martes, 2 de julio de 2013

Adalberto I

(O ALBERTO).
Arzobispo de Maguncia (Mayence) de 1111 a 1137. Perteneció a la familia de los Condes de Saarbrücken, y durante el reinado de Enrique IV y Enrique V en Alemania ocupó el cargo de canciller imperial, desempeñando sus obligaciones hábil y enérgicamente. En 1110, encabezó una embajada enviada a Roma, a preparar la coronación de Enrique V como emperador (coronado rey el 6 de enero de 1099); y tuvo mucho que ver en la realización del Tratado de Sutri, en el cual se tomó ventaja del carácter del Papa Pascual II, anteriormente Abad de Cluny, quien era un hombre santo, pero no un diplomático. Surgió un desacuerdo respecto al tratado, y Enrique sometió al Papa a un cruel encarcelamiento de dos meses. Por temor al cisma, el Papa finalmente le concedió a Enrique el privilegio de conferir el anillo y el báculo a los obispos, con tal de que fueran electos por consentimiento papal, y poco después coronó a Enrique en la Basílica de San Pedro, en Roma. (1111).
Enrique, de acuerdo a lo pactado, nombro a Adalberto, Arzobispo de Maguncia, en recompensa por su participación en la vergonzosa intriga contra el Supremo Pontífice. Desde el día en que, electo como arzobispo, recibió la insignia de su oficio, Adalberto se convirtió en un hombre diferente. No podemos decir si este maravilloso cambio se debió a la realización de sus sagrados deberes o al despertar a la sacrílega injusticia de la conducta de Enrique en Roma. De todos modos el ex-canciller, poco antes ciegamente celoso por el Emperador en lo correcto o equivocado, se convirtió en adelante en un bravo y leal defensor de la Iglesia y del Papa. En 1112 Enrique V fue excomulgado, y Adalberto audazmente promulgó la sentencia; con lo cual el encolerizado emperador lo arrojó a una oscura mazmorra. Después que un cruel encarcelamiento de tres años lo había reducido a un puro esqueleto, la gente de Maguncia, se levantó en masa y forzó a Enrique a ponerlo en libertad. La consagración episcopal, postergada por su confinamiento, fue entonces recibida de manos de Otto, Obispo de Bamberg (1115).
Más tarde, cuando, bajo el Papa Calixto II, Adalberto fue nombrado legado, Enrique aprovechó un pretexto para atacar Maguncia, tras lo cual Adalberto levantó en armas a los príncipes de Sajonia. Los dos ejércitos se encontraron, pero el arbitraje evitó la batalla. Como consecuencia, finalmente se realizó el Concilio de Worms (1122), el cual puso fin a la larga lucha del Conflicto de las Investiduras. En 1125 Enrique V estaba en su lecho de muerte, y como no tenía sucesión masculina, envió la insignia imperial a su esposa Matilde, hija de Enrique I de Inglaterra. El político Adalberto, siempre alerta para prevenir cualquier peligro de un cisma, indujo a Matilde a devolver la insignia, y convocó una asamblea de príncipes, quienes escogieron como sucesor de Enrique a Lotario II el Sajón, más tarde coronado emperador en Roma por el Papa Inocencio II (1133). Así el Imperio pasó de la casa de Franconia a la de Sajonia, que por largo tiempo había probado ser fiel a la causa de Roma. Adalberto murió en 1137, habiendo expiado su injusticia inicial con largos años de fiel y eficiente servicio en todo lo concerniente a los intereses de la verdad y del bienestar de la Iglesia.

Bibliografía: ROHRBACHER, Hist. de l'église, XV; WILL, in Kirchenlex., 1, 194. IDEM, Regesten zür Gesch. der Mainzer Erzb. (Innsbruck, 1877), I; HUPERZ, De Adelberto Archiep. Mogunt. (Münster, 1855).
Fuente: A'Becket, John Joseph. "Adalbert I." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01127a.htm>.
Traducido por Francisco Vázquez. L H M.

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