Es una Instrucción
Pastoral de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española
publicada el 20-2-1986. Es el segundo de los tres documentos que la Iglesia
Española publica en los años 1985-86; está precedido por "Testigos del Dios
vivo" (28-6-1985) y seguido por "Los Católicos y la vida pública" (20-11-1986).
El tratamiento del
tema de la paz y de la guerra lo hacen los obispos españoles siguiendo las
orientaciones de P.T. de Juan XXIII y G.S. del Concilio Vaticano II. En todo
momento se tiene muy presente la situación de la sociedad española, iluminan la
realidad desde el significado profundo de la paz mesiánica, y dan orientaciones
para ir avanzando hacia la utopía de una sociedad sin violencia y sin guerras.
La toma de postura
de los obispos españoles supone un avance de la visión del Vaticano II; la
explicación de este cambio está en los pasos que se han dado: ha decrecido la
tensión de la guerra fría y se han firmado tratados de desarme entre las grandes
potencias.
El documento parte
de una afirmación fundamental: la guerra está en contra de la naturaleza
racional y social del ser humano y no respeta los derechos humanos
fundamentales.
Capítulos de que
consta C.P.Z. La introducción y el capítulo 1° sitúa el tema de la paz
gravemente amenazada, y el sentido de la intervención pastoral de los obispos:
analizar la situación y ayudar a desarrollar los fundamentos de la paz en lo que
son actitudes, criterios y actuaciones. El capítulo 2° presenta una síntesis
bíblica y católica sobre la paz para poder examinar en el capítulo 3° los
problemas que se plantean sobre la guerra y la defensa. El capítulo 4° se centra
en el análisis de los problemas de la sociedad desde los criterios de la fe y la
moral cristiana. El capítulo 5° aborda las cuestiones sobre la defensa y la paz
en tanto que formamos parte de Europa. El último capítulo está dedicado a las
aportaciones de los católicos a la paz en los ámbitos nacional, europeo y
mundial.
Contenidos de la
instrucción C.P.Z.
- El objetivo
último es el desarme total; mientras no se consiga se admite una "disuasión
equilibrada". Esta expresión es engañosa, pues la disuasión se fundamenta en la
superioridad y no en el equilibrio que se dice.
- La guerra de
agresión es moralmente inadmisible, así como el uso de armas atómicas,
bacteriológicas y químicas.
- La carrera de
armamentos supone mucho gasto, que no se puede dedicar a los países más
necesitados, y lleva a conflictos para dar salida a las armas producidas.
- No se puede
admitir desde el punto de vista ético la producción y venta de armas sin
control. Además hay que destruir las armas nucleares, biológicas y químicas y
prohibir su fabricación. Esto mismo se puede decir de algunas armas
convencionales que son muy mortíferas.
- Se valora
positivamente la objeción de conciencia y se invita a los objetores a presentar
los verdaderos motivos y a no oponerse a la legítima defensa.
- El terrorismo
siempre es condenable, y esta postura no admite paliativos en las causas que
tratan de justificarlo. Supone una amenaza al conjunto de la sociedad, elimina
vidas arbitrariamente y es fruto de ideologías totalitarias. La lucha contra el
terrorismo debe ejercerla el Estado empleando los medios legales.
- Las dificultades
que hay que superar para conseguir un clima social de verdadera paz son: los
radicalismos, la falta de diálogo entre los grupos sociales, el cerrar las
heridas de la guerra civil por el perdón y el olvido, tratar de combatir el paro
y la falta de formación, rechazar totalmente el terrorismo, una mayor
cooperación entre las autonomías, y la actitud de no violencia como la mejor
estrategia para la paz.
- Los estados
nacionales y la comunidad internacional deben cuidar mucho más la justicia
social y la solidaridad entre pobres y ricos, si verdaderamente buscan la paz.
- En tanto no
llegue la situación de paz total una autoridad internacional es el mejor garante
de la solución pacífica de los conflictos que se puedan producir entre las
naciones.
Principales
aportaciones de C.P.Z. La convicción que recorre el documento es la firme
esperanza de que la paz entre todos los pueblos llegará a ser algún día una
realidad. La paz es presentada como don de Dios y tarea humana. La iluminación
cristiana puede ayudar de forma eficaz en el enfoque de muchos problemas
concretos.
El documento aborda
y toma postura clara en los principales temas relacionados con la guerra y la
paz: la moralidad de la guerra, la carrera de armamentos, las armas no
convencionales, la objeción de conciencia, el terrorismo y las actitudes para ir
superando las dificultades y construyendo un mundo más reconciliado.
Desde el Concilio
Vaticano II la postura del Magisterio es clara: la condena de la guerra como el
mayor mal que ha padecido y padece la humanidad; sólo se puede admitir la guerra
como legítima defensa y con determinadas condiciones que la regulen; no se
pueden admitir las armas nucleares, bacteriológicas y químicas. Asimismo, la
producción y venta de armas debe estar lo más regulada posible en tanto no se
llegue a una situación en que sea posible el desarme total.
Jesús
Sastre
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