viernes, 29 de noviembre de 2013

Adivinación en el próximo oriente.

Magos, adivinos y profetas


La magia y la adivinación.
La magia, en cuanto procedimiento con el que se pretende transformar la realidad, constituye una de las prácticas transformativas más frecuentes. La magia y los encantamientos eran utilizados en Siria y Mesopotamia tanto por los brujos, considerados asociales y perseguidos por practicar una magia dañina que podía perturbar el orden social e incluso alcanzar al rey, como por los sacerdotes y adivinos. En este último caso formaba parte de un repertorio "profesional" de técnicas y métodos en el que los ensalmos y otras prácticas de carácter mágico se mezclaban con los elementos del ritual y la liturgia. Había, por supuesto, dioses que ejercían un patrocinio especial de las actividades mágicas. Entre los sumerios, jugaban un papel importante Enki y su hijo Asariluhi, que presidían los encantamientos, y a los que se consideraba creadores de la magia. Las diosas de la salud, Nininsina y Gula, combatían la enfermedad sirviéndose del poder de los exorcismos.

Como hemos explicado al hablar de los demonios, se les combatía o contentaba por medio de la magia. Había encantamientos específicos que consistían en la quema de esfinges para luchar contra seres malignos, como brujas o hechiceros. Otras veces se ofrecía a los demonios responsables de la enfermedad o mal causado una víctima sustitutoria, a menudo un chivo, acompañado de súplicas para hacerle desistir de su propósito. Igualmente se recitaban encantamientos en los ritos contra los espíritus de los muertos. También se recurría a la magia para lograr determinados fines, de índole amoroso/sexual, comercial o relacionados con la vida agrícola. Incluyendo elementos mágicos y rituales se hallaban los augurios que ocupaban un importante papel en la vida pública y privada. Prácticamente no había iniciativa que no se emprendiera sin antes asegurarse del buen resultado mediante la consulta de los augurios. Los dioses Shamash y Adad eran considerados protectores y patrocinadores de la adivinación y se creía que habían sido ellos quienes habían enseñado este arte secreto a algunos reyes antiguos.

Adivinos y videntes, encargados de observar los presagios, a menudo se organizaban en corporaciones que solían depender de algún templo. Las técnicas más frecuentes eran la hepatoscopia (observación del hígado), los sueños y la observación de los astros. El examen de las entrañas de las víctimas era ya una práctica de los tiempos sumerios más remotos, sobre todo, se observaban las vísceras de los cabritos. También eran de extraordinaria importancia los presagios debidos a fenómenos o incidentes astronómicos y atmosféricos, tales como eclipses de luna, considerados especialmente nefastos, cambios en el color del sol, lluvias de estrellas y cometas, así como las tormentas, lluvias y relámpagos. Así mismo se consideraban presagios importantes los movimientos de diversos animales, como el vuelo de las aves, el reptar de las serpientes, etc y los partos anormales de animales y seres humanos. Todos estos procedimientos pueden ser catalogados como "accidentales" en tanto que suceden independientemente de la voluntad humana, pero también se podían inducir los presagios, observando la forma y el movimiento del humo del incienso o del aceite derramado sobre el agua contenida en una copa.

La interpretación de los sueños u oniromancia tenía singular importancia en Mesopotamia. El sacerdote recibía el oráculo al lado de la estatua de la divinidad mientras dormía. Así, Gudea, patesi de Lagash (2200 a.C.), recibió en sueños la orden de construir el templo de la localidad con las indicaciones arquitectónicas precisas, como se dice de la construcción del tabernáculo del desierto por orden de Yahvé a Besalel, al que se le determinan las medidas y estilo del mismo. Respecto a la construcción del templo de Salomón, el profeta Natán recibió las ordenes también de noche.

La magia y los procedimientos adivinatorios eran igualmente importantes entre los hititas y los hurritas. También tenía allí un origen divino y sus dioses habían hecho uso de ella. Los procedimientos utilizados eran similares a los que se usaban en Mesopotamia y solamente la adivinación a partir de la observación del comportamiento de una serpiente o de un pez dentro de una tinaja parece ser un técnica específicamente hitita (Vieyra: 1977: 365). La magia se empleaba como medio de influir en la divinidad, pero ante todo como protección para mantener o devolver la pureza, mediante rituales y conjuros realizados normalmente por una sacerdotisa, "la vieja mujer" y en los que se recurría a sacrificar cerdos y perros, animales considerados impuros a efectos religiosos pero propicios para los encantamientos. Como en muchas otras partes, en Hatti la magia negra era perseguida y castigada con pena de muerte.

También la antigua religión cananea manifestaba un fuerte componente mágico, perfectamente integrado en el sistema oficial del culto. Su expresión más llamativa, la que mejor conocemos por los textos de Ugarit, es la adivinación, es decir la pretensión de conocer y dominar el futuro desde el conocimiento y dominio que de él tiene la divinidad. No hay testimonios de "profetas" o "videntes" que recibiesen tal conocimiento por revelación o vía mística, sino que todas las manifestaciones adivinatorias parecen ser inducidas por prácticas rituales. En Ugarit se puede apreciar una distinción entre la adivinación "regia" o institucional (nigromancia regia en cuanto "evocación" para realizar una consulta) y la profesional (modelos de "hígado" y de "pulmón" inscritos hallados en casa de un sacerdote mago) que se realizaba con ocasión de los sacrificios ofrecidos en situación de calamidad pública, como un ataque enemigo, o privada, ante diversos signos de peligro -cómo un eclipse de Sol- o en caso de búsqueda expresa de un presagio mágico para encarar los más diversos asuntos familiares (Olmo Lete, 1992).

La adivinación se efectuaba, además de por la lectura de las visceras de animales, por los presagios leídos en las estrellas o astromancia: sí en el día tres se debilita la luna en los dos costados, los reyes quedarán apartados,si una estrella cae el día treinta, nuestro rey no cogerá al enemigo... si en el novilunio la luna se oscurece, habrá situación de necesidad...si la luna en su ascensión se pone amarilla, nuestro ganado perecerá RIH 78/14), por la interpretación de las malformaciones en fetos humanos y animales: si no tiene bazo habrá hambre en el país...si no tiene testículos la sementera del país enemigo quedará destruida...si no tiene oreja derecha el enemigo asolará el país y lo destruirá...si no tiene oreja izquierda, el rey asolará el país de su enemigo y lo destruirá...si su hocico es como el pico de un pájaro, los dioses abandonarán el país que quedará asolado y despoblado...si no tiene patas traseras la guardia se revelará contra el rey...si le falta la lengua el país se dispersará...si sus ojos están en su entrecejo, el rey tendrá poder sobre sus mercenarios...si no tiene pata delantera izquierda, el país del enemigo será destruido. Junto a la adivinación con sus diversos procedimientos tenemos también testimonios de conjuros y métodos de prevenir o enderezar el futuro.

La diversidad de conjuros era grande y los había, incluso, contra las mordeduras de serpientes a los caballos. En general tenían una estructura repetitiva, en la que la invocación se decía varias veces y que culmina en la eficaz acción de la divinidad protectora, que se presenta en forma de un desarrollo mítico-mágico que demuestra su eficacia. Se percibe así que en Canaán, como en otros lugares, no se consideraba la magia como una fuerza autónoma de la divinidad sino derivada de ésta, siendo usada también contra demonios causantes de enfermedades y contra malos espíritus causantes de diversos males y terrores.

La religión irania contenía mucho de adivinación y astrología, pero desde la reforma de Zoroastro excluía la magia. La adivinación se realizaba por los sueños, la observación de los astros y la ordalía por el fuego. Parece que el uso de narcóticos, derivado de antiguas prácticas chamanísticas, era conocido como un medio para inducir una experiencia extática, un viaje celeste o infernal que aportaba, entre otras cosas, conocimientos sobre el futuro, pero no sabemos nada sobre su incidencia y difusión. Aunque el zoroatrismo había extirpado la magia del culto a los dioses, y brujos y hechiceras eran considerados como criminales, quedaron algunas reminiscencias, como el hecho de emplear las plegarias en calidad de conjuros. Así mismo, los medios para repeler una influencia provocada por la magia eran frecuentemente mágicos.

En general, aquí y allí, se pensaba que cuando un fenómeno extraordinario precedía a un acontecimiento la repetición del mismo fenómeno iría seguida del mismo acontecimiento. Mediante la asociación de ideas y algunos principios generales, como los que determinaban que una dirección era más propicia que otra, o que las cosas de proporciones extraordinarias eran propicias y desfavorables las reducidas o defectuosas, se fueron elaborando tablas que ayudaban a los adivinos en el ejercicio de su profesión, convertida finalmente en un minucioso repertorio de casos y técnicas.

El profetismo extático.
Otra forma de conocer el designio y la voluntad de los dioses era mediante la profecía, que se distinguía de la adivinación y la ciencia oracular por su carácter no técnico y extático. Particularmente conocidos son los profetas extáticos en Mari, así como en ambiente cananeo y entre los hebreos. Tampoco fueron desconocidos entre los asirios. Arrebatados por el frenesí profético vaticinaban sobre el futuro y advertían a los reyes y autoridades por encargo de los dioses.

En Mesopotamia el término majju significaba "frenético", en estado de "éxtasis" (maju: "estar fuera de sí"); es llamado también eshshebu, "el que salta"; zabbu, "estar en trance"; raggimtu "gritadora": la proclamadora de un oráculo. Esta última es el paralelo de la pitonisa helénica. El majju recibe un "soplo" de parte del dios que se asemeja al murmullo del viento. Así, sin acudir a la técnica mecánica adivinatoria (hepatoscopia), comunica avisos que considera que proceden directamente de los dioses. Más que un mago, era un místico, aunque las fórmulas tienen un aire mágico subyacente. Así, cuando Asurbanipal rogó al dios Nabu, le respondió un zaqiqu "soplo" de parte del dios animándole.

En el templo de Ishtar en Arbela había hombres-profetas, cuyas funciones no eran cultuales; y por la boca de Ishtar comunicaban oráculos en primera persona, pues el majju se consideraba como poseído por la divinidad. Otro tanto podía hacer la raggimtu. Disponemos de un texto oracular en que Ishtar habla a Asarhadón por medio de una raggimtu:

"¡Oh Asarhadón, rey del país, no temas ! Tus enemigos, como en el mes de siwan los cerdos del cañaveral, huirán de aquí para allá delante de tus pies. ¡Yo soy la gran señora! ¡Yo soy Ishtar de Arbela, que pondrá delante de tus pies a tus enemigos!... A tus enemigos yo los despellejaré y te los entregaré. Yo estoy delante de ti y marcharé detrás de ti. ¡No temas !"

Este oráculo nos recuerda a muchos oráculos de asistencia de Yahvé a Moisés y a los caudillos de Israel. Así, en Ex 14,19 se dice que el "ángel de Yahvé", que marchaba delante de Israel, se puso detrás para protegerlo contra los perseguidores egipcios. Y a Josué se le comunica de parte de Yahvé que tendrá en su poder a sus enemigos (Jos., 6,5). Y en el oráculo de Sal I. 10, 1 se anuncia que Yahvé pondrá a los enemigos de David como "escabel de sus pies".

También en Mari, en el curso medio del Eufrates, el majju era el hombre “extático”, y el apilum, “el que responde” (femenino apiltum: “la que responde”). Como en otras partes, al lado de los adivinos-funcionarios (baru) estaban los "profetas" espontáneos, hombres o mujeres, que transmitían un mensaje de parte de la divinidad. Algunas veces, los transmisores de estos mensajes eran los "extáticos" del culto. Bajo este aspecto encontramos analogía con el "profetismo" bíblico:

“...Comunica esto a mi señor: Asi habla Kibri-Dagan, tu siervo: Dagan e Ikrub-il siguen bien. La ciudad de Terca y su distrito siguen bien...A propósito de la nueva puerta a construir vino antes el majjú, y entonces...el día en que hice llevar esta carta a mi señor, este majjú ha vuelto y ha dicho, hablando en los siguientes términos categóricos...Esta puerta no la podeís construir...No habrá éxito. Esto es lo que este majjú me ha manifestado”. (III, 40)

Por otra parte, en Oriente, eran conocidos los nebim hebreos y el profestismo extático cananeo (nabis), ambos muy relacionados entre sí. El término nabi' "profeta" derivaba de la raíz naba' "estar en ebullición", aludiendo así al estado de transporte extático del sujeto, pues los nabis cananeos se manifestaban con acciones excéntricas y coribánticas, al estilo de los derviches modernos. No cabe duda de que las manifestaciones primitivas de los nebim hebreos tenían mucho que ver con el movimiento "extático" de los cananeos, como aparece en el relato de Saúl (Sam., I, 19), que se incorpora semidesnudo a la banda de nebim que con instrumentos músicos y danzas "profetizaban" (lit. "hacían el nabi"):

Dijéronle a Saúl: «Mira, David está en Nayot, en Rama». Saúl mandó gente para prenderle, y viendo a la tropa de profetas profetizando, con Samuel a la cabeza, se apoderó de ellos el espíritu de Yavé y pusiéronse ellos también a profetizar. Dieron a conocer esto a Saúl, y éste mandó nueva gente, y también éstos se pusieron a profetizar. Por tercera vez envió otros, pero también éstos profetizaron. Entonces fue Saúl en persona a Rama, y al llegar a la cisterna de la era que hay en el teso preguntó: «¿Dónde están Samuel y David?» Y le respondieron: «Están en Nayot de Rama». Dirigiose allá, a Nayot de Rama. El espíritu de Dios se apoderó de él, e iba profetizando hasta que llegó a Nayot de Rama, y quitándose sus vestiduras, profetizó él también ante Samuel, y se estuvo desnudo por tierra todo aquel día y toda la noche.”
Algunas veces buscaban la exaltación de la música, como en el caso de Eliseo antes de pronunciar un oráculo sobre la suerte del ejército de Israel en el Arabá frente a Moab. El carácter de "éxtasis" va unido al de extravagante; por eso se emplea el término de "loco" o meshugå' en relación con estos movimientos orgiásticos. De acuerdo con Godbey (1934), muchos de estos trances podían ser provocados por los aceites esenciales de carácter psicoactivo de plantas como el junípero o el enebro, ingredientes habituales de los inciensos utilizados.

El relato del sacerdote egipcio Uen-Amón (ANET, 25-29) fue redactado hacia el siglo XI a.C., cuando Egipto estaba en plena decadencia respecto de sus antiguas posesiones de Canaán. Al llegar a Biblos, este sacerdote egipcio fue testigo de la manifestación de un "extático", que describe del modo siguiente:

“Un día en que (el príncipe de Biblos ) sacrificaba a sus dioses, el dios (Amón) se apoderó de un sacerdote ('ddjw) de entre sus sacerdotes y lo hizo entrar en éxtasis. Y le dijo: ' ¡Trae el dios al alto, trae el embajador que está en la carga ! ¡Es Amón, que le ha enviado; es el que le ha hecho venir ! Mientras el extático estaba fuera de sí esta tarde, yo había encontrado un barco cuya proa estaba vuelta hacia Egipto; y yo había cargado todas mis cosas...”

Según comenta J. Wilson en la edición al texto, la palabra que traducimos de los jeroglíficos por "posesión profética" o “éxtasis”, se expresa por una figura contraída por violentas convulsiones epilépticas. Y el término que traducimos por “sacerdote” tiene el determinativo de joven ('ddjw) y de escriba (con un rollo de papiro sellado); parece ser, pues, un joven iniciado en el grupo de “extáticos”.

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