martes, 11 de junio de 2013

FIESTA.

I. Juan estructura la actividad de Jesús hasta su muerte (el  Día sexto) dentro de un esquema de seis fiestas. De ellas, la primera, la tercera (prácticamente la central por la conexión entre Chozas y Dedicación) y la última son fiestas de Pascua. Esto demuestra la importancia en Jn del tema pascual, en relación con la alianza.


Las fiestas tienen en Jn significado teológico. La Pascua, en particular, incluye los temas de la alianza y del éxodo, que sirven para interpretar la actividad de Jesús. Esta se concibe como la salida o liberación de la tierra de esclavitud,  que constituye un nuevo pueblo o comunidad humana con identidad propia; la nueva comunidad posee la carta fundacional de su alianza  y llega a la tierra prometida.

El tema pascual está presente en el prólogo (1,14: «acampó», «gloria", cf. Ex 40,34-38); más adelante, en la mención del Cordero de Dios (1,29). El cambio de alianza se anuncia con la oposición entre Moisés y Jesús Mesías (1,17).

II. La primera Pascua (2,13) es el momento de la manifestación mesiánica de Jesús en el templo, centro y símbolo de la institución judía (2,15: el azote). En ella hace su denuncia del templo (2,14-16) y anuncia su sustitución (2,19.21). Su acción profética de hacer salir el ganado del templo (2,15) anuncia su intención de hacer salir al pueblo de la institución que lo oprime y explota (10,1ss; tema del éxodo). «La Pascua de los Judíos» Un 2,13), fiesta oficial, ha dejado de ser «la Pascua del Señor».

La segunda Pascua (6,4). Frente a la Pascua de la institución judía, propone Jesús una muestra anticipada de lo que será el éxodo del Mesías. Temas; el paso del mar (6,1), el monte (6,3.15), la tentación (6,6), la infidelidad (6,15), el maná (6,31.58) con mención explícita de Moisés
(6,32), el cordero pascual (6,51: carne y sangre), la Ley (el pan y la comida, 6,51ss), la incomprensión (6,30), la muerte en el desierto (6,49.58), la tierra prometida (6,21). El éxodo de Jesús cumple lo escrito Por Moisés (5,46) y se realiza a partir del territorio dominado por la
institución judía (6,1, paso del mar).

La tercera Pascua es al mismo tiempo «la de los Judíos» (11,55), que no llegará a celebrarse (19,42: la preparación), y la de Jesús (12,1; 13,1). En ella será sacrificado el verdadero Cordero, a la hora sexta del día de la preparación (19,14), se cumplirá el éxodo de Jesús, su paso al Padre (13,1), se constituirá el nuevo pueblo/la nueva humanidad (19,23-27), se dará el Espíritu, que toma el puesto de la Ley (19,30.34). Está precedida de una expectación de seis días (11,55; 12,1), que realza su importancia; corona el ciclo de las seis fiestas y da comienzo a la fiesta nueva y definitiva.

III. Una fiesta de los Judíos, sin nombre (5,1), es el símbolo de toda fiesta y sirve para contraponer la situación del pueblo a la indiferencia de los dirigentes que lo oprimen. La narración tiene por trasfondo el pasaje de Ez 36, 38-37,lss, sobre los huesos que recobran vida. Tiene lugar en esta fiesta una gran controversia sobre el precepto del descanso (5,9b) o, de modo positivo, sobre la actividad liberadora de Jesús, que es la de Dios mismo (5,16-18). Su tema central es el criterio del bien: Jesús pone como único criterio el bien del hombre, por encima de toda institución o precepto; sus adversarios, la observancia de la Ley, aunque ésta impida el bien del hombre (5,10).

IV. En la fiesta de las Chozas (7,1-8,59), la acción se desarrolla dentro del templo (7,141-8,59), denunciado ya por Jesús en la primera Pascua (2,13ss) y que aparece como recinto de muerte incompatible con la presencia de Jesús (7,19.25.30.32.44. 45; 8,28.37.40.44.59). Los símbolos principales de la fiesta, el agua (7,37-39) y la luz, los aplica Jesús a su persona para describir su misión mesiánica.

V. La fiesta de la Dedicación del templo (10,22-29) recoge los temas de la sección anterior (9,4 y 10,25.37: la obras de Dios; 8,22 y 10,24: el Mesías; 10,1ss.26ss: las ovejas) y depende de ella. Aparecen los temas de la realeza (10,23: Salomón), el del Mesías ungido (10,24) y pastor (10,26: ovejas, alusión a David, cf. Ez 34,23), la consagración mesiánica y el título real de «Hijo de Dios» (10,36). Termina con el paso del Jordán (10, 40), que alude a la entrada en la tierra prometida.

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