martes, 27 de mayo de 2014

Canossa

Antiguo castillo de Matilde, Condesa de Toscana, situado en las estribaciones de los Apeninos, aproximadamente a dieciocho millas de Parma, y donde tuvo lugar la dramática penitencia del rey Enrique IV de Alemania ante el Papa Gregorio VII. El monarca, excomulgado el 22 de febrero de 1076, había sido completamente abandonado por los príncipes alemanes hostiles si en el plazo de un año no restablecía la paz con el Papa. Este último se enteró de que Enrique había cruzado el Monte Cenis, a principios de enero de 1077, mientras se dirigía a la Dieta convocada en Ausburgo para el 2 de febrero. Temiendo por su integridad, buscó refugio en el inexpugnable y casi inaccesible burgo de Canosa, la fortaleza herencia de su amiga y protectora Matilde. Sin embargo, el monarca realmente estaba intentando llevar a cabo la penitencia necesaria para que se le levantase la excomunión como un paso diplomático para que los planes de sus enemigos en Alemania quedaran anulados. Se mantuvo durante tres días (25-27 de enero) constantemente delante de la puerta de la fortaleza, vestido con el traje de penitente, implorando con lágrimas el perdón del Papa. Gregorio al fin accedió, movido por la compunción del rey y por la importunidad de su propio séquito, entre ellas Matilde. Admitió a Enrique de nuevo a la comunión de la Iglesia y prometió promover su reconciliación con los príncipes alemanes. Pero el rey violó en seguida su solemne juramento de cumplir las condiciones del Papa, y reanudó las hostilidades. La historia tal y como ha sido contada anteriormente, fue narrada por el propio Gregorio (Reg. Ep., IV, 12), en una carta explicativa dirigida a los príncipes germanos sobre los acontecimientos de Canosa. El cronista contemporáneo, Lamberto de Hersfeld, afirma que en la Misa de reconciliación el Papa, en el momento de dar la comunión a Enrique, tomó el mismo la mitad de la Sagrada Forma y retó al rey a coger la otra parte como ordalía (juicio de Dios, n. del t.). Historiadores modernos niegan la verdad de esta afirmación.
La penitencia de Enrique fue, en realidad, solamente una humillación personal y no una degradación de su cargo de rey; tampoco se produjo en la forma establecida por el Papa, ni tampoco pasó el rey tres días y tres noches vestido solo con una camisa, sin comida y sin resguardo (Hergenrother, “Kinchengeschichte”, ed. Kirsch, II, 361). Las ruinas de Canosa se encuentran en la actualidad dentro del término municipal de Ciano d´Enza; no quedan más que algunos restos informes de la muralla derrumbada, que se elevan sobre un peñasco que sobresale por encima de un extensa superficie de barro endurecido, “doblado, sacudido y retorcido en la más horrible grieta que pueda imaginarse” (Hare). Sólo se conservan las cisternas y la “puerta del perdón”.
Hare, Cities of Northern Italy (Londres, 1896), II, 245-49; Buchberger, Kirchliches Handlexikon (Munich, 1906), I, 830; Knöpfler, Die Tage von Tribur und Canossa, in Hist. Polit. Blatter (1884), XCIV, 209, 381; Gosselin, Temporal Power in the Middles Ages (Baltimore, 1853), II; Church and state (tr., Londres, 1872)
Thomas J. Shahan Transcrito por William D. Neville Traducido por Daniel Gutiérrez Carreras

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