domingo, 8 de julio de 2012

JASÓN (Hijo del Sumo Sacerdote Simón II).

Y hermano del sumo sacerdote Onías III; se hacía llamar Jasón para demostrar su gusto por el helenismo.

En el 175 a.C., tras el acceso al trono de Antíoco IV Epifanes, obtiene de éste, a cambio de una suma importante cargada en la cuenta del tesoro del Templo, suplantar a su hermano Onías para convertirse a su vez en sumo sacerdote. Durante los tres años de su pontificado se ocupó en la helenización de su pueblo, favoreciendo la adopción de las costumbres griegas a despecho de la tradición mosaica: reclama la abolición del edicto de Antíoco III que autorizaba a los judíos a vivir según su Ley y compra al rey Seléucida el derecho de fundar en la misma Jerusalén una sociedad de "antioquenos", vivero de defensores de Zeus. "Al pie de la Acrópolis", es decir en la inmediata proximidad del Templo, habilita un gimnasio y una efebía, institución típica por la que debían pasar todos los jóvenes para obtener los derechos de ciudadanos, y que debía convertir a la Ciudad Santa en una ciudad griega. El entusiasmo de los jerosolimitanos por estas novedades es tal que los propios sacerdotes descuidan entonces el servicio al Templo (2M 4,7-15). Se ve también al "infame Jasón" enviar delegados a las fiestas panhelénicas de Tiro, portadores de una ofrenda destinada por él al sacrificio pagano inaugural en honor de Heracles (2M 4,18-20).

Tal impiedad no queda impune: en el 172, este renegado es, a su vez, suplantado por Menelao quien, por otra parte, no vale más que él y actúa como él mismo lo había hecho. Enviado a Antíoco por Jasón, Menelao obtiene el cargo de sumo sacerdote proponiendo buenamente al rey una suma superior a la que había ofrecido su predecesor. Jasón tuvo que huir a Amanítide (2M 4,23-26). Volverá en el 168, con unos mil hombres: envalentonado por un falso rumor que da a Antíoco IV por muerto, se dirige a Jerusalén, entra en ella y mata a un gran número de sus conciudadanos, sin lograr expulsar a Menelao de la Acrópolis donde éste se había atrincherado.

De vuelta a Amanítide después de este fracaso, fue perseguido por el rey nabateo Aretas I y tuvo que buscar refugio en Egipto, después en Esparta donde esperaba encontrar una buena acogida en razón de la leyenda, acreditada en aquella época, que daba a los judíos y a los espartanos "un origen común (2M 5,5-8; cf. 1M 12,21)". Pero murió allí miserablemente, "en tierra extraña", y fue dejado sin sepultura (2M 5,9-10).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.