lunes, 25 de noviembre de 2013

Agua lustral.

El agua, cuyo poder purificador se aumentaba con ciertas sustancias, era necesaria para lavar determinadas impurezas rituales.

Según ideas primitivas, en el AT se tenían como materias purificadoras la madera de cedro, el hisopo (cf. Éx 12,22;  Sal 51,9), el quermes (Lev 14,1-9; purificación de un leproso curado; Lev 14,33-53: purificación de una casa "leprosa"; Núm 19,6), así como las cenizas de una vaca colorada, quemada juntamente con su grasa, sangre y estiércol (Núm 19,1-10). Con esto había que rociar la mujer sospechosa de adulterio (Núm 5,11-31; -sacrificio de celos), la casa mortuoria y todo lo que podía ser contaminado por un cadáver (personas, utensilios, etc.; Nm 19,10).

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