miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS EGIPCIOS Y LA MUERTE.

Representación de una ceremonia funeraria en un papiro del siglo XIII a.e.c. Ilustración del Libro de los muertos. Londres, Museo Británico.
 Representación de una ceremonia funeraria en un papiro del siglo XIII a.e.c. Ilustración del Libro de los muertos. Londres, Museo Británico.


Los egipcios creían que se podía vivir después de la muerte si se conservaba el cadáver y se realizaban correctamente ciertos rituales. Para conservar el cuerpo del muerto lo momificaban. Tenían tanto interés en luchar contra los efectos de la muerte que alcanzaron gran perfección en el procedimiento de conservar los cadáveres, de tal manera que, a pesar del paso de los siglos, en las momias todavía se pueden reconocer las facciones de los difuntos.
Junto a los muertos se enterraban unos textos que explicaban todo lo que debía hacer el difunto para llegar al Más Allá.
Al principio, en el Imperio Antiguo egipcio (hace unos 4.500 años), solo tenía esos textos en su tumba el faraón, que se convertía en dios tras la muerte. Más adelante, consiguieron este privilegio los miembros de su familia. Estos primeros textos se encuentran escritos en los muros interiores de sus pirámides, y forman los llamados Textos de las pirámides.
Durante el Imperio Medio, hace unos 4.000 años, los altos funcionarios reales podían tener sus propios textos funerarios escritos en sus ataúdes. A estos se los conoce por Textos de los ataúdes.
A partir del Imperio Nuevo, hacia el 1600 a.e.c., nos encontraremos en las tumbas rollos de papiro escritos que se conocen como el Libro de los Muertos. Eran muy asequibles, por lo que muchas personas pudieron disponer de estas guías para viajar al Más Allá, según las creencias egipcias.
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