Tommaso Campanella
(Bautizado GIOVANNI DOMENICO)
Filósofo dominico y escritor nacido e, 5 de septiembre en Stilo, Calabria, y muerto en París el 21 de mayo de 1639. A los trece años ya escribía con facilidad en prosa y en verso. Antes de cumplir los quince entró en los dominicos, atraído por la fama de Alberto Magno y de Tomás de Aquino. Le gustaba la investigación filosófica. Fue enviado a distintos monasterios a escuchar a los mejores maestros. Su primera obra "Philosophia sensibus demonstrata" (Nápoles, 1590) la escribió en defensa del filosofo naturalista Bernardino Telesio.
A continuación fue enviado a Roma y a la universidad de Padua, desde octubre de 1592 hasta finales del 1594. De temperamento ardiente y al capcioso, no se privó de utilizar expresiones ofensivas tanto para las nuevas como para las antiguas escuelas, especialmente contra la autoridad de Aristóteles. Fue llamado ante el Santo oficio a Roma donde estuvo detenido hasta 1597. Algunos relatos dicen que se le acusó de magia y su huida a de haber huido a Florencia, Venencia, Padua y Bolonia y desde allí nuevo a Nápoles y Stilo. Continúo enseñando y manteniendo el favor de ciertos círculos. Por fin fue capturado en septiembre de 1599 como cabecilla de una conspiración contra el poder español. El juicio tuvo lugar en Nápoles y se vieron implicados muchos personajes laicos y eclesiásticos. Se le acusó de diversas herejías y de haber intentado fundar una comuna comunista. Aunque se le había acusado ante un tribunal eclesiástico, también fue maltratado y torturado por la el tribunal político. El 8 de enero de 1603 fue condenado a prisión perpetua. Entre los muchos que intentaban conseguir su libertad, estaba el papa Paulo V. Mientras tanto, el Virrey, Girón, que solía visitar a Campanella en la cárcel para pedirle consejos en asuntos de Estado, se vio envuelto en dificultades. En sus intentos por exculparse, acusó a Campanella, que fue sometido de nuevo a muchas indignidades. Por fin fue excarcelado de la prisión napolitana el 15 de mayo de 1626, gracias a la intervención del papa Urbano VIII que recurrió directamente a Felipe II de España. Este hecho fue celebrado por Gabriel Naude en su "Panegyricus" (Paris, 1644). Fue llevado a Roma y retenido durante algún tiempo por el Santo oficio y el seis de abril de 1629 recobró la libertad plena. En 1634 uno de los seguidores de Campanella participó en una conspiración calabresa, creando nuevos problemas Ayudado por el Cardenal Barberini y por el embajador francés De Noailles, Campanella huyó a Francia disfrazado fraile de franciscano. Luis XIII y Richelieu le recibieron gustosamente, concediéndole el cardenal una generosa pensión. Pasó el resto de sus días, disfrutando del favor papal, en el convento dominico de St-Honore de Paris.
Sobre su vida y carácter hay versiones contradictorias. Los papas Clemente VII, Paulo V y Urbano VIII tenían buena opinión de él. El cardenal Pallavicini decía de él que era un “hombre que había leído todas las cosas y que las recordaba todas y era de carácter fuerte e indomable”. Juan de Lugo, más tarde cardenal, le consideraba por encima de toda sospecha en cuestiones de fe. Teófilo Raynaud le consideraba un hereje. Vincent Baron, O.P., que le conocía bien, hizo un cuidadoso Eulogio como hábil en matemáticas, astrología, medicina y otras ciencias, más famoso quizás de lo que merecía ser, pero aún así, hombre de extraordinarios dones. John Addington Symonds, que tradujo un libro de sonetos suyos (Sonetos de Michael Angelo Buonarotti y Tommaso Campanella, Londres 1878), se refiere a él como “Titán audaz de los tiempos modernos, poseedor de un intelecto combativo, poeta y militante filósofo, que se puso en pie en solitario en la guerra contra Aristóteles en las ciencias, contra Maquiavelo en las ciencias del Estado y contra Petrarca en el arte”. Su nunquam tacebo (nunca me callaré) está patente en cada hecho y manifestación de su extraña carrera.
La obra de Campanella es crítica y compleja más que constructiva y original. Muestra un conocimiento casi enciclopédico de todas las ciencias de su tiempo. Su doctrina no forma un sistema pero manifiesta una adaptación sincrética de ciertos principios fundamentales de Santo Tomás y de S. Alberto Magno, modificados por opiniones originales y mezclados con ideas, a veces extrañas y raras, tomadas de Pitágoras, Platón, Aristóteles, Zenón, Empédocles, los místicos cristianos y las escuelas de pensamiento árabes y judías. Intentó reconstruir la filosofía escolástica, pero le faltaba profundidad y su juicio estaba con frecuencia obscurecido por una imaginación descontrolada. Sus escritos, de amplias perspectivas, rozan la desproporción de un genio indisciplinado. Dentro de la tendencia a la disputa y a la innovación del Renacimiento, Campanella se sentía tentado por las seudo ciencias populares como la astrología. Como Bruno, se mantuvo fiel a su orden y a la Iglesia.
En su teoría teológico-cosmológica, el ser, tanto divinos como creado, está investido con tres propiedades primordiales: poder, sabiduría y amor. El No-ser está caracterizado por la impotencia, oscuridad y odio o aversión metafísica. En Dios, que es ser puro, simple e infinito, las tres propiedades del ser existen y subsisten en la más simple unidad con la absoluta exclusión del no-ser y sus atributos.
Las criaturas participan de la sabiduría, poder y amor de Dios; pero como resultado de la nada, su existencia es una mezcla de ser y no-ser. Lo divino impreso sobre, inmanente y compartido por las criaturas finitas es el principio de la razón suficiente y la medida de su relativa perfección y de su desarrollo en el tiempo y en el espacio. El universo está vivificado y gobernado por un alma universal de sentido e inteligencia. El mundo es como una estatua viviente de Dios. El sol y la luna son sus partes principales y la fuente común de vida animal y movimiento y de la sensación que también se encuentra en todas las cosas materiales, en la luz, aire, metales y madera. Campanella demostró, antes que Descartes, al que superaba en erudición, lo absurdo del escepticismo y emprendió la tarea de establecer con argumento psicológico-ontológicos el argumento de la existencia de Dios, contra el ateismo.
En el campo de las ciencias naturales Campanela precedió a Bacon al insistir en la observación directa y el estudio experimental de la naturaleza. Es digno de notar que mientras Bacon rechazaba la teoría astronómica de Galileo, Campanella la defendía y escribió una brillante defensa de su autor. En su tratado "De Monarchia Hispanica" ["Un discurso sobre la monarquía hispánica), Campanella muestra, entre ideas extrañas y erróneas, un conocimiento práctico considerable del gobierno civil. Para extender el poder español en Europa aconsejaba utilizar el matrimonio con otras nacionalidades, pedía la apertura de escuelas de astronomía, matemáticas, mecánica etc. y la inmediata inauguración de escuelas navales para el desarrollo de l0os recursos del Nuevo Mundo y favorecer los intereses de sus habitantes. En general defendía la honestidad y justicia naturales y el amor universal de Dios y del hombre en lugar de los principios utilitaristas y egoístas de Maquiavelo
"Civitas Solis" (Ciudad del sol), es la más famosa de sus obras, debido a su carácter político. Probablemente Campanella tenía la intención de que fuera una ficción filosófica, como la República de Platón, esencialmente por su planteamiento comunista y la defensa de que los bienes, la educación, las mujeres y el trabajo y todo lo necesario en común es difícil que represente la verdadera mentalidad de un autor que, después de todo, era fiel al menos al espíritu del cristianismo y que se resistió vehementemente a la tendencia racionalista de sus contemporáneos.
Varias listas, algunas proporcionadas por el mismo Campanela, demuestran que fue el autor de al menos 88 obras. Las más importantes son: "Prodromus Philosophiae instaurandae" (Frankfort, 1617); "Philosophiae rationalis partes quinque" (Paris, 1638); "Realis philosophiae epilogisticae partes quatour" (contiene la "Civitas Solis", Frankfort, 1623); "Medicinalium juxta propria principia libri VII" (Lyon, 1635); "Astrologicorum libri VI" (Lyon, 1629); "Apologia pro Galileo mathematico" (Frankfort, 1622); "Atheismus triumphatus" (Roma 1631); "De praedestinatione, electione, reprobatione et auxiliis divinae gratiae, cento thomisticus" (Paris, 1636
Muchos son los manuscritos conservados en los archivos de los dominicos en Roma sin publicarse
Volz, John (1908).
Transcrito por Gerald M. Knight.
Traducido por Pedro Royo
(Bautizado GIOVANNI DOMENICO)
Filósofo dominico y escritor nacido e, 5 de septiembre en Stilo, Calabria, y muerto en París el 21 de mayo de 1639. A los trece años ya escribía con facilidad en prosa y en verso. Antes de cumplir los quince entró en los dominicos, atraído por la fama de Alberto Magno y de Tomás de Aquino. Le gustaba la investigación filosófica. Fue enviado a distintos monasterios a escuchar a los mejores maestros. Su primera obra "Philosophia sensibus demonstrata" (Nápoles, 1590) la escribió en defensa del filosofo naturalista Bernardino Telesio.
A continuación fue enviado a Roma y a la universidad de Padua, desde octubre de 1592 hasta finales del 1594. De temperamento ardiente y al capcioso, no se privó de utilizar expresiones ofensivas tanto para las nuevas como para las antiguas escuelas, especialmente contra la autoridad de Aristóteles. Fue llamado ante el Santo oficio a Roma donde estuvo detenido hasta 1597. Algunos relatos dicen que se le acusó de magia y su huida a de haber huido a Florencia, Venencia, Padua y Bolonia y desde allí nuevo a Nápoles y Stilo. Continúo enseñando y manteniendo el favor de ciertos círculos. Por fin fue capturado en septiembre de 1599 como cabecilla de una conspiración contra el poder español. El juicio tuvo lugar en Nápoles y se vieron implicados muchos personajes laicos y eclesiásticos. Se le acusó de diversas herejías y de haber intentado fundar una comuna comunista. Aunque se le había acusado ante un tribunal eclesiástico, también fue maltratado y torturado por la el tribunal político. El 8 de enero de 1603 fue condenado a prisión perpetua. Entre los muchos que intentaban conseguir su libertad, estaba el papa Paulo V. Mientras tanto, el Virrey, Girón, que solía visitar a Campanella en la cárcel para pedirle consejos en asuntos de Estado, se vio envuelto en dificultades. En sus intentos por exculparse, acusó a Campanella, que fue sometido de nuevo a muchas indignidades. Por fin fue excarcelado de la prisión napolitana el 15 de mayo de 1626, gracias a la intervención del papa Urbano VIII que recurrió directamente a Felipe II de España. Este hecho fue celebrado por Gabriel Naude en su "Panegyricus" (Paris, 1644). Fue llevado a Roma y retenido durante algún tiempo por el Santo oficio y el seis de abril de 1629 recobró la libertad plena. En 1634 uno de los seguidores de Campanella participó en una conspiración calabresa, creando nuevos problemas Ayudado por el Cardenal Barberini y por el embajador francés De Noailles, Campanella huyó a Francia disfrazado fraile de franciscano. Luis XIII y Richelieu le recibieron gustosamente, concediéndole el cardenal una generosa pensión. Pasó el resto de sus días, disfrutando del favor papal, en el convento dominico de St-Honore de Paris.
Sobre su vida y carácter hay versiones contradictorias. Los papas Clemente VII, Paulo V y Urbano VIII tenían buena opinión de él. El cardenal Pallavicini decía de él que era un “hombre que había leído todas las cosas y que las recordaba todas y era de carácter fuerte e indomable”. Juan de Lugo, más tarde cardenal, le consideraba por encima de toda sospecha en cuestiones de fe. Teófilo Raynaud le consideraba un hereje. Vincent Baron, O.P., que le conocía bien, hizo un cuidadoso Eulogio como hábil en matemáticas, astrología, medicina y otras ciencias, más famoso quizás de lo que merecía ser, pero aún así, hombre de extraordinarios dones. John Addington Symonds, que tradujo un libro de sonetos suyos (Sonetos de Michael Angelo Buonarotti y Tommaso Campanella, Londres 1878), se refiere a él como “Titán audaz de los tiempos modernos, poseedor de un intelecto combativo, poeta y militante filósofo, que se puso en pie en solitario en la guerra contra Aristóteles en las ciencias, contra Maquiavelo en las ciencias del Estado y contra Petrarca en el arte”. Su nunquam tacebo (nunca me callaré) está patente en cada hecho y manifestación de su extraña carrera.
La obra de Campanella es crítica y compleja más que constructiva y original. Muestra un conocimiento casi enciclopédico de todas las ciencias de su tiempo. Su doctrina no forma un sistema pero manifiesta una adaptación sincrética de ciertos principios fundamentales de Santo Tomás y de S. Alberto Magno, modificados por opiniones originales y mezclados con ideas, a veces extrañas y raras, tomadas de Pitágoras, Platón, Aristóteles, Zenón, Empédocles, los místicos cristianos y las escuelas de pensamiento árabes y judías. Intentó reconstruir la filosofía escolástica, pero le faltaba profundidad y su juicio estaba con frecuencia obscurecido por una imaginación descontrolada. Sus escritos, de amplias perspectivas, rozan la desproporción de un genio indisciplinado. Dentro de la tendencia a la disputa y a la innovación del Renacimiento, Campanella se sentía tentado por las seudo ciencias populares como la astrología. Como Bruno, se mantuvo fiel a su orden y a la Iglesia.
En su teoría teológico-cosmológica, el ser, tanto divinos como creado, está investido con tres propiedades primordiales: poder, sabiduría y amor. El No-ser está caracterizado por la impotencia, oscuridad y odio o aversión metafísica. En Dios, que es ser puro, simple e infinito, las tres propiedades del ser existen y subsisten en la más simple unidad con la absoluta exclusión del no-ser y sus atributos.
Las criaturas participan de la sabiduría, poder y amor de Dios; pero como resultado de la nada, su existencia es una mezcla de ser y no-ser. Lo divino impreso sobre, inmanente y compartido por las criaturas finitas es el principio de la razón suficiente y la medida de su relativa perfección y de su desarrollo en el tiempo y en el espacio. El universo está vivificado y gobernado por un alma universal de sentido e inteligencia. El mundo es como una estatua viviente de Dios. El sol y la luna son sus partes principales y la fuente común de vida animal y movimiento y de la sensación que también se encuentra en todas las cosas materiales, en la luz, aire, metales y madera. Campanella demostró, antes que Descartes, al que superaba en erudición, lo absurdo del escepticismo y emprendió la tarea de establecer con argumento psicológico-ontológicos el argumento de la existencia de Dios, contra el ateismo.
En el campo de las ciencias naturales Campanela precedió a Bacon al insistir en la observación directa y el estudio experimental de la naturaleza. Es digno de notar que mientras Bacon rechazaba la teoría astronómica de Galileo, Campanella la defendía y escribió una brillante defensa de su autor. En su tratado "De Monarchia Hispanica" ["Un discurso sobre la monarquía hispánica), Campanella muestra, entre ideas extrañas y erróneas, un conocimiento práctico considerable del gobierno civil. Para extender el poder español en Europa aconsejaba utilizar el matrimonio con otras nacionalidades, pedía la apertura de escuelas de astronomía, matemáticas, mecánica etc. y la inmediata inauguración de escuelas navales para el desarrollo de l0os recursos del Nuevo Mundo y favorecer los intereses de sus habitantes. En general defendía la honestidad y justicia naturales y el amor universal de Dios y del hombre en lugar de los principios utilitaristas y egoístas de Maquiavelo
"Civitas Solis" (Ciudad del sol), es la más famosa de sus obras, debido a su carácter político. Probablemente Campanella tenía la intención de que fuera una ficción filosófica, como la República de Platón, esencialmente por su planteamiento comunista y la defensa de que los bienes, la educación, las mujeres y el trabajo y todo lo necesario en común es difícil que represente la verdadera mentalidad de un autor que, después de todo, era fiel al menos al espíritu del cristianismo y que se resistió vehementemente a la tendencia racionalista de sus contemporáneos.
Varias listas, algunas proporcionadas por el mismo Campanela, demuestran que fue el autor de al menos 88 obras. Las más importantes son: "Prodromus Philosophiae instaurandae" (Frankfort, 1617); "Philosophiae rationalis partes quinque" (Paris, 1638); "Realis philosophiae epilogisticae partes quatour" (contiene la "Civitas Solis", Frankfort, 1623); "Medicinalium juxta propria principia libri VII" (Lyon, 1635); "Astrologicorum libri VI" (Lyon, 1629); "Apologia pro Galileo mathematico" (Frankfort, 1622); "Atheismus triumphatus" (Roma 1631); "De praedestinatione, electione, reprobatione et auxiliis divinae gratiae, cento thomisticus" (Paris, 1636
Muchos son los manuscritos conservados en los archivos de los dominicos en Roma sin publicarse
Volz, John (1908).
Transcrito por Gerald M. Knight.
Traducido por Pedro Royo
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