo, que se ofrece como alimento en la Eucaristía y en sus palabras, que dan la vida eterna. -> cena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.