sábado, 6 de julio de 2013

OBISPOS PEREGRINOS.

                            Los apóstoles de Cristo eran peregrinos que iban de una ciudad a otra para predicar sus doctrinas. En el cristianismo primitivo era corfriente que hubiese obispos sin residencia en ninguna provincia concreta. Pero cuando se institucionalizó la Iglesia Católica, las provincias cristianas se organizaron en diócesis y los obispos desarraigados, si eran ortodoxos, pasaron a ser excepción (es el caso de los obispos in partibus infidelium). Los obispos peregrinos, o podríamos decir errantes, eran más probablemente los seguidores de laguna herejía como el montanismo o el arrianismo, expulsados de sus sedes por la jerarquía oficial. En la Edad Media fueron doctores peregrinos quienes extendieron los movimientos heterodoxos del tipo de los petrobruscianos, los cátaros y los valdenses. El método tuvo tanto éxito que la Iglesia se vio obligada a crear su propia orden de predicadores ambulantes, la de los dominicos.

                           Aparte los heréticos y las órdenes de predicadores, en la época medieval podía uno tropezarse por los caminos con otros dignatarios religiosos, como un obispo expulsado por mala conducta, o rechazado por su congregación y en busca de otra diócesis que quisiera aceptarlo. Según la doctrina agustianana acerca del sacramento, un obispo debidamente ordenado no dejaba de serlo por ninguna de estas circunstancias, y lo que es más, retenía la facultad de ordenar otros obispos con tal de que las intenciones de oficiante y candidato fuesen puras. Dicha doctrina sigue aceptándose mayoritariamente hoy día.

                          La doctrina de Agustín crea una posibilidad interesante: los obispos peregrinos podían crear otros, y éstos a su vez otros, hasta producir un número creciente de obispos válidamente consagrados pero no necesariamente ortodoxos. Que es exactamente lo que ha venido ocurriendo durante los dos últimos siglos. En Europa y Norteamérica aparecieron obispos renegados, algunos de los cuales habían recibido sus consagraciones de grupos de tan dudosa ortodoxia como los veterocatólicos y las iglesias indias descendientes de los cristianos del Malabar. Algunos de estos hombres han ofrecido consagraciones válidas a cambio de dinero... proceso que les ha conducido a llevar una vida financieramente desahogada.

                         Muchos obispos peregrinos actuales retrotraen su legitimidad a uno de los tres que actuaron a finales del s. XIX y principios del XX, Jules Ferrette, Jospeh Villatte y Arnold Matthew. Docenas de Iglesias "apostólicas" independientes, desde la Ortodoxa Cétlica hasta la Diócesis Vicariato de Niagara Falls, provienen de sucesiones establecidas por aquellos obispos irregulares.

                         Aunque muchos obispos errantes van a lo suyo con discrección, e incluso con cierto secretismo, los ha habido muy notorios. Un caso muy sonado, por si sirve de ejemplo, fue el de monseñor Mar Joannes (por otro nombre Harold Nicholson, ex jefe de servicio del hotel St. James de Londres), fallecido en 1968. Durante sus días de gloria, Mar Joannes vivió fastuosamente y viajó a lo grande por muchos países a los que rendía "visitas de estado" de carácter casi oficial. Todo esto se financiaba mediante donaciones (estimadas en unas 100.000 libras esterlinas al año) de protectores ricos que solían ser damas maduras a las que encantaba con su verbo. En 1956 restableció el Imperio Romano coronanado emperador a un joven (Su Majestad Imperial Marziano II); a cambio el nuevo soberano concedió muchos títulos honoríficos al obispo.

                       Además de las Iglesias derivadas de los tres peregrinos citados, hay otras organizaciones que afirman represntar líneas de legítima sucesión apostólica pero siempre se han movido fuera de la Iglesia católica romana. Tal vez los más curiosos de estos grupos son los que se hallan principalmente en Francia y California, cuyos jerarcas dicen tener una consagración transmitida hace siglos sin interrupción arrancando de María Magdalena. Algunos de estos obispos magdalanienses aseguran también que poseen las enseñanzas secretas que Cristo transmitió a María, y que frecuentemente reflejan alguna variante de gnosticismo.

Un congreso de "obispos peregrinos". En la imagen se aprecian las diversas procedencias.


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