Herejía y suspensión de Bonoso.
Bonoso había sido acusado supuestamente por los obispos vecinos, aunque lo que hizo no aparece claramente en la carta salvo que había afirmado que María tuvo sus hijos con José, después del nacimiento de Jesús. El caso llegó ante el sínodo en Capua, convocado por el emperador Teodosio para poner fin al cisma en Antioquía; pero el sínodo lo refirió a los obispos cuyas diócesis limitaban con las de ambas partes, especialmente los prelados macedonios. La decisión fue en favor de la suspensión, una provisión temporal ideada para la administración de la diócesis de Bonoso. Este escribió a Ambrosio para saber si estaba obligado cumplir esta sentencia y Ambrosio le aconsejó paciencia. Mientras tanto los obispos vacilaron en hacer la sentencia absoluta, lo cual hubiera sido de contentamiento para el escritor de la carta. Sin embargo, bien sea Siricio o algún otro, declaró que no le pertenecía a él "decidir como si fuera la autoridad de un sínodo"; la responsabilidad de tomar tal decisión descansaba en ellos, de modo que ni el acusado ni los acusadores pudieran eludirla. Tal consideración no se mostraba usualmente hacia los "herejes", pero pudo haber circunstancias relacionadas con el caso que no conocemos. No obstante, negar la perpetua virginidad de María era una ofensa seria desde el punto de vista de aquel tiempo. Ambrosio habla (De instit. virg., v, 35) de un obispo acusado de este "sacrilegio", significando probablemente a Bonoso. Por tanto, es evidente que en ese tiempo Bonoso no fue acusado de peores o añadidas herejías.
Condenación final de Bonoso.
Unos 20 años más tarde aparece el nombre de Bonoso en dos cartas de Inocencio I; una a Marciano de Naissus, al noroeste de Sárdica, y otra a los obispos de Iliria. A partir de ellas parece que Bonoso había sido definitivamente condenado por sus colegas obispos y que había fundado una organización eclesiástica separada propia. Para evitar el escándalo, los que habían sido ordenados por él serían, si ellos querían, recibidos de nuevo en la Iglesia como clérigos. Inocencio permitió esto sólo en el caso de los ordenados por Bonoso antes de su condenación; pero de nuevo aquí no especifica su herejía. Veinte años más tarde (431), Mario Mercator nombra a Marcelo, Fotino "y al obispo de Sárdica, Bonoso, quien fue condenado por el papa Dámaso, entre los seguidores de Ebión". No hay duda de que se trata del mismo Bonoso; en este caso, y aceptando la declaración de Mario, sabemos que Bonoso fue obispo de Sárdica y que su error había derivado, tras el año 392, al monarquianismo dinámico. No tenemos información requerida en cuanto a su destino posterior en la península balcánica. La mención en el denominado Decretum Gelasii, aunque fuera escrito por Gelasio y los anatemas pronunciados contra él por Vigilio en 552 y 553 no prueban nada sobre este punto. Si Gregorio Magno en su Epistola ad Quiricum realmente nombró a los bonosiaci con los catafrigianos como herejes que necesitaban el rebautismo porque no creían en Cristo el Señor, ello no es una fuerte evidencia para la continuada existencia del grupo y no dice nada de su localización.
Bonosianos en España y Galia meridional.
El caso es diferente con las repetidas menciones de Bonosiaci o Bonosiani por los escritores de España y Galia meridional. Genadio cita al obispo español Audencio (finales del siglo cuarto) que escribió especialmente contra ellos, lo que prueba al menos que Genadio los conocía; en otro lugar habla de "fotinianos, que ahora son llamados bonisianos." Poco después Avito de Vienne los menciona en dos conocidos pasajes; en uno habla de sí mismo en relación con el rey Gundobad, que estaba dispuesto a aceptar el bautismo de los bonosianos. El canon decimoséptimo del denominado segundo sínodo de Arlés (generalmente situado en 443-452) muestra la misma actitud conciliatoria; pero el tercer sínodo de Orleáns (538) dice que los bonosianos rebautizaban a sus convertidos, lo que puede tomarse como muestra de que su bautismo no era reconocido por sus opositores. Hacia el mismo tiempo, según Isidoro de Sevilla, Justiniano de Valencia escribió contra ellos en su perdido Liber responsionum contra Bonosianos, qui Christum adoptivum filium et non proprium dicunt. Para la Galia la última referencia la da el sínodo de Clichy en 626 o 627, mostrando su gradual extinción allí, aunque en España atrajeron la atención 50 años más tarde; el sínodo de Toledo de 675, que declaró que Cristo era Hijo de Dios por naturaleza, no por adopción, iba dirigido claramente contra ellos. Por otro lado la mención de Bonoso y no de los bonosianos en la controversia adopcionista no prueba que duraran hasta el siglo octavo en España ni que la idea medieval del adopcionismo fuera una vivificación digna de ser considerada de la herejía de Bonoso. Hacia finales del siglo séptimo habían desaparecido.
Simpatía entre bonosianos y arrianos.
Que esas menciones a los bonosianos desde los siglos quinto al séptimo no son meramente la supervivencia de un antiguo término de oprobio, sino que realmente existieron en España y el sur de la Galia en ese período ha sido justamente aceptado. Además están confirmadas por un pasaje de Avito, cuya verdadera lectura (Bonosiacorum por bonorum) ha quedado establecida. Escribiendo a Segismundo, el convertido hijo del rey arriano Gundobad, menciona el dato de que éste había prometido formalmente edificar una comunidad bonosiana en su reino, mediante el establecimiento de un obispo de su fe y que este grupo se reclutó de los arrianos. Esto explicaría la actitud de Genadio hacia su bautismo. Avito tomó una idea opuesta, ya sea para conciliar al rey, que en ese tiempo dio esperanzas de su conversión, o por motivos de política general. Los bonosianos comenzaron a ser absorbidos en el cuerpo arriano; hacia el fin del reinado de Gundobad, Avito tenía esperanzas de que desaparecerían completamente, si podía convencer al rey para que abandonara las promesas que les había hecho. La historia posterior muestra que esta esperanza mostró ser fallida, porque la secta no estaba confinada al territorio burgundio, por lo que no es sorprendente que se tomaran duras medidas contra los que permanecieron obstinados en su herejía bajo dominio católico. En definitiva, es seguro afirmar que los bonosianos en los territorios arrianos de los burgundios y de los godos occidentales fueron los seguidores de Bonoso de Sárdica.
Relación entre Bonoso y los bonosianos.
Isidoro de Sevilla dice expresamente que habían surgido "de un cierto obispo Bonoso" y que "la plaga de los bonosianos" no comenzó en el reino burgundio ya que Avito habla de ellos como ab infernalibus latebris excitata. El distrito en el que Bonoso de Sárdica trabajó limitaba con los territorios dominados en su tiempo por los godos occidentales, pudiendo ser estrechas las relaciones entre esa región y la de los godos occidentales del sur de la Galia, por lo que el paso de su enseñanza desde la península balcánica al reino burgundio, que entonces estaba en estrecho contacto con los godos occidentales, es perfectamente posible, pudiéndose aceptar con seguridad la declaración de Mario Mercator.
Bonoso había sido acusado supuestamente por los obispos vecinos, aunque lo que hizo no aparece claramente en la carta salvo que había afirmado que María tuvo sus hijos con José, después del nacimiento de Jesús. El caso llegó ante el sínodo en Capua, convocado por el emperador Teodosio para poner fin al cisma en Antioquía; pero el sínodo lo refirió a los obispos cuyas diócesis limitaban con las de ambas partes, especialmente los prelados macedonios. La decisión fue en favor de la suspensión, una provisión temporal ideada para la administración de la diócesis de Bonoso. Este escribió a Ambrosio para saber si estaba obligado cumplir esta sentencia y Ambrosio le aconsejó paciencia. Mientras tanto los obispos vacilaron en hacer la sentencia absoluta, lo cual hubiera sido de contentamiento para el escritor de la carta. Sin embargo, bien sea Siricio o algún otro, declaró que no le pertenecía a él "decidir como si fuera la autoridad de un sínodo"; la responsabilidad de tomar tal decisión descansaba en ellos, de modo que ni el acusado ni los acusadores pudieran eludirla. Tal consideración no se mostraba usualmente hacia los "herejes", pero pudo haber circunstancias relacionadas con el caso que no conocemos. No obstante, negar la perpetua virginidad de María era una ofensa seria desde el punto de vista de aquel tiempo. Ambrosio habla (De instit. virg., v, 35) de un obispo acusado de este "sacrilegio", significando probablemente a Bonoso. Por tanto, es evidente que en ese tiempo Bonoso no fue acusado de peores o añadidas herejías.
Condenación final de Bonoso.
Unos 20 años más tarde aparece el nombre de Bonoso en dos cartas de Inocencio I; una a Marciano de Naissus, al noroeste de Sárdica, y otra a los obispos de Iliria. A partir de ellas parece que Bonoso había sido definitivamente condenado por sus colegas obispos y que había fundado una organización eclesiástica separada propia. Para evitar el escándalo, los que habían sido ordenados por él serían, si ellos querían, recibidos de nuevo en la Iglesia como clérigos. Inocencio permitió esto sólo en el caso de los ordenados por Bonoso antes de su condenación; pero de nuevo aquí no especifica su herejía. Veinte años más tarde (431), Mario Mercator nombra a Marcelo, Fotino "y al obispo de Sárdica, Bonoso, quien fue condenado por el papa Dámaso, entre los seguidores de Ebión". No hay duda de que se trata del mismo Bonoso; en este caso, y aceptando la declaración de Mario, sabemos que Bonoso fue obispo de Sárdica y que su error había derivado, tras el año 392, al monarquianismo dinámico. No tenemos información requerida en cuanto a su destino posterior en la península balcánica. La mención en el denominado Decretum Gelasii, aunque fuera escrito por Gelasio y los anatemas pronunciados contra él por Vigilio en 552 y 553 no prueban nada sobre este punto. Si Gregorio Magno en su Epistola ad Quiricum realmente nombró a los bonosiaci con los catafrigianos como herejes que necesitaban el rebautismo porque no creían en Cristo el Señor, ello no es una fuerte evidencia para la continuada existencia del grupo y no dice nada de su localización.
Bonosianos en España y Galia meridional.
El caso es diferente con las repetidas menciones de Bonosiaci o Bonosiani por los escritores de España y Galia meridional. Genadio cita al obispo español Audencio (finales del siglo cuarto) que escribió especialmente contra ellos, lo que prueba al menos que Genadio los conocía; en otro lugar habla de "fotinianos, que ahora son llamados bonisianos." Poco después Avito de Vienne los menciona en dos conocidos pasajes; en uno habla de sí mismo en relación con el rey Gundobad, que estaba dispuesto a aceptar el bautismo de los bonosianos. El canon decimoséptimo del denominado segundo sínodo de Arlés (generalmente situado en 443-452) muestra la misma actitud conciliatoria; pero el tercer sínodo de Orleáns (538) dice que los bonosianos rebautizaban a sus convertidos, lo que puede tomarse como muestra de que su bautismo no era reconocido por sus opositores. Hacia el mismo tiempo, según Isidoro de Sevilla, Justiniano de Valencia escribió contra ellos en su perdido Liber responsionum contra Bonosianos, qui Christum adoptivum filium et non proprium dicunt. Para la Galia la última referencia la da el sínodo de Clichy en 626 o 627, mostrando su gradual extinción allí, aunque en España atrajeron la atención 50 años más tarde; el sínodo de Toledo de 675, que declaró que Cristo era Hijo de Dios por naturaleza, no por adopción, iba dirigido claramente contra ellos. Por otro lado la mención de Bonoso y no de los bonosianos en la controversia adopcionista no prueba que duraran hasta el siglo octavo en España ni que la idea medieval del adopcionismo fuera una vivificación digna de ser considerada de la herejía de Bonoso. Hacia finales del siglo séptimo habían desaparecido.
Simpatía entre bonosianos y arrianos.
Que esas menciones a los bonosianos desde los siglos quinto al séptimo no son meramente la supervivencia de un antiguo término de oprobio, sino que realmente existieron en España y el sur de la Galia en ese período ha sido justamente aceptado. Además están confirmadas por un pasaje de Avito, cuya verdadera lectura (Bonosiacorum por bonorum) ha quedado establecida. Escribiendo a Segismundo, el convertido hijo del rey arriano Gundobad, menciona el dato de que éste había prometido formalmente edificar una comunidad bonosiana en su reino, mediante el establecimiento de un obispo de su fe y que este grupo se reclutó de los arrianos. Esto explicaría la actitud de Genadio hacia su bautismo. Avito tomó una idea opuesta, ya sea para conciliar al rey, que en ese tiempo dio esperanzas de su conversión, o por motivos de política general. Los bonosianos comenzaron a ser absorbidos en el cuerpo arriano; hacia el fin del reinado de Gundobad, Avito tenía esperanzas de que desaparecerían completamente, si podía convencer al rey para que abandonara las promesas que les había hecho. La historia posterior muestra que esta esperanza mostró ser fallida, porque la secta no estaba confinada al territorio burgundio, por lo que no es sorprendente que se tomaran duras medidas contra los que permanecieron obstinados en su herejía bajo dominio católico. En definitiva, es seguro afirmar que los bonosianos en los territorios arrianos de los burgundios y de los godos occidentales fueron los seguidores de Bonoso de Sárdica.
Relación entre Bonoso y los bonosianos.
Isidoro de Sevilla dice expresamente que habían surgido "de un cierto obispo Bonoso" y que "la plaga de los bonosianos" no comenzó en el reino burgundio ya que Avito habla de ellos como ab infernalibus latebris excitata. El distrito en el que Bonoso de Sárdica trabajó limitaba con los territorios dominados en su tiempo por los godos occidentales, pudiendo ser estrechas las relaciones entre esa región y la de los godos occidentales del sur de la Galia, por lo que el paso de su enseñanza desde la península balcánica al reino burgundio, que entonces estaba en estrecho contacto con los godos occidentales, es perfectamente posible, pudiéndose aceptar con seguridad la declaración de Mario Mercator.
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