Sede nominal en la alta Albania, famosa metrópolis y capital del
reino medieval de Bulgaria; actualmente Achrida se encuentra junto al
lago de Ochrida, antiguamente Lacus Lychnitis, cuyas aguas azules y
extremadamente transparentes en la antigüedad dieron al lago su nombre
griego.
La ciudad era conocida en la antigüedad por el nombre de Lychnidus y así se llamaba ocasionalmente en la Edad Media. En las luchas de los pueblos ilirios contra Roma, sirvió a aquellos de puesto fronterizo y fue más tarde uno de los puntos principales de la gran calzada romana conocida como Vía Egnaciana. Su primer obispo conocido fue Zósimo (c. 344).
En el siglo VI fue destruida por un terremoto (Procop., Hist. Arcana, xv), pero fue reconstruida por Justiniano (527-565), que había nacido en los alrededores, y la llamó Justiniana Prima, es decir, la más importante de las varias ciudades nuevas que llevaban su nombre. Duchesne, no obstante, dice que este honor pertenece a Scupi (Uskub), otra ciudad fronteriza de Iliria (Les églises séparées, París, 1856, 240). En la nueva ciudad se estableció la capital de la prefectura o departamento de Iliria y, por razones de conveniencia política, también se estableció allí la capital eclesiástica de las partes ilíricas o surdanubianas del Imperio (Hungría meridional, Bosnia, Servia, Transilvania, Rumania).
Justiniano fue incapaz de obtener inmediatamente una aprobación satisfactoria para este paso por parte del Papa Agapito o del Papa Silverio. El decreto del Emperador, además de ser una usurpación de la autoridad eclesiástica, iba en detrimento de los antiguos derechos de Tesalónica como representante de la Sede Apostólica de las regiones ilíricas. Sin embargo, la nueva diócesis reclamó –y obtuvo de hecho– el privilegio de autocefalia (o independencia), y, en el curso de su larga y accidentada historia, retuvo –o se esforzó por retener– este rasgo.
El Papa Virgilio, presionado por Justiniano, reconoció el ejercicio de derechos patriarcales por el metropolitano de Justiniana Prima dentro de los extensos límites de su territorio civil, pero Gregorio Magno le trató como a los demás obispos ilirios sujetos a la Sede Apostólica (Duchesne, op. cit., 233-237). Las incursiones de los ávaros y los eslavos en el siglo VII ocasionaron la ruina de este antiguo centro ilírico de religión y civilización, y durante dos siglos su carácter metropolitano estuvo en suspenso. Pero después de la conversión de los nuevos señores búlgaros de Iliria (864), la sede recuperó su anterior predominio, esta vez con el nombre de Achrida (Ácrida o Achris).
Aunque fueron misioneros griegos los primeros en predicar la fe cristiana en esta región, el primer arzobispo fue enviado por Roma. Así pues, fueron los búlgaros quienes sacaron sus primeros instrucción y concilio oficiales en materia de fe y disciplina cristianas, una muestra de lo cual puede verse en Responsa ad Consulta Bulgarorum de Nicolás I (858-867), uno de los documentos canónicos medievales más influyentes (Mansi, xv, 401; Hefele, Concilieng., iv, 346 sq.).
No obstante, el rey (zar) búlgaro Bogaris fue pronto conquistado por la influencia griega. En su octavo Concilio General, celebrado en Constantinopla (869), Bulgaria fue incorporada al patriarcado bizantino y los misioneros latinos fueron expulsados en 870.A partir de entonces, la presidencia de Achrida corresponde a los metropolitanos griegos; allí se estableció la capital política del reino búlgaro y se benefició de la conquistas llevadas a cabo por sus belicosos gobernantes en el siglo X, de tal forma que llegó a ser la sede metropolitana de varias diócesis griegas situadas en los territorios recientemente conquistados de Macedonia, Tesalia y Tracia. Bulgaria resultó alcanzada por el cisma de Focio y así, desde finales del siglo IX, la diócesis de Achrida se alejó de las influencias occidental y papal. El derrumbamiento del reino búlgaro independiente a comienzos del siglo XI provocado por Basilio el Macedonio acercó Achrida a Constantinopla.
Posteriormente, Algunas de las grandes familias bizantinas (por ejemplo, los Ducas y los Comnenos) afirmaron ser descendientes de los reyes o zares de Bulgaria. En 1053 el metropolitano León de Achrida firmó junto a Miguel Cerulario la carta circular de éste a Juan de Trani (Abulia, Italia) contra la Iglesia Latina. Teofilacto de Achrida (1078) fue uno de los más famosos exégetas griegos de la Edad Media; en su correspondencia (Ep., 27) mantiene la tradicional independencia de la diócesis de Achrida. El arzobispo de Constantinopla –dice– no tiene derecho de ordenación en Bulgaria, cuyo obispo es independiente. En realidad, durante este periodo Achrida apenas estuvo en comunión con Constantinopla o Roma. Sin embargo, sus sentimientos hacia esta última no eran amistosos, ya que en el siglo XIV encontramos al metropolitano Antimo de Achrida escribiendo contra la doctrina de la emanación del Espíritu Santo desde el Padre y el Hijo (ver TRINIDAD).
No obstante, en los siglos XIV y XV aparecieron en Achrida misioneros latinos, en su mayoría monjes franciscanos, para los cuales la preservación de la obediencia a Roma en estas regiones es ampliamente obligatoria (ver ALBANIA). Los obispos latinos de Achrida en el siglo XVII son probablemente, como los de nuestra propia época, obispos nominales. Durante la Edad Moderna, la independencia eclesiástica de Achrida parece permitir una cierta influencia de la Iglesia Católica Romana en Bulgaria; así, Arsenio, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, la abolió definitivamente en 1767 mediante un decreto del sultán Mustafá. En el culmen de su autoridad, Achrida podía contar diez diócesis metropolitanas y seis episcopales sometidas a su autoridad.
Traducido por Ignacio Menéndez
La ciudad era conocida en la antigüedad por el nombre de Lychnidus y así se llamaba ocasionalmente en la Edad Media. En las luchas de los pueblos ilirios contra Roma, sirvió a aquellos de puesto fronterizo y fue más tarde uno de los puntos principales de la gran calzada romana conocida como Vía Egnaciana. Su primer obispo conocido fue Zósimo (c. 344).
En el siglo VI fue destruida por un terremoto (Procop., Hist. Arcana, xv), pero fue reconstruida por Justiniano (527-565), que había nacido en los alrededores, y la llamó Justiniana Prima, es decir, la más importante de las varias ciudades nuevas que llevaban su nombre. Duchesne, no obstante, dice que este honor pertenece a Scupi (Uskub), otra ciudad fronteriza de Iliria (Les églises séparées, París, 1856, 240). En la nueva ciudad se estableció la capital de la prefectura o departamento de Iliria y, por razones de conveniencia política, también se estableció allí la capital eclesiástica de las partes ilíricas o surdanubianas del Imperio (Hungría meridional, Bosnia, Servia, Transilvania, Rumania).
Justiniano fue incapaz de obtener inmediatamente una aprobación satisfactoria para este paso por parte del Papa Agapito o del Papa Silverio. El decreto del Emperador, además de ser una usurpación de la autoridad eclesiástica, iba en detrimento de los antiguos derechos de Tesalónica como representante de la Sede Apostólica de las regiones ilíricas. Sin embargo, la nueva diócesis reclamó –y obtuvo de hecho– el privilegio de autocefalia (o independencia), y, en el curso de su larga y accidentada historia, retuvo –o se esforzó por retener– este rasgo.
El Papa Virgilio, presionado por Justiniano, reconoció el ejercicio de derechos patriarcales por el metropolitano de Justiniana Prima dentro de los extensos límites de su territorio civil, pero Gregorio Magno le trató como a los demás obispos ilirios sujetos a la Sede Apostólica (Duchesne, op. cit., 233-237). Las incursiones de los ávaros y los eslavos en el siglo VII ocasionaron la ruina de este antiguo centro ilírico de religión y civilización, y durante dos siglos su carácter metropolitano estuvo en suspenso. Pero después de la conversión de los nuevos señores búlgaros de Iliria (864), la sede recuperó su anterior predominio, esta vez con el nombre de Achrida (Ácrida o Achris).
Aunque fueron misioneros griegos los primeros en predicar la fe cristiana en esta región, el primer arzobispo fue enviado por Roma. Así pues, fueron los búlgaros quienes sacaron sus primeros instrucción y concilio oficiales en materia de fe y disciplina cristianas, una muestra de lo cual puede verse en Responsa ad Consulta Bulgarorum de Nicolás I (858-867), uno de los documentos canónicos medievales más influyentes (Mansi, xv, 401; Hefele, Concilieng., iv, 346 sq.).
No obstante, el rey (zar) búlgaro Bogaris fue pronto conquistado por la influencia griega. En su octavo Concilio General, celebrado en Constantinopla (869), Bulgaria fue incorporada al patriarcado bizantino y los misioneros latinos fueron expulsados en 870.A partir de entonces, la presidencia de Achrida corresponde a los metropolitanos griegos; allí se estableció la capital política del reino búlgaro y se benefició de la conquistas llevadas a cabo por sus belicosos gobernantes en el siglo X, de tal forma que llegó a ser la sede metropolitana de varias diócesis griegas situadas en los territorios recientemente conquistados de Macedonia, Tesalia y Tracia. Bulgaria resultó alcanzada por el cisma de Focio y así, desde finales del siglo IX, la diócesis de Achrida se alejó de las influencias occidental y papal. El derrumbamiento del reino búlgaro independiente a comienzos del siglo XI provocado por Basilio el Macedonio acercó Achrida a Constantinopla.
Posteriormente, Algunas de las grandes familias bizantinas (por ejemplo, los Ducas y los Comnenos) afirmaron ser descendientes de los reyes o zares de Bulgaria. En 1053 el metropolitano León de Achrida firmó junto a Miguel Cerulario la carta circular de éste a Juan de Trani (Abulia, Italia) contra la Iglesia Latina. Teofilacto de Achrida (1078) fue uno de los más famosos exégetas griegos de la Edad Media; en su correspondencia (Ep., 27) mantiene la tradicional independencia de la diócesis de Achrida. El arzobispo de Constantinopla –dice– no tiene derecho de ordenación en Bulgaria, cuyo obispo es independiente. En realidad, durante este periodo Achrida apenas estuvo en comunión con Constantinopla o Roma. Sin embargo, sus sentimientos hacia esta última no eran amistosos, ya que en el siglo XIV encontramos al metropolitano Antimo de Achrida escribiendo contra la doctrina de la emanación del Espíritu Santo desde el Padre y el Hijo (ver TRINIDAD).
No obstante, en los siglos XIV y XV aparecieron en Achrida misioneros latinos, en su mayoría monjes franciscanos, para los cuales la preservación de la obediencia a Roma en estas regiones es ampliamente obligatoria (ver ALBANIA). Los obispos latinos de Achrida en el siglo XVII son probablemente, como los de nuestra propia época, obispos nominales. Durante la Edad Moderna, la independencia eclesiástica de Achrida parece permitir una cierta influencia de la Iglesia Católica Romana en Bulgaria; así, Arsenio, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, la abolió definitivamente en 1767 mediante un decreto del sultán Mustafá. En el culmen de su autoridad, Achrida podía contar diez diócesis metropolitanas y seis episcopales sometidas a su autoridad.
Traducido por Ignacio Menéndez
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