miércoles, 16 de enero de 2013

LOS BARUYA.

Las sociedades preliterarias son muy variadas y en ellas la religión cumple una serie de funciones diversas. De entre los testimonios que han ido consolidando la etnografía y la antropología, el caso de los baruya de Paptia-Nueva Guinea es un ejemplo que demuestra que la ideología grupal está claramente sesgada hacia la dominación masculina y el sometimiento femenino.
La mujer. si bien tenía un papel destacado en la horticultura y la porcinocultura quedaba rebajada comparativamente con la valoración que se daba a los grandes hombres como guerreros, chamanes, cazadores de casuarios (animal parecido al avestruz) o productores de sal, a cuyo nivel de realizaciones y prestigio jamás podía llegar ni SiqUr la más hábil de las mujeres. Solamente el estatus de chamana estaba abierto a la mujer. mientras los otros tres eran exclusivamente masculinos.
Muy interesante en la ideología baruya es el papel del cazador de casuarios, anima! a que independientemente de su sexo biológico se consideraba como encamación ce la feminidad en estado salvaje y esencialmente peligrosa.
Para el casuario no se podían emplear las técnicas habituales de caza, como el arco, había que conseguir matarlo sin efusión de sangre y por medio de trampas. El método de caza se decidía después de ingerir hongos alucinógenos y un sueño premonitorio revelaba al cazador el momento en el que se había producido la muerte del causario, cuya  carne era tabù para las mujeres y cuyas plumas servían entre otras finalidades para el tocado de los chamanes. La caza del casuario materializaba el poder del hombre extraordinario frente a la perversa feminidad.
El chamanismo baruya, por su parte, está abierto a hombres y mujeres, y miembros de ambos sexos pueden demostrar sus capacidades para vencer a enfermedad, la muerte, para proteger el grupo e incluso algunas mujeres pueden poseer un poder chamanico superior al de la mayoría de los chamanes hombres. Pero están imposibilitadas para realizar dos actividades fundamentales: una es llevar a cabo la guerra espiritual contra los enemigos, demostración del poder de los más grandes chamanes, y la otra es el descubrimiento de una chamana y su iniciación, que dura mucho menos tiempo que la de los chamanes y que solamente pueden dirigir los hombres.
De este modo, aun respetando la innegable capacidad de gestión de lo sobrenatural de las mujeres, los baruya consiguen someterlas por medio de la presión religiosa a la par que por otros medios menos sutiles.

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