La etiología
(en griego: explicación de la
causa) es un relato, oral o escrito, por medio del cual se pretende explicar una
tradición, una institución, un nombre, un rito, un fenómeno de la naturaleza,
etc., cuyo significado original se ha perdido (L. Alonso Schökel). Por tanto, es
la explicación refleja para fundamentar la existencia de una realidad que se
experimenta históricamente. El punto de partida de la etiología es siempre el
presente y su camino se dirige a recorrer hacia atrás el desarrollo del
suceso del que se está hablando, Las modalidades expresivas de la etiología
pueden ser sumamente variadas y, como tales, pueden afectar al patrimonio
expresivo cultural intemacional, incluida la forma del mito, que tiene como
característica propia ilustrar el suceso realmente ocurrido que dio origen, en
un tiempo no cuantificable, a la situación que ahora se vive. En substancia, la
etiología, como codificación lingüística, intenta ofrecer unas coordenadas
históricas a las primeras causas que produjeron las consecuencias que llevan a
la situación del presente que hoy se vive. Esta forma de relatos se ha
descubierto, en épocas recientes, en no pocos relatos bíblicos relativos a
Dios, al cosmos y a la condición humana (Gn 1-1 1 es el ejemplo más palpable,
junto con los relatos del éxodo), y se ha intentado una interpretación no
siempre fácil de los mismos. En efecto, en el caso de la Biblia, la etiología
encuentra su explicación en una afirmación ulterior y previa, a saber: que se
ofrecen unas etiologías al oyente o al lector en cuanto que se ha experimentado
va la presencia de unos sucesos y unas Situaciones en la historia presente que
tienen la dimensión intrínseca de la salvación o de la perdición. Partiendo
de la condición actual de experimentación de Dios que salva y actúa, en cuya
aceptación o rechazo se provoca la plenitud o el vaciamiento del hombre, es
como se comprende que se han desarrollado siempre entre Dios y los hombres las
mismas relaciones que hoy se desarrollan, proyectándolas a los orígenes. De
esta manera la etiología es capaz de llegar al principio. A partir de la
experiencia del Dios que salva al hombre se comprende cómo en Dios se configura
la identidad del Dios Creador, reconociendo el origen del hombre en la acción
plasmadora de Dios, incluidas las distinciones más evidentes: la distinción de
sexos, el estado de felicidad, las condiciones de bondad, etc. Todo de pende de
un principio, de unos hechos que ocurrieron en los orígenes. La etiología hace
comprender que el estado original del hombre era de signo totalmente positivo Y
cómo luego lo perdió él por causa del pecado. Todo esto pone sobre todo a
Dios en primer plano, su acción como Creador y artífice primero de la
realidad, su obra de salvación, con el don de su gracia al hombre caído. Por
eso mismo, la bíblica es una etiología totalmente especial, que desmitifica
substancialmente cualquier precomprensión literaria precedente, utilizada como
esquema literario, sobre la base de una experiencia real de Dios como sujeto de
la relación interpersonal de fe por parte del hombre. En las etiologías bíblicas
no se encuentran precomprensiones mitológicas puras ni principios filosóficos
ni excesos de aspecto fantástico, sino una fuerte consideración de la fe histórica
del pueblo de Dios y el dato, absolutamente decisivo, de la misma inspiración
divina, que se sirve de esas modalidades del lenguaje humano para transmitir
unas verdades que tienen un significado sobrenatural.
En este sentido la teología asume la
historicidad de fondo de estas narraciones, especialmente por lo que se
refiere a la historia de los orígenes del cosmos y del hombre, y las inserta en
la proposición refleja del misterio mismo de la creación Y de la redención
del hombre por parte de Dios como puntos únicos, irrepetibles, de donde partió
la condición humana y toda la historia de la salvación.
T Stancati
Bibl.: L.
Duch, Ciencia de la religión y mito, Abadía
Monserrat 1973; M, Eliade, Historia de las creencias y de las ideas religiosas,
Cristiandad, Madrid 1978; L. Alonso SchOkel, La palabra inspirada, Cristiandad,
Madrid 1986; A. Ibáñez Arana, La narración etiológica como género literario
bíblico, en Scriptorium Victoriense 10 (1963) 161-176.
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