CONFESOR
Según las investigaciones más recientes, fue un santo oriental cuya
veneración fue transplantada del Imperio bizantino a Roma, por lo cual
se extendió rápidamente por toda la Cristiandad occidental. De la misma
forma que con su nombre y su veneración, su leyenda llegó a ser conocida
en Roma y Occidente a través de versiones y recensiones latinas basadas
en la forma corriente en el Imperio bizantino. Este proceso resultó
facilitado por el hecho de que, de acuerdo con la primitiva leyenda
siriaca del santo, el “Hombre de Dios” de Edesa (identificado con San
Alejo) era natural de Roma. La leyenda griega, que es anterior al siglo
IX y es la base de todas las versiones posteriores, hace de Alejo el
hijo de un romano destacado llamado Eufemiano. La noche de su boda
abandonó en secreto la casa de su padre y viajó a Edesa, en el Oriente
sirio, donde, durante diecisiete años, llevó una vida de piedad
ascética. Al aumentar la fama de su santidad, dejó Edesa y volvió a
Roma, donde, durante diecisiete años, moró como un mendigo bajo las
escaleras del palacio de su padre, sin que su padre o su mujer lo
supieran. Tras su muerte, fijada en el año 417, se encontró un documento
en su cuerpo, en el que revelaba su identidad. En el acto fue honrado
como santo y la casa de su padre se convirtió en una iglesia colocada
bajo el patronato de San Alejo. La leyenda, en esta forma extendida, se
encuentra por primera vez en un himno (canon) del himnógrafo griego
Josefo (muerto en 883). También se encuentra en un biografía siria de
Alejo, escrita no más tarde del siglo IX, y que presupone la existencia
de una vida griega del santo. Esta última, a su vez, se basa en una
leyenda siriaca anterior (mencionada más arriba), redactada en Edesa
entre 450 y 475. Aunque en este ultimo documento no se menciona el
nombre de Alejo, es manifiestamente el mismo “Hombre de Dios” del cual
esta leyenda siriaca más antigua narra que vivió en Edesa durante el
episcopado del obispo Rábula (412-435) como un pordiosero, y que pedía
limosnas a la puerta de la iglesia. Después de reservarse apenas lo
suficiente para sus necesidades vitales, entregaba el resto de las
limosnas a los pobres. Murió en el hospital y fue enterrado en la fosa
común de los pobres. Sin embargo, antes de su muerte reveló a unos de
los criados de la iglesia que era el único hijo de distinguidos padres
romanos. Tras la muerte del santo, el criado se lo contó al Obispo. Acto
seguido, la tumba fue abierta, pero en su interior solo se encontraron
sus andrajos de mendigo. Es difícil determinar que parte de este relato
se basa en la tradición histórica. Quizá la única base para la historia
sea el hecho de que un cierto asceta piadoso de Edesa vivió como un
mendigo y fue luego veneradazo como un santo. Aparte de esta primitiva
leyenda siriaca, el autor griego de la biografía posterior de San Alejo,
que fue escrita –como indicamos más arriba– antes del siglo IX, tenía
probablemente en mente también los acontecimientos relatados en la vida
de San Juan Calibata, un joven patricio romano, con relación al cual se
cuenta una historia similar. En Occidente no encontramos rastro del
nombre Alejo en ningún martirologio o cualquier otro libro litúrgico
anterior al final del siglo X; parece que fue totalmente desconocido.
Aparece por primera vez en conexión con San Bonifacio como santo titular
de una iglesia en el Aventino, en Roma. En el lugar que actualmente
ocupa la iglesia de San Alejo había antaño una diaconía, esto es, un
establecimiento dedicado al socorro de los pobres de la Iglesia romana.
Unida a ella había una iglesia que en el siglo VIII ya tenía algunos
años de vida y estaba dedicada a San Bonifacio. En 972 el papa Benedicto
VII transfirió la casi abandona iglesia al metropolitano griego
exiliado Sergio de Damasco. Éste erigió junto a la iglesia un monasterio
para monjes griegos y latinos, que pronto se hizo famoso por la austera
vida de los hermanos. Al nombre de San Bonifacio se añadió el San Alejo
como santo titular de la iglesia y el monasterio. Es evidente que
fueron Sergio y sus monjes quienes trajeron a Roma la veneración de San
Alejo. El santo oriental, natural de Roma según la leyenda, enseguida se
hizo muy popular entre el pueblo romano. Entre los frescos realizados
hacia finales del siglo XI en la basílica romana de San Clemente (ahora
iglesia baja de San Clemente) hay representaciones muy interesantes de
hechos de la vida de San Alejo. Su festividad se celebra el 17 de julio
en Occidente y el 17 de marzo en Oriente. La iglesia de San Alejo y San
Bonifacio en el Aventino ha sido remozada en época moderna, pero aún se
conservan varios monumentos medievales. Entre ellos el visitante puede
contemplar los supuestos restos de la escalera de la casa de Eufemiano
bajo los cuales se dice que vivió Alejo.
Acta SS., July, IV, 238 sqq.; Analecta Bollandiana, XIX, 241 sqq. (1900); DUCHESNE, Les legendes chretiennes de l"Aventin; Notes sur la topographie de Rome au moyen-age, N. VII, in Melanges d'archeol. et d'hist., X, 234 sqq. (1890); AMIAND, La legende Syriaque de S. Alexis, l'Homme de Dieu (Paris, 1899); KONRAD VON WURZBURG, Das Leben des hl. Alexius (Berlin, 1898); MASSMANN, St. Alexius Leben (Quedlinburg and Leipzig, 1843); NERINIUS, De templo et coenobio Sanctorum Bonifatii et Alexii (Rome, 1752); BUTLER, Lives, 17 July.
J.P. KIRSCH Transcrito por Laura Ouellette Traducción al español por Ignacio Menéndez
Acta SS., July, IV, 238 sqq.; Analecta Bollandiana, XIX, 241 sqq. (1900); DUCHESNE, Les legendes chretiennes de l"Aventin; Notes sur la topographie de Rome au moyen-age, N. VII, in Melanges d'archeol. et d'hist., X, 234 sqq. (1890); AMIAND, La legende Syriaque de S. Alexis, l'Homme de Dieu (Paris, 1899); KONRAD VON WURZBURG, Das Leben des hl. Alexius (Berlin, 1898); MASSMANN, St. Alexius Leben (Quedlinburg and Leipzig, 1843); NERINIUS, De templo et coenobio Sanctorum Bonifatii et Alexii (Rome, 1752); BUTLER, Lives, 17 July.
J.P. KIRSCH Transcrito por Laura Ouellette Traducción al español por Ignacio Menéndez
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