sábado, 20 de julio de 2013

Alfa y Omega en el uso cristiano.

La forma de expresar la eternidad de Dios por medio de la primera y la última letra del alfabeto parece haber pasado de la sinagoga a la Iglesia. Se sustituyó al alfa y la omega por el álef y la tav. Pero la sustitución de las letras griegas por las de la lengua hebrea causó inevitablemente la pérdida de una porción del significado y belleza de la forma de designar a Dios. Las letras griegas alfa y omega no guardan relación con la palabra “verdad”. Omega no es la última letra de la palabra aletheia (verdad), como lo es tav de la palabra Emeth. Tuvo que ser sacrificada la sagrada y mística palabra “verdad”, que a través de sus letras álef y tav expresa en hebreo el ser absoluto y eterno de Dios.
"Alfa-omega" (y su equivalente hebreo) significa una plenitud absoluta, o la perfección. Es un dicho judío que la bendición sobre Israel en Lev. 26,3-13 está completa porque comienza con álef y termina con tav. La perfección absoluta de Yahveh se expresa en Is. 41,4; 44,6, por medio de la frase, "Yo soy el primero y el último". Platón, ("De Legibus", IV, 715) describe a Dios de la misma manera: archen te kai teleuten kai mesa ton onton apanton echon, y cita esta frase como un palaios logos (Cf. también Josefo, C. Apion., II, XXIII). La frase expresa adecuadamente la idea de que Dios es eterno, el principio y el fin de todas las cosas. El Cuarto Evangelio, tras declarar que la "Palabra era Dios", dice: "y la Palabra habitó entre nosotros llena de gracia y verdad". La gracia representa a la bondad. La frase es idéntica a Éx. 34,6, "llena de bondad y verdad". Aquí tenemos dos grandes atributos divinos, verdad y bondad, asignados a Cristo en toda su plenitud. Lo que Moisés dijo de Dios, el evangelista lo dice de Cristo. En el Apocalipsis el "alfa-omega", toman el lugar de su equivalente hebreo, y aparece en el primer capítulo para designar a Dios (1,8); pero aparece en los últimos dos capítulos para designar a Cristo (Apoc. 21,6; 22,13). Es un argumento que el autor cree en la divinidad de Cristo.
En los primeros tiempos de la Iglesia el alfa y omega se usaban como el monograma de Cristo. Estas letras se convirtieron en su escudo. El poeta Prudencio dice, "Alpha et Omega cognominatus, ipse fons et clausula omnium quae sunt, fuerunt, quxque puesto futura sunt" (Cathemer., 9, 11). El símbolo alfa-omega era escrito bajo los brazos de la cruz dentro de un círculo o un triángulo. A veces, el alfa se encuentra a la derecha y la omega a la izquierda para indicar que en Cristo el principio y el fin se unen en uno. Este escudo se encuentra en las monedas de los emperadores Constante y Constancio (Martigny, 458-459). Los primeros cristianos tenían las dos letras grabadas en sus anillos de sellar (Vigouroux, Diccionario Bíblico)].
A veces el alfa y la omega aparecen escritos en el nimbo, o halo, del cordero; por ejemplo en las pinturas de las catacumbas de Pedro y Marcelino, siglo III. También encontramos estas dos letras en frescos y mosaicos de varias iglesias antiguas; por ejemplo, en la capilla de Santa Felícita y en San Marcos en Roma; en los mundialmente famosos mosaicos de Rávena, en Galla Placidia, San Crisólogo, San Vitale. Con el paso del tiempo el alfa y omega dejó de ser utilizado como el monograma de Cristo en las pinturas y ornamentos de la iglesia. Durante los últimos siglos las letras I.H.S. (vea abreviaturas eclesiásticas) han tomado su lugar completamente. Sin embargo, recientemente nos volvemos a encontrar con el antiguo lema en las puertas de tabernáculos y en los antipendios.

Fuente: Van den Biesen, Christian. "Alpha and Omega." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 19 Dec. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/01332b.htm>.
Traducido por Marielle Schmitz San Martín. lhm

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