En un floreciente reino maya de tiempos ya olvidados,
había una extraña sociedad de guerreros defensores de la cultura:
los Señores Jaguar, quienes vivían en una sorprendente integración
con la naturaleza tropical, tan fecunda y desafiante. Su oficio no era la
guerra sino combatir la enfermedad, el sufrimiento, la debilidad y la ignorancia
a los que está expuesto el ser humano de cualquier época o lugar.
Para ello, se dedicaban a promover el desarrollo total de las capacidades inherentes a la naturaleza humana, la cual consideraban contenía en forma latente muchos de los poderes de otras especies por ser el hombre un resumen de la evolución natural. Ese desarrollo lo lograban aplicando admirablemente un conjunto de métodos que llamaban Balam Chac Mol Sacbé, El Camino Blanco del Jaguar de la Garra Roja.
Como lo insinúa ese nombre, el método se fundamentaba en el aprendizaje de las habilidades del jaguar para sobrevivir y adaptarse a la naturaleza. Tomaban el jaguar como emblema de esa sociedad porque desde tiempos remotos los mayas llamaban Balam o Jaguar a una de las constelaciones de su zodíaco, en correspondencia con las energías que ese sector del cielo irradiaba hacia la tierra (Balam se corresponde a Piscis en el zodíaco caldeo), porque consideran que el jaguar tuvo que ver con el origen de la humanidad y con nuestras energías vitales, y porque hay posibilidad de comunicarse con él en sueños, revelaciones y encuentros en la selva para recibir ciertos conocimientos vitales para la supervivencia . El jaguar era el soporte o primer cuerpo de la pirámide humana (o sea, del ascenso escalonado y espiral hacia la conciencia cósmica.) El segundo cuerpo, la serpiente (el puente entre tierra y cielo, por así decir), y el águila el cuerpo superior, el cielo.
Así, el jaguar celeste y el terrestre eran compañeros en el camino sagrado del maya, guardianes del saber antiguo de los grandes ancestros que lograron alcanzar la cumbre espiritual, la Libertad Total. Allí, en el Balam astronómico y en el de la naturaleza, los mayas leían códices y mapas que revelaban secretos del Cielo y de la Tierra. Secretos impenetrables, que recibían solo los capaces de sacrificar su corazón, los elegidos como servidores de la Luz. Sin la fortaleza, salud y vigor representados en el jaguar, sin penetrar por su boca hacia los misterios menores y mayores, no había liberación espiritual posible, no se abría la Ruta Celeste… (Véase el apéndice 4.)
Para ello, se dedicaban a promover el desarrollo total de las capacidades inherentes a la naturaleza humana, la cual consideraban contenía en forma latente muchos de los poderes de otras especies por ser el hombre un resumen de la evolución natural. Ese desarrollo lo lograban aplicando admirablemente un conjunto de métodos que llamaban Balam Chac Mol Sacbé, El Camino Blanco del Jaguar de la Garra Roja.
Como lo insinúa ese nombre, el método se fundamentaba en el aprendizaje de las habilidades del jaguar para sobrevivir y adaptarse a la naturaleza. Tomaban el jaguar como emblema de esa sociedad porque desde tiempos remotos los mayas llamaban Balam o Jaguar a una de las constelaciones de su zodíaco, en correspondencia con las energías que ese sector del cielo irradiaba hacia la tierra (Balam se corresponde a Piscis en el zodíaco caldeo), porque consideran que el jaguar tuvo que ver con el origen de la humanidad y con nuestras energías vitales, y porque hay posibilidad de comunicarse con él en sueños, revelaciones y encuentros en la selva para recibir ciertos conocimientos vitales para la supervivencia . El jaguar era el soporte o primer cuerpo de la pirámide humana (o sea, del ascenso escalonado y espiral hacia la conciencia cósmica.) El segundo cuerpo, la serpiente (el puente entre tierra y cielo, por así decir), y el águila el cuerpo superior, el cielo.
Así, el jaguar celeste y el terrestre eran compañeros en el camino sagrado del maya, guardianes del saber antiguo de los grandes ancestros que lograron alcanzar la cumbre espiritual, la Libertad Total. Allí, en el Balam astronómico y en el de la naturaleza, los mayas leían códices y mapas que revelaban secretos del Cielo y de la Tierra. Secretos impenetrables, que recibían solo los capaces de sacrificar su corazón, los elegidos como servidores de la Luz. Sin la fortaleza, salud y vigor representados en el jaguar, sin penetrar por su boca hacia los misterios menores y mayores, no había liberación espiritual posible, no se abría la Ruta Celeste… (Véase el apéndice 4.)
I: EL DESTINO
JAGUAR DE UN NIÑO
Cuentan los abuelos que después
de un largo período de esplendor, aquel reino sufrió trastornos
sociales y naturales así como la invasión de bárbaros
extranjeros, todo lo cual trajo una decadencia que expuso sus gentes a una
degeneración moral y física. Ya no estaban encarnando las almas
luminosas que exaltaron la raza a su grandeza creadora, y la alimentación,
base de la salud, no se basaba más en el conocimiento sino en costumbres
ciegas.
Siguen narrando que un día
tempestuoso cayó un enceguecedor relámpago sobre la plaza de
una aldea cercana a la capital del reino, con tal poder que derribó
el templo, incendió las casas y mató a casi todos sus habitantes.
Unos pocos supervivientes, heridos, huyeron despavoridos hacia la ciudad,
donde hallaron refugio y curación. Nunca más regresaron a la
aldea, que pronto fue devorada por la selva.
El Consejo Sacerdotal consultó
el calendario y los granos de maíz y de tzité (frijol rojo),
para poder descifrar el mensaje implícito en ese estruendoso relámpago.
Cuando lo lograron, anunciaron al pueblo sus conclusiones:
- Amados Hermanos, a pesar del dolor que nos embarga por la pérdida de seres queridos, el rayo que bajó del cielo trae un mensaje profético alentador para nuestros corazones. El Señor del Fuego Celeste, Canhel (la Gran Serpiente de Vida), enviado de Kinich Ahau (Señor Ojo Solar) bajó con potestad y fugazmente para abrir la ruta cósmica a los seres estelares hacia el resurgir de nuestra cultura. Después de 9 veces 52 años de esta larga noche del espíritu que ha desangrado nuestros corazones, pronto, dentro de 13 años, Balam Rojo de nuestro cielo abrirá sus ojos, y su hijo, Maestro Guerrero Jaguar, volverá. Volverá una vez más, ahora para encauzar nuestras familias hacia el reinado de la sabiduría junto con todos los pueblos de la tierra. Mientras tanto, preparémonos haciendo penitencia y ofrendas a Ahau Hunab K'u (Dios Uno), implorando su compasión. ¡Maestro Jaguar vendrá con el Fuego Nuevo!
- Amados Hermanos, a pesar del dolor que nos embarga por la pérdida de seres queridos, el rayo que bajó del cielo trae un mensaje profético alentador para nuestros corazones. El Señor del Fuego Celeste, Canhel (la Gran Serpiente de Vida), enviado de Kinich Ahau (Señor Ojo Solar) bajó con potestad y fugazmente para abrir la ruta cósmica a los seres estelares hacia el resurgir de nuestra cultura. Después de 9 veces 52 años de esta larga noche del espíritu que ha desangrado nuestros corazones, pronto, dentro de 13 años, Balam Rojo de nuestro cielo abrirá sus ojos, y su hijo, Maestro Guerrero Jaguar, volverá. Volverá una vez más, ahora para encauzar nuestras familias hacia el reinado de la sabiduría junto con todos los pueblos de la tierra. Mientras tanto, preparémonos haciendo penitencia y ofrendas a Ahau Hunab K'u (Dios Uno), implorando su compasión. ¡Maestro Jaguar vendrá con el Fuego Nuevo!
- Con gran alborozo, las gentes se
congregaron en el patio ceremonial para celebrar con cantos, danzas y espectáculos,
la esperanza que renacía en sus corazones, desplazando el dolor de
esa larga noche que ocultó al sol de la cultura, gracias al poder del
rayo celeste, pierna del Sol invisible.
Lo único que quedó en pie en la aldea fue la efigie pétrea del Balam Chac Mol, sobre la agrietada plataforma del templo, con sus ojos de esmeralda y dientes de jade, que brillaban al resplandor de ese fuego que duró hasta el siguiente amanecer. Además, en una casita al borde de la selva quedó, huérfano y abandonado, un pequeño de cinco años. A la hora de la tragedia dormía sobre el suelo envuelto en una piel de jaguar.
Lo único que quedó en pie en la aldea fue la efigie pétrea del Balam Chac Mol, sobre la agrietada plataforma del templo, con sus ojos de esmeralda y dientes de jade, que brillaban al resplandor de ese fuego que duró hasta el siguiente amanecer. Además, en una casita al borde de la selva quedó, huérfano y abandonado, un pequeño de cinco años. A la hora de la tragedia dormía sobre el suelo envuelto en una piel de jaguar.
Cuando despertó, se vio colgado
de los colmillos de un jaguar que se deslizaba suavemente por la intrincada
selva. Su primer impulso fue gritar y llamar a su madre. Pero había
algo cálido y maternal en los gruñidos de la bestia, en la delicadeza
con que lo llevaba a un destino ignorado, que esa dulce sensación lo
hizo adormecerse de nuevo. Iba envuelto en la sedosa piel de un jaguar pequeño
que su padre había cazado, y donde su madre solía acostarlo
o envolverlo. Tanto le gustaba esa piel, que a veces se la colgaba a modo
de capa, como veía a los sacerdotes en sus ritos, o a los danzantes
en las noches de luna; y así cubierto se agazapaba en el pozo cercano
al cenote, entre carrizos, para asustar a sus amiguitos. Por eso su padre
lo llamaba "mi pequeño Balam Chaac".
Despierta el niño horas después,
en una cueva gratamente fresca en la modorra de la tarde tropical. A su lado,
acariciándolo con su lengua rasposa, su madre adoptiva con sus dos
cachorritos dormidos. No extraña el hogar, lo que quiere es jugar con
sus nuevos hermanitos, como lo hacía hasta ayer en la aldea. Un rato
más tarde están todos correteando, abrazándose, escondiéndose
y acechándose. La madre los contempla complacida.
Poco antes del anochecer llegó el padre con su presa, que devora junto con su compañera. Luego la madre llama a los hijitos para el reposo.
¡Hijitos, llegó papá! ¡A comer y a dormir!
Poco antes del anochecer llegó el padre con su presa, que devora junto con su compañera. Luego la madre llama a los hijitos para el reposo.
¡Hijitos, llegó papá! ¡A comer y a dormir!
Todos acuden correteando, pero el
padre gruñe sorprendido y en guardia ante un olor extraño. Olfatea
al pequeño Balam Chaac y mira interrogativamente a su hembra. Ella
le responde:
Nuestro hijito atrapado hace años por el hombre malo, ha regresado. Trae su trajecito que le tejí al gestarlo, y un cuerpito humano. Lo recogí cuando Chaac destruyó sus casas y su gente. Yo acudí a su llamado, que me guió hasta el niño que gemía atontado, y olía como nuestros hijitos. Así respondió el cielo a mis ruegos, y se acabaron mis lágrimas.
Nuestro hijito atrapado hace años por el hombre malo, ha regresado. Trae su trajecito que le tejí al gestarlo, y un cuerpito humano. Lo recogí cuando Chaac destruyó sus casas y su gente. Yo acudí a su llamado, que me guió hasta el niño que gemía atontado, y olía como nuestros hijitos. Así respondió el cielo a mis ruegos, y se acabaron mis lágrimas.
Está bien, mujer, será
nuestro y crecerá junto a nuestros otros hijitos, y cuando sea grande
y nosotros viejos, nos defenderá del hombre malo. Esa pielecita que
lo protege es señal de que los dioses nos complacen devolviéndonos
nuestro primogénito en circunstancias tan extrañas. Yo solo
vi fuego en el pueblo, y nuestra imagen de piedra brillando extrañamente.
Algo preparan los poderes del cielo para nuestro hijo. Consultemos a los abuelos.
Así lo hizo, y los abuelos,
en la siguiente luna nueva, fueron al cenote a consultar a las estrellas.
Un ave plateada se apareció y les dijo:
Protejan y eduquen al niño jaguar y humano, en las cosas sagradas. A los 13 años de aprender con ustedes, el Cielo lo pondrá en su camino.
El niño crecía aprendiendo las leyes de la selva, las destrezas y moral de los jaguares,, sus creencias y su idioma, sin olvidar el suyo, con el cual les hablaba a sus hermanitos y a los vecinos, quienes se acercaban reverentes y temerosos a contemplar esa extraña criatura, que apareció en su mundo acompañada de graves presagios.. En sus juegos siempre gritaba su nombre,¡Balam Chaac! ¡Balam Chaac!, en respuesta a los gritos de los demás, mientras saltaba entre la vegetación con sus hermanos y amiguitos. Ese grito mantenía vivo en su mente el recuerdo de su idioma, de los relatos de su padre y los cantos de su madre, así como las imágenes de la aldea.
Protejan y eduquen al niño jaguar y humano, en las cosas sagradas. A los 13 años de aprender con ustedes, el Cielo lo pondrá en su camino.
El niño crecía aprendiendo las leyes de la selva, las destrezas y moral de los jaguares,, sus creencias y su idioma, sin olvidar el suyo, con el cual les hablaba a sus hermanitos y a los vecinos, quienes se acercaban reverentes y temerosos a contemplar esa extraña criatura, que apareció en su mundo acompañada de graves presagios.. En sus juegos siempre gritaba su nombre,¡Balam Chaac! ¡Balam Chaac!, en respuesta a los gritos de los demás, mientras saltaba entre la vegetación con sus hermanos y amiguitos. Ese grito mantenía vivo en su mente el recuerdo de su idioma, de los relatos de su padre y los cantos de su madre, así como las imágenes de la aldea.
Pasaron los años. Balam Chaac
ya era un competente jaguar, diestro en las artes y técnicas del clan.
Dominaba su dialecto, acompañaba al padre en la cacería, ayudaba
a la madre, y era un buen centinela en los momentos de peligro. A veces tenía
sueños que lo inquietaban, como el de un guerrero de cara humana y
cuerpo de fiera, que volaba sobre un precipicio para salvar de la destrucción
a una hermosa ciudad con grandes pirámides y jardines maravillosos,
y otros sueños donde surgían lugares, situaciones y personajes
desconocidos para él. Se los contaba a su padre, quien siempre le respondía
escuetamente:
Algún día sabrás
lo que el Gran K'in reserva para ti. Él te habla mientras duermes para
prepararte".
Su padre era un apasionado aventurero, siempre en busca de sorpresas y novedades, invencible galán, y campeón en los deportes de su raza. Todo lo que sabía se lo transmitía a Balam Chaac, quien así crecía valiente y audaz. Pero el joven prefería ir con sus abuelos, que vivían en un refugio en el cerro más alto y eran muy apreciados por sus conocimientos, rituales, consejos y curaciones. Ellos solían contarle raras historias y leyendas que estimulaban su imaginación y su anhelo de conocer esos sitios ocultos y prohibidos. En las madrugadas de luna nueva, los abuelos lo llevaban a un claro en el bosque, muy árido, para contemplar extrañas manifestaciones de formas, colores, cantos y otras que llevaban su mente a un inexplicable estado de ensoñación. La abuela le enseñaba pacientemente:
La mente es como el espejo de agua que está frente a nuestra cueva. Todo lo refleja y lo contiene. La naturaleza es el espejo del cielo, todo lo que vive en las estrellas como luz vive aquí como formas. El cielo es el espejo del Gran Abuelo Creador, sus pensamientos se vuelven infinitas luces allá arriba. Si sigues entrenando tu mente como te indica tu abuelo, y tu cuerpo, que es reflejo de la mente, como te enseña tu padre, lograrás el propósito que te hizo nacer humano y vivir jaguar. Recuerda: los reflejos conducen a su fuente, la Gran Luz, si no te quedas embelesado en su contemplación, sino que los usas como la boca de la gruta de la sabiduría, así como nuestra boca da paso al alimento. Y si así te comportas, podrás leer en el Gran Libro del Cielo el por qué tuyo, el por qué nuestro, los porqués que inquietan tu mente. Y así podrás extasiarte en la contemplación del Autor de tantas maravillas. No te dejes llevar por la pereza ni por las excusas. Guerrero en los campos de la mente, eso debes ser, para que logres tu misión en la vida. ¡Que nadie te distraiga del verdadero propósito!
Su padre era un apasionado aventurero, siempre en busca de sorpresas y novedades, invencible galán, y campeón en los deportes de su raza. Todo lo que sabía se lo transmitía a Balam Chaac, quien así crecía valiente y audaz. Pero el joven prefería ir con sus abuelos, que vivían en un refugio en el cerro más alto y eran muy apreciados por sus conocimientos, rituales, consejos y curaciones. Ellos solían contarle raras historias y leyendas que estimulaban su imaginación y su anhelo de conocer esos sitios ocultos y prohibidos. En las madrugadas de luna nueva, los abuelos lo llevaban a un claro en el bosque, muy árido, para contemplar extrañas manifestaciones de formas, colores, cantos y otras que llevaban su mente a un inexplicable estado de ensoñación. La abuela le enseñaba pacientemente:
La mente es como el espejo de agua que está frente a nuestra cueva. Todo lo refleja y lo contiene. La naturaleza es el espejo del cielo, todo lo que vive en las estrellas como luz vive aquí como formas. El cielo es el espejo del Gran Abuelo Creador, sus pensamientos se vuelven infinitas luces allá arriba. Si sigues entrenando tu mente como te indica tu abuelo, y tu cuerpo, que es reflejo de la mente, como te enseña tu padre, lograrás el propósito que te hizo nacer humano y vivir jaguar. Recuerda: los reflejos conducen a su fuente, la Gran Luz, si no te quedas embelesado en su contemplación, sino que los usas como la boca de la gruta de la sabiduría, así como nuestra boca da paso al alimento. Y si así te comportas, podrás leer en el Gran Libro del Cielo el por qué tuyo, el por qué nuestro, los porqués que inquietan tu mente. Y así podrás extasiarte en la contemplación del Autor de tantas maravillas. No te dejes llevar por la pereza ni por las excusas. Guerrero en los campos de la mente, eso debes ser, para que logres tu misión en la vida. ¡Que nadie te distraiga del verdadero propósito!
La abuela jaguar era su formadora.
Siempre le regalaba consejos, advertencias, correcciones, llenos de ternura,
bondad y tolerancia: (véase el apéndice 2, al final del cuento).
Mi querido nietecito, estás
entrando impetuosamente a tu juventud. Los ardores que por tu sangre te impulsan
a actuar, no los dejes descarriarse, ponles riendas. Juega y danza con las
muchachas, acarícialas, de allí no pases. Tu raza y la nuestra
no deben mezclarse, cada una al despuntar la vida recibió un mandato
diferente del Gran Abuelo Creador, el cual debemos respetar. Está cercano
el día en que ocuparás un lugar de dignidad en tu mundo humano.
No te dejes infectar de ese veneno de las ambiciones ni del afán de
poder con que tratarán de contagiarte los perversos. Cuida la belleza
de tu corazón. Sirve con amor y respeto a tu pueblo, dignifícalo
con tu ejemplo. Que tus ojos guarden las imágenes de nuestro mundo
que has compartido, que sean alimento vigorizante para tu mente. Recuerda
que estás llamado a una misión de paz, de reencuentro, de retorno
a los veneros puros de la sabiduría sin manchas que conduce a la felicidad.
Nosotros confiamos en ti, conocemos la marca que traes en tu espíritu,
esperamos que un día vuelvas a nosotros para restablecer la Santa Alianza
Universal. No somos bestias. Somos tan humanos como ustedes, aunque nuestros
cuerpos difieran, así como nuestra lengua. El Dador de la Vida no es
copista, es creador, no hace dos cosas exactamente iguales, está dotado
de originalidad, de versatilidad; hasta cada cosa, cada ser, cada sociedad,
cambia a cada instante. Lo único permanente es la impermanencia, lo
único que no cambia es el cambio. No permanezcas estático, ni
esperes que la vida y tu pueblo se mantengan siempre en la misma condición.
Como las mareas y las olas del océano, como las estaciones y los árboles,
así es la realidad en que nos movemos. Medita mis palabras, mantenlas
vivas en tu corazón, te darán poder.
En esos atardeceres, cuando al ocultarse
el Señor Sol, Kinich Ahau, por el poniente se asomaba la Reina de la
Noche, Ix Chel, por el oriente, acompañaba a sus padres y hermanos
al cenote, donde entonces todos se reunían a nadar, retozar y reír;
chistes y chismes corrían de boca en boca, y las parejitas se abrazaban
bajo las aguas frescas y cristalinas. Pero cuando ya era noche y aparecían
las primeras estrellas, todos debían retirarse, estaba prohibido permanecer
en la gruta. Solo los viejos del Consejo se quedaban allí, y también
Balam Chaac, por indicación del jefe del clan, junto con sus abuelos.
Cuando la Luna Llena alcanzaba lo más alto del cielo, los árboles
se transformaban, de las estrellas caían unas aves resplandecientes,
las aguas giraban en veloces espirales, y los viejos y el joven se despojaban
de sus cuerpos dormidos para volar por mundos de magia y esplendor, y por
las espirales del agua del cenote penetraban al corazón de la Madre
Tierra, la Gran Jaguar. Cuando la Luna se acercaba al horizonte, el Jefe transmitía
las instrucciones que había recibido del Cielo y de la Tierra, y luego
se iban a un breve reposo antes de iniciar sus tareas cotidianas. Así,
una noche dijo:
El cielo se conmueve porque se acerca la gran noche cuando de las estrellas descenderán sus luces para sembrar la grandeza en la tierra. La Madre sufre los dolores de ese gran parto. Por todas partes se agrieta, parece enferma, pero sus aguas y su viento se está regenerando para recibir a esas criaturas del cielo en su seno. Nuestra estirpe será dignificada juntamente con la humana. Balam Chaac pronto cruzará ese puente olvidado, es mandato del destino. Debemos protegerlo para que las tinieblas no se crucen en su camino. En ello van nuestras vidas. Muy próxima está la aurora que abrirá el umbral a esas luces.
El cielo se conmueve porque se acerca la gran noche cuando de las estrellas descenderán sus luces para sembrar la grandeza en la tierra. La Madre sufre los dolores de ese gran parto. Por todas partes se agrieta, parece enferma, pero sus aguas y su viento se está regenerando para recibir a esas criaturas del cielo en su seno. Nuestra estirpe será dignificada juntamente con la humana. Balam Chaac pronto cruzará ese puente olvidado, es mandato del destino. Debemos protegerlo para que las tinieblas no se crucen en su camino. En ello van nuestras vidas. Muy próxima está la aurora que abrirá el umbral a esas luces.
A los pocos meses Balam Chaac cumplía
18 años de edad, y 13 de su convivencia en el reino de los jaguares.
Fue celebrado con una gran fiesta en el cenote. Se invitó a todos los
habitantes de esa selva. Era sorprendente, increíble, ver juntos venados
y jaguares, serpientes y pájaros, reptiles y peces, una multitud abigarrada
y dispar celebrar alegremente, en paz y amistad, ese doble cumpleaños,
la pronta iniciación del joven, y sobre todo, la profecía que
se estaba cumpliendo en él, y que despertaba tantas esperanzas.
Al caer el Sol, el jaguar shamán
celebró un breve ritual, y ante la asamblea se dirigió al joven:
Amigo Balam Chaac, quiso el destino traerte a nuestro mundo. Te aceptamos con amor porque sabemos lo que tú ignoras, el sello que al nacer recibiste del cielo y que te ha conducido a este momento,, final y comienzo para ti y para nosotros. Vas a ser iniciado ahora en nuestros misterios. El velo que el Señor Chaac tendió sobre tu memoria, debe descorrerse para que veas la verdad de tu destino y cumplas con él. Para ello necesitas poder. Ese poder que vendrá a ti cuando abras los registros del tiempo sellado en tu corazón. Yo seré tu guía y compañero en tu iniciación. Irás por un camino diferente al nuestro, pero siempre estarás unido a nuestro clan. Acompáñame.
De esta manera empezó el jaguar shamán su tarea de iniciar al discípulo, el hombre jaguar.
Amigo Balam Chaac, quiso el destino traerte a nuestro mundo. Te aceptamos con amor porque sabemos lo que tú ignoras, el sello que al nacer recibiste del cielo y que te ha conducido a este momento,, final y comienzo para ti y para nosotros. Vas a ser iniciado ahora en nuestros misterios. El velo que el Señor Chaac tendió sobre tu memoria, debe descorrerse para que veas la verdad de tu destino y cumplas con él. Para ello necesitas poder. Ese poder que vendrá a ti cuando abras los registros del tiempo sellado en tu corazón. Yo seré tu guía y compañero en tu iniciación. Irás por un camino diferente al nuestro, pero siempre estarás unido a nuestro clan. Acompáñame.
De esta manera empezó el jaguar shamán su tarea de iniciar al discípulo, el hombre jaguar.
II: LA
INICIACIÓN DEL HOMBRE JAGUAR
Verás, jovencito. Tu mente
está fresca, libre aún de pasiones desbordadas que empañan
el cristal de los ojos. Sin embargo, tu memoria ancestral está cerrada
por los velos piadosos del olvido. Caminaremos juntos por esos oscuros pasadizos,
te ayudaré a romper cerrojos y te acompañaré al otro
lado de la montaña del tiempo. protegiéndote del mal y de las
tentaciones, y conduciéndote por los mundos ocultos hacia tu corazón
radiante.
Así habló el shamán,
al encaminarlo al reino del misterio. Balam Chaac se despidió de su
familia jaguar con dolor pero con la promesa de reencontrarse algún
día. Se encaminaron los dos al cerro de los abuelos, quienes los recibieron
con cariño. Ya estaban enterados del propósito de la visita,
y lo tenían todo preparado. Se sentaron en círculo los cuatro
ante el sol tibio de la mañana. Después de elevar sus preces
y cantos rugientes al Padre Sol como enviado del Gran Sol Invisible, el shamán
le narró al chico el devenir de soles y lunas; eran historias fantásticas
de escenarios sucesivos de la vida; eran espacios naturales donde brotaban
y desaparecían mundos, especies, seres, aconteceres y cataclismos,
todo regulado por la cadencia de los tiempos, los siglos parecían horas
en ese desfilar de las edades; selvas y civilizaciones surgían y desaparecían
en oleadas incesantes, como las olas que se elevan en la mar y van a morir
en la playa una tras otra, sin descanso, en un perenne repetir demoledor.
Es lo que llaman el tiempo, que para
nosotros es una danza incesante, con cambios constantes de ritmo según
las pulsaciones cósmicas que hacen bailara nuestra Madre Tierra, Gran
Jaguar, y a ese compás todos bailamos obligados.
Ahora el abuelo toma la palabra. Relata
la historia de su raza, muy poderosa en épocas remotas, gobernando
en muchas tierras cuando el Sol aún no daba su brillo. Narró
el génesis del primer jaguar, modelado por los dioses nocturnos que
aún centellean en las noches claras. Cómo le asignaron una misión
en la penumbra de los primeros tiempos, cómo le enseñaron el
misterio de la procreación y a consultar a la Reina de las Noches durante
los plenilunios. Cómo este gran maestro y padre de la raza peregrinó
por el mundo enseñando las leyes de la selva, gestando en un sueño
su pareja, logrando una descendencia numerosa que repartió por las
selvas, que entonces cubrían casi toda la superficie del planeta.
Al final de sus días escogió
entre sus hijos mayores a los 4 Balam, Pilares del Mundo, para fundar los
clanes mayores que establecieron nuestro imperio. ¡Qué tiempos
de gloria aquéllos para nuestra raza! Pasaron las edades, y llegó
el temible momento profetizado por nuestros sabios: el fin de la Edad de la
Penumbra y el comienzo de la Era Luminosa. Estábamos llamados a contribuir
al advenimiento del Hombre y a compartirles nuestro poder. Vino del cielo
con el primer rayo del Sol infante, semejante al Gran Abuelo Creador, de rostro
felino y piel como la nuestra, era poderoso pero tímido a la vez ante
un mundo que aún no conocía. Lo educamos con esmero, y para
alimentarlo el Señor Chaac nos ordenó traerle el kauil (maíz)
desde la Montaña de los Venados; así, por largo tiempo, convivimos
hombres y jaguares, junto con todas las criaturas, en un reino de armonía,
sorpresas y abundancia.
Vino la Era del Fuego, se desataron
los volcanes y con ellos las pasiones. Pocos podían controlar tanta
energía corriendo por su sangre. Entonces se rompió la Santa
Alianza Universal en una escena de celos y ambiciones. Un día uno de
los nuestros mató a un hombre. Nunca jamás se había visto
el terror de la muerte, el odio y el miedo, terror que contaminó a
todos, acabándose así aquel paraíso de amor. Vino la
venganza, ataques y contraataques. Perdimos muchas tierras, se acabó
el imperio, quedamos confinados a pocas zonas en el mundo, donde se ha mantenido
una convivencia relativa. Hemos esperado pacientemente este momento a través
de los siglos, momento profetizado por nuestros ancestros, la hora del reencuentro
y la reconciliación, la Era del Aire, de las Estrellas.
Eres tú la profecía
cumplida. Tu padre, por azares del destino sabio, mató al elegido,
a nuestro nieto, destinado a unir, iba preparado para procurar un primer acercamiento,
y el anuncio fatal se cumplió. Encarnaste luego como humano, y te envolvieron
tus padres en tu propia piel felina. De esa manera iba a cumplirse el reencuentro,
el acercamiento, con muerte y vida, y no con palabras. Así, oh Voluntad
del Cielo, viniste a nosotros… Debes recordar. ¿Recuerdas, nietecito?
Me es difícil pensar en eso , abuelo. ¿Cómo recordar?
Pronto, vamos al Corazón de la Tierra, replicó el shamán.
Me es difícil pensar en eso , abuelo. ¿Cómo recordar?
Pronto, vamos al Corazón de la Tierra, replicó el shamán.
Se encaminaron a una oquedad en el
cerro, la llamaban la Boca del Rey Jaguar. Bajaron a una gruta profunda. El
brillo de los cristales incrustados en las paredes, iluminaba los corredores.
Entraron los cuatro a una pequeña sala inundada por un resplandor verde
esmeralda. Los abuelos entonaron un lúgubre canto adormecedor, y el
joven, en un estado mental de transparencia, contempló cómo
la Tierra se achicaba más y más, desde lejos era un pequeñísimo
electrón, y el sistema solar un átomo; su ojo interno se adentró
en su cuerpo, navegó por ríos de agua roja, cayendo en cascadas,
subiendo en nubes cálidas, atravesaba desfiladeros, selvas, lagos,
un girar incesante que se hacía música y canto; un canto que
dio paso a un gran rugido de jaguar al llegar al pecho y enseguida al hermoso
tam tam interminable de un tambor maya; sus ritmos e intensidad variaban,
invitaban a danzar; girando y girando, su cuerpo crecía enormemente,
sus átomos se convirtieron en sistemas solares, y en alguno, en un
átomo de su cuerpo, vuelto sistema solar… ¡vio un pequeño
electrón devenir una Tierra igual que la nuestra…! Despertó
agitado y asombrado de su cuerpo y sus misterios.
Pero su mente siguió girando, como un furioso huracán, que la empujó hacia una selva en llamas. Vio a su padre humano morír por el fuego que provocó el rayo en la aldea, su madre, corriendo a buscarlo desesperadamente, para encontrarlo muerto; enloquecida de dolor y miedo, sin acordarse de su hijo, huyó con los supervivientes, para morir a los pocos días. Luego se vio nacer como jaguar en una noche de lluvia, en el instante del parto un rayo inundó la cueva iluminándola; por eso el shamán vio cumplida en él la profecía y lo preparó para el reencuentro, que se cumplió inesperadamente, cuando el hombre que lo mató le tocó ser su padre… El jaguar de piedra abandonado en la aldea destruida, parecía hablarle, pero él no entendía, no alcanzaba a escucharle.
Pero su mente siguió girando, como un furioso huracán, que la empujó hacia una selva en llamas. Vio a su padre humano morír por el fuego que provocó el rayo en la aldea, su madre, corriendo a buscarlo desesperadamente, para encontrarlo muerto; enloquecida de dolor y miedo, sin acordarse de su hijo, huyó con los supervivientes, para morir a los pocos días. Luego se vio nacer como jaguar en una noche de lluvia, en el instante del parto un rayo inundó la cueva iluminándola; por eso el shamán vio cumplida en él la profecía y lo preparó para el reencuentro, que se cumplió inesperadamente, cuando el hombre que lo mató le tocó ser su padre… El jaguar de piedra abandonado en la aldea destruida, parecía hablarle, pero él no entendía, no alcanzaba a escucharle.
En eso terminó el canto de
los abuelos, y el joven recuperó su conciencia, lloró y se abrazó
a los tres. El shamán sentenció:
No hay tiempo qué perder. Sigamos penetrando y profundizando.
No hay tiempo qué perder. Sigamos penetrando y profundizando.
Los abuelos regresaron a la superficie.
Los dos intrépidos peregrinos bajaron ágilmente entre piedras
agudas, corrientes espumosas y cascadas, hasta penetrar a la siguiente cámara.
Los cristales la inundaban de un azul intenso, espléndido, parecía
un cielo que se reflejaba en el agua cristalina del piso como una alfombra
tenue, vibrante, musical.
Entremos al agua, indicó el
shamán, sumergiéndose de un salto. Pero Balam Chaac rebotó
sobre el manto de luz azul, golpeó su cabeza contra una roca saliente,
e inconsciente cayó suavemente sobre el manto azul; lento, muy lento,
el agua lo atrapó y se fue sumergiendo hasta el profundo fondo. Un
grato sueño lo invadió; era un pececillo nadando entre muchos,
jugueteando todos con remolinos y corrientes; un coro dulce, suave, brotó
de sus gargantas. Empezó a revivir en su memoria un mundo acuático,
continentes sumergidos, algo pugnaba por brotar entre las brumas de su mente.
Súbitamente, el canto coral se tornó en un rugido ensordecedor,
todo se oscureció; estaba siendo devorado por un pez muy grande. La
desesperación lo despertó; tragaba agua por la nariz, se ahogaba.
Moría en los dos mundos. Los segundos se hacían eternos, el
tiempo parecía detenido. Mientras más pugnaba por sobrevivir,
más dolorosa era la agonía.
No quiero morir, rugió el jaguar
humano. La corriente lo arrastraba. En su estertor, se vio convertido en el
pez grande. ¡Qué alivio! ¡Podía respirar! Contemplaba
otra vez el pasado, por fin podía oír al jaguar de piedra:
Soy vocero de tus ancestros, su palabra quedó registrada en mis moléculas sensibles, partículas imantadas que guardan el legado de las edades. Somos las piedras esfinges que contemplan el desfile de los tiempos y los espacios, escenarios de incontables formas y desenlaces. Fui tallada por tus antepasados para enlazar las Eras y los ciclos culturales, para que los pueblos no olviden, no pierdan la memoria ancestral, no se extravíen en los vericuetos de los razonamientos, lejos del origen, de la raíz, del propósito del vivir, no se vuelvan otra vez hombres de madera vueltos Coy (mico) o de barro, inútiles para caminar hacia la meta real, la ley los destruiría. Los sacerdotes desde el momento en que fui tallada hasta que bajó Canhel relampagueando, enviado por Kinich Ahau, me alimentaban y rendían culto. No por mí, que vivo del alimento del cielo y de la tierra, sino para mantener su memoria viva, el mandato, la ley, la palabra, claras ante los ojos de su espíritu. Ahora estoy abandonado, olvidado entre la maraña de la selva devoradora y exigente. Me necesitas. Te espero. No dejes que me borre, que el registro de tus honorables antepasados desaparezca para siempre. Ven, en nombre de tu linaje. Aguardo por ti, nada espero de los demás. Es la hora del retorno.
Soy vocero de tus ancestros, su palabra quedó registrada en mis moléculas sensibles, partículas imantadas que guardan el legado de las edades. Somos las piedras esfinges que contemplan el desfile de los tiempos y los espacios, escenarios de incontables formas y desenlaces. Fui tallada por tus antepasados para enlazar las Eras y los ciclos culturales, para que los pueblos no olviden, no pierdan la memoria ancestral, no se extravíen en los vericuetos de los razonamientos, lejos del origen, de la raíz, del propósito del vivir, no se vuelvan otra vez hombres de madera vueltos Coy (mico) o de barro, inútiles para caminar hacia la meta real, la ley los destruiría. Los sacerdotes desde el momento en que fui tallada hasta que bajó Canhel relampagueando, enviado por Kinich Ahau, me alimentaban y rendían culto. No por mí, que vivo del alimento del cielo y de la tierra, sino para mantener su memoria viva, el mandato, la ley, la palabra, claras ante los ojos de su espíritu. Ahora estoy abandonado, olvidado entre la maraña de la selva devoradora y exigente. Me necesitas. Te espero. No dejes que me borre, que el registro de tus honorables antepasados desaparezca para siempre. Ven, en nombre de tu linaje. Aguardo por ti, nada espero de los demás. Es la hora del retorno.
En sus espejismos vio al Hombre-Pez
del comienzo, cuando se gestaba la vida en la matriz de la Madre Tierra, que
es el océano, que entonces, cuando no había tiempo, lo cubría
todo. ¡Cuántos recuerdos guardaba su memoria antigua! Bien decía
la abuela, "la mente todo lo refleja y lo contiene". La conmoción
lo despertó. El shamán comprimía su espalda, el agua
corría por su nariz. Rugió el jaguar shamán:
Venciste la prueba del agua. Otro velo ha caído de tu frente, ventana de tu mente. Prosigamos.
Venciste la prueba del agua. Otro velo ha caído de tu frente, ventana de tu mente. Prosigamos.
Bajaron aún más, trotando
y saltando sobre los obstáculos y barrancos. Entraron a otra cueva
iluminada por un río de fuego líquido, procedente del corazón
del volcán. Enfrentaban el elemento más temido por las fieras,
el fuego. Pero el shamán estaba entrenado, la vida le había
enseñado las estrategias de supervivencia, y sabía cómo
respetar al Señor de la Llama, cómo no ofenderlo, cómo
hacerle ofrendas gratas a su espíritu. El techo de piedras cristalinas
que colgaban, se iluminaba con el resplandor del río ígneo,
y con los destellos surgían fantásticas figuras danzando entre
esas estalactitas.
El calor era insoportable, pero el
shamán condujo a su discípulo a un rincón de la sala
por donde corría una corriente de agua fresca, allí se metieron
para protegerse del intenso calor. Las imágenes danzantes se abalanzaron
sobre ellos, una frenética danza los embargó, ascendían
y descendían impulsados por remolinos de luz, giraban junto con los
seres fantásticos, que parecían lenguas de fuego. Los dos aventureros
del espíritu entraron en un vértigo alucinador, su imaginación
desbocada empujó atronadoramente las puertas del Tiempo Ancestral;
el Anciano de los Días corrió a cerrarlas, pero se vio envuelto
en el tropel de danzantes, y entonces los pastoreó hacia un paraje
desolador. A la distancia, volcanes en erupción convertían hermosos
paisajes en cenizas ardientes, lamentos y alaridos.
Hacia los dos jaguares se abalanzaron
ardiendo en llamaradas de odio, un hombre perseguido por un jaguar. En ese
instante estalló el volcán, y en la gruta las imágenes
danzantes se tornaron en antorchas ardientes. El dolor de sus cuerpos calcinándose
los hizo dar un salto monumental hacia el alto techo, agarrándose de
los cristales colgantes. El río de fuego inundó todo el piso,
el agua fresca hervía, el vapor cálido ahogaba sus gargantas.
Pegados al techo como acróbatas, sobrevivían gracias a una corriente
de aire fresco que corría por lo alto. Rugió el espíritu
del volcán, Itzam Cab:
Ustedes que han osado desafiar el secreto del Corazón ígneo de la Madre y rasgar el velo del Tiempo, deben responder ante el Consejo la razón de su intrusión.
Ustedes que han osado desafiar el secreto del Corazón ígneo de la Madre y rasgar el velo del Tiempo, deben responder ante el Consejo la razón de su intrusión.
Súbitamente todo se transformó.
Una esfera giratoria de fuego vivo, que pulsaba como un corazón, ardía
en el centro de una sala rodeada de grandes columnas de cristal, que parecían
danzar al reflejar el resplandor de la esfera con destellos multicolores.
Alrededor, en círculo 12 seres revestidos de fibras luminosas que ondulaban
suavemente, los contemplaban con miradas interrogantes. Del techo surgió
una voz profunda:
Que declaren los audaces retadores. Al fuego.
Que declaren los audaces retadores. Al fuego.
Una fuerza invisible los empujó
hacia la esfera. Sin darse cuenta cómo, ya estaban dentro de ella.
Era un fuego fresco, grato, hasta seductor. Por sus pies y sus huesos fueron
ascendiendo serpientes de energía radiante, hasta quedar transformados
en teas ardientes de ese fuego sin calor, que les transmitía a sus
corazones un amor vigoroso, renovador, aromático.
Declaren, repitió la voz en lo alto.
Declaren, repitió la voz en lo alto.
Iba el shamán a hablar, pero
en ese instante sus cuerpos empezaron a vibrar fuertemente, convirtiéndose
en cristales transparentes, sus cerebros y corazones se abrieron para dar
salida a pensamientos y sentimientos, sus más íntimos deseos
y recuerdos, todo quedó descubierto ante el Consejo, que en silencio
tomaba nota. Luego someten la declaración de ambos a consulta, el murmullo
se torna canto, que termina en una sentencia inapelable:
¡Confiesen!
Sus cerebros parecían estallar. Se abrían las compuertas hacia otros tiempos. Desfilan las edades, se ven involucrados sucesivamente entre seres marinos, anfibios, reptiles, culebras, fieras, aves. Identificaban sus encarnaciones prehumanas, hasta grandes árboles, hierbas, rocas, montañas, océanos, habían sido morada de su esencia. Cayeron extenuados. Impresiones encontradas, estados absurdos y a la vez reales. Ahora no sabían quiénes eran, habían perdido su identidad habitual y la lejana. ¿Quién soy, qué soy? Se preguntaban…
¡Identifíquense! Sentenció el Consejo con voz atronadora, que luego se continuó en el batir rítmico y en crescendo de un tambor retumbante.
Sus cerebros se acompasaban a ese ritmo, parecían danzar en círculos ascendentes por las esferas del tiempo. Cada uno se vio como uno de los 4 Ahauab Balam escogidos por el Fundador. En su mente, recuerdos desordenados se van entrelazando como las cuentas de un collar. Sus corazones se abrieron para captar la inmensa tarea que a través del oleaje incesante de los ciclos habían venido cumpliendo y que debían continuar. Se vieron abrazados a una multitud de almas postradas ante el Dador de la Vida. Al morir como jaguar para renacer como humano, el destino le daba poder al joven Balam Chaac en ambos mundos para contribuir a unirlos y así restablecer el Jardín original, mundo de convivencia salido de las manos del Creador en su plenitud de belleza y esplendor. Del pecho de ambos brotó un clamor de perdón, una oración suplicante de amor y veneración. El jaguar shamán se contempló sumergido en el tiempo uno, desfilando a través de las edades, especies y cuerpos; siempre curando, guiando, aconsejando, gobernando a veces, perseguido otras, pero siempre sosteniendo la pureza de su corazón, la unidad de su esencia en medio de la diversidad de rostros y mundos; esa perseverancia era su credencial para participar en la gran obra de reconciliación.
¡Confiesen!
Sus cerebros parecían estallar. Se abrían las compuertas hacia otros tiempos. Desfilan las edades, se ven involucrados sucesivamente entre seres marinos, anfibios, reptiles, culebras, fieras, aves. Identificaban sus encarnaciones prehumanas, hasta grandes árboles, hierbas, rocas, montañas, océanos, habían sido morada de su esencia. Cayeron extenuados. Impresiones encontradas, estados absurdos y a la vez reales. Ahora no sabían quiénes eran, habían perdido su identidad habitual y la lejana. ¿Quién soy, qué soy? Se preguntaban…
¡Identifíquense! Sentenció el Consejo con voz atronadora, que luego se continuó en el batir rítmico y en crescendo de un tambor retumbante.
Sus cerebros se acompasaban a ese ritmo, parecían danzar en círculos ascendentes por las esferas del tiempo. Cada uno se vio como uno de los 4 Ahauab Balam escogidos por el Fundador. En su mente, recuerdos desordenados se van entrelazando como las cuentas de un collar. Sus corazones se abrieron para captar la inmensa tarea que a través del oleaje incesante de los ciclos habían venido cumpliendo y que debían continuar. Se vieron abrazados a una multitud de almas postradas ante el Dador de la Vida. Al morir como jaguar para renacer como humano, el destino le daba poder al joven Balam Chaac en ambos mundos para contribuir a unirlos y así restablecer el Jardín original, mundo de convivencia salido de las manos del Creador en su plenitud de belleza y esplendor. Del pecho de ambos brotó un clamor de perdón, una oración suplicante de amor y veneración. El jaguar shamán se contempló sumergido en el tiempo uno, desfilando a través de las edades, especies y cuerpos; siempre curando, guiando, aconsejando, gobernando a veces, perseguido otras, pero siempre sosteniendo la pureza de su corazón, la unidad de su esencia en medio de la diversidad de rostros y mundos; esa perseverancia era su credencial para participar en la gran obra de reconciliación.
El terror de las edades oscuras y
la dicha de los tiempos de luz, la sucesión confusa de rostros mortales,
las espirales ascendentes y descendentes de las energías vitales y
cósmicas, todo en la pantalla de sus mentes cobraba un sentido profundo,
deslumbrante, sobrecogedor. El transcurrir del tiempo en los escenarios del
espacio, esa continuidad de la vida sin muerte, esa unidad de los tiempos
sin fronteras, esa presencia permanente del Dador de la Vida, Testigo de esa
danza incesante en las espirales del calendario… ¡Sí, la
vida tenía un propósito único, había un plan desde
antes del origen, para toda la Creación…! ¡Y ellos dos habían
luchado juntos en muchos desafíos a lo largo del fluir de los tiempos!
¡Has vencido la prueba del Fuego, amigo! Rugió el jaguar shamán entre risas de alegría.
¡Has vencido la prueba del Fuego, amigo! Rugió el jaguar shamán entre risas de alegría.
Se hizo un silencio transparente,
místico; la esfera giró, y quedaron frente a una montaña
rocosa, tallada con grandes surcos rectos por la acción del viento
y de la lluvia. Era la cara de un inmenso jaguar, su boca abierta daba acceso
a una oscura caverna. Resultó el rostro vivo del Rey Jaguar, que iba
a entregarles su mensaje:
Valientes caminantes, sean bienvenidos a mi palacio de piedra. Llegan como medicina para estos tiempos de gentes débiles, atadas a las comodidades, hacinados entre ruidos, humo y animales de metal sin vida. Frágiles, enfermos, consternados, incapaces de ser felices, pobres en medio de sus posesiones, ignorantes del arte de vivir, con una ciencia dedicada a negocios, guerras y dominación, ciencia carente de las alas del espíritu, olvidados del poder del jaguar. Pero pronto, queridos Guerreros, brillará de nuevo nuestra estirpe. Serán ustedes vanguardia de un linaje altivo y generoso que escalará cumbres de cultura, hacia un retorno perfeccionado a las glorias del pasado. Pasado esplendoroso cuyo testimonio lo dan por todas partes las piedras talladas por sabios antepasados como mensaje para las futuras generaciones.
Valientes caminantes, sean bienvenidos a mi palacio de piedra. Llegan como medicina para estos tiempos de gentes débiles, atadas a las comodidades, hacinados entre ruidos, humo y animales de metal sin vida. Frágiles, enfermos, consternados, incapaces de ser felices, pobres en medio de sus posesiones, ignorantes del arte de vivir, con una ciencia dedicada a negocios, guerras y dominación, ciencia carente de las alas del espíritu, olvidados del poder del jaguar. Pero pronto, queridos Guerreros, brillará de nuevo nuestra estirpe. Serán ustedes vanguardia de un linaje altivo y generoso que escalará cumbres de cultura, hacia un retorno perfeccionado a las glorias del pasado. Pasado esplendoroso cuyo testimonio lo dan por todas partes las piedras talladas por sabios antepasados como mensaje para las futuras generaciones.
Ustedes, mis Guerreros, llamarán
a los escogidos, vanguardia de esas generaciones, para conducirlas al Hogar
amado, a la tierra abandonada y olvidada que sanó sus heridas, predestinada
por el Cielo como primera morada de la nueva sociedad. Les enseñarán
el espíritu del jaguar, el arrojo, la fiereza, la destreza, la autonomía,
el triunfo sobre la muerte, esa alegría de vivir de sorpresa en sorpresa,
de vivir el hoy sin angustiarse por el mañana; el vigor de cuerpos
plenamente desarrollados, con fuego en las arterias, el rugir y cantar con
todas las fuerzas, el placer de vivir satisfechos, sin deseos frustrados,
inmersos en el esplendor de paisajes maravillosos.
Los instruirán en nuestras
artes vitales, en las virtudes de la vida familiar, en el gobierno de la nobleza
del corazón, en la audacia de vivir a pleno pulmón. Recuerden
que el jaguar, la pantera, el puma, el león, el leopardo, en sus mundos
respectivos, representan el fundamento, el pilar, de todo desarrollo y ascensión
del espíritu. Sobre esa piedra sólida ascenderá el fuego
vital, la serpiente ígnea, por las volutas de las 7 esferas, hasta
alcanzar los espacios abiertos del águila, conciencia iluminada y sin
fronteras. Pero en tiempos de decadencia, nosotros, los salidos de las manos
del Dador de la Vida, no somos más que mercancía, espectáculo,
adorno y esclavos para esos tiranuelos enfermos. Al no poder dialogar con
nosotros, rompen el diálogo con nuestro Creador. Al carecer de esa
lengua, enloquecen y se destruyen entre sí y a su propio mundo que
los alimenta. Ustedes, respetables Guerreros, sean antorcha mostrando el camino
a la regeneración. Modelen las voluntades e inteligencias que han de
formar los nuevos linajes Sí, cuando en su agonía se desaten
las sombras tenebrosas queriendo prolongar su tiranía, un mar de estrellas
se desprenderá del horizonte, y cuando alcancen la cúspide de
la pirámide cósmica, sus luces encarnarán en la Tierra
para el combate final hasta lograr la victoria. Entonces, amados Guerreros,
será nuestra hora, la hora de los justos, de los pueblos dignos y humildes.
Postrado ante el Supremo Abuelo Creador,
les pido acatar el Mandato que han recibido y les brindo mi respaldo para
que venzan su última prueba y para que cumplan su cometido. Sigan caminando
la Senda del Despertar. ¡Adelante, Hermanos del Fuego Sagrado!
Iban a dar el primer paso cuando la esfera giró rápidamente, lanzándolos a la corriente de agua fresca que los sacó a la superficie, al borde de un saliente de roca, que era como un balcón con una vista espectacular a la selva que extendía su verdor allá abajo. Varios raudales de agua helada que caían de una alta cumbre nevada, alimentaban una gran cascada rugiente que se lanzaba sobre la selva. Para no ser arrastrados por ella, los dos recipiendarios saltaron con todas sus fuerzas, pero sus cuerpos estaban muy livianos, así que salieron volando por el espacio, hacia la cumbre nevada. Era una noche tempestuosa, truenos y relámpagos corrían en todas direcciones, Ik, el viento, los zarandeaba como hojas secas. Remolinos de viento los succionaban, levantándolos hacia la cumbre, empujándolos hacia la selva. Multitud de aves huían por todos lados, buscando refugio.
Iban a dar el primer paso cuando la esfera giró rápidamente, lanzándolos a la corriente de agua fresca que los sacó a la superficie, al borde de un saliente de roca, que era como un balcón con una vista espectacular a la selva que extendía su verdor allá abajo. Varios raudales de agua helada que caían de una alta cumbre nevada, alimentaban una gran cascada rugiente que se lanzaba sobre la selva. Para no ser arrastrados por ella, los dos recipiendarios saltaron con todas sus fuerzas, pero sus cuerpos estaban muy livianos, así que salieron volando por el espacio, hacia la cumbre nevada. Era una noche tempestuosa, truenos y relámpagos corrían en todas direcciones, Ik, el viento, los zarandeaba como hojas secas. Remolinos de viento los succionaban, levantándolos hacia la cumbre, empujándolos hacia la selva. Multitud de aves huían por todos lados, buscando refugio.
Estaban a punto de perder el conocimiento,
cuando se apareció un águila majestuosa, de grandes alas doradas,
que los tomó con sus garras. Se fue elevando hasta llegar a una región
serena, transparente, tachonada de incontables estrellas. Planeaba lentamente,
pero ellos sentían que estaba inmóvil, que la vida se había
detenido. Después de un momento de suspenso, les habló:
El Corazón del Cielo los ha escogido para la misión ya señalada. Los pueblos extraviados deben retomar el Sendero de la Luz, la larga noche de expiación y ensoñación ha concluido. El Nuevo Sol está naciendo entre las brumas y las estrellas. Los Espíritus Celestes les instruirán, ahora y cada vez que lo necesiten. Nunca estarán solos.
El Corazón del Cielo los ha escogido para la misión ya señalada. Los pueblos extraviados deben retomar el Sendero de la Luz, la larga noche de expiación y ensoñación ha concluido. El Nuevo Sol está naciendo entre las brumas y las estrellas. Los Espíritus Celestes les instruirán, ahora y cada vez que lo necesiten. Nunca estarán solos.
Como un canto cristalino surgió
la voz de las estrellas, era una cascada vibrante de armonías:
Entrega tu corazón, Balam Chaac.
El pecho del joven reventó, ríos de sangre corrieron hacia las estrellas, cual dedos implorantes, sobre ellos flotaba el Corazón de la Humanidad. Los brillantes rayos estelares parecían navajas de cuarzo, alfileres de plata, operando, purificando, el Corazón Humano; y chispas brillantes caían en los ríos de sangre del joven, introduciendo unas como semillas ardientes.
Se repitió el canto:
Entrega tu corazón, Xaman Balam.
Entrega tu corazón, Balam Chaac.
El pecho del joven reventó, ríos de sangre corrieron hacia las estrellas, cual dedos implorantes, sobre ellos flotaba el Corazón de la Humanidad. Los brillantes rayos estelares parecían navajas de cuarzo, alfileres de plata, operando, purificando, el Corazón Humano; y chispas brillantes caían en los ríos de sangre del joven, introduciendo unas como semillas ardientes.
Se repitió el canto:
Entrega tu corazón, Xaman Balam.
Revienta el pecho del jaguar shamán,
su sangre corre en cascadas hacia las estrellas, allí va flotando el
Corazón de la Tierra. Se repite la escena anterior. Un dolor profundo
los embargaba, el sufrimiento de las gentes se acumulaba en los torrentes
de su sangre, pero al llegar a las estrellas se disipaba, y se tornaba en
un placer sutil, en un éxtasis misterioso. La sangre, depurada, regresó
al corazón y el pecho cerró sus puertas arqueadas. Una lluvia
de perfumadas flores cubrió a los dos.
El huracán arrastró
el tiempo detenido. El espacio también giró, huracanado. Caían
las estrellas. Vertiginosamente fueron transportados por el gran Huracán
cósmico.
III: EL
HOMBRE JAGUAR ENCIENDE EL FUEGO NUEVO
Amanece en el cerro de los abuelos.
Sobre la hierba húmeda y entre flores, yacen dormidos dos jaguares.
El jaguar abuelo salta de su cueva y los sacude:
¡Despierten! ¡Ya pasó la última prueba! ¡Deben marchar inmediatamente a la cacería del espíritu!
Todavía con el recuerdo fresco de sus extraordinarias vivencias en los mundos ocultos, los dos Guerreros se despiden de los abuelos y salen corriendo en direcciones opuestas. El shamán hacia el centro secreto de su mundo, la Tierra Prohibida del Rey Jaguar, a recibir instrucciones para el trabajo del Nuevo Sol en los reinos de la naturaleza. Balam Chaac hacia el Reino Maya atravesando el Puente Prohibido, al encuentro con el Consejo del Culto del Jaguar, que ya estaba a la expectativa de su llegada, de acuerdo a las antiguas profecías ya descifradas.
¡Despierten! ¡Ya pasó la última prueba! ¡Deben marchar inmediatamente a la cacería del espíritu!
Todavía con el recuerdo fresco de sus extraordinarias vivencias en los mundos ocultos, los dos Guerreros se despiden de los abuelos y salen corriendo en direcciones opuestas. El shamán hacia el centro secreto de su mundo, la Tierra Prohibida del Rey Jaguar, a recibir instrucciones para el trabajo del Nuevo Sol en los reinos de la naturaleza. Balam Chaac hacia el Reino Maya atravesando el Puente Prohibido, al encuentro con el Consejo del Culto del Jaguar, que ya estaba a la expectativa de su llegada, de acuerdo a las antiguas profecías ya descifradas.
Después de varias peripecias
y de vencer los obstáculos que oponían los poderes tenebrosos,
cada uno llega a su destino. Cambios en los ambientes naturales, en los climas,
en las especies, empiezan a sucederse progresivamente, al irse desglosando
los nuevos tiempos. Mientras, los dos mensajeros iban tejiendo su red de aprendices,
discípulos y dirigentes.
Desde hace días el Gran Consejo
Sacerdotal espera al joven Guerrero, porque el astrónomo mayor había
descifrado la vieja profecía calculando las conjunciones Marte - Venus
sobre la constelación Balam, observando los fenómenos celestes
recientes, así como acontecimientos inesperados en el decadente Reino
Maya. "Maestro Jaguar vendrá con el Fuego Nuevo". Hacía
13 años que se venía repitiendo este anuncio en las asambleas
del Consejo. La constelación Balam se había desplazado 15 grados
en relación a la Serpiente Solar, así que estaba a punto de
morder la cabeza de ésta. La pareja Venus - Marte a su vez se acercaba
a los ojos del Jaguar celeste, para despertarlo.
El escenario cósmico estaba
listo para presentar al Maestro Jaguar, portador de la Antorcha del Fuego
Nuevo. Parecía un sueño, un imposible, que regresara después
de siglos de paciente espera, que se sacudiera la cultura subyugada de esas
cadenas tan pesadas. Pero los anales históricos, los registros de incontables
ciclos planetarios y de hechos históricos sincronizados, evidenciaban
que debía ocurrir, que el desenlace era inminente. El Señor
del Tiempo , Ahau Katun, hacía girar su Rueda. No había error
en los cálculos, pero sí un suspenso temible en el ánimo
de los Concejales.
Se acerca la noche de Luna Llena. Es el momento preciso, ellos están seguros. El Señor Sol muerde el horizonte. Lo despiden ritualmente. El silencio es imponente. De súbito, un rugido imponente, entre humano y animal, sacude la quietud crepuscular de la selva. Estallan los cantos nerviosos de las aves en sus nidos. Los perros aúllan en los patios de las casas. El Consejo Sacerdotal en pleno se pone de pie, dirige sus manos hacia el Sol moribundo, eleva sus ofrendas de hierbas y copal al Rey de los Cielos en señal de gratitud. Ojo Abeja, el oráculo del templo, anuncia:
Atraviesa el Puente Prohibido tendido sobre el abismo… … Corre por la selva… … Se levanta en dos pies… … Enciende la antorcha… … Llega a la aldea olvidada… … Busca su rostro de piedra entre las ruinas… … Lo abraza… … Olfatea… … Nos busca… … Viene a nuestro encuentro… … Salgamos a recibirle… …
Se acerca la noche de Luna Llena. Es el momento preciso, ellos están seguros. El Señor Sol muerde el horizonte. Lo despiden ritualmente. El silencio es imponente. De súbito, un rugido imponente, entre humano y animal, sacude la quietud crepuscular de la selva. Estallan los cantos nerviosos de las aves en sus nidos. Los perros aúllan en los patios de las casas. El Consejo Sacerdotal en pleno se pone de pie, dirige sus manos hacia el Sol moribundo, eleva sus ofrendas de hierbas y copal al Rey de los Cielos en señal de gratitud. Ojo Abeja, el oráculo del templo, anuncia:
Atraviesa el Puente Prohibido tendido sobre el abismo… … Corre por la selva… … Se levanta en dos pies… … Enciende la antorcha… … Llega a la aldea olvidada… … Busca su rostro de piedra entre las ruinas… … Lo abraza… … Olfatea… … Nos busca… … Viene a nuestro encuentro… … Salgamos a recibirle… …
Todos toman sus antorchas y salen
en fila hacia el pórtico. Por los surcos de sus frentes desfilan siglos
de espera y sacrificios. La emoción es indescriptible. Un suspenso
silencioso embarga los ánimos. El lucero vespertino aparece muy brillante
al ocultarse el Sol. Un quetzal revolotea en el patio de entrada- Todos miran
con ojos desmesurados hacia la selva… Lo que tantas generaciones esperaron
sin lograrlo, iba a ocurrir ahora, en un abrazo de los tiempos. ¡Qué
privilegio, qué responsabilidad! Así flotaban los pensamientos
en el espacio de sus mentes.
Entre la espesura de la selva en penumbras,
se ve surgir una antorcha. Estalla el canto sacerdotal:
¡Es la profecía a punto de parir! ¡Es el Maestro Jaguar, es él, el esperado, y no otro! ¡Oh, U Qux Cah, Corazón del Cielo, oh, U Qux Uleu, Corazón de la Tierra! Nuestros corazones derraman sus llamas de amor y gratitud!
Abajo, en la primera terraza de la escalinata, junto a la ceiba venerada, desalojando las penumbras, una antorcha baña con su pálida luz el cuerpo rojizo de un guerrero, de cuya cintura cuelga la piel de un jaguar. El Sacerdote Mayor habla, saluda, acoge:
El niño tomado por Tzantzewal, el Gran Relámpago, retorna adulto, con su piel de jaguar. Así lo dejó su madre antes de morir. El poder del jaguar lo devuelve. El Cielo le dio la Antorcha que guía hacia el Nuevo Sol. Pronto amanecerá de nuevo en nuestras vidas. ¡In Lak'eh, Maestro Jaguar!
Al Lak'en, Honorable Señor, y Gran Consejo. Regreso para cumplir el Mandato del Corazón del Cielo. Pido permiso para entregar el mensaje de nuestros ancestros. Para iniciar la reconstrucción del Reino de Luz.. Para guiar a las nuevas generaciones hacia la cumbre del Espíritu.
¡Es la profecía a punto de parir! ¡Es el Maestro Jaguar, es él, el esperado, y no otro! ¡Oh, U Qux Cah, Corazón del Cielo, oh, U Qux Uleu, Corazón de la Tierra! Nuestros corazones derraman sus llamas de amor y gratitud!
Abajo, en la primera terraza de la escalinata, junto a la ceiba venerada, desalojando las penumbras, una antorcha baña con su pálida luz el cuerpo rojizo de un guerrero, de cuya cintura cuelga la piel de un jaguar. El Sacerdote Mayor habla, saluda, acoge:
El niño tomado por Tzantzewal, el Gran Relámpago, retorna adulto, con su piel de jaguar. Así lo dejó su madre antes de morir. El poder del jaguar lo devuelve. El Cielo le dio la Antorcha que guía hacia el Nuevo Sol. Pronto amanecerá de nuevo en nuestras vidas. ¡In Lak'eh, Maestro Jaguar!
Al Lak'en, Honorable Señor, y Gran Consejo. Regreso para cumplir el Mandato del Corazón del Cielo. Pido permiso para entregar el mensaje de nuestros ancestros. Para iniciar la reconstrucción del Reino de Luz.. Para guiar a las nuevas generaciones hacia la cumbre del Espíritu.
Bienvenido eres, Maestro Jaguar, el
Gran Consejo te acoge en su seno. Te esperábamos, porque en ti se cumple
la profecía en la fecha señalada. Éste es tu Reino que
sufre y te espera anhelante. Acatamos el Mandato del Corazón del Cielo
con alegría, veneración y gratitud. Entra a presidir nuestros
trabajos, he aquí tu bastón, con las insignias de honor.
Lenta y majestuosamente, Balam Chaac,
el joven guerrero de 18 años, con la agilidad y suavidad de un jaguar,
asciende por la escalinata. En dos filas, seis sacerdotes a un lado, seis
sacerdotisas al otro, acogen al mensajero en la antesala del Templo. Los saluda
uno por uno, se coloca al centro del círculo sacerdotal, y con flauta
y antorcha, ejecuta la danza del Señor Jaguar, Maestro Guerrero. Tambores
y sonajas lo acompañan, invadiendo el silencio con una cadencia enérgica,
pulsante, cálida. Las antorchas colgadas en las columnas iluminan la
escena. Las estrellas contemplan el ritual inicial de un tiempo nuevo.
Enseguida se oye el canto coral de
acogida de los sacerdotes, seguido de la Danza del Fuego Nuevo que todos ejecutan,
y durante la cual encienden el fuego sagrado de la profecía cumplida.
Y a lo lejos, en la plaza central de la ciudad, la gente se va reuniendo,
motivada por el eco de cantos y danzas procedentes del templo, presintiendo
que algo grande, importante, estaba ocurriendo en esa noche estrellada. Sí,
por primera vez se oía la Danza del Jaguar a esa hora. ¿Y ese
canto coral? Nunca se había escuchado. Y ahora una danza que, según
los viejos, solo se realiza cada 52 años…
¿El Mensajero anunciado…? ¡Ha llegado! ¡La profecía! Gritó alguien… Y se corrió la voz entre la multitud. Juntos, avanzan lentamente y en suspenso, nadie habla, solo las antorchas irrumpen en la quietud nocturna. Van precedidos por estandartes e insignias portadas por los miembros de los Consejos de Gobierno.
¿El Mensajero anunciado…? ¡Ha llegado! ¡La profecía! Gritó alguien… Y se corrió la voz entre la multitud. Juntos, avanzan lentamente y en suspenso, nadie habla, solo las antorchas irrumpen en la quietud nocturna. Van precedidos por estandartes e insignias portadas por los miembros de los Consejos de Gobierno.
En el santuario del templo, todos
se sientan en círculo. Maestro Jaguar los contempla uno a uno, asombrado
ante un mundo desconocido que ahora le pertenece y se le postra. Ahora ya
se oyen las pisadas de la gente por el sacbé. Ojo Abeja anuncia:
Es la Palabra del Cielo que llueve y truena.
Es el Consejo que canta y toca en su honor.
Es el pueblo que acoge la Palabra florida.
Es la Palabra del Cielo que llueve y truena.
Es el Consejo que canta y toca en su honor.
Es el pueblo que acoge la Palabra florida.
El pueblo respetuosamente se detiene
en el patio arbolado. El silencio es imponente. Hay expectativa y esperanza
en las miradas. Con un gesto, el guardián del templo los invita a subir.
Ascienden descalzos y callados. El vocero del Consejo les dirige la palabra:
Hermanos, la profecía es cumplida. El Mensajero ha llegado a esta hora tan anhelada. El Maestro Jaguar anunciado entregará el mensaje del Corazón del Cielo y todos cumpliremos el Mandato para el bien común.
Hermanos, la profecía es cumplida. El Mensajero ha llegado a esta hora tan anhelada. El Maestro Jaguar anunciado entregará el mensaje del Corazón del Cielo y todos cumpliremos el Mandato para el bien común.
El Consejo canta y toca la música
de apertura ceremonial de la asamblea general. Luego, el Sacerdote Mayor hace
la presentación del Mensajero, y enseguida éste se dirige a
todos:
Regreso después de 13 años de ausencia y de siglos de preparación, acatando el Mandato del Cielo. Soy el Guerrero Jaguar, investido como Mensajero Formador Cultivador. Vencí, oí y abrí mis ojos en la Caverna de los Antepasados. Mis padres y abuelos en el Reino del Jaguar les saludan con amor, entregándome en vuestras manos con toda su confianza. El Corazón del Cielo les comunica:…
En ese instante Tzantzewal trazó un río luminoso por lo alto del cielo, de este a oeste, seguido de tres truenos que hicieron temblar la tierra; la gente se postró y los sacerdotes elevaron sus brazos al cielo.
Regreso después de 13 años de ausencia y de siglos de preparación, acatando el Mandato del Cielo. Soy el Guerrero Jaguar, investido como Mensajero Formador Cultivador. Vencí, oí y abrí mis ojos en la Caverna de los Antepasados. Mis padres y abuelos en el Reino del Jaguar les saludan con amor, entregándome en vuestras manos con toda su confianza. El Corazón del Cielo les comunica:…
En ese instante Tzantzewal trazó un río luminoso por lo alto del cielo, de este a oeste, seguido de tres truenos que hicieron temblar la tierra; la gente se postró y los sacerdotes elevaron sus brazos al cielo.
Hijos, pueblo mío, la luz de
mi corazón acompaña al Mensajero. El trueno de mi voz se hace
rugido en su boca. El jaguar celeste se torna terrestre en el fuego de su
corazón. Él instruirá a los fundadores de mi Nuevo Sol
en la Tierra, junto con los sabios ancianos. La Orden de los Señores
Jaguar llevará por el Norte y el Sur la sabiduría perenne, para
la formación de sus pueblos. Todos están llamados a retornar
al Hogar Original. Es mi Mandato.
Otro relámpago atravesó
de Norte a Sur, seguido de tres truenos. Empezó la fiesta ritual, que
duró hasta media noche. Al amanecer todos se reúnen en el patio
ceremonial para la gran ceremonia del encendido del Fuego del Nuevo Sol, al
enviar el astro rey sus primeros rayos desde el horizonte. El Consejo de Gobierno
del Reino presenta sus palabras y ofrendas al Corazón del Cielo, al
Mensajero, al Consejo Sacerdotal. Le sigue el Consejo de Gobierno de la ciudad,
el Consejo de Educadores y el Consejo de Sanadores. Se realiza el ritual de
invocación de los Regentes del Cielo y de las 4 esquinas de la Tierra.
El Maestro Jaguar pide a la asamblea
peregrinar al siguiente amanecer en busca del Enlazador de los Tiempos, el
jaguar de piedra abandonado en la selva cercana, por ser testigo del paso
de las edades y memoria viva de los antepasados, que servirá de cimiento
para el futuro hermoso; solicita que se construya la escuela monástica
para educar a los jóvenes en las artes del jaguar celeste y terrestre
para que sean educadores de los pueblos; y finalmente, da las señales
del Nuevo Sol para que se efectúen los cambios que permitan resurgir
con vigor la cultura permanente, la que enlaza el corazón del Hombre
con el Corazón del Cielo y el Corazón de la Tierra. La asamblea
aprueba unánimemente y por aclamación estas propuestas, y los
Consejos toman las primeras medidas para ponerlas en ejecución. Parten
los corredores con antorchas para encender el Fuego Nuevo en las ciudades
principales, para luego arder en los hogares y templos.
Al amanecer del siguiente día
salen todos en peregrinación para recuperar el jaguar de piedra, encabezados
por el Maestro Jaguar y los Consejos. Él los conduce al sitio donde
se encontraba, de pie sobre la plataforma derruida, y oculto por la vegetación,
entre los restos de su aldea natal. Se lo purifica y consagra, y se le conduce
ceremonialmente al templo, mientras se construye su nueva plataforma. Al partir
el Señor Sol a su mansión nocturna, se lo entroniza con ritos
y fiesta, dando gracias a Hunab k'u por sus bendiciones. El Sacerdote Mayor
anuncia que queda restablecido el sacbé de los tiempos para retornar
a la sabiduría perenne y al vigor del hombre verdadero, dando así
el primer paso para reiniciar la Orden del Jaguar.
Ahora quedan rodeando al jaguar de
piedra en círculo protector, solamente el Consejo Sacerdotal acompañando
al Maestro Jaguar. Se realiza el ritual de invocación de los ancestros
para poder leer en ese código pétreo el legado de los antepasados;
sus ojos y dientes brillan reflejando el resplandor del fuego sagrado. El
retumbar profundo y suave del gran tambor ceremonial sacude los cerebros,
estimulando la zona auditiva en su campo de percepción sutil, y hacía
vibrar al jaguar de piedra. De pronto, su pectoral finamente labrado en una
placa de piedra, se cae, dejando al descubierto un corazón de rubí
que parecía encendido al reflejar el fuego. En ese estado de clariaudiencia,
todos oyen la voz grave del jaguar:
Venerables Hermanos del tiempo nuevo,
fieles guardianes de nuestra preciosa herencia, por mandato del Cielo y en
presencia de su Mensajero anunciado, les entregamos esta joya preciosa de
nuestros corazones. No siendo ya necesaria nuestra vigilancia en esta mansión
pétrea, partiremos a renacer nuevamente, después de siglos de
sacrificio. Vencidos los poderes oscuros, quedan ustedes responsables de sacar
a la luz estos tesoros de nuestra sagrada tradición milenaria, para
alimentar a los seres del Fuego Nuevo hasta restablecer la Santa Alianza Universal
en todas las esferas del tiempo y del espacio. Este corazón de rubí
estará expuesto ante los Señores Jaguar en sus meditaciones,
para que sigan recibiendo la voz de la sabiduría inmortal.
El primer tesoro guardado en el corazón
del jaguar es la visión esmeraldina. El prodigio de saber leer las
sagradas escrituras de la naturaleza y de los astros, rastrear el génesis
de la vida y del ser, el sentido de la existencia, en esos códices
del Gran Abuelo Creador.
El segundo es la boca de jade, gruta
de acceso a los misterios ocultos en el tiempo y el espacio, alimentarse de
la carne y la sangre del Corazón de la Madre, néctar divino;
así nutridos, surgirá la Palabra sagrada y se hablará
el idioma verdadero, que conduce al supremo Bien.
Tercero, el corazón de rubí
ardiente, el amor genuino que se expande en una felicidad incondicional e
ilimitada, que hace del dolor una fuente de purificación de las pasiones,
disolviendo las sombras que enferman el alma.
Cuarto, las orejas de oro, que oro
puro es el silencio interior, silencio elocuente, musical, donde resuena la
voz de las edades y las esferas dimensionales, revelación del Dador
de la Vida, canto que ilumina nuestro caminar y disipa los ruidos de la ignorancia;
y entonces brotará el canto de ofrenda, gratitud y entrega del corazón.
Y así, contemplando este cofre
ancestral, irán encontrando los restantes tesoros, que moran vivos
en el cuerpo: nariz (el aliento vital), manos (creatividad y lenguaje), pies
(recorrer la senda), calavera cristalina (santuario de la inteligencia), piel
(abrazo que une, receptor y emisor de las ondas de amor y alegría);
y los tesoros que moran en el mundo: comunidad, reino natural, reino celeste,
rueda de los tiempos, presencia del Gran Espíritu que todo lo llena,
sostiene y alimenta.
La Orden del Jaguar, restablecida
en este Nuevo Sol después de siglos de ocultamiento, ha de velar por
estos tesoros del espíritu, y transmitirlos a los discípulos
preparados para fundar la civilización que continúa la oleada
de civilizaciones antiguas, que fueron hermandades de paz, comunidades abiertas
hacia los cuatro rumbos, sin fronteras. Queda así respondida vuestra
invocación. ¡Ahau!
De inmediato, se lleva a efecto el ritual secreto del nuevo nacimiento de la Orden y de la Iniciación del Maestro Jaguar como Autoridad suprema, ritual que se prolonga durante 5 noches, invocando los poderes sagrados de los 4 Rumbos del universo, y del centro, lugar de los 3 Corazones. Y durante el día, se hacen las ceremonias de purificación, consagración y dedicación del monasterio y del terreno donde ya empezaban a edificarse sus primeras estructuras, de acuerdo a los planos de los arquitectos y astrónomos.
De inmediato, se lleva a efecto el ritual secreto del nuevo nacimiento de la Orden y de la Iniciación del Maestro Jaguar como Autoridad suprema, ritual que se prolonga durante 5 noches, invocando los poderes sagrados de los 4 Rumbos del universo, y del centro, lugar de los 3 Corazones. Y durante el día, se hacen las ceremonias de purificación, consagración y dedicación del monasterio y del terreno donde ya empezaban a edificarse sus primeras estructuras, de acuerdo a los planos de los arquitectos y astrónomos.
Grandes celebraciones sucedieron a
este acontecimiento en todas las ciudades y pueblos del Reino Maya, donde
las gentes, adormecidas durante el letargo del tiempo oscuro, sacudieron así
su modorra y se dispusieron a participar con entusiasmo en la reconstrucción
de un mundo de bienestar, paz y sabiduría para todos. Se empezaron
a seleccionar niños y jóvenes capaces de entrenarse en las artes
y ciencias de la Orden: la salud vigorosa del jaguar, la alquimia de la serpiente
emplumada y la mística del águila y el quetzal.
Su vida de jaguar durante 13 años, la iniciación en los mundos ocultos y los recuerdos claros de su primera infancia, le facilitaron a Balam Chaac el adaptarse a esta nueva existencia. Traía un vocabulario especial y sonidos de poder, que le permitían transmitir el espíritu de la nueva edad. La primera promoción de postulantes, procedentes de los cuatro rumbos del reino, empezó a adiestrarse en el Monasterio de las Ranas Amarillas, así llamado por estar a la orilla de la laguna transparente poblada por ranas amarillas que entonaban extraños cantos al salir y ponerse el Sol, provocando así una fina lluvia o rocío que perfumaba el aire.
Su vida de jaguar durante 13 años, la iniciación en los mundos ocultos y los recuerdos claros de su primera infancia, le facilitaron a Balam Chaac el adaptarse a esta nueva existencia. Traía un vocabulario especial y sonidos de poder, que le permitían transmitir el espíritu de la nueva edad. La primera promoción de postulantes, procedentes de los cuatro rumbos del reino, empezó a adiestrarse en el Monasterio de las Ranas Amarillas, así llamado por estar a la orilla de la laguna transparente poblada por ranas amarillas que entonaban extraños cantos al salir y ponerse el Sol, provocando así una fina lluvia o rocío que perfumaba el aire.
IV. MAESTRO
JAGUAR ENTRENA A SUS DISCÍPULOS
El Consejo de Gobierno del Reino anuncia
la reconstrucción de ciudades y centros culturales abandonados, y la
fundación de otros ubicados en las nuevas rutas de energía telúrica
que iban surgiendo a medida que la naturaleza se transformaba en respuesta
a las pulsaciones cósmicas. Maestro Jaguar convoca a los jóvenes
a prepararse para el renacimiento cultural. Correos parten en todas direcciones
llevando las instrucciones a toda la población. Las gentes aceptan
el desafío, y el entusiasmo y el ímpetu del trabajo creador
para el bien común contagia a todas las edades. Renace la confianza
motivada por un mando consciente, atento a los dictados del Corazón
del Cielo y de la Tierra, y al servicio de la población sin discriminaciones
odiosas.
Cada año ingresa un contingente
juvenil a entrenarse en el selvático monasterio, bajo la guía
del Consejo de la Orden, presidido por Maestro Jaguar. Los que egresan, convertidos
en Guerreros Jaguar, recorren el Reino como abanderados del nuevo ciclo solar.
Encargados de la educación de niños y jóvenes, contribuyen
a modelar las nuevas formas sociales de gobierno, familia, economía,
culto y vida comunitaria. Para ello se retoman las bases antiguas, con la
actualización requerida por las energías del nuevo tiempo.
El jaguar es el emblema que guía
el desarrollo de la sociedad y la formación de la juventud. (Ver apéndice
3). Las pirámides derruidas son reconstruidas y agrandadas, adecuándolas
a los nuevos ritos. Las ofrendas al Jaguar de Piedra mantienen viva en la
conciencia la continuidad de esta sagrada tradición a través
de épocas positivas y negativas, reforzando así los valores
culturales heredados. La estrategia del jaguar permite el aumento de la población
y la expansión de las fronteras del Reino, a través de relaciones
pacíficas con los estados vecinos y lejanos, interesados también
en este renacer cultural. La universidad monástica acoge estudiantes
venidos de otras tierras, y su fama se extiende por todas partes.
El objetivo de la educación
se dirige a desarrollar el vigor total de la naturaleza humana según
la edad del candidato, vigor acrecentado aún más gracias a las
técnicas del jaguar aplicadas a los tres niveles: vital, emocional
y mental en procura de la plenitud espiritual. Esos tres niveles están
entrelazados y se representan así: estómago, corazón,
nariz; ingestión, asimilación, expansión; Luna-Tierra,
Venus-Marte, Mercurio-Sol; jaguar, serpiente, águila . Luna-Tierra
rigiendo la agricultura,, alimentación, asimilación, salud,
medicina, deportes, etc.; en todo se aplican conocimientos ocultos. Venus-Marte
rige los sentimientos, emociones y pasiones, la vida social y familiar, el
servicio y vigilancia del bienestar social; las artes, como canto, danza,
poesía, teatro, pintura, idiomas, cultivo de la felicidad permanente;
prácticas que exigen un corazón sano y fuerte, una sangre limpia,
una irrigación intensa de todo el organismo. Mercurio-Sol rige las
técnicas respiratorias, desarrollo de los sentidos, meditación,
concentración, éxtasis, viajes, oratoria, gobierno, mando, desarrollo
del carácter, de la memoria ancestral, de la voluntad, táctica
y estrategia, vencer el miedo a la muerte, aprender la sabiduría de
los ambientes naturales, como selva, desierto, montaña, mar., cultivar
la libertad interior frente al destino exterior. Los 3 niveles se imparten
conjuntamente y en forma gradual en los cursos anuales con sus entrenamientos
intensivos, tanto en la naturaleza como en la sociedad. La vida familiar es
exaltada, y la educación no se limita a lo sexual sino a todos los
aspectos de la vida afectiva, tanto de pareja como respecto a la sociedad
y al mundo.
La prueba final para aprobar el primer
nivel se denomina La Cacería del Jaguar, y consiste en el acecho del
jaguar, su persecución, su captura vivo, y por último, abrazarlo,
marcarlo y soltarlo. Además, en el monasterio, que es a cielo abierto
y no un claustro, se crían cachorros para practicar la convivencia
con ellos, estudiar su desarrollo y comportamiento, así como su lenguaje,
y además para ejercitarse en los deportes y ejercicios físicos
de los estudiantes. Cuando se hacen adultos son liberados. En el monasterio
enseñan y estudian tanto hombres como mujeres, pues en la sociedad
maya no existen conflictos, abusos o discriminación por motivo de sexo.
Los jóvenes son preparados en el arte de amar, la ciencia de los sentimientos,
la mística de la amistad, y para que al formar un hogar sus hijos sean
encarnación de espíritus avanzados, que por tanto deben nacer
en fechas predeterminadas por los sabios astrónomos. El monasterio
es al principio como un campamento, adjunto a la Montaña de los Soles
(pirámide) y a un paso de la selva virgen. Pronto contará con
sus edificaciones, patios, jardines, juego de pelota, bosque de meditación,
todo lo necesario para ejercitar la fortaleza física, mental y espiritual
de los futuros Guerreros defensores de la cultura.
Cada año se celebran torneos
públicos, donde los estudiantes y graduados demuestran sus habilidades
y enfrentan a quienes los desafían, procedentes de lejanas regiones
y escuelas. Allí se evalúan sus logros y se les escoge para
diferentes misiones.
V: LA FILOSOFÍA
DEL JAGUAR
El Hombre de Amerikua (la América
Ancestral) siempre aceptó que la Tierra toda es su escuela, y que la
naturaleza y el cielo son libros abiertos a la inteligencia y el corazón,
para caminar consciente y plenamente por la vida. Toda su cultura gira en
torno a ese eje motivador, norma fundamental de la sabiduría perenne.
Esta postura inamovible estimuló el desarrollo de la llamada cultura
permanente, la que nunca muere ante el devenir de los tiempos, la que armoniza
el Corazón de la Humanidad con el Corazón del Cielo y el Corazón
de la Tierra.
Las imágenes tomadas del cielo
y de la tierra, sirven de tótem, de emblemas representativos de ese
postulado central y de las diferentes formas que toma la realidad. Ésta
es mágica y comunicativa, se puede dialogar con todos los seres vivos,
desde las piedras y plantas, hasta las aves y los astros, todos son elocuentes
para el maya, su mundo es uno de diálogo sostenido, aún con
otras dimensiones del universo . Su calendario da las pautas para vivir al
compás de los ciclos grandes y pequeños de los astros y las
estaciones, del movimiento diario de la Luna y la posición angular
del Sol hora tras hora. Nada escapa a su mente investigativa y experimentadora.
Su sociedad es un espejo vivo de los
movimientos estelares, de las danzas cósmicas de esos grandes señores
y señoras, un reflejo vibrante y humanizado de la vida de la naturaleza
y de sus especies. El tiempo lo concibe y lo experimenta como una unidad sin
barreras, un río sin represas pero sí con cascadas y lagos,
ve la continuidad sin fronteras entre pasado, presente y porvenir; un incesante
retorno, no retroceso, de las grandes edades a través de espirales
ascendentes y descendentes de esa energía o materia prima llamada "tiempo",
representada en el Huracán (Hun Ra Kan) ("Un Pie", "Corazón
del Cielo"), en su triple manifestación: 1º., Caculhá
Huracán: El Rayo de Una Pierna, 2º. Chips Caculhá: El Rayo
Más Pequeño, y 3º Raxá Caculhá, Rayo Verde,
o Rayo Muy Hermoso. El espíritu humano transcurre por todos los niveles
de la gran pirámide del universo, representada en la Montaña
Sagrada. Piedra, árbol, insecto, fiera, ave, estrella, todas las formas,
son grados condensados de conciencia. El Hombre encuentra su centro al evocar
el Génesis y el Apocalipsis, el principio original y la meta final.
Del Sol a la Estrella pasando por la Tierra y la Luna…
El jaguar es el tótem o emblema
de la Madre Tierra y a la vez de la respuesta correcta al desafío que
el hombre enfrenta en el mundo para lograr su plenitud. Así, el jaguar
representa plenitud total, fortaleza, suavidad y fogosidad, vigor y astucia,
callar y rugir, ver, oir, olfatear, todo con sagracidad, los 5 sentidos en
estado de alerta. Ajustar la vida a los ritmos naturales y cósmicos.
Entonces, representa al Hombre en la cúspide de su vigor, arrojo, firmeza
de carácter y vitalidad corporal, libre de debilidades, quejas y tibiezas,
con una visión clara de su destino, sin vacilaciones ante los altibajos
de la vida. Implica ese ideal el estudio del calendario y el cultivo de las
capacidades y habilidades para la supervivencia física y espiritual;
convivir, compartir, un corazón fuerte pero sensible al amor en sus
diferentes expresiones . Para ello se encienden los 3 Fuegos del Jaguar: el
Fuego del Ser (conciencia de la individualidad), el de la Audacia y el Mando
(conciencia de la responsabilidad) y el de la Visión cósmica
de la existencia (conciencia de la integración universal, la suprema
concentración o mente identificada con el Todo, Libertad total.)
Entre las técnicas del jaguar
que se practican en el monasterio están: el arte del acecho y la persecución
(de un objetivo cualquiera), la caminata silenciosa (para no provocar reacciones
y no perturbar el mundo), correr, trepar y nadar con soltura, sin tensiones
que provocan el desgaste inútil de la energía; desarrollo de
la capacidad auditiva, visual y olfativa, además del callar y el rugir,
para encaminarse hacia el propósito deseado; la técnica del
descanso completo en momentos breves y periódicos para reponer la energía
vital. Entre las artes figuran la danza, el canto, los instrumentos musicales,
los juegos, deportes y artes marciales. Un ejercicio interesante para el desarrollo
mental consiste en la lectura de los jeroglíficos mayas, chinos y egipcios
contenidos en la gran cabeza olmeca de piedra, así como la meditación
ante los llamados ahora Atlantes de Tula, gigantes estatuas pétreas.
Las leyendas, historias y observación del jaguar en su habitat, estimulan
la imaginación de los estudiantes y los motivan para lograr esa fortaleza
que llaman los mayas el vigor total. El alimento es estrictamente seleccionado,
fresco y natural, sin cocción ni artificios que destruyen o disipan
su energía, su vitalidad, y la salud en todos sus niveles se cuida
y cultiva a diario. Lograda la vitalidad plena del Guerrero Jaguar, la formación
continua con el entrenamiento del Venado y la Serpiente Emplumada y culmina
con el Vuelo del Águila y el Quetzal, de lo cual se tratará
en la próxima leyenda: El Sacrificio del Guerrero Jaguar. (Véase
L. Sejourné, ob. cit., figs. 30 y 31: Señor Águila y
Señor Tigre con sus emblemas; son frescos teotihuacanos.)
Así termina este cuento, inspirado
en las figuras que observé en los relieves naturales e irregulares
de las paredes de un cenote, que en mi mente se reunieron para constituirse
en un flujo de ideas que fueron tomando forma literaria sobre el papel durante
los diez días de permanencia en la península yucateca. Algunos
términos mayas, las notas al pie de página y los apéndices,
los agregué posteriormente, para documentar o confirmar lo que vino
a mi espíritu. El cenote se encuentra en los terrenos del Centro Naturista
Moo - Ji, regentado por la curandera maya, y doctora en medicina, Ana María
Moo, en las afueras de la ciudad de Mérida, Yucatán, donde participé
en su seminario de una semana, en agosto de 2002. A ella expreso mi gratitud
por sus enseñanzas sobre jugoterapia y regeneración celular
como claves para una salud integral y para curar las enfermedades graves y
rejuvenecer. Un tesoro de la cultura maya a nuestra disposición gracias
a su entrega al servicio de sus semejantes.
Adjunto a continuación un extracto
de la página Web de Don Félix Poot Chuk sobre la Energía
de 5ª Dimensión que aclara admirablemente la postura maya ante
lo humano y lo divino.
Apéndice
1
HUNAB KU
"La Fuente Dadora de la Vibración Universal"
LA ENERGÍA DE QUINTA DIMENSIÓN
HUNAB KU
"La Fuente Dadora de la Vibración Universal"
LA ENERGÍA DE QUINTA DIMENSIÓN
Es la energía que activa el
pensamiento del hombre, pensamientos positivos a nivel inventivo, haciéndolo
un ser creativo. Es la energía que puede proporcionar células
nuevas por células viejas cansadas, y así dar una vida eterna.
Allá en los albores de la Era, cuando se dio el auge de edificios en
forma de pirámide por todo el mundo, los mayas le dieron nombre a esta
energía, la llamaron HUNAB KU. Pero HUNAB KU no es persona, es "La
Fuente Dadora de la Vibración Universal", lo que se conoce también
como DIOS.
Esta energía, cuando llega
al hombre y al no ser comprendida de otra manera, recibe el nombre de AMOR,
que es la ENERGÍA TRINA del Maya, sin la cual no se puede llegar a
la ENERGÍA DE QUINTA DIMENSIÓN o HUNAB KU… … EL AMOR
o ENERGÍA TRINA es la puerta que se abre para entrar en lo Divino,
en lo Puro, en lo Perfecto.
ENERGÍA TRINA (positivo, negativo,
neutro) en Maya se dice JUN TIITZ CAAN, JUN TIITZ MUK, JUN TIITZ COGOL MUK,
que para la Tradición Cristiana sería la Santísima Trinidad.
(Por Don Félix Poot Chuk, Anciano Maya, Heredero del Saber Ancestral.)
(http://mx.msnusers.com/SABIDURIAYMISTICISMOMAYA)
Apéndice
2
"Esa noche, mientras dormía,
soñé que una anciana dama jaguar moteada me retenía entre
sus garras, a la vez que me lamía la cara con su enorme y rasposa lengua.
Entre lametón y lametón a mi llorosa cara, murmuraba secretos
a mi oído con un rugido sordo parecido a una tormenta lejana. Me comunicó
conocimientos y la esencia de mi destino por estrenar. Me desperté
temblando y feliz en medio de uno de aquellos lametones, consciente de que
el jaguar era mi esposa espiritual, la interlocutora cuyos secretos acerca
de la tierra original me han mantenido con vida hasta el día de hoy.
Eran regalos procedentes del otro mundo en agradecimiento a haber liberado
a mis bien cuidados prisioneros, las crías de jaguar, para que regresaran
a la Tierra Floreciente, a la selva, a la tierra de los sueños. Aquéllos
eran los secretos del jaguar hablante". (Martin Prechtel, Los Secretos
del Jaguar, La Vida en el Misterioso Mundo de los Mayas, p. 32, Ed. Mondadori,
Barcelona, 2000.) El autor, hijo de madre india, hurón, de Canada,
y de padre suizo, nacido en una reserva india de Nuevo México, relata
en esta obra sus experiencias durante los años que vivió en
las tierras mayas de Guatemala recibiendo las enseñanzas de los sabios
mayas, que han hecho de él un sanador.
Apéndice
3
En las culturas de América
Central se piensa que 4 jaguares vigilan las 4 vías de acceso al centro
de las poblaciones. Esta costumbre podría provenir de la antigua creencia
maya de que en los primeros tiempos 4 jaguares míticos eran guardianes
de las milpas o maizales. En la tercera edad Maya-Quiché, correspondiente
a la horticultura y por lo tanto a la preeminencia de los cultos lunares,
el jaguar representa la deidad Luna-Tierra. En los manuscritos mayas y mexicas,
esa deidad es representada comúnmente con las garras del jaguar. Entre
los Mayas, los brujos se presentan bajo la forma de jaguar representando las
fases lunares. En los monumentos de la época clásica mesoamericana,
la piel de jaguar estilizada simboliza el cielo. A partir del año 1000
d.C., en la ornamentación de los monumentos el Jaguar y el Águila
representan los guardianes cuyo deber es alimentar el Sol y la Estrella Matutina
con la sangre y los corazones humanos. Pero para los Mayas el Jaguar es sobre
todo una divinidad chtoniana, expresión suprema de las fuerzas internas
de la tierra, la deidad Neuf, correspondiente a los campos y al inframundo.
Maestro del inframundo, reviste una función de sicopompo. La tierra
se representa devorando al Sol poniente, bajo la forma de una boca de jaguar
abierta sobre el astro. Y se torna deidad solar durante el curso nocturno
del Sol: es el Sol negro, representado en forma de jaguar. Deidad del interior
de la tierra, lleva sobre su espalda una concha marina, símbolo de
la abuela Luna, y por extensión símbolo de nacimiento. El jaguar
es también el dueño de las montañas, de los animales
salvajes, de los ecos y de los tambores. Se le ha llamado el Corazón
de la Montaña. En simetría con el águila en cuanto al
simbolismo de fuerzas terrestres y celestes,, le ha dado su nombre a una de
las dos órdenes templarias superiores, los Señores Jaguar, siendo
la otra la de las águilas. Entre los numerosos ejemplos de asociación
Jaguar-Águila, el emperador azteca recibía el homenaje de sus
guerreros en un trono, sentado sobre un tapiz de plumas de águila encima
de una piel de jaguar. Entre los Tupinamba del Amazonas brasileño,
los varones al nacer recibían garras de jaguar y patas de águila;
el jaguar es para ellos una deidad uraniana,, celeste, reside en lo alto del
cielo y tiene dos cabezas para devorar al Sol y la Luna (explicación
de los eclipses.) NOTA: Chtoniano: epíteto dado a seres fabulosos (dragones)
o reales (serpientes) de origen subterráneo, relacionados a ideas y
fuerzas de germinación y muerte. Chtonos era el nombre dado a la Tierra
como madre de los Titanes, lo bajo por oposición a lo alto, la tierra
en su aspecto interno y oscuro. (J. Chevalier y A. Gheerbrant, Dictionnaire
des Symboles, p. 529, Ed. Laffont, Paris, 1982.)
Apéndice
4
En el Tzolkin, o calendario adivinatorio
maya, encontramos varios animales que se ligaban consubstancialmente a los
hombres nacidos en los días regidos por ellos. El día Ix su
glifo significa piel u oreja de jaguar; es un día conectado con las
montañas y los animales: dominios de los dioses del inframundo. Su
patrono es la deidad jaguar. También en el calendario solar, Haab,
encontramos la presencia animal, sobre todo en los patronos de los meses:
el mes Pop su patrono es la deidad jaguar, y su glifo la estera, símbolo
de gobierno; el mes Uo su patrono es el jaguar del inframundo, y su glifo
el signo del cielo negro; el mes Pax su patrono es el jaguar o puma. (Mercedes
de la Garza, ob. cit., pp. 57-60.)
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