El día de San José
Obrero, 1-5-1991, el Papa Juan Pablo II publica la encíclica Centesimus Annus.
Coincide con los cien años de Rerum Novarum de León XIII; El número
26 de C.A. dice el porqué de la fecha de publicación: el que la Iglesia al
encontrarse con el mundo obrero pueda dar las respuestas idóneas a los problemas
sociales. Por estos motivos, el año 1991 fue declarado Año de la Doctrina Social
de la Iglesia.
Capítulos de que
consta C.A.: 1° la actualidad de los temas abordados en R.N.; 2° una mirada a la
última década (1980-1990); 3° la caída del marxismo (1989) en muchos países
socialistas; 4° la propiedad privada y el destino universal de los bienes; 5° el
Estado y la cultura; 6° el ser humano es el camino de la Iglesia.
Contenidos de la
encíclica C.A.
- La dignidad del
trabajador y del trabajo, el derecho a la asociación de trabajadores, al
descanso (y a poder cumplir los deberes religiosos), al salario justo, y a la
propiedad privada son temas de actualidad. Igualmente la crítica al socialismo y
al capitalismo como formas reguladoras de la relación entre el Estado y los
ciudadanos. Ya León XIII abordó en R.V. todos estos temas.
- En la década
1980-1990 han sucedido "cosas nuevas"; se refiere a la caída de los "muros" y a
lo que esto significa. El camino elegido por Juan Pablo II ha sido el de
analizar el error de base del socialismo: el ateísmo. Las consecuencias de la
negación de Dios se han manifestado en la antropología, pues se considera al
hombre como una partecita de la sociedad y de la cadena de producción.
- Los militarismos,
nacionalismos y totalitarismos que hemos padecido en el siglo XX parten de una
idea de la libertad humana en la que se prescinde de Dios, se margina a los
demás y se apuesta por el egoísmo personal. Después de la 2a Guerra
Mundial se dan soluciones diferentes en Europa: el comunismo, la seguridad
nacional y la sociedad de bienestar. De diferente forma y por diferentes caminos
el materialismo existencial va tomando cuerpo en estos sistemas. La prueba está
en el fenómeno de la descolonización que no elimina las dependencias económicas
de los nuevos países, ni su subdesarrollo.
A pesar de este
panorama negativo, hay que reconocer algo extraordinariamente positivo: la
progresiva toma de conciencia de los valores humanos y los reiterados intentos
de las Naciones Unidas para conseguir la paz.
- La caída del
marxismo en el año 1989 es especialmente comentada por el Papa que ha conocido
de cerca este sistema político. Dice que las causas de este fracaso son las
siguientes: el poco respeto a los derechos de los trabajadores, la violación
sistemática de los derechos humanos y la eliminación de Dios como dador de
sentido a la vida. La escasa eficacia económica de los países marxistas tiene
que ver con la falta de derechos humanos y con la poca comprensión que estos
gobiernos han tenido de la idiosincrasia de los diferentes pueblos. En este
fenómeno nuevo e inesperado han confluido dos elementos importantes: la
negociación humana y el espíritu evangélico concretado en la oración, la
confianza en Dios y el sacrificio de muchas personas.
- El futuro será
distinto y mejor si se toma como referencia la liberación integral de las
personas y se piensa lo social desde los más desfavorecidos de la tierra. Un
futuro de paz, solidaridad y prosperidad depende del esfuerzo convergente de
todos. En este punto Juan Pablo II hace una propuesta muy sugerente al pedirnos
un cambio de mentalidad que consiste en ver los problemas humanos y la pobreza
de muchos, no como un pasado fardo para los mejor situados, sino como la
posibilidad de que la humanidad entera evolucione a una situación mejor.
- La propiedad
privada y el destino universal de los bienes se tratan de forma conjunta, como
es tradicional en la doctrina social de la Iglesia. La fundamentación de este
derecho, en último término, es teológica: Dios ha creado el mundo para todos, y
el trabajo nos permite acceder a este maravilloso don. La importancia que hoy
tiene el conocimiento científico y técnico en la producción de bienes ha llevado
al Papa a afirmar que el primero y principal recurso es la persona formada para
su labor; podemos constatar que una pequeña parte de la población se prepara
bien para su trabajo, al tiempo que otros muchos no tiene acceso ni a la
preparación ni al puesto de trabajo. Desde una visión cristiana, la persona y el
trabajo no se pueden valorar como una simple mercancía; desde aquí, Juan Pablo
II cuestiona profundamente el sistema capitalista y apuesta por el valor de la
participación social y por la empresa como una comunidad de personas.
- El consumismo y
el consumo de calidad define la sociedad actual; urge trabajar por la primacía
del ser, de la verdad, de la belleza y del bien en medio de tanto utilitarismo.
Las consecuencias son fáciles de deducir: los consumidores necesitamos formación
y hay que cuidar más la ecología y el rostro humano de las grandes urbes. En el
contexto social actual el Estado debe proteger a la familia con todo tipo de
ayudas, pues es el ámbito primero y más importante de formación.
- La solución a
tantos males no se da por la caída del marxismo; más aún, hay que evitar una
expansión del libre mercado en el nuevo mapa sociopolítico. La Iglesia ofrece
fundamentos y orientaciones, pero los modelos socioeconómicos concretos tienen
que ser buscados entre todos.
- La Iglesia
apuesta clara y decididamente por la democracia como el mejor sistema de los
posibles; la defensa del sistema democrático nos libra del totalitarismo y del
fundamentalismo. El Papa fundamenta la democracia en el respeto a la libertad y
la búsqueda sincera de la verdad. Hay democracia donde se defienden los derechos
humanos y el bien común, que es mucho más que la suma de los intereses de cada
uno, y de la de los que atentan el poder económico y político.
Al tratar la
relación entre Estado y cultura Juan Pablo II dice que las funciones principales
de un Estado de derecho son: asegurar la libertad personal, la propiedad, la
estabilidad en lo económico y los servicios públicos fundamentales (la vivienda,
la sanidad, la justicia, la educación, etc). El Estado corre siempre el peligro
de suplantar a la sociedad; cuando así actúa no cumple el principio de
subsidiariedad, crea mucha burocracia y se excede en su papel de suplir
únicamente en situaciones especiales.
- La Iglesia apoya
y promueve el voluntariado, la presencia encarnada y evangelizadora en las
diferentes culturas, así como la creación de tribunales supra-nacionales que
aseguren el bien de todas las naciones.
- En el último
capítulo de C.A. el Papa aborda lo específico de la doctrina social de la
Iglesia. Retorna la afirmación de que el hombre es el camino de la Iglesia y que
este camino lo hace desde la revelación; en consecuencia, la antropología
teológica es el elemento estructurante de la doctrina social de la Iglesia. El
Evangelio es la fuerza que impulsa el compromiso social de la Iglesia y la
opción por los pobres, en el momento presente, es lo que más puede validar lo
que la fe proclama y celebra. En concreto, se nos pide un compromiso decidido
con la justicia, la conversión de las mentes y de los corazones, y un
planteamiento de la economía desde los más desfavorecidos. Para ello los
cristianos contamos con la gracia de Dios, las aportaciones de las ciencias
humanas y la colaboración de otras muchas personas comprometidas en la sociedad.
Principales
aportaciones de C.A. 1° Los temas sociales, políticos y económicos están
íntimamente relacionados. 2° Al analizar el socialismo y el capitalismo hay que
distinguir los aspectos antropológicos y los aspectos económicos. 3° Tanto el
marxismo como el capitalismo promueven unos modelos antropológicos equivoca-dos.
4° Las democracias deben respetar y contar con la cultura de cada pueblo. 5° La
Iglesia tiene mucho que decir a favor del hombre desde la antropología
teológica; además, cuenta con la ayuda interdisciplinar y valora mucho lo que
otros grupos hacen en el campo social.
Jesús
Sastre
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