martes, 11 de junio de 2013

GLORIA.

I. El término gr. dóxa traduce el hebr. kabod y conserva las acepciones de éste: riqueza, esplendor. Puede ser divina o humana. En este último caso denota el brillo del rango social y el honor que se le tributa.

En el AT, la gloria que manifestaba la presencia de Dios revestía formas visibles: nube (16,7.10; 24,25s), fuego (Ex 24,17), columna de nube o de fuego (Ex 40,38; Nm 14,14); podía tener carácter amenazador (Ex 16,75s; Nm 14,10-39). Moisés quiso ver la gloria de Dios, pero
no pudo ver su rostro porque esto le habría causado la muerte (Ex 33,18-23; 34,6-8).

En Jn, el verbo doxázé, «glorificar», tiene a menudo sentido manifestativo, «manifestar la gloria» (7,39; 11,4; 12,28; 13,31s; 14,13; 15,8; 16,14; 17,1.4s.10; 21,19; cf. 2,11), cf. LXX Ex 14,4-7; Lv 10,3; Is 24,23; 66,5, etc.

II. En Mt y Lc, «la gloria» se aplica al esplendor de los reinos terrenos (Mt 4,8 par.; 6,29: «Iasto»). Al resplandor que manifiesta la presencia divina (Le 2,9) y a la alabanza, respuesta a la manifestación (2,14).

En Mc, el término «gloria» se encuentra tres veces: 8,38, donde la llegada del Hombre se realiza con «la gloria de su Padre», es decir con la condición y realeza divinas; 10,37, donde, en boca de los Zebedeos, «la gloria» de Jesús significa su entronización como rey de Israel; 13,26,
en el mismo sentido de 8,38. El mismo significado en los paralelos de Mt y Lc; d. además Mt 19,28; 25,37.

III. En Jn, la gloria divina se identifica con el amor y lealtad de Dios (1,14) y con el Espíritu (1,32).  Se expresa como «gloria» en cuanto es riqueza y esplendor; como «Espíritu» en cuanto es fuerza y principio vital; como «amor leal», en cuanto es benevolencia y actividad que se traduce en don.

a) Jesús posee la plenitud de la gloria/amor de Dios (1,14), riqueza del Padre que él recibe como Hijo único y heredero universal (1,14; cf. 3,35; 13,3). Juan Bautista expresa la misma realidad dando testimonio de haber visto bajar del cielo al Espíritu, la fuerza del amor de Dios, y permanecer en Jesús (1,32s).

La comunicación de su propia gloria (= amor/Espíritu/vida) es el gesto supremo de comunión por parte de Dios y realiza la unidad del Padre y del Hijo (1,14; 17,22; d. 10,30; 17,11), hasta el punto de que ver a Jesús es ver al Padre (12,45; 14,9), dar la adhesión a él es dársela al Padre (12,44; 14,1), conocer a Jesús es conocer al Padre, único Dios verdadero (17,3). La presencia de la gloria de Dios en él constituye a Jesús en el nuevo santuario (2,19.21); la comunicación de la gloria/Espíritu hace de los hombres santuario de Dios (1,17; 7,39).

b) La gloria/amor se manifiesta en toda la actividad de Jesús como dador de vida (11,4.40), pero alcanza su expresión suprema en la cruz, cuando Jesús acepta voluntariamente su muerte por amor al hombre, para comunicarle vida (el Espíritu) (19,30.34). La manifestación plena
de la gloria/amor en la cruz continúa para siempre (cf. 17,24); así lo simboliza el costado abierto después de la resurrección (20,20.27), de donde sigue fluyendo el agua del Espíritu (19,34).

 Jesús manifiesta la gloria del Padre (1,14), manifestando en su actividad la del Padre en favor del hombre (9,4). Los «hermanos» de Jesús (<<su gente») le proponen una manifestación que él no acepta; es la del poder y la fama, no la del amor (7,3s).

Jesús comunica a los suyos la riqueza (gloria) de su amor (el Espíritu), que él ha recibido del Padre (17,22; d. 1,16s); realiza así la unidad de los suyos con él y con el Padre (17,22).

c) Jn distingue entre la gloria que viene de Dios y la que dan los hombres (5,41.44; 12,13), así como entre buscar la propia gloria y buscar la de Dios (7,18; 8,50.54).

Procurarse gloria humana significa cuidarse del propio rango y prestigio aun con perjuicio de los demás (12,42s; d. 5,44). Este afán es incompatible con la gloria que viene de Dios (el amor leal, 5,42.44), que lleva al hombre a dedicarse al bien de los demás despreciando la gloria
mundana y aun dejando la vida en la empresa. Quien busca su propia gloria comete injusticia y no es digno de fe (7,18). Se busca la gloria del Padre (la manifestación de su amor) cuando se trabaja por llevar a cabo su obra (17,4; cf. 4,34; 6,39s).

IV. En las cartas aparece la gloria como atributo divino (1 Pe 4,11), como presencia de Dios (Rom 3,23; 2 Cor 3,18; Ap 21,23), alabanza (Rom 3,7; Flp 1,11; Heb 13,21), como resplandor (2 Cor 3,7.11). La frase "dar gloria a Dios» significa con frecuencia «dar la razón a Dios/reconocer que Dios tiene razón/dice verdad" (Rom 4,20; Ap 11,13; 14,7; 16,9; cf. Jn 9,24).

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