martes, 11 de junio de 2013

DISCÍPULO.

I. Jesús llama al seguimiento (Mt 4,18-22 par.;. 8,22; 9,9 par.; 19,21 par. Lc 9,59) y explica al que lo desea las condiciones para él (Mt 8,19s par.). Entre los evangelistas, Me llama «discípulos» solamente a los seguidores que proceden de la institución judía (según el texto de Is 54,13); el otro grupo de seguidores que no proceden de ella es designado como «los que estaban en torno a él» (3,32. 34; 4,10) o «la multitud» (7,14; 8,34; cf. 3,32; 5,24b; 9,25). Lc distingue los dos grupos
de seguidores, pero usa para todos la denominación «discípulo» (6,13). Mt Y Jn no distinguen entre los dos grupos. Usaremos «discípulo» en el sentido general de «seguidor».



II. a) En los sinópticos, las condiciones para seguir a Jesús son dos (Mc 8,34 par.). La primera es «renegar de sí mismo», es decir, renunciar a los valores y ambiciones que propone la sociedad: dinero, prestigio, poder; en Mc, esta condición está explicada en 9,35 con la frase «hacerse último de todos y servidor de todos»; en e! caso del rico (Mc 10,21 par.), como «vender todo lo que se tiene y darlo a los pobres» (cf. Lc 12,33; 14,33; 16,1-15). La segunda condición es «cargar con su cruz», es decir, asumir la hostilidad de la sociedad injusta debida a la renuncia a la ambición, que subvierte su escala de valores, estando dispuesto a afrontar la deshonra y la muerte (cf. Mc 15,21 par.); la persecución es inevitable, por la maldad de! mundo (Mt 10,22; Jn 15,21). El cumplimiento de estas condiciones es la concreción de la fe/adhesión a Jesús.
Estas dos condiciones están en Mt y Le en paralelo con la primera y última bienaventuranzas (5,3: elegir ser pobre; 5,10; vivir perseguido; Lc 6,20.22; cf. Mt 6,19-21.22s.24; 13,44-46), y en Mt y Mc con «comer el pan» y «beber el vino» de la eucaristía.
Ambas condiciones miran a la creación de la sociedad alternativa llamada «el reino de Dios» (Me 1,15 par.), cuyos valores son diametralmente opuestos a los de la sociedad injusta: compartir en lugar de acumular riqueza, igualdad en lugar de buscar prestigio, servicio en lugar de dominio. En la simbología de! éxodo, correspondería a la tierra prometida.
La renuncia y el seguimiento de Jesús llevan a la felicidad ya en este mundo (Mc 10,29s par.); ninguna angustia (Mt 6,33; Lc 12,31s).
b) En Jn, la primera condición se formula como «no pertenecer al mundo/orden este» (17,14.16), lo que tiene por consecuencia inevitable la persecución (15,18-20). También en Jn, «comer la carne» de Jesús y «beber su sangre» incluyen la misma realidad.
Al seguimiento de Jesús, que identifica con su vida y con su muerte, responde el don del Espíritu, que establece la relación con Dios como Padre (Mt 5,16.45.48; 6,1.4.8.9, etc.; Jn 20,17). El hombre renovado por e! Espíritu es e! fundamento de la sociedad nueva (el reino de Dios).
III. El discípulo y la comunidad tienen por distintivo e! amor fraterno (Mt 7,12; d. 22,34-40 par.; Jn 13,35; 15,12.17), igual al de Jesús (Gn 13,34), expresado con obras (Mt 5,42.44; 18,21s; Mc 10,42-45 par.; Lc 6,27s; 10,25-37; 17,3s).
La motivación del discípulo no es adquirir méritos (Mt 19,30-20,16; Lc 17,7-10), sino e! agradecimiento y la alegría por la gracia recibida (Mt 5,44s; 13,44; 18,26s; Lc 18,11-14; 22,27; Jn 13,14).
"Entrar en el reino de Dios», que se verifica al hacerse discípulo, exige una fidelidad que supere con mucho la observancia de los preceptos de la Ley (Mt 5,20; cf. 5,21-48) Y la renuncia a toda ambición (Mt 18,3s par.; 19,14). Es casi imposible que un rico se haga discípulo (Mc 10, 24s par.). Necesidad de una decisión (Lc 9,62).
Seguir a Jesús se antepone a los vínculos de familia (Mt 10, 37; Lc 14,26) y crea lazos más fuertes que los de sangre (Mc 3,31-35 par.).
Jesús no pretende proponer doctrinas esotéricas ni llevar individuos aislados a la perfección, sino preparar una alternativa al orden injusto (cf. Jn 8,23); para ello hay que formar grupos donde se viva el mensaje de amor mutuo y se proclame .al mundo; de ahí la importancia de la misión (Mc 3,14s par.; Jn 17,18; 20,21).
IV. En Jn aparecen tres tipos de discípulos: a) Los que eran discípulos de Juan Bautista (1,35), escucharon sus palabras (1,37.40) y siguieron espontáneamente a Jesús (1,37s.40); están representados por uno innominado y Andrés (1,33-40). Como Juan, habían roto con las instituciones, y conocían la calidad del Mesías (1,36: «el Cordero de Dios»), portador y comunicador del Espíritu, e! Hijo de Dios (1, 32-34). Son los discípulos modelo, que se quedan a vivir con Jesús (1,38s) en la esfera del Espíritu.
b) Simón Pedro, discípulo de Juan Bautista, pero que no lo ha escuchado; no conoce, por tanto, las características del Mesías. No va espontáneamente a ver a Jesús, sino conducido por su hermano (1,42). Jesús no lo llama a seguirlo ni Pedro lo reconoce por maestro (cf. 1,38.49); no se pronuncia por él ni expresa reacción alguna.
e) El tercer tipo está representado por Felipe y Natanael, que no han sido discípulos de! Bautista. De ahí que Jesús tenga que llamar a Felipe, invitándolo a ser discípulo (1,43). Éstos están apegados a las instituciones del pasado (1,45). Natanael (<<Dios ha dado», «Don de Dios») es la figura masculina representativa del Israel fiel a la alianza (1,48.50; cf. Os 9,10), que espera e! cumplimiento de las promesas. No se quedan a vivir con Jesús, es decir, no entran aún en la esfera del Espíritu.
A partir de la Cena (13,23s), Jn asocia cinco veces a Pedro la figura de un discípulo innominado (13,23s; 18,15s; 20,2-10; 21,7.20ss). Cuatro de ellas es designado como «el discípulo predilecto de Jesús». Es el personaje masculino que representa a la nueva comunidad bajo la figura del amigo íntimo de Jesús, como María Magdalena es el personaje femenino, en figura de «esposa».

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