martes, 10 de septiembre de 2013

San Antonio Maria Claret.


 

Fundador de los claretianos. N. en Sallent (Barcelona), diócesis de Vich, el 23 dic. 1807. Su infancia se caracterizó por un precoz y profundo pensamiento de la eternidad, de sentido genuinamente apostólico, y por una madura compasión hacia los pecadores, así como por un tierno amor a la Eucaristía y a la Virgen.
      Todavía niño comienza los estudios eclesiásticos, que por falta de recursos se ve precisado a interrumpir, entrando en un taller de tejedor. Realiza tales progresos, primero como simple obrero, y luego como técnico textil, que llega a verse solicitado por no pocos empresarios que le proponen para director de sus fábricas. Sus éxitos laborales no apagan su vocación sacerdotal. A los 23 años entra en el Seminario de Vich (Barcelona), no sin haber hecho antes una tentativa de ingresar en la cartuja de Miraflores. El obispo de Vich le honra anticipándole, contra su costumbre, la ordenación sacerdotal (13 jun. 1835) tres años antes de terminar la carrera, y le manda como vicario primero y luego ecónomo a Sallent, su pueblo natal, mientras terminaba los estudios. Su vocación apostólica halla estrecho el campo de una parroquia, y se dirige a Roma en otoño de 1839 con la intención de trabajar en las misiones encomendadas a Propaganda Fide «porque tengo sed, dijo abrazando a un compañero, tengo sed de derramar mi sangre por Jesucristo», pero no logra ver realizados sus deseos. Cree poder satisfacer los impulsos de apostolado y las ansias de vida religiosa con el ingreso en la Compañía de Jesús, pero una enfermedad inesperada le obliga a regresar a España. De retorno a la patria, es enviado como regente al pueblo montañés de Viladrau (Barcelona), donde ejerce heroicamente la caridad, aliviando, incluso físicamente, a los enfermos.
      Comienza a predicar las primeras misiones por toda la comarca. No hallándose apagadas aún las pasiones de la guerra civil y los recelos mutuos, se ve precisado a retirarse al pueblecito de Pruit, en los montes de Collsacabra, para entregarse a la oración y a la penitencia, en espera de que el horizonte político español se esclareciese.
      Misionero Apostólico. Afianzó esta confianza el hecho de que por estos días, 9 jul. 1841, obtenía de la Santa Sede el título oficial de «Misionero Apostólico». Reanudaba ya las predicaciones cuando nuevamente se vio frenado por el servicio de la parroquia de San Juan de 016, que le fue encomendada. Planeaba el sueño, largo tiempo acariciado, de acrecentar, formando y asociándose compañeros, la fuerza e irradiación de su apostolado. Acomodaba ya los locales de la casa rectoral, donde despertaría en ellos el espíritu evangelizador. Sucedía esto en 1842. Dos meses más tarde era definitivamente exonerado de cargos parroquiales. En 1844 comienza a expandir su celo por toda Cataluña. Al de la palabra añade ahora el apostolado de la prensa, con la publicación de los primeros de una serie de libros, opúsculos y hojas, que se irá alargando extraordinariamente con el correr de los años. Para ellos, junto con los que reimprimiese de otros autores, necesita una editorial o librería. En colaboración con su amigo Caixal, futuro obispo de Urgel, funda la «Librería Religiosa». De día predica y de noche escribe y ora, sin casi tomar descanso y alimento.
      Por esta época el horizonte político se tornó de nuevo sombrío. Esto le obligó a limitar sus actividades a la composición de libros, formación de los clérigos, establecimiento de la archicofradía del Corazón de María en Vich, organización de la mencionada Librería, fundación de la Hermandad del Santísimo e' Inmaculado Corazón de María o Religiosas en sus casas, y particularmente el plan de su obra preferida: la Congregación de Misioneros. En 1847, a petición de su amigo el Ilmo. Codina, recién nombrado obispo de Canarias, fue al archipiélago, encontrando allí a su celo un nuevo campo de acción.
      Fundador, arzobispo y confesor real. A instancias de sus amigos, regresó a la Península en mayo de 1849. Había sonado ya la hora tan anhelada de realizar un antiguo y constante ideal: su «Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María», que fundó en Vich el 16 jul. 1849. Nombrado arzobispo de Santiago de Cuba en 1849 y consagrado el 6 de octubre del mismo año, partía para su archidiócesis el día 28 dic. 1850. Amén de incontables y casi increíbles actividades pastorales y sociales, una vez más ejercía su vocación de fundador, ahora de una rama femenina: Instituto de María Inmaculada de la Enseñanza o Misioneras Claretianas, ayudando a la fundadora, Madre Antonia París. Conocedora la reina de las extraordinarias dotes y santidad del arzobispo de Santiago de Cuba, le nombró su confesor en 18 mar. 1857. Claret alternaba sus tareas habituales de confesor, escritor, predicador en Madrid y durante los viajes de la reina, con las de presidente de El Escorial, que restableció como foco de formación científica y sacerdotal. Concibió también la idea y proyectó una catedral más digna de Madrid. No pocos artistas de España entera los tenía asociados en otra de sus grandes realizaciones: la «Academia de San Miguel». Esta intensa actividad del confesor regio, absolutamente apartado de la política, atrajo sin embargo las iras de las sectas, que maquinaron de mil formas contra su honor y su vida, con atroces calumnias, la menor de las cuales era la de intrigante político.
      En 1868 marchó al destierro al ser destronada Isabel 11. Descolló en el conc. Vaticano 1 su intervención a favor de la infalibilidad pontificio y es el primer padre del mismo elevado al honor de los altares. De Roma regresó a Francia, donde con sus hijos los misioneros, también ellos desterrados, vivió en Prades los últimos años de su vida. Acosado, incluso en el destierro, por los revolucionarios, m. en su postrer refugio del monasterio cisterciense de Fonfroide, diócesis de Carcasona, el 24 oct. 1870.
      El día 4 dic. 1899 fue declarado Venerable por León XIII, beatificado por Pío XI en 24 febr. 1934 y canonizado por Pío Xll el 7 mayo 1950. Su gran y polifacética personalidad ha dado origen a no pocos patronatos que se le han asignado sobre institutos religiosos, diócesis, sindicatos (como el de la rama textil), prensa, Acción Católica, etc. De esta última Pío XI le declaró «gran precursor, casi como está hoy».
     
     
BIBL.: F. DE Asís AGUILAR, Vida del Excmo. e Ilmo. Sr. Don Antonio María Claret, Madrid 1871; M. AGUILAR C. M. F., Vida admirable del Siervo de Dios P. Antonio María Claret, Madrid 1894; C. FERNÁNDEZ C. M. F., El Beato Antonio María Claret. Historia documentada de su vida y empresas, Madrid 1946; M. VIÑAS, Antonio María Claret, en Bibl. Sanct., 2, 205-210.

DESIDERiO HERNANDO C. M. F.

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