Antiguo Testamento
Belcebú, (BCL ZBVB) o Baal Zebub, el dios filisteo de Ecrón, apenas 25 millas al oeste de Jerusalén, cuyo oráculo el rey Ocozías trató de consultar en su última enfermedad (2 Reyes 1,2). Sólo conocemos al dios por medio del oráculo; en el Antiguo Testamento no se le menciona de ninguna otra forma. El nombre se traduce comúnmente como "el señor de las moscas", y se supone que se le llamaba así al dios porque, como dios sol, atraía las moscas, aunque el Baal probablemente no era un dios sol, o más probablemente porque se le invocaba para ahuyentar a las moscas del sacrificio, como el Zeus Apomuios, que las expulsaba de Olimpia, o el héroe Myiagros en Arcadia.Halévy y Winckler interpretan el nombre, según la analogía de muchos nombres compuestos con baal, como "el señor de Zebub", una supuesta localidad en Ecrón; sin embargo, no hay pruebas de la existencia de dicha localidad, y, además, a Baal Zebub se le llama el dios de Ecrón. Cheyne piensa que la forma original del nombre es Baal Zebul, "el señor de la casa", o la casa alta, lo que podría referirse al templo del dios o a la montaña en la que vivía el dios, o más bien, en su opinión, a ambos. Sin embargo, la evidencia textual, como objeta Lagrange, está totalmente a favor de Zebub. Cheyne, admitiendo esto, sostiene que el título de "señor de la casa alta", lo que le sugeriría al escritor de los Reyes una referencia al Templo de Yahveh o de su morada celestial, se consideraría ofensivo, y le habría impulsado a cambiarlo despectivamente por Ba’al Zebub, el señor de las moscas. La tradición del verdadero nombre, consistentemente, explica su presencia en los Evangelios (Zeboul). Esta conjetura, que tiene una cierta verosimilitud deja sin explicar por qué el desprecio debería conducir a la forma particular, Baal Zebub, un nombre sin paralelo en las religiones semíticas. Parece más razonable, pues, considerar a Baalzebub como la forma original e interpretarlo como "señor de las moscas".
Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento el término se refiere a un espíritu maligno, Beelzebul. Debido a la gran similitud de nombres, usualmente se le identifica con Baal-zebub, siendo beel la forma aramea de Baal, y el cambio de la b final a l, como podría ocurrir fácilmente. Pero en ese momento había un sinnúmero de nombres para los demonios, y éste pudo haber sido recién inventado, y no tener ninguna relación con el otro; el hecho de que un elemento del compuesto es arameo y el otro hebreo no refuta esto. El significado del término es "señor de la casa” o vivienda, y los judíos de esa época supondrían que se refería a las regiones inferiores, y así ser un nombre apropiado para el príncipe de ese reino. Beelzebul (Belcebú) se utiliza, entonces, simplemente como otro nombre para Satanás (Mt. 12,24-29; Lc. 11,15-22), por lo que los enemigos de Nuestro Señor lo acusaron de estar poseído y por quién afirmaban que arrojaba fuera los demonios. Su acusación parece haber sido que lo que Nuestro Buen Señor hacía era obrado por el maligno para engañar, lo cual Jesús mostró que era un absurdo y una ceguera voluntaria.Si el nombre del Nuevo Testamento se considera una transformación del viejo, la pregunta que surge es cómo el dios de la pequeña ciudad de Ecrón vino a dar un nombre al Príncipe de las Tinieblas. La misión a la que envió Ocozías a sus seguidores parece demostrar que Beelzebul ya tenía un amplio prestigio en Palestina. La narrativa (2 Rey. 1) era muy notable y bien conocida por los contemporáneos de Nuestro Señor (Lc. 9,54); de ella fácilmente podría deducirse la idea de Beelzebul como el adversario especial de Dios, y el cambio que tuvo lugar en la letra final del nombre (ex hypothesi) llevaría a los judíos a considerarlo como la designación del príncipe de las regiones inferiores. La idea de la posesión demoníaca estaba naturalmente conectada con él, y no se necesita la conjetura de Cheyne de que "el nombre de Beelzebul aparecía en labios judíos cuando se hablaba de posesión demoníaca, debido al origen demoníaco que se adscribía a los oráculos paganos”.
¿Cómo podemos explicar la idea de Beelzebul exorcizando a los demonios? En el supuesto de que él se identifique con el dios filisteo, Lagrange piensa que la idea se deriva de la prerrogativa especial de Beelzebul como cazador de moscas (chasse-mouche). En la epopeya babilónica del Diluvio, "los dioses se reúnen como moscas sobre el sacrificador" (véase Driver, Genesis, 105). Según Lagrange, fue fácil para los semitas paganos llegar a concebir a las moscas molestando el sacrificio como imágenes de los espíritus rondando sin derecho a estar allí; y así Beelzebul, el dios que alejaba las moscas, se convirtió en el príncipe de los demonios, en cuyo nombre se exorcizaba a los demonios de los cuerpos de los poseídos. Otros piensan que surgió naturalmente la idea de que el señor de los demonios tenía el poder para mandarlos a salir de los poseídos. Sin embargo, parece mucho más razonable considerar esta facultad de Beelzebul no como una tradición, sino simplemente como un cambio inventado por los enemigos de Nuestro Señor para desacreditar sus exorcismos. Probablemente explicaban sus otros milagros atribuyéndoselos a Beelzebul y así estos también.
Allen (Com. de Mat., 107, 134) ha tratado de simplificar el problema mediante el uso de la alta crítica. Según él, el rol de Beelzebul como archidemonio y exorcista no era una creencia de Palestina; en el Evangelio según San Marcos, Beelzebul es simplemente el demonio que supuestamente posee a Nuestro Señor. San Mateo y San Lucas por error unen dos cláusulas independientes de Mc. 3,22 e identifican a Beelzebul con Satanás, a quien se le adscribe la facultad de exorcizar. Sin embargo, la fusión parece estar justificada por el siguiente versículo de Marcos, que se interpreta más naturalmente en el sentido de Mateo y Lucas, aunque la interpretación de Allen puede ser admitida como posible. Beelzebul no aparece en la literatura judía de la época; allí solemos encontrar a Beliar (Belial) como un nombre alternativo para Satanás.
Fuente: Fenlon, John Francis. "Beelzebub." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02388c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
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Sábado, 17 de mayo de 2014
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