martes, 5 de noviembre de 2013

Abuso sexual.


Según estadísticas de Estados Unidos (2002), 1 de 3 mujeres y 1 de 6 hombres en ese país han sido sexualmente abusados antes de la edad de 18 años. El problema es mundial.
Es incalculable el daño causado por este abuso. La persona abusada sufre una profunda herida en su corazón que le será difícil sanar.   
¿Como se ha caído en esta abominación? La causa es la falta de honra y obediencia a Dios. No por falta de conocimiento de Dios. Esta es la gran injusticia. San Pablo lo explica claramente en su carta a los Romanos:
En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,... Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres
invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza... Romanos 1,18-26
Engreídos por los avances en la ciencia, los hombres se jactan de sabios, y se han hecho estúpidos. La infidelidad a Dios a desembocado en la impureza, en la esclavitud a pasiones infames. Los corazones van tras relaciones contra la naturaleza. El abuso sexual es una de las consecuencias.
Dios ofrece al hombre el perdón misericordioso por medio de Jesucristo. Pero es necesario reconocer la seriedad del pecado, arrepentirse y diligentemente combatir el mal a fuerza de bien. Quien tenga problemas de abuso sexual no debe confiar en sus propios recursos sino buscar ayuda para entrar en un programa de recuperación. Al mismo tiempo debe apartarse de ambientes en que pueda estar a solas con posibles víctimas.
Si no reconocemos el pecado y nuestra necesidad de Dios, el pecado terminará arrastrándonos al infierno. Es por eso urgente la llamada de Jesús, La Divina Misericordia, a la conversión.

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