sábado, 20 de julio de 2013

San Alexio.

CONFESOR Según las investigaciones más recientes, fue un santo oriental cuya veneración fue transplantada del Imperio bizantino a Roma, por lo cual se extendió rápidamente por toda la Cristiandad occidental. De la misma forma que con su nombre y su veneración, su leyenda llegó a ser conocida en Roma y Occidente a través de versiones y recensiones latinas basadas en la forma corriente en el Imperio bizantino. Este proceso resultó facilitado por el hecho de que, de acuerdo con la primitiva leyenda siriaca del santo, el “Hombre de Dios” de Edesa (identificado con San Alejo) era natural de Roma. La leyenda griega, que es anterior al siglo IX y es la base de todas las versiones posteriores, hace de Alejo el hijo de un romano destacado llamado Eufemiano. La noche de su boda abandonó en secreto la casa de su padre y viajó a Edesa, en el Oriente sirio, donde, durante diecisiete años, llevó una vida de piedad ascética. Al aumentar la fama de su santidad, dejó Edesa y volvió a Roma, donde, durante diecisiete años, moró como un mendigo bajo las escaleras del palacio de su padre, sin que su padre o su mujer lo supieran. Tras su muerte, fijada en el año 417, se encontró un documento en su cuerpo, en el que revelaba su identidad. En el acto fue honrado como santo y la casa de su padre se convirtió en una iglesia colocada bajo el patronato de San Alejo. La leyenda, en esta forma extendida, se encuentra por primera vez en un himno (canon) del himnógrafo griego Josefo (muerto en 883). También se encuentra en un biografía siria de Alejo, escrita no más tarde del siglo IX, y que presupone la existencia de una vida griega del santo. Esta última, a su vez, se basa en una leyenda siriaca anterior (mencionada más arriba), redactada en Edesa entre 450 y 475. Aunque en este ultimo documento no se menciona el nombre de Alejo, es manifiestamente el mismo “Hombre de Dios” del cual esta leyenda siriaca más antigua narra que vivió en Edesa durante el episcopado del obispo Rábula (412-435) como un pordiosero, y que pedía limosnas a la puerta de la iglesia. Después de reservarse apenas lo suficiente para sus necesidades vitales, entregaba el resto de las limosnas a los pobres. Murió en el hospital y fue enterrado en la fosa común de los pobres. Sin embargo, antes de su muerte reveló a unos de los criados de la iglesia que era el único hijo de distinguidos padres romanos. Tras la muerte del santo, el criado se lo contó al Obispo. Acto seguido, la tumba fue abierta, pero en su interior solo se encontraron sus andrajos de mendigo. Es difícil determinar que parte de este relato se basa en la tradición histórica. Quizá la única base para la historia sea el hecho de que un cierto asceta piadoso de Edesa vivió como un mendigo y fue luego veneradazo como un santo. Aparte de esta primitiva leyenda siriaca, el autor griego de la biografía posterior de San Alejo, que fue escrita –como indicamos más arriba– antes del siglo IX, tenía probablemente en mente también los acontecimientos relatados en la vida de San Juan Calibata, un joven patricio romano, con relación al cual se cuenta una historia similar. En Occidente no encontramos rastro del nombre Alejo en ningún martirologio o cualquier otro libro litúrgico anterior al final del siglo X; parece que fue totalmente desconocido. Aparece por primera vez en conexión con San Bonifacio como santo titular de una iglesia en el Aventino, en Roma. En el lugar que actualmente ocupa la iglesia de San Alejo había antaño una diaconía, esto es, un establecimiento dedicado al socorro de los pobres de la Iglesia romana. Unida a ella había una iglesia que en el siglo VIII ya tenía algunos años de vida y estaba dedicada a San Bonifacio. En 972 el papa Benedicto VII transfirió la casi abandona iglesia al metropolitano griego exiliado Sergio de Damasco. Éste erigió junto a la iglesia un monasterio para monjes griegos y latinos, que pronto se hizo famoso por la austera vida de los hermanos. Al nombre de San Bonifacio se añadió el San Alejo como santo titular de la iglesia y el monasterio. Es evidente que fueron Sergio y sus monjes quienes trajeron a Roma la veneración de San Alejo. El santo oriental, natural de Roma según la leyenda, enseguida se hizo muy popular entre el pueblo romano. Entre los frescos realizados hacia finales del siglo XI en la basílica romana de San Clemente (ahora iglesia baja de San Clemente) hay representaciones muy interesantes de hechos de la vida de San Alejo. Su festividad se celebra el 17 de julio en Occidente y el 17 de marzo en Oriente. La iglesia de San Alejo y San Bonifacio en el Aventino ha sido remozada en época moderna, pero aún se conservan varios monumentos medievales. Entre ellos el visitante puede contemplar los supuestos restos de la escalera de la casa de Eufemiano bajo los cuales se dice que vivió Alejo.
Acta SS., July, IV, 238 sqq.; Analecta Bollandiana, XIX, 241 sqq. (1900); DUCHESNE, Les legendes chretiennes de l"Aventin; Notes sur la topographie de Rome au moyen-age, N. VII, in Melanges d'archeol. et d'hist., X, 234 sqq. (1890); AMIAND, La legende Syriaque de S. Alexis, l'Homme de Dieu (Paris, 1899); KONRAD VON WURZBURG, Das Leben des hl. Alexius (Berlin, 1898); MASSMANN, St. Alexius Leben (Quedlinburg and Leipzig, 1843); NERINIUS, De templo et coenobio Sanctorum Bonifatii et Alexii (Rome, 1752); BUTLER, Lives, 17 July.
J.P. KIRSCH Transcrito por Laura Ouellette Traducción al español por Ignacio Menéndez

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