Célebre por los contrastes de luz y sombra , por la audacia de las
representaciones, a veces revolucionarias para la época. Un claroscuro que
realza la humanidad de las figuras bíblicas, despertando en su tiempo no pocas
polémicas. Así son las obras de Michelangelo Mersi da Caravaggio, muerto hace
400 años.
Antes de este célebre artista, en la historia de la pintura, la luz carecía
tener una dirección precisa. En la mayoría de las obras de Caravaggio este
elemento llega para irrumpir e iluminar violentamente la obra.
Roma rinde homenaje al pintor nacido en Milán en 1571. Actualmente se realiza
en el museo Scudiere del Quirinale una exposición dedicada al artista,
que reúne varias de sus obras maestras, entre ellas la “Cena en Emaus”, “San
Juan Bautista”, “la captura de Cristo en el Huerto”, entre muchas otras.
A
pesar de la rica colección que muestra esta exposición, los organizadores no
han querido extraer de las iglesias romanas varias obras maestras que las
engalanan. Tal es el caso de la “Conversión de San Mateo”, que puede verse en
la iglesia San Luis de los Franceses, o la “Conversión de San Pablo” y la
“Crucifixión de Pedro”, ambas en la Iglesia Santa María del Popolo o la
“Virgen de los peregrinos”, que reposa en la Iglesia de San Agustín.
Las
muestra invita a así a sus espectadores a visitar estas tres importantes
iglesias romanas para que puedan apreciar las obras que se encuentran allí.
Reflejo de su vida
La
obra pictórica de Caravaggio puede clasificarse en tres etapas: la de la
juventud que va desde 1592 hasta 1599, en la que pinta con la célebre obra del
joven con la canasta de frutas, presente en esta muestra y que puede verse
ordinariamente en la Galeria Borghese de Roma. La del éxito que va
desde 1600 (año jubilar en el que varios cardenales le encargan pintar algunas
escenas bíblicas) hasta 1606, y la de la fuga, cuando el artista tuvo que huir
de Roma tras ser culpado por un homicidio. Esta tercera época duró hasta su
muerte, en 1610.
“Caravaggio atrae porque su vida y su obra están estrechamente y casi
necesariamente unidas”, asegura Claudio Strinati, organizador de la muestra.
“Vivió una vida trágica y desesperada, se sostenía de parte de muchos críticos
y así, tal vida se reflejaba en la potencia extrema de la obra (alguno decía
también que en la fealdad), llena de violencia, de tragedia, de ineluctable
destino y de desesperación”, dice Srtinati.
Obras que reflejan su vida, en las que aparece su rostro, como “David y
Goliat” en la que, según los críticos, el gigante vencido es representado con
su autorretrato. O la “Captura de Cristo en el Huerto” donde, dentro de los
mismos personajes bíblicos (Judas, Juan y los soldados que lo capturan), se
encuentra un hombre con una linterna que, se cree, es él mismo
representándose.
“La
revolución está quizás en el hecho que el maestro habla de sí desde el inicio
hasta el fin e interroga al espectador como fue posible que antes ninguno lo
hubiera hecho”, asegura el organizador de esta muestra.
Pintor de cuadros al natural, Caravaggio llegó al punto de expresar con los
gestos, el mismo cuerpo y la luminosidad, la humanidad de los personajes
bíblicos. Tal es el caso de la obra titulada “Coronación de espinas”, que
expresa el rostro sufriente de Jesús en el momento de la pasión conjugada con
la aceptación íntima de este momento. O la “Adoración de los pastores” la
cual, a diferencia de muchas célebres obras que narran el mismo tema bíblico,
resalta, no tanto el tono alegre, sino más bien el tono recogido y silente de
sus personajes.
Dos
obras sobre el mismo tema dejan ver la evolución del pintor hacia una
expresión cada vez más realista: ambas reciben el nombre de “Cena en Emaús”,
la primera, pintada en 1601 y que normalmente reposa en la National Gallery
de Londres, muestra a un Jesús sin barba, como en varios mosaicos
paleocristianos. Muestra algunas frutas que no son de la estación que
corresponde a la Pascua (la naciente primavera) mientras que la segunda obra
con el mismo nombre (pintada en 1606 y que normalmente se encuentra en la
Pinacoterca de Brera, en Milán) exhibe sobre la mesa una naturaleza muerta más
sencilla, una actitud más recogida de parte de los discípulos y del mismo
Jesús que se muestra bendiciendo y partiendo el pan.
Debido a su muerte temprana y a que comenzó a ser un artista conocido a los 21
años (generalmente los artistas de su época alcanzaban la fama ya en la
adolescencia), Caravaggio no dejó un grandísimo número de obras. Sin embargo
en los últimos años numerosos expertos e historiadores del arte han le
atribuido siempre nuevas obras hasta el momento anónimas, debido a la técnica
que utiliza y a algunos documentos alusivos a ellas que han sido encontrados.
Caravaggio murió solo y abandonado en el hospital María Auxiliadora de Porto
Ercole, una pequeña población italiana ubicada en la costa Mediterránea y que
pertenece a la provincia de Grossento. Cuenta la historia que fue sepultado a
toda prisa en una fosa común. Pronto fue olvidado, contrariamente a lo que
ocurre con varios artistas que comienzan a ser valorados justo después de la
muerte. Su obra comenzó a ser más reconocida a principios del siglo XX. Por
esta razón, actualmente hay muchos vacíos en los estudios sobre su biografía y
obras.
Un
pintor que supo dar “luz a la oscuridad, realizando una pintura capaz de
expresar en una dimensión real el dramático desenvolverse de la
representación, exaltando los valores espirituales de los contenidos con una
certeza que no tiene igual”, dijo Francesco Buranelli, miembro de la
Pontificia comisión para los bienes culturales.
Por
Carmen Elena Villa
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