El apateísmo (apatía y teísmo), o bien agnosticismo apático, es una postura filosófica/teológica que consiste en considerar que es posible la existencia de deidades pero que la búsqueda de conocimiento al respecto no es importante, y que en consecuencia el debate al respecto no es relevante. Se contrapone al agnosticismo interesado que al contrario, está predispuesto a buscar activamente las evidencias.
La diferencia entre agnosticismo apático y agnosticismo fuerte es sutil. El agnosticismo fuerte afirma: No sé si existen dioses y no creo que sea posible saberlo. El agnosticismo apático afirma: No sé si existen dioses, y no creo que sea importante saberlo.
Esta indiferencia respecto de la existencia de deidades, si bien en algunos casos puede deberse a falta de interés del individuo por asuntos de índole sobrenatural, en general es más bien resultado de una profunda reflexión filosófica que lleva a concluir que, dada la falta de consecuencias verificables de la existencia de dioses, su posible existencia o inexistencia es completamente irrelevante.
El apateísmo no debe confundirse con el ignosticismo, pues aunque ambas posturas asumen nula importancia al papel de los Dioses o deidades en el mundo experimentable o sensible, el apateísta puede admitir la posibilidad de su existencia atribuyéndole sólo nula importancia, en tanto que el ignosticista no confiere sentido a los argumentos en favor o en contra de su existencia, sobre la base de que tales conceptos están mal definidos o son infalsables.
Es decir, en el apateísmo se puede suponer su existencia o no existencia. Opuestamente, en el igteísmo primero se debe refinar o cambiar totalmente el concepto de los Dioses o deidades antes que asumir alguna postura acerca de la probabilidad de sus existencias.1
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