En
sentido amplio, contracepción es el complejo de técnicas y
de prácticas destinadas a evitar la procreación:
en
sentido más específico se llaman «contraceptivos" los instrumentos que
impiden artificialmente la procreación. Estos medios pueden ser de naturaleza
mecánica, química u hormonal. La Iglesia rechaza la contracepción basándose
en el principio de que cualquier acto matrimonial tiene que permanecer abierto a
la transmisión de la vida (Humanae vitae, 1968). La contracepción no puede ser
nunca un bien; es siempre un desorden. Esto no quita que se den a veces auténticos
conflictos de deberes entre el respeto a la apertura de todo acto conyugal a la
vida y la exigencia de evitar o de retrasar un nuevo nacimiento cuando los métodos
naturales resultan impracticables por diversos motivos. La sabiduría moral
tradicional prevé la posibilidad, en este sentido, de buscar delante de Dios cuál
es, en ese caso, el deber mayor. Corresponde a los esposos decidirse tras una
reflexión en común, realizada con todo el cuidado que requiere la grandeza de
su vocación conyugal (Nota pastoral del episcopado francés a la encíclica
Humanae vitae. 1968).
B.
Marra
Bibl.:
K. Rahner - B, Haring, Refiexiones en torno a la «Humanae vitae». San Pablo,
Madrid 1968; F Y Joannes (ed.), La ",Humanae Vitaen, Mar~il. Alcov 1970.
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