SUMARIO:
I.
Revaloración actual
II.
Para una historia de! "Angelus Domini':
1. Origen y desarrollo:
a) Instancias bíblicas y cultuales,
b) El Angelus de la tarde,
c) El Angelus de la mañana,
d) El Angelus del mediodía;
2. La fórmula actual
1. Origen y desarrollo:
a) Instancias bíblicas y cultuales,
b) El Angelus de la tarde,
c) El Angelus de la mañana,
d) El Angelus del mediodía;
2. La fórmula actual
III.
Contenidos teológicos y espirituales:
1. Contenidos teológicos:
a) La hija de Sión,
b) El don del Espíritu,
c) La encarnación del Verbo,
d) El misterio pascual;
2. Contenidos espirituales
1. Contenidos teológicos:
a) La hija de Sión,
b) El don del Espíritu,
c) La encarnación del Verbo,
d) El misterio pascual;
2. Contenidos espirituales
IV.
Conclusión.
I.
Revaloración actual
El
Angelus Domini es una oración tradicional, ya clásica, que podemos
enumerar, junto con el -> rosario, entre los ejercicios piadosos de veneración
a la madre del Señor más difundidos en occidente. Con un ritmo casi litúrgico
-tres veces al día: mañana, mediodía, tarde- los fieles, al rezar esta oración,
conmemoran el misterio del anuncio del ángel a. María y la encarnación del
Verbo. La difusión progresiva y muy amplia del Angelus Domini debe
atribuirse probablemente a su estructura sencilla y esencial que facilita su
rezo y su memorización; en efecto, su estructura, constituida en un primer
tiempo por tres avemarías, más tarde se compuso, como se hace hoy, de tres
avemarías alternando con tres antífonas, seguidas de un versículo y de una
oración. Junto con su difusión, es oportuno constatar una revaloración
singular en nuestros días de esta oración, debida sobre todo a la sensibilidad
y a la práctica de los obispos de Roma y a la mediación relativa de los medios
de comunicación. Para la historia de la piedad mariana, podemos probablemente
hablar de una nueva era de esta oración del Angelus después de la
segunda guerra mundial, atribuyéndola en un primer tiempo a las iniciativas del
papa Pío XII, y luego a las del papa Juan XXIII, que continuaron más tarde sus
sucesores I.
Siguiendo
con una práctica de Pío XI, Pío XII favoreció la práctica del Angelus al
mediodía, rezándolo él mismo con sus visitantes y peregrinos. Además, en la
carta apostólica del 29 de junio de 1956, Dum moerenti animo 2, recordando
el documento de su predecesor Calixto III del 29 de junio de 1456, Cum his
superioribus annis 3, donde se establecía la norma de tocar todos los días
las campanas entre la hora de Nona y las Vísperas, para rezar en aquel momento
por la defensa de la cristiandad amenazada por los turcos, el papa renovaba la
invitación a los fieles de rezar al toque de las campanas por la libertad de la
iglesia. El mismo Pío XII, al inaugurar la Radio Vaticana el 11 de febrero de
1958, día del primer centenario de las apariciones de Lourdes, con el rezo del Angelus
a mediodía, volvía a proponer esta oración a los fieles 4.
Finalmente, el papa Juan XXIII, cuando empezó a impartir la bendición
apostólica los días de fiesta, decidió colocar antes de la bendición la
oración del Angeluss, uso que adoptaron luego sus sucesores, hasta el
punto de haberse convertido en pocos años en una de las citas de oración
tradicionales del obispo de Roma con los fieles romanos y los peregrinos. No ha
faltado, en estos últimos años después del Vat II, una intervención de carácter
magisterial: la exhortación apostólica Marialis cultus, de Pablo VI
(1974). En la tercera parte de este documento el papa considera expresamente,
junto con el piadoso ejercicio del Rosario, el rezo del Angelus, exhortando
vivamente a "mantener la costumbre de este rezo, donde y cuando sea
posible" (n. 41). Subraya además que por sus características esta oración
no tiene necesidad de ninguna restauración, ya que conserva "inalterado su
valor e intacta su frescura". Entre sus características se señalan sintéticamente:
"Su estructura sencilla, su carácter bíblico, el origen histórico que lo
vincula a la invocación de la incolumidad en la paz, su ritmo casi litúrgico
que santifica momentos diversos de la jornada, su apertura al misterio pascual,
por lo que, mientras conmemoramos la encarnación del Hijo de Dios, pedimos ser
conducidos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección" (n.
41); todos estos elementos de naturaleza histórica y de contenido hacen que con
su profundización se facilite la comprensión de sus valores, su significación
doctrinal y pastoral, su puesto adecuado en las prácticas de veneración a la
virgen María.
II.
Para una historia del "Angelus Domini"
La
historia de la formación del Angelus resulta asombrosa por su
complejidad. La estructura simple y armónica que conocemos actualmente es el
fruto de un proceso que ha durado largos siglos, discontinuo, diversificado en
las distintas iglesias y todavía no del todo claro en sus articulaciones. No
cabe duda de que el uso generalizado y constante de esta oración en sus
elementos relativos ha favorecido progresivamente su formulación definitiva. En
realidad, cada uno de los elementos que la componen ha tenido un origen
particular y un desarrollo peculiar. Podemos documentar lo mismo en lo que se
refiere a los tiempos relacionados con su rezo: el Angelus nace y se
difunde como oración de la puesta de sol; luego se desarrolla el uso de rezarlo
al amanecer; finalmente se propaga también al mediodía [1
Oración mariana].
1.
ORIGEN Y DESARROLLO: a) Instancias bíblicas y cultuales. La costumbre de
contemplar la página evangélica del
anuncio del ángel Gabriel a María de Nazaret (Lc 1,2638) influyó
indudablemente en las comunidades cristianas de los primeros siglos en la
comprensión y celebración del misterio de la encarnación. Dan fe de ello las
aportaciones amplias y reflexivas de los padres, tanto orientales como
occidentales 6; los evangelios apócrifos, en particular
el Protoevangelio de Santiago'; para la iconografía: el fresco primitivo
de la anunciación en las catacumbas de Priscila, de finales del s. 11, de
inspiración casi ciertamente lucana 8; en oriente, el
fresco de la anunciación de Al-Baghaúát, en donde María concibe a través
del oído 9; el mosaico del arco triunfal de Santa María
la Mayor [I ArtelIconología; t Iconos], ejecutado en el pontificado del
papa Sixto 111(432-440) e inspirado en los textos apócrifos 10:
testimonios que nos permiten comprender cómo ya en el s. v, época en que
la solemnidad del 25 de diciembre era celebración unitaria de los misterios de
la encarnación y del nacimiento, el papa san León Magno (440-461) podía decir
en una homilía de Navidad: "Cada día y cada momento, queridos hermanos,
se ofrece a la mente de los fieles que meditan en los sagrados misterios el
recuerdo del nacimiento de nuestro Señor y Salvador del seno de la Virgen
madre, de forma que el ánimo, levantándose a alabar a su Autor, tanto en el
gemido de la súplica como en la exultación de la alabanza o en la ofrenda del
sacrificio, no contempla interiormente nada con mayor frecuencia ni con mayor fe
que el misterio por el que Dios, Hijo de Dios, nacido del Padre y coeterno con
el Padre, nació al mismo tiempo del parto de una mujer... Y no sólo vuelve a
la mente, sino también en cierto modo a la vista, aquel coloquio del ángel
Gabriel con María, llena de asombro, y la concepción por obra del
Espíritu Santo, prometida de forma admirable y admirablemente acogida en la
fe" 11. En esta constante prolongación meditativa del
acontecimiento y en la celebración del misterio de la encarnación hemos de
buscar las últimas motivaciones del Angelus y su primer origen.
En
realidad, en oriente está atestiguado desde finales del s. Iv el uso de repetir
el saludo del ángel a María con una intención cultual. En la anáfora de
Santiago hermano del Señor, después de la intercesión por los vivos se
recuerda a los que nos han precedido en la fe y, antes de hacer memoria de
María, madre de Dios y siempre virgen, se la saluda tres veces: "Ave,
llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre, porque has engendrado al Salvador de nuestras
almas" 12. Encontramos este mismo saludo, esta vez expresado en
una sola ocasión, en la anáfora del evangelista san Marcos 13.
En la himnodia de san Efrén sirio (h. 306-373) y en los autores que
prosiguen su sensibilidad teológica y poética, se revive litúrgicamente el
saludo del ángel con una especial dramatización 14. Sin
embargo, el testimonio más original es la obra maestra litúrgica del himno l
Akáthistos, que desde finales del s. v o comienzos del vi hasta hoy hace
resonar en la iglesia bizantinoeslava el Ave de Gabriel, repetido
continuamente, celebrando con este pretexto laudativo a María en el misterio
del Verbo encarnado 15. En oriente, a partir del s. vi
parece difundirse grandemente la costumbre de saludar a la Virgen con las
palabras del ángel. Los fieles mismos o ciertas personas encargadas copiaban en
óstraka o en hojas separadas de papiro las partes litúrgicas reservadas
a la asamblea; de las ruinas de Dair Al-Bahari, en Tebas, cerca de la actual
Lúxor (Egipto), se han extraído óstraka calcáreas donde encontramos
la salutación angélica en forma de tropario o su paráfrasis 16.
Otras paráfrasis aparecen también en textos originales en papiro, usados
en diversas liturgias orientales17.
En
occidente, por el s. vi se introdujo el saludo del Ave en la liturgia
para el ofertorio del 4.° domingo de adviento. El texto, que será
utilizado en esta formulación durante toda la edad media, está recogido en el Liber
Antiphonarius gregoriano: "Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum,
benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tu¡", en donde se
puede observar la armonización de las palabras del ángel Gabriel con las de
Isabel (Lc 1,42), como ya hemos constatado por otra parte en oriente desde el s.
v 18. También el Antiphonale ambrosianum, con ligeras
variantes, recoge el mismo saludo angélico en la dominica VI de adventu
Domini, para el Confractorium y el Transitorium 19. Igualmente,
los antifonarios más antiguos, tanto del cursus romanus como del cursus
monasticus, atestiguan el diverso uso litúrgico que se hizo del Ave
Maria 20.
Hablando
de uso litúrgico, sin embargo, no se intenta necesariamente hablar de uso
generalizado o popular. Las primeras noticias del mismo nos han llegado del
mundo monástico, por el s. x121; posteriormente, por el
s. x11 el uso se difunde por las iglesias locales. Probablemente el primer canon
que prescribe la divulgación del rezo del Ave se remonta a un concilio
celebrado en París en tiempos del obispo Odón de Soliac en 1197: "Exhortentur
populum semper presbyteri ad dicendam Orationem dominicam et Credo in Deum et
Salutationem beatae Virginis"22. Desde entonces, cada vez con
mayor frecuencia, los concilios locales recomiendan enseñar a los fieles también
el Ave María 23. La popularización del saludo del
ángel no tiene que considerarse como un hecho aislado. El clima cultural y
consiguientemente religioso en que se divulgó el Ave y en el que,
sucesivamente, podemos señalar el nacimiento "puntual" del Angelus,
está impregnado en primer lugar de la extraordinaria importancia que
vuelven a adquirir los misterios de Cristo en la piedad y en la mística tanto
en el mundo monástico-religioso como en el laical 24. La devoción a
la humanidad de Cristo, y especialmente a los misterios de su vida terrena
-nacimiento, pasión y muerte en la cruz-, favorece en los ss. X11 y xiii una
acentuada devoción a María25.
La
piedad mariana influye no sólo en la invocación, sino una vez más en el arte
y en la literatura. Por lo que a nosotros respecta, el Ave María inspira
el género de las Ave, de los Gaude, de las Salve..., saludos
que se unen además en una especie de salterio de la Virgen; son parafraseados
algunos versículos sálmicos o salmos enteros y las 150 estrofas van precedidas
por la palabra Ave 26. El misterio de la
anunciación, esculpido o reproducido en las vidrieras de las catedrales
románicas y/o góticas dedicadas a María, no aparece aislado más que en raras
ocasiones. Como subraya E. Male, "en las vidrieras del s. xiii, donde se
cuenta la infancia de Jesucristo, se nos advierte a menudo en tal o cual escena
introducida en la serie que se ha pretendido celebrar a la Virgen del mismo modo
que a su Hijo. Es raro, por ejemplo, que no se encuentren la encarnación y la
visitación... Las vidrieras y las esculturas dedicadas a la infancia de
Jesucristo atestiguan, en realidad, el culto ardiente que el s. xiii dedicaba a
la madre de Dios"27. Los primeros textos literarios en lengua vulgar nos
transmiten el eco del saludo del ángel en la piedad popular y al mismo tiempo
su difusión. A las referencias tan delicadas y esenciales en las colecciones de
milagros de Nuestra Señora del occidente europeo (1227-1275) 28,
se une la robusta fe del `juglar de nuestra Señora", que conoce como
única plegaria oficial el Ave Maria, y no el Pater ni siquiera el
Credo 29, en el que parece resonar el Ave Maria parafraseada
de Rutebeuf 30 y la devoción mansa y sencilla, marcadamente mariana,
de Bonvesin da la Riva en sus Laudes de virgin Maria, ricas en personajes
que saludan a menudo a la Virgen "digando Ave Maria/con gran devotion"
31. En este intenso fervor devocional, en las hermandades
que encontraron su punto culminante en el año 1260 y en el tiempo privilegiado
de renovación espiritual, nace la lauda, en la que encontramos cantado
con frecuencia el misterio de la anunciación y de la encarnación del Verbo,
canto que se abre con el deseo de decir siempre "ave, / perké tu a
la Trinitade / aparechiasti nova cella" 32. Semejante
deseo se propagó también, finalmente, gracias a la singular Legenda Aurea de
Jacobo da Varagine (t 1298): tras la reflexión sobre el anuncio a la
Virgen vienen algunos ejemplos que invitan a repetir Ave Maria, prenda de
vida eterna y de liberación del maligno 33.
b)
El "Angelus" de la tarde. En
el clima religioso y cultural impregnado de los fermentos que acabamos de
describir se comprende mejor el primer testimonio que probablemente facilitó la
difusión del Angelus de la tarde. En el capítulo general de los
hermanos menores, celebrado en Pisa en 1263 y presidido por san Buenaventura (t
1274), se estableció que los hermanos exhortasen al pueblo a saludar a la
virgen María al toque de la campana de Completas, hora en que se creía que
había tenido lugar el anuncio del ángel 34.
Este decreto se renovó en el capítulo general de Asís de 1269 35.
Es muy probable que estas decisiones capitulares estuvieran a su vez
influidas por la obra de fray Benedicto Sinigardi de Arezzo (t 1282), compañero
de san Francisco, que difundió en su convento de Arezzo y por todo el condado
la costumbre de cantar después de Completas la antífona Angelus locutus est
Mariae 36. Por otra parte, ya desde 1251 el capítulo
general de los cartujos establecía que después del canto de la Salve
Regina, al terminar Completas, se rezara de rodillas el versículo Ave
Maria y la colecta Concede nos 37. Sin embargo,
no existe inicialmente ningún vínculo entre él rezo del Angelus y el
tocar de las campanas en el llamado ignitegium (cubrefuego) o
salvaterra (en latín medieval). Por el contrario, es probable que la
costumbre monástica de tocar las campanas al ponerse el sol y el saludo a la
Virgen en Completas, al extenderse de las abadías a las iglesias catedrales,
canonicales y parroquiales, ligase de alguna forma el rezo de la salutación
angélica al toque de campanas vespertino. Por la importancia y la influencia de
la abadía de Montecassino se señala un Capitulum de las Constituciones
del abad Tomás 1(1285-1288) que, recibiendo una costumbre ciertamente conocida
en las iglesias sujetas a la abadía, ordena tocar las campanas "ad Ave
Maria sero et mane"38. Además, algunas inscripciones en
campanas antiguas (finales del s. Xiii) de iglesias germánicas parecen guardar
una estrecha relación con la oración del Angelus, como para confirmar
su vínculo con el sonido de las mismas 39. A comienzos
del s. xiv el toque del Angelus está documentado en numerosas regiones
europeas. "Dos intervenciones de Juan XXII (t 1334) confirmaron la
práctica incipiente: en 1318 el papa
alababa el uso vigente en la diócesis de Saintes y otras de las Galias de tocar
las campanas por la tarde, concediendo indulgencias a los fieles que al oírlas
rezasen de rodillas tres veces el Ave María; en 1327 introducía en Roma
este piadoso ejercicio, favoreciendo de este modo su ulterior difusión"40.
El ejemplo del papa que concedía indulgencias a este rezo fue seguido por
muchos obispos; no cabe duda de que esto sirvió para incrementar y defender tan
piadosa práctica41. En este período en que se identifica y se
dilata el culto, en el santuario de la Santísima Anunciata, de Florencia, se
formula, a la sombra de una pintura del ángel anunciando la encarnación del
Verbo, el texto más antiguo de Ave Maria que a continuación reflejará
el textus receptus: "Ave, dulcissima et immaculata virgo Maria:
gratia plena, dominus tecum: benedicta tu in mulieribus / et benedictus fructus
ventris tu¡ / Jesus. Sancta Maria, Mater Dei, / ora pro nobis / nunc et in hora
mortis. Amen"42. Finalmente, "sobre la hora en que se
tocaban las campanas para el Angelus de la tarde, parece ser que no
existía una regla constante. De las Horae B. Virginis ad usum Sarum, impreso
en París en 1526, se deduce que en Inglaterra se tocaban a las seis de
la tarde. En París, por el contrario, al menos hacia mediados del s. xv, se
tocaban regularmente a las nueve de la noche. Lo sabemos por Francisco Villon,
que en su testamento poético de 1456 escribe, entre otras cosas: Finalment en
scrivant / Ce soir... / Je ouyz la cloche de Sorbonne / Qui tousjours á neuf
heurs sonne / Le salut que l'Ange predit"43.
c)
El "Angelus" de la mañana. Ya
hemos constatado que entre las iglesias sometidas a Montecassino se había
extendido la costumbre de tocar las campanas para el Ave Maria también
por la mañana (1285-1288). En los monasterios se rezaban tres Ave no
sólo en Completas, sino también en Prima; y a la hora de Prima, como para
Completas, se tocaba la campana de la mañana. No es difícil pensar que de esta
manera el Angelus matutino tuviera un origen y un desarrollo similar al
de la tarde. El documento más antiguo, después del de Montecassino, que
atestigua la práctica de tocar las campanas para el Ave María matutino,
es de 1317 y se refiere a la obligación que había impuesto el obispo de Parma
a la ciudad de rezar, a los tres toques, tres Pater y tres Ave Maria, mientras
que el magistrado civil había establecido que el trabajo comenzase después del
toque 44. Ya en 1330 el autor del Liber de laudibus
civitatis Ticinensis quae dicitur Papia (Pavía) atestigua que el uso del Angelus
matutino, aparte de haber sido introducido recientemente en la ciudad,
estaba ya difundido en otras regiones de Italia 45. Progresivamente
van apareciendo otros documentos por toda el área europea, que llevan
normalmente el rescripto con las relativas indulgencias para quienes cumplieran
ese devoto ejercicio 46. Saludar por la mañana a santa
María, como escribía en un breve Bonifacio IX (t 1404) en 1390, concediendo
indulgencias a la iglesia de San Martín de Emmerich, es contemplarla como
"stella matutina" y considerarla "mater misericordiae et pietatis
amica humani generis consolatrix pro salute fidelium", intercesora ante
aquel a quien ella engendró 47. A mediados del s.
xv el Angelus de la mañana estaba generalizado en las iglesias de
Europa.
d)
El "Angelus" del mediodía. Es
posterior el nacimiento del Angelus al mediodía y su generalización fue
más lenta (cerca de dos siglos). "Su
origen tiene que colocarse probablemente en una fusión, realizada a finales del
s. xv, entre la costumbre de tocar las campanas el viernes a mediodía en
memoria de la pasión del Señor y una prescripción de Calixto III (+1458): en
1456 el papa, en la bula Cum his superioribus annis, ordenaba tocar todos
los días las campanas entre la hora de Nona y Vísperas y rezar tres veces el Pater
noster y el Ave Maria para implorar la ayuda del cielo en defensa de
la cristiandad amenazada por los turcos"48. En Francia, donde
políticamente no se esperaba en la derrota de los turcos, se siguieron las
indicaciones del pontífice, pero recitando al mediodía tres veces el Ave
Maria por la paz. El papa Alejandro VI renovaba en 1500 la prescripción de Calixto
III49. Entretanto, en 1472, el
rey de Francia Luis XI ordenó rezar tres veces el Ave Maria al mediodía
por la paz y la unidad del reino. Este uso, que se llamaría el "Ave
Maria" de la paz, recibió indulgencias en 1476 del papa Sixto IV (+
1484) 50. En Italia, por su parte, el primer testimonio del Angelus de
mediodía se remonta al duque de Imola, Juan III, que en 1506 ordenó saludar a
la Virgen al toque de campanas del mediodía 51. En 1518,
León X (t 1521), de la familia de los Medici, muy ligado y devoto del santuario
florentino de la Santísima Anunciata, ordenó que se tocase a mediodía para el
Ave María, contribuyendo de este modo a su difusión y consolidación 52.
Sin embargo, en Alemania el Angelus de mediodía no se propagó
hasta el s. XVII [I Pilar, Il1].
2.
LA FÓRMULA ACTUAL. COMO ya hemos podido comprobar, en el s. xvi, aun en medio
de una pluralidad de intenciones, los fieles saludan a María tres veces al
día, recordando la encarnación. En el s. xvi se introdujo también el uso de
separar las tres Ave Maria con tres versículos, tal como se hace ahora
en el rezo del Angelus. Esta fórmula está documentada por primera vez
en un catecismo impreso en Venecia en 1560 53. Pío V (t
1572) hizo insertar en 1571 esta misma fórmula, sin el versículo
"Ora pro nobis, sancta Dei Genetrix...", en el Officium Parvum B.
Mariae Virginis, aprobado por él, introduciéndola bajo el título "Exercitium
quotidianum" 54. La fórmula adquiría así en cierto
modo un carácter oficial; de este modo la encontramos también en un manual de
devoción inglés de 1576 55 y en el Manuale catholicorum de
san Pedro Canisio (t 1597), impreso en Amberes en 1588 (sin embargo,
Canisio recomienda este rezo sólo por la mañana y por la tarde). El texto del Ave
Maria que se usa no es todavía unívoco; Canisio, por ejemplo, descarta la
cláusula final de la segunda parte: "nunc et in hora mortis nostrae".
Esta situación perduró aún cierto tiempo en las diversas iglesias, a pesar de
que Pío V en la edición del breviario romano de 1568 presenta el texto que
conocemos ordenando que se rezara junto con el Pater antes de cada hora
canónica 56.
La
oficialidad del Angelus, si es lícito hablar así, recibe una
confirmación definitiva en el Caerimoniale episcoporum editado en 1600
por orden de Clemente VIII. En él (lib. I, e. 6, n. 3) se ordena al sacristán:
"Ut matutino, meridiano ac vespertino tempore diebus singulis, salutationis
angelicae signum detur". En concilios diocesanos precedentes -por ejemplo,
Amalfi, 1597 57- y siguientes -Colonia, 1627 58- se
estableció unir al Angelus de la tarde el recuerdo de los difuntos, con
un toque especial 'del- erezo de un sufragio. A finales s. xvtt lo que
Bocquillot afirmaba para Francia era ya realidad en todas las iglesias europeas:
"No
hay familia cristiana que no rece el Angelus cuando oye tocar las
campanas. Creo que no hay necesidad de exhortar a los cristianos para que lo
recen, ya que esta práctica me parece bien establecida y observada en todas
partes"59. Casi para sellar esta realidad, en 1724 Benedicto
XIII con el breve Inunctae nobis concedió indulgencia plenaria semel
in mense a los fieles que, al tocar la campana y de rodillas, rezasen el Angelus,
explicitando la fórmula que todavía hoy se usa y exhortando a pedir al
Señor por la paz y la concordia entre los príncipes cristianos, la liberación
de las herejías y la exaltación de la iglesia 60. En
1742 Benedicto XIV estableció que los domingos se rezase el Angelus de
pie, y ordenó que en el tiempo pascual se sustituyera por la antífona Regina
coeli b1, de origen medieval 62.
En
los ss. xix y xx los obispos de Roma intervinieron regularmente para promover
este piadoso ejercicio. Sus intervenciones parecen casi ir entretejidas con las
de carácter artístico, expresiones más altas de una cultura que, en nuestro
caso, interpretan finamente un profundo sentido popular. Vemos así que en 1815
Pío VII concedió indulgencias a los que rezasen "tres veces la doxología
Gloria Patri (...) al amanecer, al mediodía y por la tarde, dando
gracias a la santísima Trinidad por los eximios dones y privilegios concedidos
a la bienaventurada virgen María"; en 1884, León XIII, con la intención
de difundir el rezo del Angelus incluso entre los fieles más humildes,
incapaces de retener la fórmula de memoria, concedió la facultad de
sustituirla por cinco Ave Maria; en 1933, al celebrarse el centenario de
la redención, Pío XI enriqueció el Angelus con nuevas indulgencias y
lo propuso como medio para favorecer la unión del pueblo cristiano; en 1974
Pablo VI concedió la facultad de sustituir la oración tradicional Gratiam
tuam por la colecta Deus, qui Verbum tuum, propia de la solemnidad de
la Anunciación 63.
Igualmente,
las expresiones artísticas manifiestan a su manera cómo el Angelus, además
de haber penetrado en el sustrato cultural de un pueblo hasta hacerse patrimonio
común del mismo, sirve oportuna y simbólicamente para describir estados de
ánimo, anuncios de nuevas realidades, irrupción de lo divino, apelación
metafísica.
Bastará
recordar, en la / literatura hispánica, la parte que se lleva el momento de
la anunciación, que es el del Ángelus, "tema de los más
preferidos por poetas y pintores"64. Su inspiración va
entrelazada con la experiencia ritmada por el toque de las campanas "al
alba" y "al oscurecer", tan arraigado en la vida de nuestros
pueblos. Es el momento de la luz: "Bate las alas un ángel / de la esfera
superior / coronando el aire claro / de cándido resplandor", canta Lope de
Vega65. Ya antes, Berceo, con su estilo ingenuo y fresco, había
descubierto las más delicadas sensaciones: "A Ti fue dicho Ave del
ángel Gabriel, / verbo dulce y suave, más dulce que la miel"66;
y el Arcipreste de Hita, lozano en modos y expresiones, había subrayado el aura
de juventud y belleza: "El año doceno / a esta doncella/ Angel de Dios
bueno / saludó a ella, L Virgen Bella"67. El repiqueteo
del Angelus echa a andar, o a reposar, las pulsaciones de la vida:
"En las viejas torres sonar de campanas, / y en mi alma mil ritmos
diversos..." 68. Es como un toque de atención a las
fibras más íntimas: "La dulzura del ángelus matinal y divino / que
diluyen ingenuas campanas provinciales / en un aire inocente a fuerza de
rosales, / de plegaria, de ensueño de virgen y de trino/ de ruiseñor, opuesto
todo al rudo destino..."69.
Se abre camino un presagio de triunfo sobre el mal: "Y en el Angelus hay
ruido / como el de las alas de la Victoria"70. Es el sentido de
la novedad, como si el tiempo se transformara y purificase tres veces al día:
"¡Qué blanco y qué azul estrena / sobre una luna encendida"71.
M. Machado percibe "La campanada blanca de maitines... / en las alas del
ángel celestial... / como el rayo de sol por el cristal" 72.
También Juan Ramón Jiménez capta sensaciones luminosas, transparentes, en ese
momento iluminador de la Historia: "Un vivo pajarillo / volaba en una rosa.
/ El alba primorosa. / Y, cual la luna matinal, / se perdía en el sol nuevo y
sencillo, /el ala de Gabriel, blanco y triunfal./ ¡Memoria de cristal!"73.
El día escandido por el triple ave es paradigma de la vida, con su
amanecida y su atardecer: "El alba es tu sonrisa y es la brisa / del alba
tu respiro; / acuérdate cuando iba al alba a misa... / Haz por ella que en la
hora del ocaso / en el último trance / ... de nuestro padre alcance / eterna
vida / mi tierra con su tierra confundida"74. A veces, basta el
sonido de los bronces para despertar la magia del misterio evocado y abrirse a
la esperanza del milagro, ensamblándose símbolos y realidades, como logra
hacerlo Valle Inclán con esta cantiga en su entrañable gallego:
"Campana, campaniña / do Pico Sagro, / toca por que floreza / a rosa do
milagro. / Estaba una pomba blanca / sobre un rosal florecido,/ pra un ermitaño
do monte / o pan levaba no vico. / Por sobre o rosal / voa un paxarinho / que
leva unha rosa / a Jesús Meninho" 75
En
la expresión pictórica sigue siendo ejemplar, aun dentro de su realismo
idílico, el Angelus de los campesinos, captando mientras lo rezan en
medio de un campo sin límites, como para fecundar de nuevo, con
la plegaria, la tierra, tal como se ve en la tela de J. F. Millet (1814-1875)76.
Así
prosigue todavía la experiencia que describía san León Magno: el misterio de
la encarnación del Verbo está continuamente presente en la mente y en el
corazón de los fieles.
III.
Contenidos teológicos y espirituales
Con
la oración del Angelus Domini la fe cristiana entra en el corazón del
misterio pascual, contemplado en toda su plenitud, como plan salvífico del
Padre. Como para toda la eucología, también en este caso la realidad del
misterio se difunde poética y esencialmente en la lírica de los versículos y
en las oraciones finales, de manera que, mientras que en los versículos se
evoca en la presencia de María de Nazaret el término de una historia
salutis anterior a la plenitud de los tiempos, y contemporáneamente
con la bajada del Espíritu sobre ella la anticipación de una realidad futura,
se recuerda el misterio de la encarnación del Verbo, de la que se hará
mención de nuevo en las oraciones; misterio vigorosamente armonizado, sobre
todo en la oración tradicional Gratiam tuam, con el núcleo esencial del
misterio pascual: pasión-muerte-resurrección. La atención puntual, aunque no
muy extensa, a estos datos teológicos permitirá captar mejor algunos
contenidos espirituales que puedan servir a su vez para enriquecer la
contemplación y fecundar la vida.
1.
CONTENIDOS TEOLóGICOS: a) La hija de Sión. El primer versículo o
antífona que da nombre al piadoso ejercicio: "Angelus Domini nuntiavit
Mariae / et concepit de Spiritu Sancto", se refiere directa y concisamente
a Lc 1,26-3577. En la primera parte de esta antífona parecen
aplacarse las esperanzas del pueblo de Israel con una intervención absoluta de
Dios: el ángel anuncia al Salvador, Hijo del Altísimo, el deseado de las
naciones. Hay muchos exegetas que se inclinan por la interpretación del saludo
del ángel dirigido a María, / hija de Sión, como una invitación a aquel gozo
mesiánico que en otros tiempos dirigieron los profetas -a Jerusalén, corazón
religioso de todo Israel 78. "La virgen de Nazaret, en nombre de
Israel, es invitada a alegrarse (Lc 1,28; cf Zac 2,14a; 9,9a; Sof 3,14a); no
tiene por qué temer (Lc 1,30; cf Sof 3,16b en hebreo). Y' el motivo es el
siguiente: al tomar carne en su seno (Lc 1,31); el Hijo de Dios viene a la hija
de Sión, pone su morada en medio de ella (cf Zac 2,14b.15c; 9,9c; Sof 3,15c.
17a), como rey de la nueva casa de Jacob (Lc 1,32-33; cf Zac 2,15a-b; 9,9c; Sof
3,15c) y como Salvador (Lc 1,31: Jesús; 2,11; cf Zac 9,9d; Sof 3,17b). A
los ojos de la primera generación cristiana, la madre de Jesús se presentaba
como la encarnación ideal de la hija de Sión. En ella, persona
individual, maduraba ejemplarmente la vocación de Sión-Jerusalén y de todo
Israel, pueblo de la alianza"79. El recuerdo diario de este
acontecimiento nos conduce y nos sitúa en el umbral de la alianza: la Virgen es
la primera evangelizada del nuevo curso de la historia. La novedad de esta
presencia del Viviente respecto a la economía antigua se caracteriza en el
hecho de que, además de ser evangelizada, María es llamada a cooperar en la
acción que Dios mismo le anuncia, a diferencia del mero anuncio de la
actuación del Señor que los textos veterotestamentarios le reservan a la hija
de Sión 80. Entre Dios y el hombre/mujer, que continúan
la experiencia de la nueva Jerusalén, se ha establecido
un nuevo estilo de relaciones vitales.
b)
El don del Espíritu. Al anuncio del
ángel corresponde el silencio meditativo de María, silencio que se abre al
deseo de una comprensión más amplia (Lc 1,34): ella acoge totalmente la
palabra, pero desea comprenderlN81. El ángel entonces le revela que
ella concebirá por obra del Espíritu Santo (Lc 1,35). "El Espíritu que
desciende sobre la Virgen del anuncio es un Espíritu creador. Él, que
actuó en la creación del mundo y en el renacimiento del antiguo pueblo de
Israel, ahora crea en el seno de María el semblante humano de Cristo, mesías
divino; y Cristo, en virtud del mismo Espíritu, concebirá la segunda
creación, que consiste en la renovación escatológica del nuevo pueblo de
Dios, del que él es el principio, el rey y el Señor"82. En
este sentido podemos encontrar una posible analogía entre el acontecimiento de
la anunciación y el de pentecostés tanto en el hecho en sí como en sus
resonancias. "Por una parte, María, impregnada del Espíritu en la
intimidad de su propia persona (Lc 1,35), irrumpe hacia fuera, por las montañas
de Judea (v. 39), para anunciar las cosas grandes que ha realizado en ella el
Todopoderoso (vv. 46.49), Por otra parte, la iglesia apostólica de
Jerusalén, robustecida por el vigor del Espíritu (Lc 24.49; He 1,8), mientras
estaban reunidos dentro de la casa (He-2,2), deja su retiro para proclamar
públicamente las grandes obras del Señor e 2,4.6.7.1 l)"83. En los
momentos c uciales de una jornada, con la seg nda parte del primer versículo
del gelus, los fieles, movidos por el espíritu de la nueva economía, se
abren a los tiempos del Espíritu, participando en la memoria pentecostal del
acontecimiento anticipado en María.
c)
La encarnación del Verbo. La segunda
antífona: "Ecce ancilla Domini, / fiat mihi secundum verbum tuum",
transcripción fiel de Lc 1,3884, al manifestar la disponibilidad
humana, se funde con el corazón del prólogo de Jn 1,14, es decir, la tercera
antífona: "Et Verbum caro factum est / et habitavit in nobis", que
sella la intervención de Dios en el cosmos 85. Y el
corazón del prólogo se convierte en el corazón del Angelus. Es la
plenitud del tiempo lo que recordamos, cuando "Dios envió a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la
ley, para que recibiésemos la adopción de hijos" (Gál 4,4-5). María, la
mujer, expresa su consentimiento en nombre de Israel, movida por el Espíritu
Santo. "De ese acto de fe brota la alianza nueva, significada por la
encarnación del Hijo de Dios. El corazón de María es ya ese corazón
nuevo, fruto de un espíritu nuevo que, como dice Ezequiel, acoge y
vive los preceptos del Señor y abre el camino a la comunión de la nueva
alianza"86. El enviado de Dios, el Verbo, comienza en la carne
una experiencia de salvación decisiva para los hombres; revela la salvación,
anticipada in nuce en María (Lc 1,31-33), y abre el camino de la
salvación. El Hijo de Dios se hace hijo del hombre para llevar al hombre a la
filiación divina; desciende para ascender de nuevo (Jn 13,1; 16,28) y conduci a
los hombres al mundo divino de.onde bajó (Jn 14,2-6; cf 3,13ss.31-36; 6,38s;
10,9s; 12,26; 17,24). "Fin ealidad, solamente en el misteriosd
1 Verbo encarnado encuentra su wdrdadera luz el misterio del hombre.` dán, el
primer hombre, era realmente la figura del hombre futuro, es decir, Cristo
Señor. Cristo, que es el nuevo Adán, revelando precisamente el misterio del
Padre y de su amor revela plenamente el hombre al hombre y le da
a conocer su altísima vocación" (GS 22).
d)
El misterio pascual. "Quien dice
encarnación, dice cruz... Devenir hombre es para el Verbo, en un sentido
muy misterioso pero igualmente real, un anonadamiento, más aún, como dicen
otros, un anonadamiento más profundo todavía que el camino que lo llevará a
la cruz" 87. La encarnación va ordenada a la cruz, la
salvación se hace redención de la humanidad en la cruz gloriosa de Cristo (Jn
3,14ss; 8,28; 12,32; 19,37). Las instancias ya presentes indirectamente en los
versículos del Angelus se hacen memoria explícita en las oraciones con
que concluye: la encarnación del Verbo abre a la realidad pascual:
pasión-cruz-resurrección. En la oración Gratiam tuam, como ya hemos
señalado, esta armonización es ejemplar: "...Ut qui, angelo nuntiante,
Christi Filii tu¡ incarnationem cognovimus, per passionem ejus et crucem ad
resurrectionis gloriam perducamur"88; pero está presente
también en la segunda oración propuesta: Deus, qui Verbum tuum, en
donde el Redentor, haciéndose hombre hasta la muerte y transfigurando de este
modo la muerte, nos da la posibilidad de participar de la naturaleza divina:
"Qui Redemptorem nostrum Deum et hominem confitemur, ipsius etiam divinae
naturae mereamur esse conformes"89. En el acontecimiento de la
encarnación comenzó la comunión del cielo con la tierra, en el acontecimiento
de la muerte-resurrección somos reconciliados con Dios (Rom 5,6ss; 2Cor
5,18-21). Y lo mismo que para el primer acontecimiento Dios pidió su
colaboración a María, en su designio de amor quiso que esta colaboración
continuase también para el segundo (Jn 19,25-27). María, hija de Sión, en la hora
de Cristo Jesús se reveló como la mujer, la nueva Jerusalén,
madre de todos los que creen en Cristo, presentes todos ellos en el discípulo
amado, al pie de la cruz: "María, entonces, representa a la iglesia-madre,
dentro de la cual Cristo-mesías reúne a los hijos dispersos de Dios, tanto
judíos como paganos (cf Jn 11,51-52)"90.
2.
CONTENIDOS ESPIRITUALES. El valor de la contemplación de estos misterios
permanece inmutable, como expresa oportunamente la MC 41. Su continua
proposición por la mañana, al mediodía y a la tarde es una tácita
invitación a vivir las numerosas implicaciones que encierran: de anuncio
gozoso, captando en la presencia del ángel un nuevo estilo de
evangelización por parte de Dios y en la evangelizada María un signo para
todos los fieles, para que sepan unir su entendimiento y su corazón en la
respuesta al mensaje; de don abundante del Espíritu, contemplando esa
fuerza creadora en María como anticipación de su presencia en todo
bienaventurado que cree; "de cumplida antítesis, viendo en el
diálogo salvífico entre María y Gabriel la contraposición clara al coloquio
mortífero entre Eva y la serpiente; de nueva génesis, descubriendo en
la intervención del Espíritu sobre la Virgen para formar al nuevo Adán el
cumplimiento profético de la obra divina, que sacó al antiguo Adán de la
tierra virgen; de unión esponsal, destacando cómo el Verbo en la
encarnación asumió la naturaleza humana para que el hombre recibiera la
divina; de coloquio dramático, donde al corazón y a los labios de una mujer
se le confió la respuesta al proyecto de Dios para la salvación del
género humano; de profunda religiosidad, ya que la piedad cristiana
todavía escucha el eco del doble fiat esencial de la encarnación -el
sí del Verbo y el sí de la Virgen- y en ellos encuentra el modelo supremo de
esa actitud religiosa que consiste en hacer de la obediencia al Padre y del amor
a los hermanos la experiencia más pura del culto; de recogida epifanía
mesiánica, ya que en el coloquio entre la Virgen y el ángel se reconocen
los títulos y las connotaciones esenciales del mesías -el origen y la
filiación divina, la condición humana, el linaje davídico, la dignidad real,
la misión salvadora- y se constata la realización del vaticinio sobre la
concepción virginal; de preludio pascual, ya que se comprende que el
rebajamiento del Verbo a la condición de siervo fue la premisa necesaria
para la glorificación de Cristo como Señor (cf FIp 2,5-7); de perenne
mensaje sobre la dignidad del hombre, ya que es imposible celebrar con
verdad este piadoso ejercicio sin sentirse impresionado por la grandeza del
destino del hombre, llamado a la comunión con Dios, y sin sentirse movido a
vivir con coherencia sus contenidos, descubriendo y respetando en cada hombre la
luz del Verbo y el misterio de la
Vida"91.
IV.
Conclusión
La
meditación de las densas expresiones teológicas y espirituales contenidas en
este piadoso ejercicio que, insistimos con la MC 41, "no tiene
necesidad de restauración", se armoniza con la repetición dei saludo a la
Virgen y con el recurso a su maternal y misericordiosa intercesión en el Ave
Maria. El Angelus Domini, incluso por este valor que tiene de
compaginar el denso momento de meditación con el de la oración, a pesar de que
ha de ser considerado -como plegaria- en su justa dimensión y en su luz debida,
o sea, sin exagerar las cosas, se presenta con toda su eficacia pastoral.
Además, por el hecho de que así se honra
a santa María, "indisolublemente unida a la obra de salvación de su
Hijo" (SC 103) con una oración de tipo litúrgico, es un piadoso
ejercicio que no sólo se armoniza con la misma liturgia, sino que se
inspira histórica y concretamente en ella y a ella conduce (cf SC 13).
En este sentido, la solidez de esta oración se funde con su frescura, la cual
facilita el estupor de los orantes frente al acontecimiento fontal de la
salvación; oración que se convierte de este modo en fragmento de aquella via
pulchritudinis que conduce a la ! Belleza, "siempre antigua y siempre
nueva"92, que ha de encontrar un espacio válido en las
expresiones de piedad para con la virgen María en todos los tiempos.
Notas:
1 Es útil la recopilación de artículos en AA.VV., Angelus Domini, Presbyterium,
Roma 1959, en la cual encontramos numerosos datos referidos a la reanudación de
este rezo - 2 Cl` AAS 48 (1956) 549-554 - 3 Cf O. Raynaldus, Anna/es
Ecclesiastici XVIII, ad annum /456, n. 22. Roma 1659 - 4 Cf L'Osservatore
Romano, miércoles 12-2-1958, I; ib, lunes-martes 10-11-2-1958, 1. En este
clima hay que situar la carta de la Secretaría de Estado al P. C. Balié,
entonces presidente de la Pont. Acc. Mariana Inter., en la cual se solicitaba
reiniciar la práctica del Angelus con ocasión del Congreso Mariano de
Lourdes de 1958; cf Moría el Erclesia 1, 102-103 - 5 Cf
Discorsi, messaggi, colloqui del Santo Padre Giovanni XXIII 1, Tipografía
Poliglotta Vaticana 1963, 707 - 6 Cf por ej.
la referencia en S. Lyonnet, Chaire checharitomene, en Bib
20 (1939) 131-141; M. Jourjon-J.-P. Bouthot, Lc 1,35 dans la
Patrislique grecque, en EstMar 25 (1968) 65-76; H. Barré, Marie
el l'Fsprit dans la Tradition occidentale jusqu ü Saint Thomas d'Aquin (t
1274), en ib, 93-126; F. Marchisano, L interpretazione di
checharilomene (Lc 1,28) fino alía meta del sec. XIII. Contributo alla
Mariologia bíblica. Extracto para el doctorado de la Fac. de Teol. Pont. Univ.
Gregoriana, Roma 1968; A.-R. de Roover, L'exégése patristique de Lc 1,35
des origines a Augustin. Extracto para el doctorado de la Fac. de Teol. Pont.
Univ. Gregoriana, Averbode 1969; E. Toniolo, Maria e lo Spirito Santo nella
riflessione patristica, en La Madonna 20/5-6 (1972) 29-51; La
presenza del/o Spirito Santo in Moría secondo 1 ántica tradizione cristiana (see.
11-IV), en Maria e lo Spirito Santo,
201-244 7 Cf M. Erbetta (dirigido por), Gil Apocrir del
Nuovo Testamento. Vangeli 1/2, Marietti, Turín 1981; para el Protovangelo
di Gc. 7,43, en part. 23.31-33.40 - 8 Cf H. Leclercq, Annonciation
dans 1 hrt, en DACL 1, 2, París 1924, 2255-2257; of además Marie...
en ib. X, 2, París 1932, 1989-1990, y J.-M. Salgado, Le culte
rendue a la tres Sainte Vierge Marie durant les premiers siéeles á la lumiére
des fresques de la eatacombe de Priscille en De Primordiis cultus mariani
V, 53-54 - 9 Cf G. Giamberardini, Il culto mariano in
Egitto 1, Franciscan Printing Press, Jerusalén 19752, 157-159 -
10 Cí` por ej. C. Cecchelli, l mosaici della basilica di S. Maria Maggiore, ILTE,
Roma 1956, 85102, part. 203ss; H. Karpp, Die Frühchristlichen and
mittelalterlichen Mosaiken in Santa Maria Maggiore zu Rom, B. Grimm, Baden-Baden
1966; B. Brenk, Die Frühchristlichen Mosaiken in S. Maria Maggiore zu Rom, F.
Steiner, Wiesbaden 1975, 9ss 1 1 In Nativitate
Domini Sermo VI (XX VI), 1, CCL 138, 125, cit. en Angelus Domini. Ce/ebrazione
dell annuncio a Maria. Ed. typica, Curia Generalis osm, Roma 1981, 13-14; cf
además León Magno, Sermons 1, SC 22 bis, 136-137, bib/. sobre el
autor y su tiempo, pp. 57-62 - 12 Cf B.-Ch.
Mercier, La liturgie de
Saint Jacques. Edition critique du texte grec aves traduction latine, en
PO 26, 212-213 - 13 Cf A. Hánggi-I. PahI, Prex Eucharistica..., Ed.
Universitaires, Friburgo Sv. 1968, 106-107; cf además G. Giamberardini, fl culto
mariano..., o.c., I, 232-233 _ 14 Cf E. Beck, Des eiligen
Ephrem des Syrers Hymnen de Nativitate (Epiphania), en CSCO 186-187, en
part. Carmina Sogyáta, v. 186, 191ss; v. 187, 178ss. Sobre el autor cf I.
Ortiz de Urbina, Patrologia Syriaca, Pont. 1st. Or., Roma 1958, 52-77.
Para una trad. ital. of S. Efrem Siro, Inni alía Vergine, trad. del
sirio de G. Ricciotti, SEI, Turín 1939, por ej. pp. 75ss. - 15 Cf E.
Toniolo, L inno Acatisto, Monumento di teología e di culto mariano nella
chiesa bizantina, en De Cu/tu Mariano Saeculis VI-XI IV, 1-39 - 16 Cf
H. Leclercq, Marie (Je vous salue), en DA CL X, 2, 2045-2049; G.
Giamberardini, Il culto mariano..., o.c., I, 224-229 - 17 Cf G.
Giamberardini, o.c., 11, 169-170; 241-258 - 18 Cf R.-J. Hesbert, Antiphonale
Missarum Sextuplex II, Uromant, Bruselas 1935, 8-9.44-45; cf además pp.
XXXVIII-XXXIX - 19 Cf el ejemplar reproducido en P. Santucci, La
Madonna nella musica, 1, Cappella Musicale S. Maria dei Servi, Bolonia 1983,
120 - 20 Cf R.-J. Hesbert, Corpus Antiphonalium Officü 1,
4-7.18-19.24.125. 283.320; 11, 35.42.44.48.52.62.214-219.245.532. 594, Herder,
Roma 1963 y 1965 - 21 Cf H. Leclercq, Marie..., en DA
CL, 2051-2053 - 22 Communia Praecepta Synodalia, n. 10,
MANSI XXII, 681 - 33 Cf las numerosas referencias en H. Leclercq, o.c.,
2053-2054. Para la historia del Ave
Maria cf además H. Thurston, Familiar Pravers. Their Origin and History.
Burns Oates, Londres 1953, 90-114; Ave Maria, en DSAM. 1161-1165
-- 24 Cf en cuanto a la historia de la devoción a la
humanidad de Cristo: K. Richstatter, ChristusJrommigkeit in ihrer
historischen Entu•icklung. Ein quellenmüssiger Beitrag zur Geschichte des
Gehetes und des mvstichen Innenlehens der Kirche, Bachem, Colonia 1949; J.
Leclercq-F. Vanderbroucke-L. Bouyer, La spiritualité du moren Age, Aubier,
París 1961, 161-447; A. Grillmeier, Panorámica histórica de los misterios
de Jesús en general, en Mvsterium Salutis 111/2, Cristiandad, Madrid
1971, 2139 - 25 Cf con las relativas referencias Th. Koehler, Marie (sainte
Vierge), en DSAM X, 446ss; J. Leclercq, Grandeur el misére de la
dévotion mariale au moyen age, en MD 38 (1954) 122-135; H. Barré, Priéres
anciennes de Ibccident á la Mere du Sauveur, P. Lethielleux, París 1963,
125ss - 26 Cl` G.G. Meersseman, Die Hymnos Akathistos im Abendland,
2 vol., Universitátsverlag, Friburgo Sv. 1958-1960, passim - 27
L'art religieux du XIII siécle en France, A. Colín, París 1953,
52-58. Sobre la representación de la anunciación en esta época histórica, cf
además L. Réau, Iconographie de l'Art chrétien 11, 2, PUF, París
1957, 174ss; J. H. Emminghaus, Verkündigung an Maria, en Lexikon der
Christlichen Ikonographie, 4, Herder, Friburgo de B. 1972, 422ss. Numerosas
y variadas referencias en A: M. Lépicier, LAnnonciation. Essai d
Iconographie Mariale. Ed. Servites, s.l., 1943, passim; cf además A.
Appiano-Caprettini, Lectura dell Annunciazione fra semiotica e iconografia, G.
Giappichelli, Turin 1979, bibl. 135-142 - 28 Cf J. Montoya
Martínez, Las colecciones de milagros de la Virgen en la Edad Media (El
milagro literario), Universidad de Granada-Secretariado de Publicaciones,
Granada 1981: el autor realiza un estudio comparativo de los Miracles de
Notre Dame, de Gautier de Coincy (1177-1235); los Milagros de Nuestra
Señora, de Gonzalo de Berceo (hacia la mitad del s. xut) y las Cantigas
de Santa María, de Alfonso X el Sabio (segunda mitad del s. xnt); amplia
bibl., pp. 175-189 - 29 Cf Del tumbeor Nostre Dame; altfranzdsische
Marienlegende (um 1200), Weidmann, Berlín 1920; cf además MARIA
11, 26-28 - 10 Cf el texto en Rutebeuf, Oeuvres completes (colección
dirigida por A. Jubinal), Delahays, París s.d., 141-148 - 31 Cf Bonvesin Da
La Riva, en G. Contini (dirigido por), Poeti del Duecento II, 1, R.
Ricciardi, Milán-Nápoles 1960, 667670; 682-702 - 32 Cf Laude
eortonensi da/ secolo XIII al XV 1, 1, L.S. Olschki, Florencia 1981, 137 y
passim, bibl. y manuscritos, 3-21 - 33 Cf una colección actual: Jacopo
da Varagine, Le serpi in seno. Santi e birbanti della "Legenda
aurea"dal Medioevo alla Controriforma, Serra e Riva, Milán 1982,
275-286; la introducción y los comentarios
son discutibles - 14 En el Chronieorum 24 Generalium, en Analecta
Franciscana 111, 329, leemos: "Eodem vero anno (1263) fuit Pisis
generale capitulum celebratum... Et statutum fuit...; et quod fratres in
sermonibus populum inducerent, ut in Completorio, pulsante campana, beatam
Mariani aliquibus vicibus salutarent, quia aliquorum solemnium (doctorum) est
opinio, quod illa hora ipsa fuit per Angelum salutata" (en algunos códices
del s. xv se precisa "ut cum post Completorium pulsatur campana, devote
genua flectant, et dicant irla Ave María': cf Analecta Franciscana 111,
329, nota 4). El P. H. Golubovich sostiene que esta decisión fue tomada en
1269: cf Archivum Franciscanum Historicum 4 (1911) 62-73; el P. D. Cresi,
I/ Beato Benedetto Sinigardi d Arezzo e 1'origine dell"'Angelus Domini';
Convento di S. Francesco, Florencia 1958, 31-37, sostiene la originalidad de la
decisión de 1263 -15 Cf Annales Minorum IV, Quaracchi 1931,
331: "Addidit etiam, ut universi Fratres hortarentur privatim, et publice
docerent ex vostris fideles quosque ad triplicem campanae pulsum sub imo vespere
ter eamdem Virginem salutare verbis angelicis, in ea enim erat cum aliis
plerisque Doctoribus sententia, sub illa hora a Gabriele Archangelo divinum
nuncium de concipiendo Verbo aeterno recepisse: a quo tempore percrebuit hic mos
in Ecclesia sancta, ut ubique terrarum in summa sit observantia" - 36 Cf
el volumen de D. Cresi (nota 34) - 37 Cf J.M. Canivez, Statuta Capitulorum
Generalium Ordinis Cisterciensis ab anno 1116 ad annum 1786 II,
Lovaina 1934, 361 - 38 Cf M. Inguanez, Un Documento Cassinese del
secolo XIII. Per il suono del!"`Angelus'; en RL 19 (1932) 250 - 39
Cf E. Campana, Maria nel culto cattolico I, 569-570 - 40
Angelus Domini (nota 11), 15 - 41 Para una
documentación relativa cf E. Campana (nota 39), 573-576 - 42 Para el
texto cf R.M. Taucci, Delle Biblioteche antiche dell'Ordine e dei loro
cataloghi, en Studi Storici OSM 2 (1934-1936) 178: Cód. 1249, B 7,
de la Bibl. Nac. de Florencia, antiguamente 84 de la Bibl. de la Ssma.
Annunziata; el texto se encuentra en el f. 172. Según Taucci, el Ave Maria fue
añadido a mano por fray Giovanni Giorgi (t 1391), prior provincial de Toscana
(13691372) y luego prior del convento de Florencia. Sobre la importancia de la
Ssma. Annunziata y su culto cf algunos apuntes de R. Taucci, Un santuario a
la sua tina, Ed. Convento Ssma. Annunziata, Florencia 1976 - d3 E.
Campana (nota 39), 576 -44 Cf I. Affo, Storia delta cittá di
Parma IV, Stamperia Carmignani, Parma 1795, 216 - 45 Anonymus
Ticinensis, Liber de laudibus civitatis Ticinensis, en L. A. Muratori, Rerum
italicarum scriptores XI, 1, S. Lapi, Cittá di Castello 1903, 33 - 46
Para la documentación cf W. Henry, Angelus en DACL 1, 2,
20732074, y E. Campana (nota 39), 577-579 - 47 El breve
se encuentra en E. Campana (v.s.), 578 - 48 Angelus Domini (nota 1 I),
16-17 - 49 Cl` C. Baronio, Annales..., ad an. 1500, n.
4, XXX, 1877, 307 - 511 Cf W. Henry (nota 46), 2075 - 51 Cf T. Esser, I1 suono
dell'Ave María, Florencia 1902, 22 - 52 Queda una singular
memoria en Ricordanze di Bartolomeo Mas¡, calderaio florentino, dal 1478 al
1526, publicate da G.O. Corazzini, Sansoni, Florencia 1906, 234-235; cl`
además Angelus Domini (nota 11), 27-28 - 57 Cl` P. Radó, Enchiridion
Liturgicum 1, Herder, Roma 1966, 466, y con otras precisiones D. Cresi (nota
34), 52-53 - 54 Cf J.C. Trombelli, De cultu publico ab Ecclesia beatae Mariae
exhibito, Dissertatio VII, 20, en J.S. Bourassé, Summa Aurea IV, 280
- 55 Cf W. Henry (nota 46), 2060 - 56 Cf H. Leclercq (nota 16), 2060
- 57 Cf MANSU 35, 1104 - 55 Cf Schannat-Hartzeim, Concilia
Germaniae IX, 411 - 59 Recogido por H. Bremond, Histoire
Litteraire du sentiment religieux en France... IX, Bloud et Gay, Paris 1932,
282 - 60 Bullarium Romanum, Ed. Taurinensis, XXII, 101102 - 61 Cf
Raccolta di orazioni e pie opere per le quali sano state concesse dai
Sommi Pon tefici le ss. Indulgenze, Tipografia Poliglotta de¡la S. C. de
Propaganda Fide, Roma 1898, 210 - 62 Cf por ej. H. Thurston (nota 23), 146151, y
I. Cecchetti, "Regina Coeli"; en EncC X, 650 - 63
Angelus Domini (nota 11), 18-19 - 64 La frase es de José M.a
Pemán, en la Introducción a El libro de la Virgen, Joker, Madrid 1963.
Volumen de 452 pp., en el que se recoge una selecta antología de poesía
española y pintura universal sobre el tema mariano - 65 Lope de
Vega, Contemplación, p. 52, o.c. - 66 Gonzalo de Berceo, Himno,
p. 146, o.c. - 67 Arcipreste de Hita, Gozos de Sta. María, p.
149, o.c. - 68 P. Artaza, poeta centroamericano, Al toque del Angelus, p.
294, o.c. - 69 Rubén Darío, La dulzura de! Angelus, p. 236, O.C. - 70
Regino E. Boti, poeta antillano, Ángelus, p. 209, o.c. - 71
Adriano del Valle, A ¡apura y limpia concepción de María, p. 22, o.c.
- 72 Manuel Machado, Beato Angélico: la Anunciación, p. 42, O.C.
- 73 Juan Ramón Jiménez, Anunciación, p. 45, O.C. -
74 Miguel de Unamuno, Ya que sabes de amor..., p. 145, O.C. -
75 Ramón del Valle Inclán, Cantigas,
recogido en "Dios en la poesía actual", por E. de Champourcin,
BAC, Madrid 19763, 47 - 76 La obra se encuentra en el Museo de Louvre
(París); cf Enciclopedia Universale dellArte XI, G.C. Sansoni, Florencia
(s.a.) - 77 La antífona es fácil de encontrar en el antiguo
antifonario del "cursus romanus" y del "cursus monasticus"
en la feria 2.1 de la l.a semana de adviento, ef R.J. Hesbert (nota 20), 1, 6.7;
II, 6; y en algunos antifonarios para la solemnidad de la Anunciación: cf ib,
1, 125; Il, 216.217.219 - 76 Cf la panorámica ilustrativa del
estudio sobre este tema en N. Lemmo, María,
"Figlia di Sion" a partire da Lc 1.26-38. Bilancio
esegelico dal /939 al 1982, en Mar
45, I-11 (1983) 175-258 -- 79 A. Serra, "E.sulia, Figlia
di Sion!" Principali riletture di Zc 2,14-15 e 9,9a-e nel Giudaismo
antico e nel Cristianesimo del 1-II .sec, en ih, 53 -- 80 Cf
K. Stock, La vocazione di Maria: Lc 1,26-38, en ih, 108112 xI Para este
aspecto fundamental como constante en María-iglesia, cl` A. Serra, Sapienza
e eontemplazione di Maria secondo Luca 2,19.5/h, Marianum, Roma 1982 - 81-
A. Serra. Aspetti Mariologici delta pneumatologia di Lc 1,35a, en Maria
e lo Spirito Santo (nota 6), 167; cl` además bibl., pp. 161-162, nota 45 -
83 Id, 198-199; cl` bibl., p. 197, nota 91 - 84 La antífona
está recogida en los antifonarios del "cursus romanus" y del "cursus
monasticus" de la feria 3.1 y 4.1 anterior al 25 dic., cf R.J. Hesbert
(nota 20), I, 20.21.22.23; 11, 48-49; y en la celebración del 25 de marzo, cf
ib, 1, 125; II, 216.217.218 -%5'Esta ant. usada en el Benedictus, 25
dic., en el Ant. di Monza, cl` ib, l, 37, está recogida en numerosos antif.
monásticos para el oficio de la natividad, cl` ib, 11, 64.65. 66.67.68 -
N6 A. Serra (nota 82), 188 - N7 H. U. von Balthasar, El
misterio pascual, en Mrsterium Salutis (nota 24) 153s - 8%
La oración, propia del 25 de marzo, y de la antigua tradición romana.
Actualmente: colecta del 4.° dom. de adviento en el Missale Romanum (1970)
y colecta de la misa de la b. Virgen del Rosario (7 octubre). En los formularios
derivados del Sacramentarium Gregorianum para el 25 de marzo se utiliza
como "collecta" o "poscommunio" o como "oratio ad
complendum": cf P. Bruylants, Les oraisons du Missel Romain. Texte et
Histoire II, Abbay du Mont César, Lovaina 1952, 156. En el Misal de Pío V
figuraba como oración después de la comunión para la misa de la Anunciación
- 89 Nueva composición, recogida para el 25 de marzo en el Missale
Romanum (1970). El texto depende directamente de la Epistola 123 de san
León Magno; cl` PL 54,1060-1061 - 911 A. Serra (nota 82), 145; cf
además la nota 29 de la misma pág. cit. -- 11 Angelus Domini (nota 11),
24-26 - 92 S. Agustín, Conf. X, XXVII, 38.
S.
Maggiani
DicMa 101-115
DicMa 101-115
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