jueves, 12 de septiembre de 2013

Arnobio de Sicca. El Viejo.


 

Retórico pagano y, tras una tardía conversión, polemista cristiano del s. IV. N. en Sicca, pequeña ciudad del África proconsular, donde enseña retórica a finales del s. III (S. Jerónimo, De viris illustribus, 79: PL 23, 724), contando entre sus discípulos a Firmiano Lactancio (ib., 80, col. 725). Según este testimonio del mismo S. Jerónimo (Chronica ad annum 2343=329: PL 27, 675), antes de su conversión había atacado la fe católica. Habiendo solicitado ser admitido en el seno de la Iglesia y ante la desconfianza de su obispo, que le pide una muestra de sinceridad, escribe Adversus naciones, siete libros de apología contra los paganos, cuya fecha de composición debe situarse en los primeros años del s. IV, ya que A. habla en ellos (IV, 36: PL 5, 1706) de libros litúrgicos arrojados al fuego, alusión manifiesta a la persecución de Diocleciano. Por otra parte (I, 13: PL 5, 735), dice que el cristianismo cuenta con 300 años de existencia. No se tienen más datos de su vida.
Adversus naciones es una larga y confusa apología del cristianismo, «desigual y pesada» (S. Jerónimo, Epístola 58: PL 22, 585), donde A. en estilo ampuloso, con erudición e ironía, ataca el politeísmo, sobre todo en su forma de antropolatría. Los dos primeros libros van encaminados a rebatir la superstición pagana, que estima a los cristianos responsables de las calamidades que asolan al género humano. Los libros 3-5 constituyen una violenta requisitoria contra la mitología grecorromana. Con fecundidad retórica desarrolla los temas tradicionales llevando a sus últimas consecuencias de ridículo las leyendas paganas. Los libros 6-7 son un ataque al culto politeísta y defiende a los cristianos de la acusación de impiedad. Adquieren especial interés por la cantidad de detalles concernientes a ritos y ceremonias.
Doctrina. Llama la atención en A. la ausencia de argumentos tomados de la S. E. Las raras veces en que se citan pasajes del N. T., aparecen confundidos; así, p. ej.: en I, 46, col. 778, afirma que el Señor cuando hablaba era entendido por gentes de diversas naciones en su propia lengua, transposición manifiesta de la narración de Pentecostés en Act. No sólo desconoce el A. T., sino que parece no encontrar lazo alguno con el Nuevo (ib., III, 12, col. 952-953). Este repudio del Dios veterotestamentario -¿marcionismo?- sigue apareciendo en su concepto de la divinidad. Dios está totalmente por encima de las criaturas, sin contacto con ellas, indiferente y pacífico, con impasibilidad totalmente pagana, epicúrea (I, 18, c, ol. 739-740). Sigue concibiendo a los demás dioses como existentes en dependencia del Dios de los cristianos, «Deus princeps, Deus summus» (I, 28, III, 2, col. 751-752 y 939). El alma tiene por autor un demiurgo inferior a la divinidad (II 36, col. 865). El alma, material y mortal, consigue la inmortalidad por la gracia de Dios y por sus méritos. Los condenados van siendo anihilados lentamente por las llamas del infierno (II, 32 y 61, col. 860 y 908). En la defensa de la fe disminuye en exceso la fuerza de la razón humana. La convicción de la existencia de un supremo «señor y regulador» del universo es innata en el alma (I, 33, col. 757). En A. tenemos, pues, un neoconverso de edad avanzada y amplia erudición pagana, influenciado por todas las escuelas - desde Platón a los gnósticos y desde los estoicos a los epicúreos -, que se adhiere de corazón a la verdad cristiana asimilada muy lentamente.

BIBL.: Ediciones: PL 5, 718-1288; A. REIFFERSCHEID, en CSEL, IV; R. LAURENTI, 1 sette libri contro i pagan¡, Turín 1962.-Estudios: F. GABARROU, Le latin d'Arnobe, París 1921; íD, Arnobe, son oeuvre, París 1921; E. RAPISARDA, Arnobio, Catania 1945; A. J. FESTUGIÉRE, Arnobiana, «Vigiliae christianae» 6 (1952) 208-254; F. SCHEIDWEILER, Arnobius und der Marcionitismus, «Zeitschrift für neutestamentliche Wissenschaft» (1954) 6-27; M. MAZZA, Studi Arnobiani, I. La 'dottrina de¡ viri novi nel secondo libro dell'Adv. nat. di Arnobio, «Helikon» 3 (1963) 111-169; F. G. SIRNA, Arnobio e l'eresia marcionita di Patrizio, «Vigilíae Christianae» 18 (1964) 37-50.
L. F. MATEO SECO.

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