Cardenal, eminente canonista, diplomático eclesiástico y reformador;
nació en 1472 (1474) en Bolonia, hijo de Giovanni Campeggio, un famoso
abogado civil; murió en Roma el 25 de julio de 1539. Estudió ley civil bajo la enseñanza de su padre en Padua y Bolonia, y a su debido tiempo se casó y tuvo una familia de cinco hijos. Luego de la muerte de su esposa (1509), entró al estado eclesiástico. En 1512 el papa Julio II lo nombró al obispado de Feltre, y fue hecho auditor de la Rota, en ese tiempo la corte suprema de justicia de la Iglesia,
y corte de apelación universal. De ahí en adelante hasta su muerte tomó
parte importante como representante papal en algunos de los más grandes
eventos de la Reforma, especialmente en el sur de Alemania e Inglaterra. En 1513 fue enviado por León X como nuncio a Maximiliano I, para negociar la paz entre los príncipes cristianos y unirlos en una cruzada contra los turcos. Mientras estaba aún en Alemania fue nombrado cardenal (1 de julio de 1517), primero del título de San Tommaso en Parione, luego de Santa Anastasia y finalmente de Santa María de Trastevere.
Al regresar a Roma fue enviado como cardenal legado a Inglaterra para tratar de comprometer a Enrique VIII en la cruzada. Inició su viaje a mediados de abril de 1518, pero no se le permitió entrar a Inglaterra hasta finales de julio debido a la objeción de Enrique a la presencia de un legado extranjero dentro de sus dominios. El Papa concordó en que Campeggio compartiera los poderes de legado con Wolsey, quien era el mayor en el Sacro Colegio. Los dos cardenales trabajaron juntos como correspondía, aunque Wolsey se las ingenió para asegurarse la precedencia. El principal objetivo de la misión de Campeggio no estaba cumplido; en lugar de una liga universal contra Turquía, Wolsey arregló una alianza entre Francia e Inglaterra. También tramó para obtener una extensión de sus poderes de legado por tres años y luego de por vida. Enrique VIII tuvo una impresión favorable de Campeggio, y le otorgó el obispado de Salisbury (el que mantuvo hasta 1534) y la residencia romana ahora conocida como el palacio Giraud-Torlonia, entonces recién construido con los diseños de Bramante.
A su regreso a Roma (28 de noviembre de 1519) fue nombrado a la Segnatura, en ese tiempo una posición de la más alta dignidad y poder. Cuando Adriano VI fue electo Papa (1522), recibió muchos planes para la reforma de los abusos en la Iglesia, de los cuales uno de los mejores y más completo fue el de Campeggio. Declaraba escuetamente que la principal fuente de todos los males era la Curia Romana, de la cual, según se ha establecido, él era uno de los miembros más influyentes. Recomendaba que se restringieran los poderes de la Dataria, a cuyos oficiales tildaba de “sanguijuelas”; que los beneficios no se debían combinar, o reservar o mantener “in commendam”; y que sólo se nombrara para ellos a hombres virtuosos y capacitados. Lamentaba el hecho de que la Santa Sede, por medio de concordatos, había entregado los derechos de la Iglesia a los poderes seculares. Habló fuertemente contra las temerarias concesiones de indulgencias, especialmente contra las de los franciscanos, y las relacionadas con las contribuciones en pro de la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma. Como uno que había ocupado altos puestos diplomáticos, insistía en la importancia de la paz entre el emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia, y que estos dos monarcas debían estar unidos contra el enemigo común: los turcos. También abogaba insistentemente por que se hiciera cumplir el Edicto de Worms para lograr la extirpación de los errores luteranos. El pontificado de Adrián fue demasiado breve para permitirle llevar a cabo ninguna de las reformas propuestas. Su sucesor Clemente VII nombró a Campeggio a la sede de Bolonia y lo envió a Alemania como cardenal legado el 8 de enero de 1524.
Campeggio pronto tuvo razón para notar los vastos cambios que se habían efectuado desde su visita anterior. En Augsburgo el populacho lo insultó groseramente; en Nuremberg fue obligado a prescindir de las ceremonias de una entrada pública. Él adoptó una actitud conciliatoria en la dieta que se efectuaba en esta ciudad, pero insistió que se debía hacer cumplir el Edicto de Worms. Los miembros de la dieta demandaban que se debía celebrar un concilio nacional en Espira, pero él convenció al emperador a vetar esto, con la condición de que se celebrara un concilio general en Trento. Además obtuvo de Carlos V una promesa de que se ejecutaría el Edicto de Worms. Sin embargo, Campeggio vio claramente que la expansión de los errores luteranos sólo podía ser detenida con una reforma del clero alemán. Con este propósito sostuvo una asamblea de doce Obispos, con el archiduque Fernando y los duques bávaros. El inicio de la Guerra de los Campesinos (noviembre de 1524) destruyó toda esperanza de una solución pacífica de las dificultades con los reformadores. Campeggio fue llamado de nuevo a Roma porque sus esfuerzos no habían logrado el éxito esperado por el Papa, y también porque se decía que estaba en términos demasiado amistosos con el emperador. Para el 20 de octubre de 1525 ya estaba de vuelta en Roma, y fue nombrado miembro de la comisión papal sobre los asuntos de los Caballeros Teutónicos. Cuando las tropas imperiales saquearon a Roma (1527), permaneció con Clemente en el Castillo Sant' Angelo, y permaneció como legado luego de la huída del Papa.
Al año siguiente (1528), a pedido de Wolsey, fue enviado a Inglaterra para formar, junto con éste, un tribunal para tratar la tal llamada demanda de divorcio de Enrique VIII. (Para un relato completo del caso vea el artículo Enrique VIII.) Aquí sólo hablaremos de la conducta de Campeggio en este asunto, el cual hizo lo posible para eludir la responsabilidad que el Papa le había confiado, pues conocía bien las dificultades tanto legales como fácticas conectadas con el caso; y percibía completamente, por su relación íntima con Enrique y Carlos (sobrino de Catalina), que, cualquiera fuera la decisión, una gran nación se perdería para la Iglesia. Sus instrucciones eran proceder con extrema lentitud y cautela, tratar que Enrique y Catalina se reconciliaran, y bajo ninguna circunstancia llegar a una decisión final. A pesar de todos los artificios de Wolsey y de los constantes intentos de sobornos del rey, él se negó a expresar su opinión y se adhirió estrictamente a las órdenes recibidas. Ciertamente, hizo lo que pudo para tratar de convencer a Catalina que entrara a un convento, pero cuando ella se negó tenazmente, él alabó su conducta. En el juicio (junio a julio de 1529), es notable, Campeggio trató a Wolsey como a un subordinado y como a un abogado del rey en lugar de un juez. El último día (23 de julio) cuando todos esperaban una decisión final, él terminó el juicio impávidamente. Algunos días después llegó la noticia de que la apelación de Catalina ya había llegado a Roma y que el caso estaba reservado a la Santa Sede. De regreso a Italia Campeggio fue detenido en Dover, y los oficiales del rey registraron su equipaje con la esperanza de encontrar la bula definiendo la ley del divorcio. Pero el prudente legado ya había destruido el documento, y la búsqueda sólo probó que salía del país más pobre que cuando entró.
Hallamos de nuevo a Campeggio en Bolonia, su ciudad episcopal, presente cuando el Papa coronaba a Carlos V (24 de febrero de 1530), y luego como legado, acompañando al emperador a la Dieta de Augsburgo. Su influencia era ahora mayor que nunca. Le escribió triunfalmente a Clemente, asegurándole que pronto todo estaría bien en Alemania. Se opuso a la realización de un concilio porque no creía en la buena fe de los protestantes, y se apoyaba mayormente en el ejercicio de la autoridad imperial para sofocar el protestantismo, por la fuerza si fuese necesario. Luego de la muerte de Clemente (25 de septiembre de 1534) Campeggio regresó a Roma y formó parte del cónclave que produjo la elección de Paulo III. Este Papa lo nombró a la sede de la diócesis suburbicaria de Praeneste (Palestrina), y fue enviado a Vicenza para la apertura del concilio. Como se dijo antes, murió en Roma y fue enterrado en Bolonia.
Fuente: Scannell, Thomas. "Lorenzo Campeggio." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03223a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.
Al regresar a Roma fue enviado como cardenal legado a Inglaterra para tratar de comprometer a Enrique VIII en la cruzada. Inició su viaje a mediados de abril de 1518, pero no se le permitió entrar a Inglaterra hasta finales de julio debido a la objeción de Enrique a la presencia de un legado extranjero dentro de sus dominios. El Papa concordó en que Campeggio compartiera los poderes de legado con Wolsey, quien era el mayor en el Sacro Colegio. Los dos cardenales trabajaron juntos como correspondía, aunque Wolsey se las ingenió para asegurarse la precedencia. El principal objetivo de la misión de Campeggio no estaba cumplido; en lugar de una liga universal contra Turquía, Wolsey arregló una alianza entre Francia e Inglaterra. También tramó para obtener una extensión de sus poderes de legado por tres años y luego de por vida. Enrique VIII tuvo una impresión favorable de Campeggio, y le otorgó el obispado de Salisbury (el que mantuvo hasta 1534) y la residencia romana ahora conocida como el palacio Giraud-Torlonia, entonces recién construido con los diseños de Bramante.
A su regreso a Roma (28 de noviembre de 1519) fue nombrado a la Segnatura, en ese tiempo una posición de la más alta dignidad y poder. Cuando Adriano VI fue electo Papa (1522), recibió muchos planes para la reforma de los abusos en la Iglesia, de los cuales uno de los mejores y más completo fue el de Campeggio. Declaraba escuetamente que la principal fuente de todos los males era la Curia Romana, de la cual, según se ha establecido, él era uno de los miembros más influyentes. Recomendaba que se restringieran los poderes de la Dataria, a cuyos oficiales tildaba de “sanguijuelas”; que los beneficios no se debían combinar, o reservar o mantener “in commendam”; y que sólo se nombrara para ellos a hombres virtuosos y capacitados. Lamentaba el hecho de que la Santa Sede, por medio de concordatos, había entregado los derechos de la Iglesia a los poderes seculares. Habló fuertemente contra las temerarias concesiones de indulgencias, especialmente contra las de los franciscanos, y las relacionadas con las contribuciones en pro de la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma. Como uno que había ocupado altos puestos diplomáticos, insistía en la importancia de la paz entre el emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia, y que estos dos monarcas debían estar unidos contra el enemigo común: los turcos. También abogaba insistentemente por que se hiciera cumplir el Edicto de Worms para lograr la extirpación de los errores luteranos. El pontificado de Adrián fue demasiado breve para permitirle llevar a cabo ninguna de las reformas propuestas. Su sucesor Clemente VII nombró a Campeggio a la sede de Bolonia y lo envió a Alemania como cardenal legado el 8 de enero de 1524.
Campeggio pronto tuvo razón para notar los vastos cambios que se habían efectuado desde su visita anterior. En Augsburgo el populacho lo insultó groseramente; en Nuremberg fue obligado a prescindir de las ceremonias de una entrada pública. Él adoptó una actitud conciliatoria en la dieta que se efectuaba en esta ciudad, pero insistió que se debía hacer cumplir el Edicto de Worms. Los miembros de la dieta demandaban que se debía celebrar un concilio nacional en Espira, pero él convenció al emperador a vetar esto, con la condición de que se celebrara un concilio general en Trento. Además obtuvo de Carlos V una promesa de que se ejecutaría el Edicto de Worms. Sin embargo, Campeggio vio claramente que la expansión de los errores luteranos sólo podía ser detenida con una reforma del clero alemán. Con este propósito sostuvo una asamblea de doce Obispos, con el archiduque Fernando y los duques bávaros. El inicio de la Guerra de los Campesinos (noviembre de 1524) destruyó toda esperanza de una solución pacífica de las dificultades con los reformadores. Campeggio fue llamado de nuevo a Roma porque sus esfuerzos no habían logrado el éxito esperado por el Papa, y también porque se decía que estaba en términos demasiado amistosos con el emperador. Para el 20 de octubre de 1525 ya estaba de vuelta en Roma, y fue nombrado miembro de la comisión papal sobre los asuntos de los Caballeros Teutónicos. Cuando las tropas imperiales saquearon a Roma (1527), permaneció con Clemente en el Castillo Sant' Angelo, y permaneció como legado luego de la huída del Papa.
Al año siguiente (1528), a pedido de Wolsey, fue enviado a Inglaterra para formar, junto con éste, un tribunal para tratar la tal llamada demanda de divorcio de Enrique VIII. (Para un relato completo del caso vea el artículo Enrique VIII.) Aquí sólo hablaremos de la conducta de Campeggio en este asunto, el cual hizo lo posible para eludir la responsabilidad que el Papa le había confiado, pues conocía bien las dificultades tanto legales como fácticas conectadas con el caso; y percibía completamente, por su relación íntima con Enrique y Carlos (sobrino de Catalina), que, cualquiera fuera la decisión, una gran nación se perdería para la Iglesia. Sus instrucciones eran proceder con extrema lentitud y cautela, tratar que Enrique y Catalina se reconciliaran, y bajo ninguna circunstancia llegar a una decisión final. A pesar de todos los artificios de Wolsey y de los constantes intentos de sobornos del rey, él se negó a expresar su opinión y se adhirió estrictamente a las órdenes recibidas. Ciertamente, hizo lo que pudo para tratar de convencer a Catalina que entrara a un convento, pero cuando ella se negó tenazmente, él alabó su conducta. En el juicio (junio a julio de 1529), es notable, Campeggio trató a Wolsey como a un subordinado y como a un abogado del rey en lugar de un juez. El último día (23 de julio) cuando todos esperaban una decisión final, él terminó el juicio impávidamente. Algunos días después llegó la noticia de que la apelación de Catalina ya había llegado a Roma y que el caso estaba reservado a la Santa Sede. De regreso a Italia Campeggio fue detenido en Dover, y los oficiales del rey registraron su equipaje con la esperanza de encontrar la bula definiendo la ley del divorcio. Pero el prudente legado ya había destruido el documento, y la búsqueda sólo probó que salía del país más pobre que cuando entró.
Hallamos de nuevo a Campeggio en Bolonia, su ciudad episcopal, presente cuando el Papa coronaba a Carlos V (24 de febrero de 1530), y luego como legado, acompañando al emperador a la Dieta de Augsburgo. Su influencia era ahora mayor que nunca. Le escribió triunfalmente a Clemente, asegurándole que pronto todo estaría bien en Alemania. Se opuso a la realización de un concilio porque no creía en la buena fe de los protestantes, y se apoyaba mayormente en el ejercicio de la autoridad imperial para sofocar el protestantismo, por la fuerza si fuese necesario. Luego de la muerte de Clemente (25 de septiembre de 1534) Campeggio regresó a Roma y formó parte del cónclave que produjo la elección de Paulo III. Este Papa lo nombró a la sede de la diócesis suburbicaria de Praeneste (Palestrina), y fue enviado a Vicenza para la apertura del concilio. Como se dijo antes, murió en Roma y fue enterrado en Bolonia.
Fuente: Scannell, Thomas. "Lorenzo Campeggio." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03223a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.
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