La declaración teológica de Barmen fue escrita por un grupo de lideres
eclesiásticos en Alemania para ayudar a los cristianos a resistir los
retos del partido nazi y de los llamados “cristianos alemanes” un movimiento popular que no veía ningún conflicto entre el Cristianismo y los ideales del Socialismo Nacional de Hitler.
En 1933, luego de años frustrantes en los cuales ningún gobierno en Alemania pudo solucionar los problemas de depresión económica y desempleo en masa, Adolfo Hitler fue nombrado canciller. Utilizando el temor del pueblo hacia el comunismo y el bolchevismo, persuadió al parlamento a que le permitiera gobernar por edicto. A la vez que consolidaba su poder, Hitler abolió todos los derechos políticos y los procesos democráticos: La policía podía encarcelar a cualquier persona sin juicio previo, registrar cualquier residencia privada sin autorización, confiscar propiedades, censurar publicaciones, escuchar conversaciones telefónicas, y prohibir reuniones. Eventualmente declaró proscritos a todos los partidos políticos menos el suyo, destruyó a las uniones laborales, purgó las universidades, reemplazó el sistema judicial con sus propias “cortes del pueblo”, inició una perscusi´n sistematica contra los judios, y obtuvo el apoyo de los lideres eclesiásticos aliados y las simpatías de los “cristianos alemanes”.
La mayoría de los cristianos dieron por supuesta la unión entre el cristianismo, el nacionalismo y el militarismo, y los sentimientos patrióticos fueron igualados a las verdades cristianas. “Los cristianos alemanes” exaltaron a la nación racialmente pura y al gobierno de Hitler como la voluntad de Dios para el pueblo alemán.
No obstante algunas personas en las iglesias ofrecieron resistencia. Entre los que se opusieron a la cautividad de la iglesia por el Socialismo Nacional se encontraban los pastores Hans Asmussen, Karl Koch, Karl Iraruer, Martin Niemoller y el teólogo Karl Bath. Luego de una serie de reuniones regionales, estas personas reunieron representantes de las iglesias Luteranas, Reformadas y Unidas en la iglesia de Gemarke, Bramen, en la ciudad de Wuppertal en Mayo 29 – 31, de 1934. Entre los ciento treinta y nueve delegados habían ministros, cincuenta y tres miembros de alguna iglesia, y seis profesores universitarios.
El asunto más importante a tratarse fue la discusión de una declaración urgiendo a las Iglesias Evangélicas en Alemania a permanecer firmes contra los acomodos de los “cristianos alemanes” hacia el Socialismo Nacional. La declaración de Barmen contiene seis proposiciones, cada una cita las Escrituras, declara sus implicaciones para el presente, y rechaza la falsa adoctrina de los “cristianos alemanes”.
Barmen proclama la libertad de la Iglesia en Cristo quien es Señor en todas las áreas de la vida. La Iglesia le obedece como Única Palabra de Dios que determina su orden, ministerio, y relación con el estado.
La declaración fue debatida y adoptada sin enmiendas, y la Iglesia Confesional, esa sección de la iglesia que se opuso a los “cristianos alemanes”, la apoyo unánimemente.
En 1933, luego de años frustrantes en los cuales ningún gobierno en Alemania pudo solucionar los problemas de depresión económica y desempleo en masa, Adolfo Hitler fue nombrado canciller. Utilizando el temor del pueblo hacia el comunismo y el bolchevismo, persuadió al parlamento a que le permitiera gobernar por edicto. A la vez que consolidaba su poder, Hitler abolió todos los derechos políticos y los procesos democráticos: La policía podía encarcelar a cualquier persona sin juicio previo, registrar cualquier residencia privada sin autorización, confiscar propiedades, censurar publicaciones, escuchar conversaciones telefónicas, y prohibir reuniones. Eventualmente declaró proscritos a todos los partidos políticos menos el suyo, destruyó a las uniones laborales, purgó las universidades, reemplazó el sistema judicial con sus propias “cortes del pueblo”, inició una perscusi´n sistematica contra los judios, y obtuvo el apoyo de los lideres eclesiásticos aliados y las simpatías de los “cristianos alemanes”.
La mayoría de los cristianos dieron por supuesta la unión entre el cristianismo, el nacionalismo y el militarismo, y los sentimientos patrióticos fueron igualados a las verdades cristianas. “Los cristianos alemanes” exaltaron a la nación racialmente pura y al gobierno de Hitler como la voluntad de Dios para el pueblo alemán.
No obstante algunas personas en las iglesias ofrecieron resistencia. Entre los que se opusieron a la cautividad de la iglesia por el Socialismo Nacional se encontraban los pastores Hans Asmussen, Karl Koch, Karl Iraruer, Martin Niemoller y el teólogo Karl Bath. Luego de una serie de reuniones regionales, estas personas reunieron representantes de las iglesias Luteranas, Reformadas y Unidas en la iglesia de Gemarke, Bramen, en la ciudad de Wuppertal en Mayo 29 – 31, de 1934. Entre los ciento treinta y nueve delegados habían ministros, cincuenta y tres miembros de alguna iglesia, y seis profesores universitarios.
El asunto más importante a tratarse fue la discusión de una declaración urgiendo a las Iglesias Evangélicas en Alemania a permanecer firmes contra los acomodos de los “cristianos alemanes” hacia el Socialismo Nacional. La declaración de Barmen contiene seis proposiciones, cada una cita las Escrituras, declara sus implicaciones para el presente, y rechaza la falsa adoctrina de los “cristianos alemanes”.
Barmen proclama la libertad de la Iglesia en Cristo quien es Señor en todas las áreas de la vida. La Iglesia le obedece como Única Palabra de Dios que determina su orden, ministerio, y relación con el estado.
La declaración fue debatida y adoptada sin enmiendas, y la Iglesia Confesional, esa sección de la iglesia que se opuso a los “cristianos alemanes”, la apoyo unánimemente.
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