sábado, 20 de julio de 2013

Alfa y Omega en la Teología judía.

En la teología judía

Cuando Dios pasó frente al rostro de Moisés en el Sinaí, el gran legislador de Israel exclamó: "Yahveh, Yahveh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" [(Éx. 34,6); en la Biblia de Douai, "Oh, Señor, el Señor Dios, misericordioso y clemente, paciente y lleno de compasión y verdad"]. El ser de Dios está lleno de bondad y verdad ---Plenitudo veri et boni en la traducción al latín. Estos son los principales atributos morales de Dios. Son el resultado inmediato de sus operaciones divinas, pues Dios es un espíritu infinitamente puro. Su ser es el intelecto y la voluntad. La verdad es el objeto final del intelecto; la bondad lo es de la voluntad. El poeta las alaba y las invoca en el salterio con afecto santo y amoroso, como por ejemplo en los Salmos 25(24),10; 40(39),11.12; 57(56),4.11; 85(84),11; 86(85),15; 117(116),2. De las dos perfecciones verdad y bondad, es la primera la que figura más alto. La verdad es la primera de todas las perfecciones.
La palabra hebrea para verdad es Emeth (hebreo, AMH). Está compuesta por tres letras: álef=alfa, mem=mi y tav=teta. El álef y la tav son la primera y la última letras del alfabeto hebreo, así como el alfa y la omega lo son del griego. Así el término Emeth (verdad) comienza con la primera letra del alfabeto y termina con la última. Esto llevó a los sabios judíos a encontrar un significado místico en esta palabra. La álef, o primera letra de Emeth (verdad), indica que Dios es el primero de todas las cosas. No hubo nadie antes que Él de quien pudiera haber recibido la plenitud de la verdad. La tav, o última letra, significa, de modo semejante, que Dios es la última de todas las cosas. No habrá nadie después de Él a quien pueda legarle. Así Emeth es una palabra sagrada que expresa que en Dios mora la verdad absolutamente y en toda su plenitud. Emeth, como lo dicen verdaderamente los teólogos judíos, es el signaculum Dei essentia (vea el Lexicón de Buxtori). En Yoma 69b. y en Sanh. 64a se relata lo siguiente: "Los hombres de la gran sinagoga oraron a Dios para que eliminara de la tierra al Espíritu del Mal, como la causa de todos los problemas. Un pergamino cayó inmediatamente del cielo con la palabra Verdad escrita en él y, acto seguido, salió un feroz león del santuario. Era el espíritu de la idolatría abandonando la tierra". "Esta leyenda enseña ", dice Hanina "que el sello de Dios es la verdad". (Enciclopedia Judía)

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