martes, 8 de enero de 2013

RITOS FUNERARIOS EN LA ANTIGUA ROMA.



Cultura de fuertes creencias y costumbres, la romana se tomaba muy en serio los ritos fúnebres, que contaban con varias fases y mucha pompa

En la Antigua Roma los ritos funerarios fueron evolucionando con el tiempo. Siempre hubo una preocupación por los muertos, a quienes veneraban y temían. Los romanos siempre realizaron ritos fúnebres con más pompa y ostentación que los griegos. Respecto a las prácticas, hubo gran variedad durante la historia del gran pueblo romano.
Por ejemplo: hasta el siglo II d.C. predomina la práctica de la cremación, pero a partir de ese momento toma fuerza la inhumación. Y es que antes de los cristianos dominaba la mitología romana. Según las creencias, incinerando al difunto el alma conseguía llegar más rápido a su destino. Después, con la aparición del cristianismo, vuelve con fuerza la idea de la inhumación (sobre todo a partir del siglo IV en el que comienza la producción de ricos y ornamentados sarcófagos).

Diferenciación de clases hasta en la muerte
En la Roma clásica, incluso en la muerte se diferenciaba a los ricos de los pobres. Prueba de ello es que los ricos eran incinerados durante el día, y los pobres y niños eran inhumados de noche, no cremados, porque la cremación era mucho más cara.

A los cadáveres se les hacía varios ritos. El primero, llamado conclamatio, consistía en pronunciar el nombre del muerto. A su vez, se le cerraban los ojos (este acto normalmente lo realizaba el hijo), mientras las mujeres exteriorizaban su dolor con todo tipo de lamentaciones. Después, sobre todo a los fallecidos de buena posición, se les lavaba con agua caliente, se les amortajaba y se les depositaba en el atrio de la casa, convenientemente decorado con ornamentación floral, con los pies mirando a la puerta. Los esclavos abanicaban al muerto y evitaban que les diera el sol, mientras las mujeres realizaban sus lamentos.

El cadáver se vestía según la posición social del difunto en vida. Si no era una persona relevante, se le ponía una toga normal. Si había sido censor, se le colocaba la toga purpúrea y si había sido cónsul se le ponía la toga praetexta. Si había sido un triunfador, se le vestía con la toga picta. Durante la exposición del cadáver se sacaba una muestra de su rostro en cera a modo de máscara, el cerae.

El funeral también variaba según la posición social del muerto. Si había fallecido alguien de notoriedad se realizaba un funus indictivum: se pregonaba que había un funeral para que se congregase todo el mundo. El funus plebeum era el funeral de las personas pobres, con el mínimo ceremonial para dar sepultura digna y pagado por la collegia, una asociación que se dedicaba a ello, como una especie de seguro de deceso moderno. En honor de la muerte de personajes importantes se realizaban los Juegos Fúnebres, que fueron el origen de los juegos de los gladiadores.

El velatorio y las honras fúnebres
El velatorio podía durar varios días, después se realizaban las exequias. La comitiva fúnebre acompañaba al difunto, algunos tocaban música y otros portaban las ceraes de los antepasados del muerto. La pompa era muy ostentosa.

Desfilaban por las calles principales e incluso paraban en el foro para que un allegado pronunciara unas palabras en honor del difunto (laudatio). Después se enterraba o incineraba al finado. Si era incinerado, la pira se apagaba con vino. Se recogían las cenizas y se depositaban en una urna que a su vez se metía en una tumba.

De la Roma Clásica se conservan bellos sarcófagos con inscripciones. Con frecuencia en sus grabados se podía ver en imágenes la vida de la persona. También era frecuente encontrar temas mitológicos. Los sarcófagos también definían la posición social del difunto y de su familia. A los nueve días del sepelio los deudos celebraban el banquete en honor al difunto, conocido como novendalia.

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