Concepción de origen oriental recuperada por las cosmologías platónica, estoica y neoplatónica, y que es concebida como la causa integradora y organizadora del mundo, que permite que éste sea un todo ordenado o Cosmos (i`F:@H). Se concibe como un principio espiritual a imagen de la concepción según la cual también el cuerpo humano está dotado de un principio espiritual y vital o alma, ya que en dichas concepciones se considera que solamente un alma puede ser un principio de movimiento y de orden. Justamente por la misma analogía entre la relación cuerpo-alma en el hombre y la relación alma del mundo-cosmos en la naturaleza, esta noción (en griego, :,(V80 RLP², megále psykhé) va estrechamente ligada a la concepción que encuentra una interrelación entre el macrocosmos y el microcosmos, y se corresponde con una visión del mundo de tipo organicista.
Platón, en el Timeo (34b) sustenta la existencia de un «alma del mundo», que es principio de todo movimiento y, en particular, del de las esferas celestes, formada por el demiurgo. Por otra parte, en las Leyes (896 y ss.), la considera principio del pensamiento, y al hombre como poseedor de una parte del alma del mundo (ver la cosmología platónica y ver texto ).
Los estoicos, también consideraban al cosmos como un inmenso organismo dotado de un alma o pneuma universal o logos
(8`(@H), que posee los gérmenes de todo cuanto existe, o razones seminales
(8`(@4 FB,D:"J4P@\), y también afirmaron que el pneuma
(B<,ý:")
del hombre no es más que una parte de este logos cósmico que marca
inexorablemente el destino, y con el que se reúne de nuevo con la
muerte.
Plotino,
y con él los neoplatónicos, afirma que el alma del mundo es la segunda
emanación del Uno y procede del
Entendimiento (primera emanación), que también procede del Uno. De esta
manera, el Alma del mundo está entre el Entendimiento y las cosas
inferiores materiales a las que impone orden. A su vez, nuevamente
sostiene la tesis de que el hombre es como un ejemplo concreto del Alma
universal o Psykhé.
En la Edad Media, algunos pensadores escolásticos(Abelardo o Teodorico
de Chartres, por ejemplo) identificaron el alma del mundo con el
Espíritu Santo (al que designaban con el término
B<,ý:"). También Nicolás de Cusa (1401-64) aceptó la expresión de Platón, pero para él, el «alma del mundo» es Dios mismo.
En el Renacimiento también se
retomó la tesis del alma del mundo, que fue defendida, entre otros por
Giordano Bruno, que, según un modelo organicista, concibe el universo
como un animal inmenso e infinito, regido por una fuerza motriz
infinita: el alma del mundo. Pero rechaza el emanatismo neoplatónico y
sostiene tesis de tipo panteísta. También los otros defensores de una
concepción organicista y mágica (Agripa, Paracelso, Campanella, Cardano,
Francastoro y otros) aceptaron su existencia, y la consideraban como la
expresión de la «gran simpatía universal» existente entre las diversas
cosas del
mundo.
En
la época moderna, Schelling volvió a utilizar esta noción (Sobre el
alma del mundo, 1798) como indicador de la continuidad entre el mundo
inorgánico y el mundo orgánico en un gran todo concebido como organismo
viviente. En su última época, también Scheler utiliza este término.
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