
Después de terminar sus estudios en el monasterio de San Zoilo, Eulogio continuó viviendo con su familia para cuidar de su madre y también, quizá, para estudiar con maestros de renombre, como el Abad Speraindeo, un ilustre autor de la época. Entretanto, trabó amistad con el famoso Alvarus Paulus, compañero de estudios, con quien cultivó todas las ramas de la ciencia, sagrada y profana, que estuvieron a su alcance. Su correspondencia en prosa y verso abarcó volúmenes, aunque posteriormente acordaron destruirla al considerarla demasiado exuberante y poco refinada. Alvarus se casó, pero Eulogio prefirió la carrera eclesiástica, y finalmente fue ordenado sacerdote por el Obispo Recaredo de Córdoba. Alvarus nos ha dejado un retrato de su amigo: "Devoto", nos dice, “desde su infancia por las Escrituras, creció día a día con la práctica de la la virtud; rápidamente alcanzó la perfección, superó en conocimientos a todos sus contemporáneos e incluso se convirtió en profesor de sus maestros. Con intelecto maduro, aunque en un cuerpo de niño, superó a todos en sabiduría más de lo que ellos le sobrepasaban en años. Claro en la exposición, clarus vultu, honrado y honorable, brilló por su elocuencia, y aún más por sus obras. ¿Qué libros escaparon de su avidez lectora? ¿Qué obras de escritores católicos, herejes y gentiles, principalmente filósofos? Poetas, historiadores, extraños escritos, toda clase de libros, especialmente los himnos sagrados, en cuya composición él mismo era un maestro, los leyó y asimiló. Su humildad no era lo menos destacable e incluso se rendía fácilmente al juicio de otros menos formados que él". Esta humildad brilló particularmente en dos ocasiones. En su juventud decidió peregrinar a pie a Roma pero, a pesar de que su gran fervor y devoción al sepulcro del Príncipe de los Apóstoles (una prueba evidente de la unión de la Iglesia Mozárabe con la Santa Sede), tuvo que abandonar el proyecto, atendiendo al prudente consejo de sus amigos. En otra ocasión, durante la persecución Sarracena de 850, después de haber leído un pasaje de las obras de San Epifanio, decidió dejar de oficiar misa para defender mejor la causa de los mártires; sin embargo, a petición de su obispo, Saulo de Córdoba, dejo de lado sus escrúpulos. Sus exultantes escritos son la prueba de que Álvaro no exageraba y dan cuenta de qué fue lo más importante de 848 a 859 en la España cristiana, tanto dentro como fuera de los dominios musulmanes, especialmente de las vidas de los mártires que sufrieron durante la persecución de sarracena, quorumpara ipse magna fuit. Fue elegido Arzobispo de Toledo poco antes de ser decapitado (11 de marzo de 859). Dejó un valiosa información sobre la doctrina ortodoxa que defendió, de la cultura intelectual que propagó y del encarcelamiento y de los sufrimientos que soportó; en una palabra, sus escritos nos muestran que siguió al pie de la letra la exhortación de San Pablo: Imitatores mei estote sicut et ego Christi. Está enterrado en la catedral de Oviedo.
Bibliografía: Hist. Ec.ca de España (1855), II, 124-26; FLOREZ, España Sagrada, X, 336-471; GAMS, Kirchengesch. Spaniens (1874), II, 229-38; MIGNE, P. L., CXV,704-966; SIMONET, Historia de los Mozárabes de España in Memorias de la Real Academia de la Historia, XIII, 357, 480 (Madrid, 1903); BAUDISSIN, Eulogius und Alvar (Leipzig, 1872); EBERT, Gesch. der lat. Litt. des Mittelalters (Leipzig, 1880), II, 300-05; BOURRET, Schola Cordubæ Christiana (Paris, 1858), 35-58.
Fuente: Fita y Colomé, Fidel. "St. Eulogius of Cordova." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05604a.htm>.
Traducido por Francisco M. Moreno del Valle
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