martes, 23 de julio de 2013

LAS VÍRGENES NEGRAS. (II PARTE). PIEDRAS SANTAS.

JUAN ESLAVA GALÁN.

 LAS VÍRGENES NEGRAS (I PARTE).

                       En muchos santuarios europeos cristianizados mediante la oportuna aparición de una Virgen se veneraba anteriormente una piedra santa. La adoración de betilos o piedras sagradas es universal. En las antiguas cultuas mesopotámicas y mediterráneas se denominaban "abadir", "omphalos" o "betilos" (del hebreo Beth-El: "la casa de Dios"). La piedra sagrada identifica el santuario como centro del mundo y se considera morada del alma. Era, a la vez, imagen de la Diosa Madre fecunda, el huevo primordial depositado en el interior de la caverna, la matriz de la tierra, junto a un manantial que representa su sangre vivificadora.

                       La Diosa Madre proyectaba su fertilidad en las cosechas, los rebaños y las parturientas. Era la diosa de la que dependía la prolongación de la vida.

                      La fusión de dos conceptos religiosos, el dios masculino de los pastores nómadas y el femenino de los agricultores sedentarios, relegó a la Diosa Madre a la condición de esposa del dios, subordinada a él. En este papel la encontramos transformada en Isís, Cibeles, Tanit, Astarté, Artemisa, Deméter, Ceres, Hécate, Diana, Noctiluca y otras deidades [En Éfeso, en el templo de Diana, una de las siete maravillas del mundo antiguo, se veneraba una estatua negra de la Gran Diosa, hermana del Apolo solar. No parece casual que sea preciamente en Éfeso donde la tradición cristiana sitúa a la Virgen María tras la muerte de Jesucristo, y su Asunción a los cielos desde el lugar denominado, en turco, karatchalti, es decir, "la piedra negra".]

                      Las primeras diosas madre se representaban por piedras esféricas. En la literatura romana se se mencionan muchas pideras sagradas o silex religiosa. [Sobre el significado del culto a las piedras véase Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975, pp.253 y ss]. Los primeros penates, o dioses familiares, eran piedras. Una piedra negra era la imagen frigia de la Diosa Madre que llevaron de Pessinonte a Roma en tiempos del rey Atalo. Otra piedra negra y pulida, quizá un meteorito, representaba a Gea Cibeles, diosa de la tierra. Una tercera, esta vez, en forma de losa, con antiguas inscripciones (la lapis niger), era igualmente objeto de culto [Algunos la creían losa sepulcral del mítico Rómulo del pastor Faulstulus que apadrinó a los gemelos Rómulo y Remo, criados por la loba].

                    Cuando el imperio se convirtió al cristianismo, los obispos intentaron desarraigar los cultos relacionados con piedras o cuevas sagradas. Circuncribiéndonos tan sólo a España, en 681 y 682, los Concilios de Toledo excomulgaron a los veneratores lapidum o adoradores de piedras, una medida que no rutió el menor efecto. En vista del fracaso, la Iglesia tuvo que admitir una solución de compromiso, un sincretismo cristiano-pagano. Ya que el pueblo sencillo continuaba aferrado a aquellas toscas representaciones de la Diosa Madre, lo mejor era cristianizarlas, adaptarlas a las nuevas creencias. Así fue como, a partir del siglo XII, una multitud de Vírgenes Negras se instaló en los antiguos santuarios de la Diosa Madre. Por doquier los dólmenes y cuevas sagradas se convirtieron en iglesias o ermitas consagradas a Nuestra Señora.

                  La cristianización de las piedras sagradas paganas mediante adición de una Virgen Negra se mantuvo vigente incluso en la época de la conquista de América, en pleno siglo XVI. La mexicana Virgen de Guadalupe no es más que la cristianización de la divinidad náhuartl de la tierra y la fertilidad, la diosa Coatlicue (en náhuatl, cóatl-cuéitl) que los aztecas veneraban en el monte Tepeyac  en la figura de una piedra [Benardino de Sahagún en su Historia General de las cosas de la Nueva España (1576) escribe: "Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de éstos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre; allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras (...); y ahora que está allí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe también la llaman Tonantzin tomada ocasión de los predicadores que a Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin.".]. Esta conversión no es un fenómeno exclusivo del cristianismo. Recordemos la piedra negra Kaaba, venerada en la Meca, un antiguo símbolo de fecunidad y fertilidad [Kaaba, que significa, literalmente "la tetuda", la Núbil, o sea, la Diosa Madre].

                      Las imágenes antiguas de las Vírgenes Negras suelen presentarla sobre una descomunal peana casi siempre esférica y desproporcionada respecto a la imagen misma, que suele ser minúscula [Apenas a 70 cm de altura; 30 cm de anchura y 30 cm de profundidad].

      En realidad, la peana era, al principio, la gran esfera de piedra del santuario precristiano que unas veces se destruyó y otras se disimuló como peana de la imagen, a menudo, cubierta con un ostentoso manto [En alguna ocasión se trata de piedras en su estado natural, como los oscilantes del santuario de Muxía, en la costa gallega, supuestos fragmentos petrificados de la barca en la que llegó la sagrada imagen a aquellas costas, a los que se atribuyen propiedades curativas y oraculares.].

                      En cualquier caso, las piedras consagradas a la Diosa Madre sirvieron para soportar una Virgen Negra o, más raramente, una cruz o la imagen de un santo. Una oportuna leyenda justifica cualquier asociación: la Virgen del Pilar  se apareción a Santiago encima de un pilar de piedra o columna que está expuesto al beso de los fieles (como la Kaaba de la Meca). De este modo, no había reparo en que los fieles adorasen la piedra que era sustento y peana de Nuestra Señora. La jerarquía eclesiástica confiaba en que, con el tiempo, la adoración se transmitiría a la imagen superior, humana y maternal, mucho más atractiva que la arcaica e inexpresiva piedra. Sin embargo el monolito esférico siguió constituyeno parte muy especial de la nueva representación de la Diosa Madre, convertida ahora en Madre de Cristo. Y, como tal, más o menos disimulada, perdura hasta nuestros días, aunque a veces la esfera se ha convertido en peana de la cruz como vemos en El Salvador, antigua mezquita mayor de Sevilla.

                  El origen pagano de estas advocaciones marianas se observa todavía en el rito que cumplen las personas piadosas. En la antigüedad los devotos de la deidad daban la vuelta al betilo o, al menos, lo tocaban. En el "Promontorio sacro" (Hierón Akroteríon), identificable como el cabo San Vicente, cuenta Estrabón: "Se ven unas piedras a las que dan la vuelta los que se acercan al lugar, siguiendo la costumbre del país" [Estrabón, Geografía, Libro III,1,7. La noticia procede de la descripción topográfica de Artemidoro de Éfeso (Geographoúmena). Lo confimó Lite de Vasconcellos, Religiöes da Lusitânia (1897-1913; tres volúmenes), 1987, I, p. XXIV, II, 1907, pp. 10-14, 101, 207-210. El santuario existe todavía, en forma de ermita a la que se accede a través de una fortificación]. Hoy, en los santuarios de la Virgen (y en los de algunos santos) los devotos ascienden por unas escaleras angostas hasta el camarín de la imagen y bajan por otro tramo en el lado opuesto después de tocar la imagen o santiguarse al pasar por el lugar sagrado, el camarín propiamente dicho, que está fundado sobre la roca. En la ermita de San Frutos de Duratón (Segovia), el devoto entra por una puertecita abierta a un lado del altar, gatea en torno al betilo cobijado en aquella estrechura y sale por otra puertecita en el lado opuesto.

IMÁGENES.

SANTUARIO DE LA VIRGEN DE TISCAR.


PIEDRAS SANTAS DE FISTERRA.

 

PIEDRA SANTA. MALALCAHUELLO.





LAS VÍRGENES NEGRAS (III PARTE). ¿POR QUÉ NEGRAS?  
LAS VÍRGENES NEGRAS (IV PARTE). LOS LUGARES DE PODER..Piedra Santa, Malalcahuello

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