Una
de las mártires vírgenes más veneradas de la Cristiandad antigua, murió
por su resuelta profesión de fe en Catania, Sicilia. Aunque es incierto
bajo qué persecución tuvo lugar, podemos aceptar la evidencia de su
legendaria vida, basados en la tradición antigua, que su martirio
ocurrió durante la persecución de Decio (250-253).
La certeza histórica se fundamenta meramente en el hecho de su
martirio y la veneración pública que le rinde la Iglesia desde tiempos
primitivos. En el llamado Martyrologium Hieronymianum (ed. De Rossi and
Duchesne, en Acta SS., Nov. II, 17) y la antigua Martyrologium
Carthaginiense que data desde el siglo quinto o sexto (Ruinart, Acta
Sincera, Ratisbon, 1859, 634), el nombre de Santa Agata es recordado el 5
de Febrero. En el siglo sexto Venantius Fortunatus la menciona en su
poema sobre la virginidad como una de las vírgenes y mártires Cristianas
celebradas (Carm., VIII, 4, De Virginitate: Illic Euphemia pariter
quoque plaudit Agathe Et Justina simul consociante Thecla. etc.). Entre
los poemas del Papa Dámaso publicados por Merenda y otros hay un himno a
Santa Agata (P.L., XIII, 403 sqq.; Ihm, Damasi Epigrammata, 75,
Leipzig, 1895). Sin embargo, este poema no es el trabajo de Dámaso sino
producto de un autor anónimo de un período posterior y fue evidentemente
hecho para la celebración litúrgica de la Santa. Su contenido es sacado
de la leyenda de Santa Agata, y el poema está marcado por una rima
final. Por una carta del Papa Gelasio (492-496) a cierto obispo llamado
Víctor (Thiel. Epist. Roman. Pont., 495) sabemos de una basílica de
Santa Agata en fundo Caclano, e.g., en el territorio del mismo nombre.
Las cartas de Gregorio I mencionan a Santa Agata en Roma, en la Subura,
con quien estaba relacionada una diacona o diocanato (q.v) (Epp., IV,
19; P.L., LXXVII, 688). Ya existía en el siglo quinto porque en la
última mitad de ese siglo, Rieimer la enriqueció con un mosaico. Esta
misma iglesia fué dada a los Góticos Arianos por Rieimer y fué
restaurada para veneración católica por el papa Gregorio I (590-604).
Aunque el martirio de Santa Agata está por ende autentificado y su
veneración como santa tiene incluso una antiguedad mas allá de su lugar
de origen, aún no poseemos información confiable en relación a los
detalles de su gloriosa muerte. Es cierto que tenemos las Actas de su
martirio en dos versiones, la Latina y la Griega, la última derivada de
la primera (Acta SS., I, Feb., 595 sqq.). Sin embargo, ninguna de estas
versiones revisadas pueden clamar credibilidad histórica y ninguna dá
evidencia interna necesaria que la información que contiene descansa,
incluso en sus detalles mas importantes, en genuina tradición. Si hay un
grano de verdad histórica en la narrativa, no ha sido ni aún posible
escudriñar desde los últimos embellecimientos. En su forma actual, los
Actos Latinos no son más antiguos que del siglo sexto. De acuerdo a
ellos, Agata, hija de una distinguida familia y notable por la belleza
de su persona, fué perseguida por el Senador Quintianus confeso de amor.
Como sus propuestas amorosas fueron resueltamente rechazadas por la pía
vírgen Cristiana, el se preocupó de acusarla de ser una mujer malvada,
cuyas artes seductoras, sin embargo, fueron frustradas por la
juramentada firmeza en la fe Cristiana.
Quintianus entonces, la subyugó a varias crueles torturas. Parecía especialmente inhumano al ordenar que sus pechos fueran cortados, un detalle que fué adornado por la iconografía cristiana medieval como una peculiar característica de Agata. Pero, la santa virgen fué consolada por la visión de San Pedro quien milagrosamente, la sanó. Eventualmente, ella sucumbió a las repetidas crueldades practicadas en ella. Tal como se dijo, aquellos detalles al parecer como están basados en las Actas, no reclaman credibilidad histórica. Allard también caracteriza las Actas como el trabajo de un autor posterior que estaba mas preocupado con escribir una narrativa edificativa, llena de milagros que en transmitir tradiciones históricas. Ambos, Catania y Palermo reclaman el honor de ser el lugar de nacimiento de Agata. Su fiesta se celebra el 5 de Febrero; su oficio en el Breviario romano está sacado en parte de los Actos Latinos. Catania honra a Santa Agata como su santa patrona y en toda la región alrededor del Monte Etna ella es invocada contra las erupciones del volcán como en otros lados, contra el fuego y los rayos. En algunos lugares el pan y el agua son bendecidos durante la Misa en su fiesta después de la consagración y es llamado el pan de Agata.
Acta SS., loc. cit.; JOAN DE GROSSIS, Agatha Catanensis sive de natali patria S. Agathae, dissert. histor. (Paris, 1886), II, 301 sqq.; Hymnus de S. Agatha, in IHM, Damasi epigrammata (Leipzig, 1895), 75 sqq.; BUTLER, Lives, 5 Feb.
J.P. KIRSCH Transcrito por Michael T. Barrett Traducido por Carolina Eyzaguirre Arroyo.
Grabados: Colaboración de Gianluca Lo Cicero, Coleccionista de impresos y estampas antiguas.
Quintianus entonces, la subyugó a varias crueles torturas. Parecía especialmente inhumano al ordenar que sus pechos fueran cortados, un detalle que fué adornado por la iconografía cristiana medieval como una peculiar característica de Agata. Pero, la santa virgen fué consolada por la visión de San Pedro quien milagrosamente, la sanó. Eventualmente, ella sucumbió a las repetidas crueldades practicadas en ella. Tal como se dijo, aquellos detalles al parecer como están basados en las Actas, no reclaman credibilidad histórica. Allard también caracteriza las Actas como el trabajo de un autor posterior que estaba mas preocupado con escribir una narrativa edificativa, llena de milagros que en transmitir tradiciones históricas. Ambos, Catania y Palermo reclaman el honor de ser el lugar de nacimiento de Agata. Su fiesta se celebra el 5 de Febrero; su oficio en el Breviario romano está sacado en parte de los Actos Latinos. Catania honra a Santa Agata como su santa patrona y en toda la región alrededor del Monte Etna ella es invocada contra las erupciones del volcán como en otros lados, contra el fuego y los rayos. En algunos lugares el pan y el agua son bendecidos durante la Misa en su fiesta después de la consagración y es llamado el pan de Agata.
Acta SS., loc. cit.; JOAN DE GROSSIS, Agatha Catanensis sive de natali patria S. Agathae, dissert. histor. (Paris, 1886), II, 301 sqq.; Hymnus de S. Agatha, in IHM, Damasi epigrammata (Leipzig, 1895), 75 sqq.; BUTLER, Lives, 5 Feb.
J.P. KIRSCH Transcrito por Michael T. Barrett Traducido por Carolina Eyzaguirre Arroyo.
Grabados: Colaboración de Gianluca Lo Cicero, Coleccionista de impresos y estampas antiguas.
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